Narrativas sobre el estilo y la historia en Michel Foucault. Pensar una singularidad

[*]

Esteban Arellano[**]

 

Recepción: 3 de marzo de 2024
Aprobación: 25 de abril de 2024

 

Resumen. Arellano, Esteban. Narrativas sobre el estilo y la historia en Michel Foucault. Pensar una singularidad. Michel Foucault establece una forma y un estilo de trabajo que le permiten crear artefactos de pensamiento específicos. El pensamiento del francés abre posibilidades de abordajes singulares sobre determinados problemas surgidos en los intersticios de la historia, el archivo, la heterogeneidad de espacios, los elementos discursivos y el poder. En el presente trabajo planteo la posibilidad de un recorrido narrativo que dé cuenta de algunas implicaciones y consecuencias de la creación de objetos de investigación en la escritura de Foucault, señalando tanto un camino de creación dentro de su forma estilística de proposición de método como sus alcances.

Palabras clave: método, Foucault, historia, artificiero, estilo.

 

Abstract. Arellano, Esteban. Narratives about Style and History in Michel Foucault. Thinking a Singularity. Michel Foucault establishes a form and style of work that allow him to create specific artifacts of thought. The Frenchman’s thought opens up possibilities of singular approaches to certain problems arising in the interstices of history, the archive, the heterogeneity of spaces, discursive elements and power. In this paper I raise the possibility of a narrative journey that accounts for some implications and consequences of the creation of objects of research in Foucault’s writing, pointing out a path of creation within his stylistic form of proposition of method, as well as its scope.

Key words: method, Foucault, history, artificer, style.

 

En 1966 París se convierte en la escena donde aparecen dos obras que desconciertan y fascinan simultáneamente al público lector. En primer lugar, surge el críptico libro del psicoanalista Jacques Lacan, llamado Escritos. Este libro, compuesto por arquitecturas disímiles y barrocas, así como por planteamientos heterogéneos, no invita a comprenderlo, sino a su lectura. El segundo libro proviene de la pluma de Michel Foucault: Las palabras y las cosas. Esta paradójica publicación no habla ni de palabras ni de cosas; más bien dedica sus páginas a describir los tipos de discursos, así como a analizar sus transformaciones. A lo largo del texto aparecen los códigos fundamentales de una cultura y las coordenadas que permiten situar sus condiciones de posibilidad. Este libro abre una nueva dimensión que posiciona una tesitura distinta para problematizar desde otro lugar; Foucault la denomina episteme. En este punto encontramos una compleja pero singular postura en ambas publicaciones; no por casualidad devinieron éxito comercial dentro y fuera de Francia.

Mientras la esfera editorial atestiguaba el impacto de estos hitos escriturales, dos años más tarde la escena global presentará una serie de acontecimientos en distintas latitudes que producirán cambios importantes en la atmósfera política y que cambiarán sus coordenadas: en Praga, frente al duro invierno social que azota a sus pobladores, surge la esperanza de un cambio que permitiría florecer un socialismo más humano.[1] Por las calles de la Ciudad de México el eco de innumerables voces demanda escucha en un momento crítico; las autoridades en turno pretendieron acallar no sólo a esos estudiantes, sino también los sueños de otras generaciones. Y del otro lado del Atlántico la capital francesa escenificará el incesante fulgor y estruendo de una juventud que señala y cuestiona las promesas sociales, alzando el puño contra la injusticia de un mundo cada vez más apegado a los imperativos capitalistas. El Estado atendió únicamente una cosa: silenciar esas demandas.[2]

