Apuntes sobre espacio y justicia

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Juan López Vergara Newton**

 

Quizá la época actual vaya a ser, ante todo, una época del espacio…
Michel Foucault

 

Recepción: 28 de mayo de 2017
Aprobación: 7 de julio de 2017

 

Resumen. López Vergara Newton, Juan. Apuntes sobre espacio y justicia. El siguiente texto explora, a partir de algunas ideas de Peter Sloterdijk, la relación que existe entre el espacio y la justicia en el mundo contemporáneo. Se analizan, de forma general, dos perspectivas a través de las cuales comprendemos el espacio para, posteriormente, contrastarlas con aquello que Sloterdijk denomina la “espacialidad del palacio de cristal”. Por último, a la luz de tales consideraciones, se ofrecen algunas reflexiones en torno a la vivienda de interés social en México, y se sugiere la relevancia que tendrá, en los próximos años, la forma en que enfrentemos el tema del espacio.
Palabras clave: Sloterdijk, espacio, justicia, palacio de cristal, arquitectura, vivienda de interés social en México.

 Abstract. Vergara Newton, Juan López. Notes on Space and Justice. In the following text the author uses some ideas from Peter Sloterdijk to explore the relationship between space and justice in the contemporary world. He analyzes two perspectives through which we understand space, and then contrasts them with what Sloterdijk calls “the spatiality of the crystal palace.” Finally, in the light of these considerations, López Newton offers a number of reflections on low–income housing in Mexico, and suggests that the way we deal with the issue of space will take on added relevance in upcoming years.
Key words: Sloterdijk, space, justice, crystal palace, architecture, low–income housing in Mexico.

 

 I

Tras el reciente éxito de la decimoquinta Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia celebrada el año pasado, parece oportuno reflexionar, al menos de forma muy general, sobre una cuestión a la que esa exposición hizo alusión. Se trata de un asunto que resulta interesante y que, sin embargo, se toca poco desde la perspectiva filosófica. Este tema, que si bien a primera vista parece tangencial al asunto de la justicia, no obstante —al menos en el mundo contemporáneo— se encuentra profundamente ligado a ella: el espacio. Como veremos más adelante, aun cuando se medite poco en torno a ello, existe de hecho un fuerte vínculo entre ambas cuestiones en la actualidad.

En opinión de algunos filósofos, la forma en la que se desenvuelve el mundo contemporáneo está montada sobre una estructura —política, económica y social— que produce desigualdad. Para Marx, por ejemplo, tal desigualdad puede abordarse desde un punto de vista económico y social. En cambio, para otros autores, como Foucault, esa desigualdad —sistemática— puede estudiarse desde la perspectiva del poder. Ahora bien, aun cuando Peter Sloterdijk no se refiere directamente al asunto de la justicia en sus escritos, sí es posible rastrear en la obra de este pensador algunas ideas que sugieren la posibilidad de abordarla —en su caso— en relación con el espacio.

Antes de plantear algunas líneas de reflexión que surgen (a propósito de la justicia) del pensamiento de Sloterdijk, es necesario partir de identificar al menos dos formas de aproximarse al espacio. La primera y más común de ellas —al menos desde hace un par de siglos— consiste en una lectura del espacio que se desprende de una postura cientificista, cuyos planteamientos suelen limitarse al ámbito de cuestiones físico–matemáticas. De acuerdo con esta aproximación, pensamos lo espacial desde una perspectiva cartesiana; es decir, entendemos el espacio como algo homogéneo, infinito y neutro; como algo que se ordena simplemente a partir de coordenadas en los ejes x, y y z.

La otra forma de pensar el espacio —que dista mucho de la lectura que nos ofrece la ciencia— consiste en abordarlo desde su condición de espacio vivido.[1] Esta diferencia, que en principio parece trivial —apenas una sutil variación de la primera—, es en el fondo una divergencia sustancial, pues al tiempo que nos aleja de la comprensión del espacio como algo homogéneo —y en algún sentido aplanado—, esa interpretación del espacio abre la puerta a su posible revisión en términos cualitativos (en oposición a la reducción al campo de lo simplemente cuantitativo que plantea la postura científica), como parte de un sistema que genera, propaga y sostiene estructuralmente la desigualdad humana.

