La universidad en la misión de la Compañía de Jesús (mesa de diálogo)

[*] 

Michael Garanzini, sj,
Roberto Jaramillo Bernal, sj,
María Luisa Aspe Armella
y Héctor Garza Saldívar, sj

Recepción: 25 de octubre de 2017
Aprobación: 22 de enero de 2018

 

Michael Garanzini, sj[1]

En primer término, quiero agradecer a los organizadores por la invitación y quiero felicitar a la universidad por su aniversario, es realmente un hito haber avanzado tanto en un periodo tan relativamente corto. Esta institución no es sólo un campus muy bonito, sino un lugar muy importante para Guadalajara, para México y dentro de la constelación de las universidades jesuitas en el mundo. El ITESO es una de las 180 universidades jesuitas que ofrecen educación superior en el mundo, algunas instituciones son más pequeñas que ustedes, quizás consisten en un solo colegio, por ejemplo: Colegio de Filosofía, pero otras universidades son más complejas, incluso, mucho más que el ITESO. Tenemos toda una gama de instituciones jesuitas, pero cada campo de las humanidades y cada campo de la ciencia queda cubierto en más de alguna universidad jesuita en el mundo. Hay universidades jesuitas en cada continente, entonces la pregunta siempre es: ¿cómo utilizamos esta herramienta para impulsar la misión de la Compañía de Jesús? Mi trabajo como secretario de Educación Universitaria para la Compañía de Jesús es promover este tipo de actividades para alentar una unión entre las diferentes instituciones y reforzarlas para mejorar.

A partir de 1970, la Compañía de Jesús se ha enfocado en clarificar cuáles temas quiere promover en todo nuestro servicio a nivel de universidades, secundarias, parroquias, centros de retiro. El tema primordial ha sido la justicia: ¿cómo construir una sociedad con base en la justicia?, y no queremos olvidar que ésta únicamente es posible si somos hombres o mujeres de fe. La justicia se vuelve extremadamente difícil y, a veces, imposible, si no se basa en los cimientos de creencias compartidas en una divinidad que dota a cada individuo de dignidad.

Si vamos a promover la justicia, podemos distraernos si no nos enfocamos en que cada individuo está dotado por el Creador con la dignidad que él o ella merece y, por ende, amerita nuestro respeto y nosotros debemos promover su individualidad y su dignidad como ser humano.

Así, nos enfocamos en el tema de la justicia y de la fe; la fe que hace justicia, la justicia que hace la fe. Y en todo el mundo, el profesorado y los estudiantes han sido atraídos a las instituciones educativas jesuitas a causa de esta misión. Como universidades, nosotros tenemos una misión que va más allá de la creación y diseminación de conocimiento; nuestra obligación es crear y diseminar conocimiento, pero también reflexionar sobre las necesidades de la gente y promover una sociedad más justa.

Algunas de las universidades están enfocadas al conocimiento profundo de la política, pero en el entendido de que ese conocimiento debe llevar a la acción, a hacer cosas, a corregir lo que no está bien en el mundo. Las últimas dos Congregaciones Generales[2] (una Congregación General es el órgano máximo de gobierno de la Orden y su único órgano legislativo) que dentro de esta sociedad global representan a los jesuitas, marcan una nueva visión de nuestro servicio sobre la que ahora se llama la atención: la reconciliación. Esto representa un reto para nosotros en las universidades, y me parece que no nos hemos enfocado lo suficiente para entender cómo nos impacta esta nueva perspectiva, ¿cómo reconciliar a las personas que tienen posturas opuestas para que se den cuenta de que hay problemas en torno a la justicia que han causado separación?

