Los años,* de Annie Ernaux, y las posibilidades límite de la novela

[*]

José Miguel Tomasena[**]

 

De los efectos felices que tiene el paripé mediático alrededor del Premio Nobel de Literatura está el poder descubrir, de vez en cuando, una obra literaria que lleva a los límites nuestra comprensión de lo que la literatura puede ser. Eso me ha pasado con Annie Ernaux, la escritora francesa galardonada en 2022 “por el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los distanciamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal”.[1]

Comencé con El lugar,[2] sobre su relación con su padre y su conflictivo proceso de desclasamiento familiar, y luego seguí con El acontecimiento,[3] quirúrgico relato sobre el aborto clandestino al que se sometió Ernaux cuando era muy joven. Me parecieron novelas buenas, escritas con “agudeza clínica y coraje”, como dijo el Comité del Nobel. Pero no encontraba esa dimensión social que la academia sueca atribuía a las exploraciones de su memoria personal. Hasta que leí Los años. Y entendí.

Se trata de una novela formalmente prodigiosa que me ha dejado la sensación de que nadie había hecho tan bien lo que ella consiguió
—como suelen hacer las obras maestras— y que lleva el arte de la novela más allá de lo que yo creía que era posible.

Los años está escrita siguiendo dos estrategias narrativas que se intercalan: una voz narrativa, contada en pasado desde un nosotros que relata qué hacían, pensaban, sentían, decían las personas a lo largo de los años, y una segunda voz anclada en fotografías, documentos o videos de una mujer que a lo largo de las páginas podemos identificar con la propia Ernaux, pero narrada desde una tercera persona del singular que externaliza y objetiviza sus propios recuerdos. Así, la autora construye una voz narrativa que le permite contar una historia que es, simultáneamente, su biografía íntima —amores, abortos, divorcios, militancias, partos, muertes— y la historia de la sociedad francesa de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI.

Esta doble dimensión de los hechos narrados me ha hecho pensar en el concepto de habitus, acuñado por el sociólogo Pierre Bourdieu para designar las formas de percepción, sensibilidad y pensamiento que las personas interiorizamos, que son producto de las relaciones sociales en las que crecemos y que tienden a reproducirse a partir de ellas (de hecho, Bourdieu aparece en la novela y Ernaux ha manifestado en varias ocasiones su deuda con la obra del sociólogo francés).

Lo que Ernaux consiguió en esta novela es una forma de representación literaria de esta dialéctica en la que se funden lo individual y lo colectivo, la memoria y el retrato sociológico, lo íntimo y lo político, la autoficción y el retrato sociocultural.

En su libro Resistirse a la novela. Novelas para resistir: ideología y ficción,[4] Lennard J. Davis postula que la novela, en tanto género de la modernidad, debe su éxito a su capacidad para construir la ilusión de que los protagonistas de la historia son los individuos —y no las sociedades— y de que el cambio es producto de la capacidad de los sujetos para transformarse a sí mismos —y no nuestra capacidad para ensanchar las sociedades que nos constituyen—. ¿Quién no adora a esos individuos que parecen encarnar todo un mundo, como Gatsby, don Quijote, Raskólnikov, Pedro Páramo, Joseph K. o Ana Karenina? De ahí que la traducción del título del ensayo de Davis recoja la ambigüedad de doble sentido del original Resisting Novels:[5] la novela puede ser una representación que nos enseña a ver el mundo de maneras nuevas y que simultáneamente reproduce las ideologías liberales dominantes.

El libro de Ernaux consigue romper con el fetiche individualista de la novela que denunciaba Davis, porque en Los años el protagonista es un sujeto colectivo: es la sociedad la que está en movimiento, es el tiempo, que pasa implacable sobre todos y cada uno de nosotros.

A lo largo de Los años aparecen los temas que atraviesan toda la obra de Ernaux: las diferencias de clase, la opresión de las mujeres y la convicción feminista de que lo íntimo es político. Ernaux ha contado en otros libros, como El acontecimiento, La vergüenza[6] o El lugar, su conflictivo proceso de desclasamiento: de ser hija de una pareja de comerciantes pobres a convertirse en una burguesa bohemia de izquierdas; la única mujer de la familia con estudios superiores que pudo dedicarse a los libros y a la docencia, en lugar de a los trabajos manuales.

Además de la lucha de las mujeres por el aborto, el divorcio y la emancipación económica y política, en las páginas se dibuja un fresco de muchas transformaciones de la sociedad francesa: el paso de una sociedad dominada por los valores de la Iglesia católica a una sociedad secular, los procesos de descolonización —en particular la guerra de Independencia de Argelia—, la migración de los habitantes de estas colonias y, por lo tanto, la creciente diversidad cultural, los procesos de desclasamiento que produjo la urbanización, y una sociedad que pasó de la fe en la revolución —con la revuelta estudiantil de Mayo del 68 como momento cumbre— al individualismo neoconservador del presente, asediado por el fantasma de la ultraderecha racista en el horizonte.

Hay abundantes referencias a personajes, acontecimientos e iconos de la sociedad francesa que se me han escapado. Supongo que una persona más familiarizada con esta sociedad encontrará muchas más referencias que enriquecerán la lectura. Más que un impedimento para la lectura, fueron para mí un acicate para la creatividad. ¿Cómo podríamos hacer un relato análogo de la sociedad mexicana de los últimos setenta años? ¿Quién es capaz de escribir una amalgama similar que aglutine nuestras costumbres, deseos y expresiones con nuestra historia social y política?

 

[*] Annie Ernaux, Los años, Cabaret Voltaire, Madrid, 2019. Traducción de Lydia Vázquez Jiménez.

[**].     Escritor, periodista y profesor universitario. Es autor de las siguientes novelas: El rastro de los cuerpos, Grijalbo, México, 2019; ¿Quién se acuerda del polvo de la casa de Hemingway?, Paraíso Perdido, México, 2018 y La caída de Cobra, Tusquets, México, 2016. www.jmtomasena.com

 

[1].     Palabras del Comité del Nobel. Carlos Martínez, “Otorgan Premio Nobel de Literatura a la escritora francesa Annie Ernaux” en Vanguardia mx, 6/X/2022, https://vanguardia.com.mx/noticias/otorgan-premio-nobel-de-literatura-a-la-escritora-francesa-annie-ernaux-NG4495870 Consultado 8/v/2023.

[2].    Annie Ernaux, El lugar, Tusquets, Barcelona, 2020.

[3].    Annie Ernaux, El acontecimiento, Tusquets, Barcelona, 2019.

[4].    Lennard J. Davis, Resistirse a la novela. Novelas para resistir: ideología y ficción, Debate, Barcelona, 2002.

[5].    El título completo de la obra es Resisting Novels: Ideology and Fiction.

[6].    Annie Ernaux, La vergüenza, Tusquets, Barcelona, 2020.