Pasado, actualidad y desafíos de la universidad en el mundo, en México, en la misión educativa jesuita

[*]

Síntesis

 

Demetrio Zavala Scherer[**]

 

Recepción: 27 de octubre de 2017
Aprobación: 22 de enero de 2018

 

El VI Encuentro El humanismo y las humanidades en la tradición educativa de la Compañía de Jesús ha sido fecundo en planteamientos, propuestas e ideas que nuestros invitados compartieron con nosotros en torno a la universidad. A continuación se sintetiza lo principal de cada una de las intervenciones.

 

I

Nuestro Encuentro comenzó el lunes, con la mesa de diálogo “La universidad en el mundo”.[1] Abrió la mesa el Dr. Alfonso Alfaro. A través de un amplio recorrido histórico, Alfaro mostró que la consolidación de la universidad como institución moderna es el resultado de un complejo juego de tensiones y confrontaciones, pero, sobre todo, de una enorme capacidad de adaptación y transformación. Así, la universidad está llamada a cumplir con sus responsabilidades históricas: la gestión del conocimiento, la incentivación de la movilidad social, la legitimación moral y política; pero, también y de manera crítica, está llamada a repensarse para poder conservar su papel de conciencia de la construcción civilizatoria en los años venideros.

La intervención del Dr. Roberto Rodríguez Gómez giró en torno a una de las tensiones fundamentales que atraviesan a la universidad contemporánea; a saber, la necesidad de conciliar nuestras pretensiones de inclusión y accesibilidad, por un lado, y de calidad educativa, por el otro. La resolución sistemática de este problema exige un análisis económico, jurídico y político anclado en la condición de la educación como bien público. En ese sentido, el recordatorio inicial de Rodríguez Gómez sobre el carácter histórico y contingente de la universidad —sobre sus modestos orígenes— sirve de base para su conclusión: antes que ninguna otra cosa, la universidad es proyecto; el proyecto de la sociedad que deseamos, pero cuya realización depende de las decisiones que tomemos en el presente.

Finalmente, la Dra. Laura Rumbley abordó uno de los horizontes involucrados en esa necesaria transformación de la universidad a la que se refirieron Alfaro y Rodríguez Gómez: el de la internacionalización. Se trata, en este caso, de encontrar la manera de conciliar el contexto de globalización y diversidad del que ya ninguna institución puede sustraerse con el contexto de problemas y realidades concretos que enfrenta cada universidad. De esta forma, Rumbley insiste en que la meta de la internacionalización no se alcanza a través de la formalización de un procedimiento, sino sólo a través de un riguroso compromiso reflexivo que parta de la propia experiencia institucional.

 

II

El martes asistimos a la mesa de diálogo “La universidad en México”,[2] integrada por los doctores Javier Garciadiego, José Sarukhán y Antonio Lazcano. El Dr. Garciadiego centró su presentación en la formación del Colegio de México que interpreta, por una parte, como el resultado de la confluencia virtuosa de diversos procesos históricos: el regeneracionismo español, la reconfiguración de la Universidad Nacional tras la Revolución Mexicana y el exilio español en México y, por otra parte, de algunas imbricaciones individuales, notablemente, las de Daniel Cosío Villegas y Alfonso Reyes. En breve, la conclusión de Garciadiego es que el proyecto regeneracionista —desterrado de España— se trasladó a México y se encarnó en el Colegio de México, bajo la forma de un impulso modernizador del pensamiento y una vocación por el cultivo de las ciencias sociales y las humanidades.

Por su parte, el Dr. José Sarukhán desarrolló las herencias, negativas y positivas, que siguen pesando significativamente en la configuración y el funcionamiento de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre las negativas se encuentran las responsabilidades extrauniversitarias que históricamente se le han ido cargando a la Universidad, las presiones políticas y económicas a las que inevitablemente está sometida y la insuficiencia de apoyo en el ámbito de la investigación. En cuanto a las positivas, Sarukhán destacó la conexión académica entre el Bachillerato y la Universidad, la solidez de su constitución jurídica y su opción por una educación libre de influencias gubernamentales e ideológicas. Para concluir, hizo hincapié en la centralidad de la educación y la investigación, pues es en dichos ámbitos universitarios donde se gesta el entendimiento del entorno y, con él, la posibilidad misma de desarrollo para el país.

Finalmente, las palabras del Dr. Lazcano estuvieron dirigidas a la relevancia de la autonomía universitaria y las amenazas a que se enfrenta hoy en día. A pesar de haberse constituido como una mezcla confusa de modelos universitarios, la universidad mexicana goza de una inusitada libertad de gobierno que hemos llegado a considerar indispensable para el desarrollo de la vida académica. Sin embargo, la universidad como institución atraviesa una crisis que pone en riesgo dicha libertad. Algunos de los factores que la afectan negativamente son las crecientes influencias externas, la precariedad de condiciones de la vida estudiantil, el alto nivel de desempleo entre los egresados y la falta de apoyo a las humanidades. Ante este panorama, Lazcano concluyó exhortando a defender a la universidad a toda costa.