Quizás muchos de ustedes se interesen por el cambio climático, el tema de la degradación del medio ambiente. La justicia ambiental requiere que estudiemos, que investiguemos, que promovamos y que diseminemos información acerca del cambio climático y la agresión al medio ambiente, pero también requiere que movamos a la acción, y cuando hagamos este llamado a la acción, desde luego confrontaremos a diferentes personas. Cada vez que promovemos la justicia, hay personas que se sienten confrontadas. Una vez que nosotros logramos cierta conciencia de justicia, que alcanzamos cierto grado de entendimiento acerca de la necesidad de cambio ante una injusticia que debe ser corregida, una vez que se llega a ese tercer nivel (que ha de ser corregida), se requiere más esfuerzo y el trabajo que sigue es conjuntar a las partes para que avancen de manera unida; por ejemplo: ¿cómo abordamos el tema del cambio climático cuando está implicado el tema de los combustibles y cuando hay muchas personas que se ganan la vida en la industria de los combustibles provenientes de fósiles? En este punto, las universidades tienen que ofrecer alternativas al uso de combustibles a base de fósiles y sabemos que eso va a causar tensiones, problemas, porque hay muchos intereses asociados a esa fuente.

Conforme promovemos la justicia y mejores soluciones al problema de las energías renovables, hay que estar conscientes de que vamos a tener que ayudar a todos los interesados impactados por este tema a que trabajen de manera coordinada para resolverlo. Así, de la tarea de promover la justicia viene la necesidad de la corrección y esto viene de la mano con el trabajo de reconciliar las diferencias. No puedo pensar en un tema o en una industria en la que no se requiera un cambio por parte de los interesados, por parte de aquellos que permiten que la injusticia continúe; hay que llevarlos a que perciban la realidad desde nuestra perspectiva de buscar el bien común, que viene emparejada con la promoción de la justicia.

En los últimos años, en la Compañía de Jesús estamos reflexionando sobre cuáles son los grandes temas que deben caracterizar la investigación, el currículo y las actividades de docencia dentro de nuestras instituciones educativas. Hemos elegido seis temas, seis áreas de interés que buscamos promover en las 180 universidades que forman parte de la Compañía de Jesús.

Un primer eje consiste en entrenar a los líderes de nuestro profesorado y de nuestros administradores para que entiendan con mayor profundidad la misión de la Compañía de Jesús, y uno de los documentos que hemos seleccionado para tal efecto es el documento de la reconciliación como parte de la misión de la Compañía de Jesús, el cual desarrolla qué significa la reconciliación desde la perspectiva de la Compañía de Jesús.

El segundo eje que consideramos universal y que tenemos que abordar es el de la justicia económica y ambiental. Consideramos que en todos los departamentos y escuelas de nuestras universidades, sea facultad de negocios, de arquitectura, de ingeniería, de filosofía, de teología, de historia, ha de estar presente la perspectiva de la justicia económica y la justicia ambiental porque tienen que ver con ellas. Han de ser el sello de las instituciones de la Compañía de Jesús.

El tercer eje tiene que ver con la paz y la reconciliación. En casi todas las regiones, en todas las áreas del globo en las que nosotros tenemos una presencia institucional, sabemos que hay profundas divisiones, sabemos que hay tensiones y problemas históricos que deben ser abordados. Esto implica re–unir a los individuos que se han mantenido como extraños el uno para el otro.

El cuarto eje es el diálogo fe–cultura. Si damos un vistazo al mundo veremos que, en cada localidad donde reside una institución de la Compañía de Jesús, hay graves problemas para el entendimiento entre los distintos tipos de creencias; más aún, sabemos que fe y religión son los motores que impulsan la motivación de las personas. Frente a esta situación, las universidades jesuitas procuran y promueven la incorporación de individuos de cualquier creencia o cultura.

El quinto eje es la educación de las personas en situación vulnerable. Con el fin de incorporarlas a las universidades, el Sistema Universitario Jesuita ha creado centros educativos dirigidos especialmente a ellas.

El sexto y último eje tiene que ver con la formación de la clase política. Las instituciones de la Compañía de Jesús alrededor del mundo son conscientes de que hoy en día los niveles de discurso político y la fe en la democracia liberal tienden a la baja, mientras que las prácticas populistas cobran cada vez mayor fuerza. En consecuencia, creemos que la universidad jesuita tiene la obligación de forjar una nueva clase política concebida en un ambiente de respeto, tolerancia y entendimiento con miras al bienestar de los demás.