Así, desde esta posición, no es válido pensar la espacialidad intrínsecamente humana como algo neutro, infinito y homogéneo. De acuerdo con este punto de vista, el espacio humano no es algo simplemente dado; en este sentido, en su configuración no sólo intervienen aquellos aspectos emocionales propios de los individuos;[2] además de ellos, el espacio vivido, denso y complejo, se mide en función tanto de parámetros legales como de aspectos políticos y económicos (especulativos), variables cuya incidencia en la vida de los seres humanos es casi cualquier cosa menos neutral.

Esta oposición entre las dos formas esbozadas de pensar el espacio nos remite a la evidente —y tantas veces señalada— falta de sintonía entre las estructuras “claras y distintas” de la razón y la realidad, que se pretende que aquellas regulan. Nos referimos a la dicotómica relación que existe entre lo abstracto (puro) y lo humano–individual (impuro); relación que en opinión del algunos filósofos parece ser corresponsable, al menos, de la desigualdad humana en la actualidad.

 

II

Ahora bien, para acercarnos al vínculo que existe entre el espacio y la justicia, recordemos la forma en que Sloterdijk describe, a propósito de la noción de espacio, el mundo contemporáneo en su obra En el mundo interior del capital:[3]

Aunque trazado como universo–indoors, el gran invernadero no necesita una piel externa consistente […]. La instalación de confort erige sus paredes más eficientes en forma de discriminaciones; se trata de paredes de acceso a fondos de dinero, que separan a quienes tienen y quienes no tienen, muros levantados por reparto extremadamente asimétrico de oportunidades vitales y opciones profesionales: en el lado de dentro, la comuna de los poseedores de capacidad adquisitiva escenifica su ensoñación diurna de inmunidad general mediante un confort establemente alto y creciente; del lado de fuera, las mayorías más o menos olvidadas intentan sobrevivir en medio de sus tradiciones, ilusiones e improvisaciones. Se puede afirmar con buen motivo que el concepto de apartheid, tras su superación en Sudáfrica, se generalizó en todo el ámbito capitalista, desligándose de su formulación racista y transformándose en un estado económico–cultural difícilmente inteligible. Y en éste se ha sustraído ampliamente al escándalo. Al modus operandi del apartheid universal pertenece el hacer invisible la pobreza en las zonas del bienestar, por una parte, y la segregación de los acomodados en las zonas de esperanza cero, por otra.[4]

En primer lugar, observemos que el autor se refiere al espacio contemporáneo empleando como metáfora para describirlo “el Palacio de Cristal”.[5] En ese sentido, lleva un poco más lejos la conocida imagen que empleó Walter Benjamin para describir el espacio característico de principios del siglo xx en su Libro de los pasajes.[6] Como el propio Sloterdijk observa en otra obra, el mundo contemporáneo ha superado la espacialidad característica de los pasajes benjaminianos.[7] Si bien en Esferas ii el autor se preguntaba cuál podría ser aquella tipología arquitectónica que describiera en esencia el espacio contemporáneo, parece plausible inferir que el autor ha encontrado —al menos así parece en El mundo interior del capital— esa edificación en el Palacio de Cristal.[8]

El mundo interior del capital, la espacialidad propia del Palacio de Cristal —que de acuerdo con el filósofo describe el espacio contemporáneo—, se caracteriza por configurar un lugar cuyo límite ya no se determina a partir de elementos sólidos, incluso por evanescentes que éstos sean;[9] sus paredes consisten más bien en filtros que permiten o niegan la entrada en función del dinero. Así, es la misma posesión del dinero la que produce las diferencias en términos de oportunidades. Al interior de esta suerte de pecera gigante, los poseedores de poder adquisitivo exhiben magnánima y apaciblemente su inmunidad generalizada; al exterior de esa vitrina, en cambio, el setenta por ciento de la población mundial lucha por sobrevivir.[10]