 

III

La mesa de diálogo del miércoles tuvo por título “La universidad en la misión de la Compañía de Jesús”[3] y estuvo integrada por los doctores Michael Garanzini, Roberto Jaramillo, María Luisa Aspe y Héctor Garza. El primero de ellos hizo una presentación de la visión internacional sobre la educación superior de la Compañía de Jesús. Dicha visión puede desglosarse en seis líneas fundamentales de trabajo: la formación de los formadores, la justicia económica y ambiental, paz y reconciliación, el diálogo interreligioso y con el mundo secular, la educación de las personas que se encuentran en los márgenes y, por último, la formación de clases políticas responsables y socialmente comprometidas. En última instancia, afirmó Garanzini, el objetivo de la educación en las universidades jesuitas es la formación de ciudadanos globales capaces de trasladar creativamente el conocimiento al ámbito de la acción.

El Dr. Jaramillo comenzó su intervención hablando del complicado contexto social y cultural en el que hoy en día se desarrolla la actividad universitaria. Vivimos en un mundo en el que “se universaliza lo banal y se banaliza lo universal”, con la consecuente y progresiva pauperización de las cosas que verdaderamente importan: el conocimiento, el arte, la enseñanza, la cultura escrita, la política, las relaciones humanas. Frente a esta situación, Jaramillo exhortó —incluso si ha de hacerse bajo la forma de la resistencia contracultural— a recuperar la vocación propia de la universidad: la integración crítica, rigurosa y profunda de saberes orientados a la restauración del sentido de lo humano.

Por su parte, la Dra. Aspe presentó un recorrido histórico y conceptual de la noción de inspiración cristiana, central en la configuración de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y, por extensión, en las universidades jesuitas de todo el país. Esta forma de ser de nuestras universidades ha de adaptarse a las realidades del mundo posmoderno y poscristiano. Así y en consonancia con lo dicho por los anteriores expositores, Aspe señaló algunos de los principales desafíos en el camino de esa renovación: el fortalecimiento del diálogo interreligioso y con el mundo secular, la búsqueda de la coherencia en el diálogo con la cultura de mercado, el discernimiento de la identidad ignaciana al interior de la universidad y la formación para la realización de la justicia social —especialmente, la erradicación de todas las formas posibles de exclusión— sobre la base de una espiritualidad anclada en la reserva ética común.

A manera de epílogo de esta conversación, el Dr. Garza planteó una reflexión sobre la formación ignaciana como formación de las personas para la consolidación de una comunidad humana de miembros solidarios. Esta meta exige una preparación intelectual seria, rigurosa y profunda, pero no por mor de sí misma, sino como condición de la exploración del significado de la vida humana que conduce a ese “no sé qué preclaro y único” del que hablaba Cicerón y que sigue siendo aquello que esperamos ver realizado en cada uno de los estudiantes de nuestras universidades.

 

IV

En la siguiente sesión escuchamos la conferencia “Perspectivas de la educación superior en la misión apostólica de los jesuitas”,[4] dictada por el Dr. Michael Garanzini. Las perspectivas a que refiere el título son tres: la inspiración ignaciana, la situación actual y las propuestas para el futuro. La primera de ellas remite a los Ejercicios como modelo para la formación en general. En ese sentido y haciendo eco de las palabras de Garza, Garanzini postula que la universidad no es un fin en sí misma, sino un instrumento para promover un determinado modo de proceder que efectivamente parte de la contemplación y la reflexión, pero también se interesa por las emociones y los afectos y culmina, necesariamente, en la acción.

En cuanto a la situación actual, Garanzini señaló que la crisis de la democracia liberal y los factores deshumanizantes de la cultura contemporánea han generado una sensación de inseguridad que lo permea todo y, por lo tanto, que afecta negativamente las circunstancias y los proyectos vitales de los estudiantes de nuestras universidades. Debemos asumir esta realidad anclándonos en la convicción de que el elemento diferencial de nuestro esfuerzo formativo no es la transferencia de conocimiento, sino la realización personal y humana de todos los que integramos la comunidad universitaria.

Por lo que toca al futuro, Garanzini propuso un replanteamiento de la pregunta antropológica desde la perspectiva del humanismo social. Algunos de los aspectos fundamentales que integran esta perspectiva son: el hambre de justicia, el respeto a la diversidad, la vocación para la acción, la centralidad de la fe, una perspectiva global, el cuidado del planeta, el cultivo de los afectos y de sus formas de expresión y, especialmente, la atención integral a la persona. En conclusión, el reto que deberemos enfrentar es el de trasladar estos imperativos a la universidad para poder hacer de ella una plataforma para la acción y el compromiso social.

 

V

A todas estas brillantes intervenciones siguieron la conferencia del Dr. Spadaro y el comentario que compartió con nosotros el Dr. Henríquez. Gracias a todas ellas se perfilan más y mejores herramientas reflexivas para atender a la orientación del Dr. Garanzini y pelear lealmente en nombre de la universidad a la que aspiramos.

 

Notas al pie

[*]  VI Encuentro El humanismo y las humanidades en la tradición educativa de la Compañía de Jesús, celebrado en el ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara, del 23 al 27 de octubre de 2017.

[**] Doctor en Filosofía, Universidad de Barcelona, Profesor del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO.

 

[1] Alfonso Alfaro, Roberto Rodríguez Gómez y Laura Rumbley, “La universidad en el mundo” (Mesa de diálogo celebrada el 23 de octubre de 2017).

[2] Celebrada el 24 de octubre de 2017.

[3] Celebrada el 25 de octubre de 2017.

[4] Conferencia dictada el 26 de octubre de 2017.