El mundo comenzaba a girar con otra velocidad. Y aunque Foucault nació en el continente europeo, la resonancia política no tuvo efectos en esas tierras, sino en medio del calor imperante y de la arena en el viento, provenientes del país africano que entonces habitaba: Túnez.[3] Si la escena política internacional cambió a partir de estos sucesos, la esfera del pensamiento no podía quedar incólume: “[…] en Foucault hay una politización de su investigación, de sus actividades, de sus declaraciones, de sus modos de existencia”.[4] Un año antes de terminar la década La arqueología del saber veía la luz. En este libro aparecen las nociones de “discontinuidad” y “enunciado” que intentan esclarecer algunos problemas de método y ciertas precisiones conceptuales surgidas en textos anteriores, como Historia de la locura en la época clásica, El nacimiento de la clínica y Las palabras y las cosas. Un año después, a inicios de los setenta, el filósofo francés será elegido profesor del prestigioso Colegio de Francia. La particularidad de ese lugar es que las investigaciones producidas son expuestas gratuitamente, sin necesidad de inscripción, a un público movido por el deseo de escuchar y conocer la actualidad de las comarcas del pensamiento contemporáneo. La conferencia debutante es nombrada “El orden del discurso”.[5] En ella explicitará una nueva coordenada en sus planteamientos y escritos: el poder. Si bien es cierto que el tema inicial es el discurso, su materialidad no está constituida únicamente por palabras, sino que ahí subyace la dimensión del poder y su relación con el saber. Detenerse en el discurso implica entender su producción y cómo constituye un dispositivo a manera de diagrama de fuerzas. Así, Foucault desmarca su posición de pensar el poder únicamente como función restrictiva, pues si bien es cierto que prescribe, también es verdad que produce cosas.[6]

Tras cinco años de su ingreso al Colegio de Francia se publica una nota en el periódico Le Monde y en Le Magazine Littéraire que habla de la aparición de un texto cuyo objetivo es plantear el nacimiento de la prisión. El nombre garantiza otro éxito editorial: Vigilar y castigar.[7] Este trabajo es singular, pues sitúa un cambio estructural y sus consecuencias epistemológicas entre los siglos XIX y XX. Si la prisión es el objeto general de estudio del francés, el cuerpo de los prisioneros, entendido como centro de gravedad del control, permitirá entender las implicaciones de esta reestructuración. Durante el siglo XIX la prisión sostiene una práctica común: la tortura. Ésta es determinante, ya que la brutalidad del desmembramiento y su exposición ponen en juego el castigo y sus efectos en el prisionero y en quienes miran. No obstante, al inicio del siglo XX estas pautas cederán lugar a una transformación y una reconfiguración que sujetarían al sujeto de otra manera particular: tanto la guillotina como el cadalso, que tocan ferozmente el cuerpo, son desplazados por la disciplina, que no dejará de reformar las disposiciones del alma del prisionero. En este sentido, la disciplina sigue produciendo efectos sobre el cuerpo, pero desde otro lugar. Para nuestro autor el cambio de siglo establecerá otras líneas que demarcan la cartografía del cuerpo, el saber y el poder:

Bajo la benignidad cada vez mayor de los castigos se puede descubrir, por lo tanto, un desplazamiento de su punto de aplicación, y a través de este desplazamiento, todo un campo de objetos recientes, todo un nuevo régimen de la verdad y una multitud de papeles hasta ahora inéditos en el ejercicio de la justicia criminal. Un saber, unas técnicas y unos discursos “científicos” se forman y se entrelazan con la práctica del poder de castigar. Objetivo de este libro: una historia correlativa del alma moderna y de un nuevo poder de juzgar; una genealogía del actual complejo científico–judicial en el que el poder de castigar se apoya, recibe sus justificaciones y sus reglas, extiende sus efectos y disimula su exorbitante singularidad.[8]