 

Roberto Jaramillo Bernal, sj[3]

En un mundo donde la universalidad del saber está amenazada diariamente (porque se universaliza lo banal y se banaliza lo que tendría o tiene valor universal) la universidad debe ser uno de los lugares propios y eminentes de la humanitas (lato y strictu sensu: modo de estar y ser en el mundo).

Este (complejo) “cambio de época” en el que andamos (difícil todavía de definir) ha traído consigo o supone la fragmentación de los saberes/dispersión de las informaciones, además de otras cosas como la fragmentación de las identidades y sus juegos, o de los partidos políticos (casi disolución), o la explosión y reformulación de la familia, o el resurgimiento de las agencias étnicas —otrora olvidadas o negadas— y la revelación de nuevas relaciones de género, etcétera.

Esa fragmentación es causa y fruto a la vez (como en la pregunta del huevo y la gallina) de un interesado juego de estrategias políticas, mediáticas, económicas, financieras, etc., bien articuladas y pretendidamente anónimas que utilizan a su servicio la universalización/promoción/visibilidad de la banalidad (desde las “marcas”, y con ellas los monopolios, las tendencias más variadas que definen gustos/preferencias/consumo, los gadgets y la imagen, hasta llegar a los lenguajes con “emoticones”, ¡qué desgracia!) y que promueven, al mismo tiempo, la atomización/fragmentación y el descrédito de las cosas difíciles o mejor, “de las cosas costosas”: el esfuerzo, la disciplina, la perseverancia, la austeridad, las rutinas, la argumentación, la escritura, la lectura, etcétera.

Así, por ejemplo, es pasmoso constatar la extraordinaria extensión del acceso al uso del teléfono celular (convertido hoy en casi todo menos en un teléfono), siendo que en la práctica lo que se ha estimulado a través de esa universalización no es tanto la comunicación cuanto la virtualidad/liquidez de las relaciones (Facebook, Instagram, Messenger). O podemos evocar la casi ausencia de la lectura (menos de tres libros al año por persona en América Latina, datos de Cerlalc)[4] o la relegación del esfuerzo que supone la escritura correcta con frases lógicas y completas, con verbos, comas, puntos, párrafos, etc., mientras que la gente se acostumbra a leer y a escribir en “el muro”, o se contenta con las frases introductorias en los boletines electrónicos, o dice comunicarse con siglas y nuevos micro–lenguajes como corazones, manos, pulgares para arriba o para abajo, etcétera.

¡Y ni qué hablar del mundo de las artes! Se volverían a morir —esta vez de tristeza— pintores, músicos y danzarines; imagínense que la canción más escuchada de la historia (4.6 mil millones de visitas; superando piezas como la Quinta Sinfonía) se llama Despacito, y miren las burradas que dice: “Si te pido un beso, ven dámelo/ Yo sé que estás pensándolo/ Llevo tiempo intentándolo/ Mami esto es dando y dándolo/ Sabes que tu corazón conmigo te hace bom bom/ Sabes que esa beba está buscando de mi bom bom/ Ven, prueba de mi boca para ver cómo te sabe/ Quiero, quiero, quiero ver cuánto amor a ti te cabe/ Yo no tengo prisa, yo me quiero dar el viaje/ Empecemos lento, después salvaje/ pasito a pasito, suave suavecito…”. ¿No es como para ponerse a llorar? O la otra “famosa” en la que un cantante de moda en Colombia, un tal Maluma, dice que “Y si con otro pasas el rato/ vamos a ser feliz, vamos a ser feliz/ felices los cuatro/ Te agrandamos el cuarto”.