En términos generales pareciera que hasta este punto no hay grandes diferencias con el pasado, pues ¿qué duda cabe de que históricamente el reparto de riqueza y oportunidades siempre ha sido desigual? Se trate de reyes, feudos, imperios o del moderno Estado del bienestar, el reparto siempre ha sido disparejo. Sin embargo, hay dos puntos en donde sí parece haber una inflexión con respecto a otras épocas. El primero de ellos estriba en el hecho de que en la actualidad esa desigualdad ya ni nos asombra ni nos indigna: ¿acaso estamos demasiado distraídos o entumecidos como para caer en cuenta de la apabullante desigualdad?, ¿será que ahora nos da igual?; en cambio, es preciso decir que esta especie de ceguera selectiva se ha convertido en la norma.

En este sentido, resulta muy interesante que Sloterdijk se refiera a la actualidad en términos de un apartheid diferente, uno que ha aprendido de las lecciones de la historia y ha optado por disfrazarse más seductoramente y por calibrarse mejor. Y aquí encontramos el segundo punto de inflexión: en la sofisticación que ha posibilitado que el mundo actual haya conseguido dar forma (¿a través de la razón?) a un apartheid en donde ya no se discrimina a partir de raza o religión. Hoy, irónicamente esta segregación se produce a través de la deidad en turno, en cuyo culto los millonarios asumen el papel de sumos sacerdotes y en donde los esclavos consisten, tal vez, en los millones de individuos sometidos a través del endeudamiento en voraces instrumentos crediticios. Ni qué decir en el mundo contemporáneo de esa porción del mundo que no tiene acceso a tales grilletes financieros.[11]

En este segundo vértice es donde parecen vincularse más claramente, en la actualidad, el espacio y la justicia (en todo caso habría que hablar de ausencia de justicia o de injusticia velada). Es decir, el neo–apartheid que señala Sloterdijk está profundamente ligado a la forma en la que hemos aprendido a interpretar el espacio humano. Así como los análisis de Foucault con respecto a las instituciones que encarnan el poder ponen de manifiesto su gradual sofisticación, para Sloterdijk hemos llegado a un punto en el que, como si se tratara de una perversa —y mucho más refinada— variación de La sociedad del espectáculo,[12] el espacio se ha convertido en parte de las estructuras de discriminación.

Es importante señalar que esta espacialidad propia del Palacio del Cristal —protagonizada por el anti–Bartleby—[13], en donde se depura la segregación, no coincide ni con la forma de entender el espacio de la ciencia ni con la postura de quienes defienden el espacio vivido. En ese sentido, se ha refinado el instrumento a grado tal que, disfrazado de espacio vivido, lo que se ofrece es, en el fondo, el espacio virtualmente ilimitado del consumo: el mercado.[14] Sloterdijk detecta esta nueva forma de abordar el espacio y señala, a propósito de ello, una interesante diferencia entre aquello que entendemos como espacio vivido y lo que acusa como el mundo interior del capital. Para caracterizar el primero echa mano de tres autores clásicos para abordar el espacio vivido: Rilke, Bachelard y Heidegger. En sus propias palabras:

‘Espacio interior de mundo’ es un término que acuñó Rilke (…). No en vano el poema Es winkt zu Fühlung fast aus allen Dingen [De casi todas las cosas proviene una invitación al contacto] pertenece a los más conocidos de sus oeuvres; en él se encuentran los versos:

A través de todos los seres se extiende el único espacio:
espacio interior de mundo. Los pájaros vuelan silenciosos
a través nuestro. Oh, yo, que quiero crecer,
miro afuera y en mí crece el árbol.

 Me preocupo, y en mí está la casa.

(…) El poeta transfiere a la preposición ‘en’ la inusual tarea de confirmar al yo como recipiente integral o lugar universal; en contraposición directa al análisis heideggeriano del ser–en de Ser y tiempo, 1927, en el que el ‘en’ se asienta como expresión de posición de la ex–sistencia [Ek–sistenz], es decir, como el estar mantenido fuera en lo abierto. La oposición podría acentuarse con las expresiones éntasis versus éxtasis.