Esta práctica, en su replanteamiento, abre efectos singulares en la comprensión de un cuerpo aprisionado por el alma. En ese sentido, el trabajo del filósofo francés no deja de situar un abordaje y un estudio sobre las políticas del cuerpo.[9] Lo planteado hasta ahora permite vislumbrar ciertas pautas que demarcan una forma particular de pensar y de establecer problemáticas. De la episteme al discurso, del poder al cuerpo, ¿acaso existe vaguedad en el planteamiento de nuestro autor? Foucault no escribe ni piensa a partir de imprecisiones en su trabajo. Por el contrario, establece métodos surgidos de un estilo que le permite entrecruzar, enlazar y producir objetos de estudio en los que aparecen posibilidades singulares de acercamiento. Estas formas de producción, aunque libres, no pierden rigor en su materialidad textual. En función del estilo, distintas experiencias de escritura acontecen, por lo que no responden a una secuencia sistemática previa, sino a una lógica que dinamiza el trazo de nuevos e imprevistos caminos del pensamiento. Situemos dos aristas constitutivas de este estilo. La primera puede localizarse en 1974. Tras concebir sus libros como herramientas, el francés comenta: “Yo no escribo para un público, escribo para utilizadores, no para lectores”.[10] La pregunta no puede esperar: ¿por qué no escribir para lectores? Propongamos una hipótesis. Quizá, más que anhelar grises repeticiones escriturales o seguidores que imitan mecánicamente los andamiajes teóricos hasta totalizarlos,[11] el francés propone un estilo de escritura que abre dimensiones de funcionamiento, creación, articulación y establecimiento de fisuras dispares y discontinuas a tal punto que, incluso, descomponen textualidades, inutilizan referencias literarias o vuelven inoperantes ciertas referencias. La segunda pauta aparece un año más tarde, en 1975, cuando este estilo de escritura se inclina por una dimensión fugaz. La herramienta a la mano cede lugar a la construcción y utilización de artefactos efímeros, pero bellamente eficaces: “Yo quisiera que mis libros fuesen algo así como un bisturí, una bomba molotov o galerías de minas, y que se carbonizaran después de su uso, tal como hacen los fuegos artificiales […]”.[12] Un fuego artificial fulgura en el firmamento anochecido, pero agota su fuerza en una sola exposición; en otras palabras, no puede volver a utilizarse. El paso de la herramienta al fuego artificial y la bomba permite establecer, a partir de la escritura, problemáticas específicas que difícilmente podrán reutilizarse. De ahí que se autonombre artificiero: “Soy un artificiero [… soy] en primer lugar un geólogo, alguien que mira con atención los estratos del terreno, los pliegues y las fallas […]. El método, al fin y al cabo, no es más que esta estrategia”.[13] Ahora bien, estas tácticas estilísticas abren finalmente espacio al surgimiento del método de trabajo. Para nuestro filósofo un método es una estrategia que permite a sus objetos acontecer. De ahí que sus abordajes sean, en cada caso, distintos. En este sentido, la andanza del pensamiento construye no sólo caminos, sino también modos de transitarlos; cada espacio, cada contexto, permite dimensionar texturas y consistencias singulares que posibilitan pensar, escribir y problematizar. Por ello, más que escritor, Foucault es creador, a partir de su estilo, de métodos de trabajo que hacen viable interpelar problemáticas que abren hendiduras y crean puentes entre las relaciones de poder, de saber, de placer y de otras prácticas que involucran al sujeto, al discurso en su materialidad y a la verdad. Si bien es cierto que su pensamiento gira en torno a la locura, la sexualidad y la dimensión espacial que va del asilo a la cárcel, esto no implica confusión conceptual o metodológica, sino una creativa libertad de estilo que le faculta adentrarse en el oscuro bosque del lenguaje, donde toda garantía y sentido preestablecido están ausentes. Las brechas argumentativas surgen al caminar; gracias a ellas el duro suelo del archivo permite emerger palabras donde antes prevalecía el silencio. Así, es posible dimensionar en Historia de la locura en la época clásica el funcionamiento del saber médico y entender cómo en el siglo XIX fue viable fijar una noción diferencial entre el loco y el no–loco. Por su parte, en Las palabras y las cosas se constata este corte al señalar un pasaje entre el saber y las cosas. Mientras tanto, en Vigilar y castigar vemos el análisis de las condiciones históricas de ese corte.[14]