Pero no por el hecho de estar aquí en una universidad estamos al resguardo de lo que pasa en el ámbito fundamental de la vida cotidiana (donde todos vivimos, y que, no por acaso, formatea/configura nuestra vida); eso sucede también en el ámbito de las ciencias. El pulular de institutos “de educación superior y de facultades” nos demuestra que la enseñanza/aprendizaje también se ha convertido/degradado en una mercancía, y que se compra y se vende como si fuese un bien de uso común sin valor agregado: en función de su capacidad de producción/ utilización, reutilización y transformación posterior. Esta realidad que pareciera responder a la necesidad y el derecho humano fundamental de educación de calidad para todos, ha llevado —de hecho— a que la dinámica natural de la demanda/oferta educativa y también de la investigación científica, sea guiada y se convierta en una pulverización de especializaciones que van haciendo crecer constantemente la inmediatez de los campos particulares, olvidando la importancia de visiones anteriores/visiones posibles más amplias; aunque ellas mismas hayan sido en su momento, o puedan ser, fruto de la especialización.

Esta dinámica, en la que la sociedad entera se ve hoy inmersa, pone a la universidad delante de sus orígenes y de su vocación fundamental: la universidad debe ser el lugar de diálogo y discusión de campos del saber, y de creación y afirmación de saberes mayores y más profundos, adjetivados como universales no por la acumulación de informaciones, sino por la capacidad de hacer síntesis (en plural: múltiples, acumulativas, exploratorias, cada vez más profundas, etc.), de hacer amarres, de crear visiones, de proponer sentidos y direcciones de acción. Ella está llamada a hacer dialogar los multiversos que la constituyen, bajo el principio de la unión —compleja pero fundamental— del conocimiento que de la realidad podemos tener los seres humanos.

Una institución es verdaderamente universitaria, entonces, no sólo porque promueve los diferentes saberes en el horizonte de la inter o de la transdisciplinariedad, sino porque genera conocimientos más amplios y comprensivos que colaboran en la generación de síntesis culturales que transforman realidades; no sólo porque realiza y promueve el espacio del diálogo, de la discrepancia y de la confrontación de posiciones, sino porque ella misma propone visiones y síntesis culturales mayores y más humanas; no sólo porque se abre al multiverso posible de nuestras sociedades y aspira a ser promotora de encuentro de las diferentes agencias en una realidad social determinada (sin huir de ningún camino de búsqueda a través de la ciencia y de la razón), sino porque proporciona a los campos del saber y los lenguajes específicos de la racionalidad (cada vez más especializados) lo que podríamos llamar “un marco de referencia” ético universal, crítico, que les aporta sentido y valor.

El saber universitario tiene que ser un “conocimiento honesto” con la realidad, es decir, no sólo riguroso sino crítico; un conocimiento que no se detiene en la labor analítica, sino que se articula y gana sentido en la labor sintética. Un conocimiento que integra y comprehende, en lugar de dividir y atomizar. Un conocimiento en el que quien conoce se conoce conociendo; un tipo de conocimiento que admite y valora el hecho de que en el acto mismo de conocer hay subjetividad, política (interés) y afectividad, comprometiendo no sólo al sujeto, sino a la institución y a la ciencia misma, y abriendo las síntesis (sucesivas) alcanzadas o a alcanzar a una cuestión verdaderamente ética.

El crecimiento y multiplicación de las especializaciones debe encontrar pues en la institución universitaria el lugar, el espacio, los instrumentos, el interés y la decisión institucional necesarios para hallar mínimos comunes múltiplos en términos teóricos, metodológicos, técnicos, pedagógicos, y también críticos, éticos: puntos de inflexión social y articulación política que permitan encontrar y proponer máximos comunes denominadores en términos de síntesis del conocimiento, y de visión antropológica y sociológica, es decir: nuevas posibilidades de uso, de realización humana, de convivencia, de entendimiento entre los diferentes, de proyecto político, de valores cívicos, de utilidad pública, etcétera.

Esta realidad convierte la tarea universitaria —no raramente— en un ejercicio de resistencia contracultural, que exige de la institución universitaria y de las personas que la encarnan un trabajo consciente (no sólo competente) que tiene implicaciones políticas no siempre fáciles de sortear.