La postura fundamental rilkeana acompaña en la Poética del espacio de Bachelard a la vivencia de la ‘inconmensurabilidad interior’. Cuando puede sentirse de esa manera, el espacio en derredor pierde su cualidad de extrañeza y se convierte todo él en la ‘casa del alma’. De un espacio así de penetrado anímicamente puede decirse de modo legítimo que por sí mismo es el “amigo del ser”. Para el ánimo topófilo, espacios de esa cualidad designan el prototipo de receptáculos de una vida que, en su mundo entorno deslimitado, se sienten en casa como en una piel cósmica.[15]

 En contraposición al espacio vivido —o en términos rilkeanos espacio interior de mundo—, Sloterdijk señala:

 ‘Espacio interior de mundo del capital’, por el contrario, hay que comprenderlo como expresión socio–topológica, que se introduce aquí para la fuerza creadora de interior de los medios contemporáneos de tráfico y comunicación: circunscribe el horizonte de las oportunidades que abre el dinero de acceso a lugares, personas, mercancías y datos; de oportunidades que hay que deducir, sin excepciones, del hecho de que la forma determinante de subjetividad dentro de la Gran Instalación está determinada por la disponibilidad de capacidad adquisitiva. Cuando la capacidad adquisitiva se acuña en forma surgen espacios interiores y radios de operación de índole propia: se trata de arcadas–access, por las que pasean flâneurs de todo tipo con poder adquisitivo. La intuición arquitectónica de antes, la de instalar mercados en galerías o halls, en la Era Global incipiente hubo de arrastrar hacia sí la idea del hall mundiforme (al modelo del Crystal–Palace); el recurso a la forma de hall del contexto de mundo en su totalidad es el resultado consecuente de ello.[16]

 

III

Si efectivamente la configuración del espacio tiene tanto peso en la vida del ser humano en la actualidad, tal vez resulte oportuno reflexionar en torno a un caso concreto. Con el ánimo de tender un puente entre la reflexión filosófica y la realidad correspondiente a la fracción mexicana del gran invernadero, a continuación se presentan de forma muy general algunas reflexiones en torno a un tema en el que en nuestro país se intersectan el espacio y la justicia. Nos referimos al caso de estudio que supone la vivienda de interés social en México.

Si bien a primera vista el asunto de la casa parece de modestas proporciones, se trata de un tema cuyas implicaciones son inmensas. Para Sloterdijk,

La casa fue durante los dos últimos milenios y medio la idea de espacio más importante de la humanidad, puesto que representa la figura más eficiente de tránsito entre el modo de ser originario de los seres humanos en autocobijos sin paredes y la moderna residencia en cápsulas desanimadas. Si la historia de las grandes culturas hubiera de ser irremisiblemente también la historia de la construcción de casas, sería porque ninguna gran cultura habría podido solucionar sus problemas de autocobijo sin el semianimismo de la casa.[17]

Ahora bien, respecto a la vivienda de interés social en nuestro país, en términos generales parece justo observar que aquellos esquemas espaciales que dieron origen a las tipologías básicas para su desarrollo —salvo algunas notables excepciones— han sufrido pocas modificaciones en los últimos treinta años. No obstante, aquello que sí ha cambiado sustancialmente son las formas en las que se gestionan grandes áreas de territorio suburbano a lo largo y ancho de nuestro país para convertirlas, eventualmente, en proyectos masivos de vivienda popular. Ello ha contribuido, entre otras cosas, a que el tema de la casa de interés social se haya convertido en México —en sintonía con el mundo interior del capital— más en un tema de dividendos económicos —de especulación financiera— y menos en uno de arquitectura y calidad de vida para sus habitantes. En este sentido, es posible afirmar que a los grandes desarrolladores de vivienda les ha interesado mucho el negocio pero poco el cliente, y es importante observar que si bien no se trata de una problemática exclusiva de nuestro país, es una cuestión que año con año se vuelve más alarmante pues tiene un impacto directo en la calidad de vida de los habitantes.