A partir de lo anterior remarcamos ese talante que posibilita otra forma de pensar y de construir acercamientos a distintas problemáticas que responden a interrogantes específicas en cada escrito.[15] Una última consideración que permite anudar lo anterior: a pesar de no ser historiador, la dimensión histórica nunca fue ajena a Foucault. Su trabajo no se dirige a abordar tal dimensión explicativamente, sino que intenta entrecruzar series dispares o azarosas para crear otras lecturas posibles. Así, más que describir la historia, configura una posición para mirar ciertos espacios, resquicios, prácticas, elementos discursivos o las implicaciones del poder y sus formas de aparición: “Las historias que hago no son explicativas, nunca muestran la necesidad de algo, sino más bien la serie de engranajes mediante los cuales se produce lo imposible, y reconduce su propio escándalo, su propia paradoja, hasta ahora. Me interesa particularmente todo lo irregular, lo arriesgado y lo imprevisible que pueda haber en un proceso histórico”.[16] Lo imposible acontece en las fronteras; pero no en las establecidas, sino en las imprevistas, en las delimitadas a partir de esa mirada. El francés arriesga su escritura en los márgenes y la lleva a los límites. El riesgo, siguiendo a Anne Dufourmantelle, abre espacios desconocidos.[17] Sus modos de acercarse a la historia lo arriesgan a navegar en el vasto océano, obligándolo a soportar y sostener la incertidumbre de no mirar un faro que lo guíe; aunque, en la medida que avanza, crea artefactos para mirar entre la penumbra de la noche. Por ello, no es posible entender una teoría general en este autor ni una forma única de establecer métodos y problemáticas a partir de la historia. Lo que tenemos frente a nosotros son formas en las que objetos, métodos y problemáticas aparecen gracias a la creación previa de artificios que posibilitan mirar la singularidad de su construcción. Si un catalejo facilita ver a lo lejos la presencia de una bahía y las costas que permiten el resguardo de las tempestades marítimas, sólo un microscopio hace posible mirar de cerca la arena y las rocas que la conforman. En este sentido, no existe un camino lineal o universal. Como señala nuestro pensador: “No tengo teoría general y tampoco instrumento seguro. Voy a tientas, fabrico como puedo, instrumentos destinados a hacer aparecer objetos. Los objetos están algo determinados por los instrumentos buenos o malos que fabrico”.[18] Sin una metodología previa se producen métodos que hacen aparecer objetos, pues de ellos depende su forma de emerger. Ahora bien, cabe ser consecuente: ni los métodos ni el abordaje de los objetos serán perpetuos o inamovibles, sino que están enmarcados por la singularidad de una época que produce interrogantes precisas. La dimensión histórica y su acercamiento permiten crear y situar un abordaje singular, aunque no restrictivo. Foucault establece, en acto, un estilo de pensamiento que parte de recortes inciertos, yuxtaposiciones y anudamientos que producen campos específicos de escritura. Tal vez por ello valga la pena ubicar dos caras de la lógica de este estilo. La primera permite dimensionar la alegre apertura y la libre potencia de pensamiento provocadas por esta forma de abordaje. Un artificiero funda comarcas en las que el archivo, el espacio, la economía o la literatura convergen, perfilando la mirada de manera singular sobre problemáticas precisas que dejan localizar ciertos derroteros del sujeto. La segunda cara, en consonancia con la anterior, implica no constreñirnos y aprender a mirar, no el dedo con el que señala Foucault, sino aquello a lo que apunta. Con esto indicamos la importancia de preguntar hasta dónde resulta deseable y posible “aplicar” acríticamente y a manera de réplica las herramientas y los artificios creados por el francés. Del panóptico a la biopolítica, de la genealogía a la historia de la sexualidad; cada época plantea anudamientos singulares y estratificaciones complejas, aunque distintas a los anteriores. En ese sentido, las propuestas de Foucault permiten acercarse y acceder a ciertas aristas de un problema, aceptando la imposibilidad de agotarlo. En este punto hemos de avanzar con cuidado, pues entender que el oriundo de Poitiers planteó un estilo no significa que su pensamiento ya contiene respuestas prefiguradas a ciertas problemáticas; aunque tampoco implica prescindir de lo que propone. Al pensar a Nietzsche y su fuerza creativa, el francés entiende la importancia de utilizarlo de una manera específica: “La única marca de reconocimiento que se puede testimoniar a un pensamiento como el de Nietzsche es precisamente utilizarlo, deformarlo, hacerlo chirriar, gritar. Mientras tanto, los comentaristas se dedican a decir si se es o no fiel, cosa que no tiene ningún interés”.[19] Ahora bien —y digámoslo con todas sus letras—, esta posibilidad de utilizar y deformar a un autor toma consistencia únicamente avanzando a su lado, no a expensas de él; hay que llevarlo al límite de su proposición, no asumir y descontextualizar su pensamiento. Cercano a ello encontramos el famoso apotegma lacaniano: “ir más allá del padre a condición de servirse de él”. Remarquemos: lo propuesto por Foucault acerca de Nietzsche retorna a su propia obra, mostrando su dimensión de creación específica en momentos precisos, no instituyendo métodos a priori, lo que implica pensarlo, no imitarlo.