Poner la universidad en sus funciones sustantivas al servicio de la humanitas (tanto lato como stricto sensu), en un contexto en el que nuestra idea del hombre/mujer se ensancha con la descentración del sujeto, y lo antropológico se llena de nuevos sentidos al reflexionar sobre sus mismas condiciones de reconocimiento y aproximación conceptual —particularmente después de las reflexiones del papa sobre la ecología integral—, es una labor, una tarea de resistencia contracultural poderosa.

Expresando una profunda convicción secular, la trigésimo cuarta Congregación General de la Compañía de Jesús afirmó que la “experiencia de los últimos decenios ha demostrado que el cambio social no consiste sólo en la transformación de las estructuras políticas y económicas, puesto que éstas tienen sus raíces en valores y actitudes socioculturales”.[5] Por eso humanismo y ética, significación y sentido, justicia y bien común deberán ocupar un papel preponderante en la universidad; lo que constituye no pocas veces una dificultad en aquellas sociedades y grupos más tradicionales y reactivos en los que existe un acuerdo, aunque sea tácito (y muchas veces inconsciente o no verbalizado), de que los proyectos éticos y humanísticos están confinados al ámbito estrictamente privado.

Las instituciones educativas de la Compañía de Jesús, en nuestro caso las universidades, dadas las condiciones por todos conocidas (históricas, sociológicas, ideológicas), tal vez más que cualquier otra institución social han de ser reflejamente conscientes de ello: “No nos hagamos ilusiones: el conocimiento no es neutro, porque implica siempre valores y una determinada concepción del ser humano. La docencia y la investigación no pueden dar la espalda a la sociedad que las rodea”, decía el P. Peter Hans Kolvenbach, antiguo Padre General de los jesuitas. Incluso cuando el conocimiento pretende presentarse como neutro, está basándose en una determinada concepción del hombre y de unos determinados valores, aunque sean los de un hombre cosificado, cerrado en sí mismo y desligado de toda relación trascendente. Y lo mismo pasa con las instituciones creadoras y transmisoras del saber: aunque pretendan ser y presentarse como neutras, en realidad no lo son ni pueden serlo.

Toda universidad es una institución de referencia en la sociedad en que se encuentra; ellas generan pensamiento, ofrecen un espacio de debate abierto sobre modelos de sociedad, sus egresados tienen una presencia e influjo en el tejido social, político y empresarial de la región o del país. Son generadoras de cultura y tradicionalmente se han considerado un instrumento de modernización; algunas han ejercido una influencia importante en el proceso de crecimiento de las naciones donde se ubican. Pero, tal como lo reconocía la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL) ya en 1995, todavía hoy

[…] puede haber una significativa divergencia entre estos objetivos superiores y los intereses reales de quienes optan por estudiar en ella; puede prevalecer entre sus miembros un sector social privilegiado y un afán de reductiva profesionalización para el éxito económico social individual puede amenazar permanentemente esta identidad. Las formas de financiamiento de estas obras tan costosas pueden establecer condicionamientos que no fomentan el clima propicio para desarrollar sus objetivos, o simplemente en nuestras universidades pueden encontrarse sin apoyo ni financiamiento aquellas tareas investigativas más orientadas a resolver problemas sociales y a promover cambios significativos […] Esto quiere decir que la tarea de las universidades de inspiración cristiana se desarrollará en medio de esas dificultades, sorteando la tentación entre la ingenuidad y la resignación, entre utopía proclamativa carente de medios y el realismo carente de toda inspiración elevadora.[6]

No faltarán ocasiones —deben abundar, creo yo— en las que la institución tenga que plantearse la necesidad de expresar abiertamente su opinión sobre algunas cuestiones públicas, teniendo “la valentía de expresar verdades incómodas […] para salvaguardar el bien auténtico de la sociedad”.[7] Como dice el número 116 de la Promotio Iustitiae:[8]

Si la Compañía ha hecho de la promoción de la justicia una de las dimensiones esenciales de su misión, las universidades en donde ella esté presente deben preguntarse en qué medida su investigación está realizada desde la perspectiva de los pobres y buscando la mejora de sus vidas, pues es en su sufrimiento donde se muestra de modo prominente la inhumanidad de las estructuras injustas: “nuestro punto de vista, por preferencia y por opción, es el de los pobres”.[9]