Uno de los grandes desafíos en materia de vivienda popular que enfrentaremos en el transcurso de los próximos años (a escala global) será precisamente, como es posible inferir a partir del estudio publicado en mayo del año pasado “Informe Mundial de Ciudades 2016” (WCR2016),[18] —realizado por onu Hábitat— encontrar la fórmula para volver a convertir a la arquitectura en parte del negocio; para que, al tiempo que resulte atractivo para autoridades, desarrolladores e inversionistas, provea de un hogar digno a sus habitantes. Este asunto debe ser, en última instancia, la materia primordial de esos proyectos de vivienda. Por ello, parece oportuno que en lugar de emplear la lógica que impera en la creación de la vivienda mínima en la actualidad —que parece ocultarse bajo el velo de la frase “es lo que hay”—, habría que partir, en cambio, de la lógica que sugiere que es posible hacer un mejor negocio a partir de un mejor producto, tanto desde el punto de vista del que ofrece como del consumidor final.

Por otra parte, resulta evidente que aquellos modelos con los que actualmente se aborda el problema de la casa de interés social en México ya no reflejan la realidad de las familias que se pretende que vivan en ellas.[19] Por ello, cada vez con más frecuencia se abandonan en grandes cantidades, para terminar, unos años más tarde, subastándose en macropaquetes de decenas y centenas de hogares; contribuyendo a incrementar el círculo vicioso por medio del cual se ha convertido el asunto de la vivienda en tema de especulación y no en solución real del problema de quienes adquieren tales propiedades.

Piénsese, por ejemplo, en la nota publicada en el periódico El Financiero el 23 de junio del año pasado,[20] donde se informa de la gran cantidad de casas por subastarse. El citado artículo señala además que “en años anteriores, la política de vivienda se orientó principalmente a generar oferta, lo que derivó en que hoy tengamos alrededor de 250 mil viviendas abandonadas”.[21] Ahora bien, a la luz de estas cifras, es pertinente preguntarse ¿qué sentido tiene construir miles de casas en las que nadie quiere habitar? ¿Para qué seguir ofreciendo un producto que ya no coincide con los deseos, intereses y necesidades del consumidor final? ¿Es posible pensar que bajo este esquema siga siendo un negocio rentable —tanto para inversionistas como para compradores— el desarrollo de vivienda popular en México en el futuro próximo? O incluso, ¿por qué seguir planeando el habitar en función solamente de parámetros económicos?

A primera vista, pareciera que el único cambio perceptible en la configuración espacial de la unidad básica de vivienda de interés social en nuestro país ha sido una reducción considerable en la cantidad de metros cuadros destinados a ésta. Ahora bien, más allá del tema que suponen las dimensiones específicas de cada vivienda, hoy resulta urgente preguntarse en qué medida existen, además de los evidentes cambios en el sentido cuantitativo (en la mayoría de los casos en detrimento de los habitantes), transformaciones en el sentido cualitativo. Es decir, en la dimensión que incide con más fuerza en la vida de gran cantidad de familias de trabajadores mexicanos. En este sentido y, más importante aún, ¿cómo podemos contribuir para corregir el rumbo?

Si como señala el WCR2016, “es necesario construir 1.000 millones de viviendas de aquí a 2025 para quienes no tienen una con los requisitos mínimos de habitabilidad”[22] en nuestro planeta, nos encontramos, sin duda, ante un problema cuya solución tendrá implicaciones mayúsculas —para bien o para mal— en México.

Ante tales consideraciones, el caso de la decimoquinta Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia, celebrada el año pasado,[23] resulta paradigmático porque expone la forma en la que ha comenzado a moverse el derrotero respecto del papel que debe desempeñar la arquitectura en el mundo contemporáneo. Si bien hasta hace relativamente poco el asunto principal de la arquitectura parecía tener que ver con la dimensión del espectáculo, con la supuesta belleza o excentricidad de un complejo lenguaje formal conseguido a través de sofisticados sistemas tecnológicos, hoy —tras las diversas crisis financieras globales— resulta insuficiente, e incluso irrelevante, pensar el oficio del arquitecto desde esta perspectiva.