Así, lo referente al estilo y al método instaurados por Michel Foucault nos permite dimensionar una forma singular de trabajo, aunque también subraya su dimensión particular, invitando a crear, en cada caso, campos de inmanencia en los que confluyen otras posibilidades de pensar, de escribir, de problematizar. De esta manera, más que respuestas, encontramos nuevas preguntas que llevan a crear artificios para adentrarnos en la noche de la historia y del archivo; porque sólo bajo el manto oscuro del firmamento es posible ver arder los fuegos artificiales cuya lógica ilumina las confluencias específicas mientras revela los espacios, las aporías, los discursos y los saberes en que el sujeto en nuestros tiempos se encuentra inmerso.

 

A manera de conclusión

Michel Foucault es un escritor prolífico y singular. Sus objetos de estudio e intereses son diversos, múltiples, heterogéneos. A simple vista encontramos una escritura caprichosa, difusa y neblinosa que no responde a una lógica secuencial de pensamiento. Sin embargo, la inexistencia de una linealidad no implica la carencia de un pensamiento. Por el contrario, esta manera en que la escritura se revela y cómo aborda sus objetos de estudio sitúan la libertad y el rigor de un estilo propio. Debido a la primera, el riesgo creativo permanece constante en los escritos de Foucault, atravesando una multiplicidad de temas que van del discurso a la prisión, de la episteme al poder. Ahora bien, esto no restringe el rigor, pues el filósofo francés recurre a la minuciosidad del archivo o a la historia para extraer las pautas necesarias de esta creación. Así, libertad y rigor muestran reverso y anverso de una lógica creativa cuyo nombre de pila es “estilo”; un estilo de escritura que crea en tanto avanza, sin elementos previos que lo condicionen, pero asentado en marcos epistemológicos que le dan la fuerza de creación. Gracias al estilo surgen métodos singulares que permiten a los objetos de estudio advenir. No obstante, la eficacia de esta fuerza creadora tiene fecha de caducidad, por lo que al establecer un objeto de estudio éste será inutilizado para otros propósitos. Con ello encontramos una singularidad creativa, pero también cierta imposibilidad de repetición. De ser así, ¿hallamos un impasse al referir, estudiar o trabajar con los planteamientos de Foucault? En otras palabras, ¿su estilo y método no vuelven imposible referenciarlo o abordarlo? Consideramos que el hecho de que sus abordajes vuelvan irrepetibles sus condiciones no significa que no muestren caminos que posibiliten ir hacia otros lugares. En otros términos, este planteamiento marca la pauta para que las construcciones plasmadas en sus textos inviten a seguir construyendo, no a detenerse en lo construido. De ahí que la imitación o la simple disección de la obra de este filósofo francés corra el riesgo de volverse estéril, gris e improductiva.

 

Fuentes documentales

Castro, Edgardo, Introducción a Foucault, Siglo XXI, Buenos Aires, 2014.

Deleuze, Gilles (Ed.), Michel Foucault, filósofo, Gedisa, Barcelona, 1990.

Díaz, Esther, La filosofía de Michel Foucault, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2003.

Droit, Roger–Pol, Entrevistas con Michel Foucault, Paidós, Buenos Aires, 2008.

Dufourmantelle, Anne, Elogio del riesgo, Paradiso Editores, México, 2015.

Eribon, Didier, Michel Foucault y sus contemporáneos, Nueva Visión, Buenos Aires, 1995.

Foucault, Michel, Dits et écrits I, Gallimard, París, 2001.