En una universidad jesuita eso se llama coherencia (la quinta “C”). Si el ideal de la pedagogía ignaciana es formar sujetos conscientes, competentes, compasivos y comprometidos, la universidad misma —en sus tareas sustantivas de enseñar, reflexionar y transformar (docencia, investigación y extensión), y en todas las dimensiones de sus funciones, (pedagógicas, administrativas o directivas)—, debe ser consciente, competente, compasiva y comprometida, y también: coherente. La tarea universitaria, así entendida, pone a la Compañía de Jesús en lugares que le son propios: las fronteras; allí donde se hace más visible y se fortalece la propia identidad en la medida en que se enfrenta con valentía y con inteligencia el conflicto con lo diferente.

Esto llevará a la universidad a integrar en su acción sustantiva (docencia, investigación y extensión) las problemáticas contemporáneas que más están perjudicando a los desfavorecidos y los graves problemas de la humanidad. Pero no sólo a hacer de ellas objeto de estudio, sino a plantearse su propio papel en la construcción de condiciones en las cuales se reproducen —en su interior y en su contexto social— las condiciones que se pretende superar.

Es obvio que la universidad, si quiere ser fiel a esa vocación, no puede convertirse en una francotiradora del saber y las destrezas acumuladas. Sin embargo, cabe hacerse honestamente la pregunta: ¿puede ella avanzar más allá de la episteme y las síntesis actuales sin subvertir las reglas (que como todos sabemos no son neutras en ninguno de los campos de acción político, económico/empresarial, religioso, comunicacional, cultural) que le trazan las comprensiones actuales? ¿No habrá que hacer también procesos de innovación, de renovación o de recreación institucional (financiera, organizacional, técnica, social–proxémica) si se quiere ir hasta allá? Eso sería una universidad verdaderamente “consciente”/autoconsciente/socio–consciente, y no sólo re–productora sino productora, creadora de nuevos sentidos.

¿Cómo ayudar, promover y asegurar la salida del “claustro” (no físico, sino mental)? Es decir, ¿cómo bajar del mundo de las ideas y de la reproducción teórica?, ¿cómo bajarse del mundo de las ideologías que de facto dominan en cada discurso/campo científico y sobre todo a través de su práctica, para actualizar su vocación y explorar mundos nuevos, problemas inéditos, posibilidades de síntesis diversas? ¿Cómo abrirle lugar (¿y qué lugares abrirle?) a los saberes y la sabiduría secularmente periférica o excluida?

Una última cuestión abierta, más interesada: ¿qué conversión tiene que ocurrir para que podamos integrar en esa tarea de la universidad también a los que tienen preguntas (problemas, desafíos urgentes por resolver) y que están trabajando en otras muchas instituciones por fuera de los claustros (físicos y mentales), de manera que la colaboración y el trabajo en–red–dados pueda dar más y mejores frutos en el rescate de la humanitas y toda su realidad y valor?

 

María Luisa Aspe Armella[10]

Quiero comenzar, como decimos en México, “curándome en salud”, y ello por dos razones que prefiero explicitar. La primera, como historiadora del fenómeno religioso que tiene como objeto de estudio privilegiado a la Compañía de Jesús contemporánea en México y, al mismo tiempo, como directora en una de sus obras, me encuentro en una situación incómoda. Y la segunda tiene que ver con los que me antecedieron en el uso de la palabra, el secretario de la Compañía de Jesús para la Educación Universitaria y el presidente de la Conferencia de Provinciales en América Latina y el Caribe, lo que me hizo modificar mi texto y no creo que haya mejorado. Así, lo que hice fue obviar muchas cosas que estaba segura de que ellos tratarían y que lo harían mejor que yo. Comienzo poniendo en contexto, de manera muy rápida, lo que es la historia de la educación jesuita en México para poder entrar en materia; también, en mi intervención me iré alejando de una perspectiva estrictamente académica para poder compartir, como ignaciana, las preocupaciones y contradicciones que se viven actualmente en la universidad y que quisiera explicitar.