En este sentido, a partir de un enfoque abiertamente social e incluyente, Alejandro Aravena,[24] director artístico de la exposición, eligió como tema para ésta “Reportando desde el frente”. Haciendo uso del lenguaje propio de conflictos bélicos, Aravena ha puesto el dedo en la llaga con la intención de traer al centro del debate arquitectónico algunos temas (de suma importancia) que en años recientes han volado bajo el radar de los intereses centrales de la arquitectura.[25] Así, el acento de la exposición se puso en el impacto positivo que tiene y puede tener la arquitectura —se trate o no de “arquitectura de autor”, de iniciativas pequeñas o grandes— en la vida de una gran cantidad de individuos. A partir de su selección, la muestra se centró en centenares de pequeños esfuerzos que pretenden hacer arquitectura desde una posición diferente, desde una postura que hemos olvidado y debemos recuperar, desde un enfoque que vuelva a poner al ser humano, y ya no al dinero, en el centro de la discusión.

 

IV

Por último, para Sloterdijk,

El palacio capitalista del mundo (…) no constituye estructura arquitectónica coherente alguna; no es una magnitud semejante a una casa–vivienda, sino una instalación de confort de cualidad semejante a un invernadero o a un rizoma de enclaves pretenciosos y cápsulas acolchadas. Su complejidad se desarrolla exclusivamente en horizontal, ya que es una contextura sin altura ni profundidad; por eso ya no le alcanzan las viejas metáforas de base y superestructura. Tampoco puede hablarse ya en la Babilonia plana de un “subsuelo”; hemos llegado a un mundo sin topos.[26]

 En ese sentido, “quien dice globalización habla, pues, de un continente artificial dinamizado y animado por el confort en el océano de la pobreza, aunque a la retórica afirmativa dominante le gusta hacer suponer que el sistema de mundo está concebido esencialmente como omni–inclusivo. (…). La exclusividad es inherente al proyecto palacio de cristal como tal”.[27] ¿Cómo cambiar el sentido del interior asociado al capital? ¿Es posible pensar en un gran interior diferente que en lugar de funcionar a través de la exclusión pueda sostenerse a través de ser incluyente? En el marco de estas reflexiones, el vínculo entre espacio y justicia cobra relevancia, pues de él depende, en alguna medida, el futuro. Por ello, conviene recordar una observación que hiciera Sloterdijk hacia el final de Esferas III. En su opinión, la historia de la creación y organización de espacio “manifiesta la convicción de que los gestos del dar–espacio y tomar–espacio sean los primeros actos éticos”.[28] Desde esta perspectiva, como señala el epígrafe que da inicio a este texto, “quizá la época actual vaya a ser, ante todo, una época de espacio…”.[29]

 

Bibliografía

Aravena, Alejandro, http://www.labiennale.org/en/architecture/exhibition/aravena/ Consultado el 10/5/2017.

Benjamin, Walter, Libro de los pasajes, Akal, Madrid, 2005.

Berman, Marshall, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, Siglo xxi, México, 2011.

Debord, Guy, La sociedad del espectáculo, Pre–Textos, Valencia, 2002.

El Financiero, “Infonavit subastará 5 mil viviendas abandonadas” en El Financiero, sección Empresas, 23 de junio 2016, http://www.elfinanciero.com.mx/empresas/infonavit-subastara-mil-viviendas-recuperadas-la-proxima-semana.html Consultado el 8/5/2017.

“Informe Mundial de Ciudades 2016” (WCR2016). http://wcr.unhabitat.org/ Consultado el 8/5/2017.

Linde, Pablo, “La hora de dar la vuelta a 20 años de fracaso en el urbanismo mundial” en El País, 19 de mayo 2016, http://elpais.com/elpais/2016/05/19/planeta_futuro/1463670204_125735.html Consultado el 8/5/2017.

Pérez–Gómez, Alberto, Attunement. Architectural Meaning after the Crisis of Modern Science, Massachusetts Institute of Technology, Cambridge, 2016.

Sloterdijk, Peter, En el mundo interior del capital. Para una teoría filosófica de la globalización, Siruela, Madrid, 2010.

———– Esferas I. Burbujas. Microsferología, Siruela, Madrid, 2009.