_______ Dits et écrits II, Gallimard, París, 1994.

_______ El poder, una bestia magnífica. Sobre el poder, la prisión y la vida, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012.

_______ Estrategias de poder, Paidós, Buenos Aires, 1999.

_______ Microfísica del poder, Las Ediciones de La Piqueta, Madrid, 1980.

_______ Surveiller et punir. Naissance de la prison, Gallimard, París, 1975.

_______ Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, Siglo XXI, México, 2009.

Fuentes, Carlos, Los 68. París–Praga–México, Debate, Buenos Aires, 2008.

Misses–Liwerant, Judit Bokser y Saracho López, Federico José, “Los 68: movimientos estudiantiles y sociales en un emergente transnacionalismo y sus olas dentro del sistema–mundo. A manera de editorial” en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México, vol. 63, Nº 234, septiembre/diciembre de 2018, pp. 13–52.

Morey, Miguel, Escritos sobre Foucault, Sexto Piso, Madrid, 2014.

Santora, Marc, “Lo que nos enseñó la Primavera de Praga (y el invierno de su represión)” en The New York Times, The New York Times Company, 23 de agosto de 2018, https://www.nytimes.com/es/2018/08/23/espanol/primavera-praga-aniversario-50-urss.html Consultado 4/IV/2024.

 

[*]. Este artículo se desprende de la tesis de Esteban Arellano “Espectropolítica: transmutaciones y reconfiguraciones de la desaparición en México. Una genealogía del terror y violencia en el siglo XXI”, realizada en la Universidad Autónoma de Zacatecas, México, noviembre de 2023.

[**].  Doctor en Filosofía e Historia de las Ideas por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Profesor del ITESO. esteban.arellano@iteso.mx

 

[1].     Ver Marc Santora, “Lo que nos enseñó la Primavera de Praga (y el invierno de su represión)” en The New York Times, The New York Times Company, 23 de agosto de 2018, https://www.nytimes.com/es/2018/08/23/espanol/primavera-praga-aniversario-50-urss.html Consultado 4/IV/2024.

[2].    Una postura que establece una lectura que entrecruza el ámbito político, histórico y literario puede encontrarse en Carlos Fuentes, Los 68. París–Praga–México, Debate, Buenos Aires, 2008. Cabe resaltar que en otros lugares también existieron sucesos de enorme importancia, como en Vietnam, donde Estados Unidos sitió la bahía de Khe Sanh. El descontento social en Estados Unidos por esta ocupación cristalizó en importantes protestas, particularmente en California. También acaecieron los asesinatos de John F. Kennedy y Martin Luther King, entre otros acontecimientos. Para más información ver Judit Bokser Misses–Liwerant y Federico José Saracho López, “Los 68: movimientos estudiantiles y sociales en un emergente transnacionalismo y sus olas dentro del sistema–mundo. A manera de editorial” en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, vol. 63, Nº 234, septiembre/diciembre de 2018, pp. 13–52.

[3].    “Esto es lo que significó Túnez para mí: tuve que entrar en el debate político. No fue Mayo del 68 en Francia, sino Marzo del 68 en un país del Tercer Mundo”. Cita de Foucault en Edgardo Castro, Introducción a Foucault, Siglo XXI, Buenos Aires, 2014, p. 65.

[4].    Didier Eribon, Michel Foucault y sus contemporáneos, Nueva Visión, Buenos Aires, 1995, p. 84.

[5].    Cabe resaltar que Las palabras y las cosas estaba pensado para llevar el nombre El orden de las cosas. Sin embargo, resulta interesante que la publicación de este libro en inglés sí lleva dicho nombre: The Order of Things.

[6].    Esther Díaz, La filosofía de Michel Foucault, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2003, p. 84. Como más adelante Foucault señalará: “[…] las medidas punitivas no son simplemente mecanismos ‘negativos’ que permiten reprimir, impedir, excluir, suprimir, sino que están ligadas a una serie de efectos positivos y útiles a los que tienen por misión sostener […]”. Michel Foucault, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, Siglo XXI, México, 2009, p. 34.