———– Esferas II. Globos. Macrosferología, Siruela, Madrid, 2011.

———– Esferas III. Espumas. Esferología plural, Siruela, Madrid, 2009.

 

* En este artículo he incorporado algunos párrafos de un trabajo previo que apareció publicado bajo el título “Sobre la urgencia de replantear el problema de la vivienda de interés social en México” en Apuntes sobre la vivienda social, Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores/Arquine, México, 2017.

 

** Profesor del ITESO, estudiante de la Maestría en Filosofía y Ciencias Sociales. Email: newtonjuan@hotmail.com

 

[1] Para Rüdiger Safranski, “lo cercano es aquello que la filosofía pasa a menudo por alto: el espacio vivido y vivenciado. Vivimos siempre ‘en’ espacios, esferas, atmósferas; la experiencia del espacio es la experiencia primaria del existir”. Peter Sloterdijk, Esferas i. Burbujas. Microsferología, Siruela, Madrid, 2009, pp. 13–14.

[2] Para algunos autores el final del romanticismo representa un punto de quiebre con respecto a la forma en que abordamos el espacio. Para Alberto Pérez–Gómez, por ejemplo, hasta ese momento nuestra interpretación del espacio estuvo profundamente ligada a los estados emocionales del hombre —piénsese en el concepto de atmósfera [Stimmung]—. Cfr. Alberto Pérez–Gómez, Attunement. Architectural Meaning after the Crisis of Modern Science, Massachusetts Institute of Technology, Cambridge, 2016.

[3] Peter Sloterdijk, En el mundo interior del capital. Para una teoría filosófica de la globalización, Siruela, Madrid, 2010.

[4] Ibidem, p. 232.

[5] El Palacio de Cristal fue un edificio paradigmático diseñado por sir Joseph Paxton, construido en su totalidad en hierro y vidrio en un tiempo récord —a partir de la estandarización de sus piezas— para albergar la exposición universal celebrada en Londres en 1851; en su momento fue la edificación que habría cubierto la mayor cantidad de metros cuadrados con una sola estructura. A propósito del Palacio de Cristal, Sloterdijk observa que “suceda lo que suceda hoy en el reino de la capacidad adquisitiva, todo ello se cumple en el marco de una realidad–indoors generalizada. Encuéntrese uno donde se encuentre ahora, hay que pensar que por doquier acompaña el techo de cristal sobre la escena”. Ibidem, p. 231.

[6] Cfr. Walter Benjamin, Libro de los pasajes, Akal, Madrid, 2005. En este sentido, Sloterdijk señala que “la metamorfosis decisiva [del espacio] […] se llevó a cabo a partir de los años veinte del siglo xix bajo iniciativa privada y económica: con aquellas espléndidas construcciones de pasajes cubiertos en París, Milán y Roma, en las que, como Walter Benjamin ha mostrado, la productividad de espacio del capital moderno realizó su idea más sugestiva hasta entonces. Los pasajes plasman una idea de interior que ya no expresa la inmanencia del cosmos en un contorno divino inmunizador, sino una que testimonia la circunvalación de la tierra por el tráfico de mercancías y la penetración de todos los contextos vitales por flujos de dinero. En el pasaje se funden entre sí la piazza, la calle comercial y el salón bajo el signo de la “mercancía” o del “estilo de vida”. Quien cuenta con medios suficientes puede satisfacer aquí la necesidad de prescindir del carácter de pared del cielo construido en favor de una transparencia simulada. Éste es el sentido inmunológico del material cristal, cuya gran carrera comienza con las cubiertas de los pasajes, y con el que el dinero, que es el que construye su idea de espacio, posee una afinidad tan evidente como profunda”. Peter Sloterdijk, Esferas ii. Globos. Macrosferología, Siruela, Madrid, 2011, pp. 396–397.

[7] “Puede que Dios esté muerto, pero la construcción de cúpulas continúa y con ella el debate sobre el techo apropiado para pender sobre las cabezas de los seres humanos contemporáneos. Los techos de la posmodernidad son hipótesis de trabajo para comunidades provisionales, y ya no dogmas ontológicos. Parece que el vacío construido perfila hoy el horizonte dentro del cual quienes nacen y mueren han de preocuparse de sí mismos y de sus comunidades.” Ibidem, p. 400.

[8] De esta imagen el autor plantea que también ya es, en algún sentido, obsoleta (piénsese en la presencia y el influjo de las telecomunicaciones en la actualidad en contraposición al edificio decimonónico).

[9] Cfr. Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, Siglo xxi, México, 2011.

[10] “Como se ha dicho, el espacio interior de mundo del capital abarca, demográficamente, apenas un tercio de la humanidad actual, pronto de siete mil millones, y, geográficamente, apenas un décimo de las superficies continentales.” Peter Sloterdijk, En el mundo interior del capital…, p. 234.

[11] Piénsese en expresiones de uso común como por ejemplo: “África, el continente olvidado por la mano de Dios”.

[12] Cfr. Guy Debord, La sociedad del espectáculo, Pre–Textos, Valencia, 2002.

[13] “[El poseedor ideal de la capacidad adquisitiva] aquel que en el entrenamiento de largas listas de opciones hubiera aprendido a decir ante la mayoría de las propuestas: ‘¿por qué no?’ sería el consumidor habilitado. Podría explicar, en versión libre de otra figura de Melville: el mercado mundial fue mi Yale College y mi Harvard.” Peter Sloterdijk, En el mundo interior del capital…, p. 252.

[14] “Así como la casa es el símbolo del interior bueno, el mercado es el modelo del exterior no–tan–malo.” Peter Sloterdijk, Esferas II…, p. 111.

[15] Peter Sloterdijk, En el mundo interior del capital…, pp. 235–236.

[16] Ibidem, pp. 236–237.

[17] Peter Sloterdijk, Esferas II…, p. 200.

[18] “Informe Mundial de Ciudades 2016” (WCR2016). Las direcciones de los documentos electrónicos se especifican al final en Fuentes documentales. A propósito de éste consúltese también el artículo de Pablo Linde “La hora de dar la vuelta a 20 años de fracaso en el urbanismo mundial” publicado por el diario español El País. Este artículo explica, a grandes rasgos, por qué “el modelo de urbanismo actual es insostenible” y ofrece, además, algunas pistas de la importancia del papel que desempeñarán en el futuro inmediato las soluciones que demos al problema de la urbanización de nuestro planeta.

[19] Por poner un ejemplo, pensemos en cómo esos desarrollos se encuentran cada vez más lejos de los centros urbanos, y en cómo algo aparentemente tan sencillo como la ubicación tiene un impacto tan nocivo en la vida tanto de la ciudad (el alarmante caso de la movilidad en el territorio urbano mexicano), como de incontables familias mexicanas.

[20] “Infonavit subastará 5 mil viviendas abandonadas” en El Financiero, sección Empresas, 23 de junio de 2016.

[21] Idem.

[22] Pablo Linde, “La hora de dar la vuelta…”

[23] La muestra, en la que participaron numerosos países —entre ellos México—, pudo visitarse de mayo a noviembre de 2016 en Venecia.

[24] Arquitecto distinguido con el premio Pritzker en su edición 2016.

[25] Como explica el propio Aravena en el sitio oficial de la Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia, los intereses centrales de la muestra tuvieron que ver con “compartir con una audiencia más amplia, el trabajo de personas que exploran el horizonte en busca de nuevos campos de acción, enfrentándose a temas como segregación, inequidad, periferias, […], escasez de vivienda, migración, informalidad, crimen, tráfico, desperdicios, contaminación y participación ciudadana. Y simultáneamente tratará de presentar ejemplos donde se sintetizan diferentes dimensiones, integrando lo pragmático con lo existencial, […], la creatividad y el sentido común”.

[26] Peter Sloterdijk, En el mundo interior del capital…, p. 231.

[27] Ibidem, p. 234.

[28] Peter Sloterdijk, Esferas III. Espumas. Esferología plural, Siruela, Madrid, 2009, p. 666.

[29] Ibidem, p. 384. Es una cita textual de Foucault.