[7].    Roberto Machado apunta: “La historia arqueológica es un momento preciso y fechado de su proyecto teórico en su trayectoria. Por lo demás dicha historia arqueológica habrá de ceder el lugar, en Surveiller et punir, a una genealogía que sufrirá ella misma luego importantes modificaciones”. Roberto Machado, “Arqueología y epistemología” en Gilles Deleuze (Ed.), Michel Foucault, filósofo, Gedisa, Barcelona, 1990, pp. 15–31, p. 28. En este sentido, en una entrevista con Shigehiko Hasumi en 1972, Foucault afirma: “En Las palabras y las cosas intenté describir tipos de discursos. Me parece que la clasificación institucional, enciclopédica, pedagógica de las ciencias, por ejemplo, en biología, psicología, sociología, no da cuenta de los fenómenos de agrupamiento más generales que puedan ser detectados. Traté de aislar formas normativas y regladas de los discursos […]. Realicé por tanto esta descripción, este análisis, si usted prefiere, de la transformación de los tipos de discursos. A lo largo de todo el libro advertí que este análisis se situaba únicamente en una esfera determinada, que no pretendía resolver en este libro el problema de saber en torno a qué realidades históricas se articulaban este tipo de discursos, ni cuál era la razón profunda de los cambios que se podían observar en ellos […]. Me encuentro precisamente en este momento intentando plantear estos problemas, es decir, he cambiado de nivel: tras haber analizado los tipos de discursos, intento ver cómo estos tipos de discursos pudieron formarse históricamente, y sobre qué realidades históricas se articulan […]. De este modo Las palabras y las cosas se ha convertido en La arqueología del saber, y lo que estoy a punto de comenzar a hacer se refiere a la dinástica del saber”. Michel Foucault, “De la arqueología a la dinástica” en Michel Foucault, Estrategias de poder, Paidós, Buenos Aires, 1999, pp. 145–159, pp. 145–146.

[8].    Michel Foucault, Vigilar y castigar…, p. 32; Michel Foucault, Surveiller et punir. Naissance de la prison, Gallimard, París, 1975, p. 32: “[…] une histoire corrélative de l’âme moderne et d’un nouveau pouvoir de juger; une généalogie de l’actuel complexe scientifique–judiciaire où le pouvoir de punir prend ses appuis, reçoit ses justifications et ses règles, étend ses effets et masque son exorbitante singularité”. Traducción propia.

[9].    Michel Foucault, Vigilar y castigar…, p. 35.

[10].    “Je n’écris pas pour un públic, j’écris pour utilizateurs, non pas pour des lecteurs”. Michel Foucault, Dits et écrits I, Gallimard, París, 2001, p. 1391.

[11].    “Les historiens sont, comme les philosophes ou les historiens de la littérature, habitués à une histoire des sommets”. Michel Foucault, Dits et écrits II, Gallimard, París, 1994, p. 740.

[12].    “Je voudrais que mes livres soient de sortes de bistouris, de coktails Molotov ou de galeries de mine, et qu’ils se carbonisent après usage à la manière des feux d’artifice”. Michel Foucault, Dits et écrits I, p. 1593.

[13].    Michel Foucault, “Soy un artificiero” en Roger–Pol Droit, Entrevistas con Michel Foucault, Paidós, Buenos Aires, 2008, pp. 71–104, p. 74.

[14].    Ibidem, p. 96.

[15].    Como dirá en una entrevista de 1977: “No hago una obra, hago investigaciones que son históricas y políticas al mismo tiempo […]”, Michel Foucault, El poder, una bestia magnífica. Sobre el poder, la prisión y la vida, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012, p. 39.

[16].    Michel Foucault, “Soy un artificiero”, p. 102.

[17].    Anne Dufourmantelle, Elogio del riesgo, Paradiso Editores, México, 2015, p. 14.

[18].    Miguel Morey, Escritos sobre Foucault, Sexto Piso, Madrid, 2014, p. 170. Cursivas propias.

[19].    Michel Foucault, “Entrevista sobre la prisión: el libro y su método” en Michel Foucault, Microfísica del poder, Las Ediciones de La Piqueta, Madrid, 1980, pp. 87–102, p. 101.