Una reiteración que se hace todo el tiempo cuando se habla de la Compañía de Jesús es su indisociabilidad de lo educativo, esta relación se ha transformado en un lugar común: cualquiera que habla de la Compañía de Jesús se refiere, con más o menos convicción, a lo educativo, y en la historiografía, ni qué decir, es una obviedad hablar de la educación ligada a la Compañía de Jesús.

La afición por el magis hizo que los jesuitas se decantaran por la búsqueda de respuesta en la ciencia de Dios, decían, y en la práctica espiritual. Pasado el tiempo, esta inclinación por la educación también se adaptó a las circunstancias (si alguien sabe de adaptación a las circunstancias es la Compañía de Jesús). La Compañía pasó de establecimientos de formación teológica y de catedráticos en teología o en sagradas escrituras a la fundación de colegios y universidades. Durante los primeros siglos en la Nueva España, los jesuitas destacan por sus estudios teológicos que, a la sazón, eran los más importantes. Tenemos el caso de Nicolás Segura que, según Francisco Sosa, es considerado uno de los intelectuales más prominentes de la Nueva España. Ya en el siglo XVIII, con el giro intelectual de la época Ilustrada, los jesuitas cultivaron también las artes y las ciencias, baste mencionar el nombre de Eusebio Kino.

En el país independiente nacieron añoranzas por los jesuitas. Había un vacío, a causa de su expulsión, que no se podía llenar. Posteriormente, tanto conservadores como liberales coincidieron, y de esto tenemos bibliografía abundante para probarlo, en que los jesuitas eran quienes habían dado identidad y ciencia a México. Ustedes ya saben que se recrea la figura de Francisco Xavier Clavigero como aquel que dio nombre a nuestra nación. Y, aunque esto sea difícil de creer, por lo menos exactamente como se plantea, fueron precisamente los liberales, por paradójico que resulte, quienes sostuvieron esta idea: no se puede entender la primera identidad mexicana sin la Compañía de Jesús.

Los intelectuales mexicanos del siglo xix (prácticamente todos habían estudiado leyes) se jactaron, con orgullo, de tener raíces educativas jesuitas. Agustín Rivera, alumno del Seminario Conciliar de Guadalajara, decía que esta institución tuvo su origen genealógico en el Colegio de San Juan Bautista, aquel que se cerró en 1767 por la expatriación de los jesuitas. Otro alumno destacado del mismo Seminario Conciliar fue el literato tapatío José López Portillo y Rojas.

Es muy conocida la predilección que Porfirio Díaz tuvo por los jesuitas para formar alumnos. Esto habla de una confianza en que la educación impartida por los jesuitas llenaría las expectativas, pues una de las prioridades de la política porfiriana fue la educación moderna para la formación de hábiles profesionistas, lo cual entronca con esta competencia o sello de ser competentes, de la que nos hablaba el padre Jaramillo.

Es así como la Compañía de Jesús también crece con el tiempo. Cuando la educación se convierte en un hervidero de aspiraciones, una posibilidad de movilidad social y políticamente, hay que decirlo, un lugar que da cabida a personas de toda procedencia, se atestigua el nacimiento de las universidades jesuitas. Hasta aquí este breve contexto histórico.

Hablaré ahora de la inspiración cristiana de la universidad. Me voy a referir fundamentalmente a la Universidad Iberoamericana (aunque tengo algunos textos que hablan de la educación en general) porque quiero llegar a los dilemas que se plantean en la propia universidad. Además, la Ibero es el caso que mejor conozco. Rescataré algo la historia de la Ibero con la finalidad de ubicarnos en un tiempo determinado y señalar algunos puntos que son importantes.

La Universidad Iberoamericana nació en 1943, casi de la única manera imaginable, en un contexto de laicismo anticlerical y del monopolio público de la educación superior en México. Nace como universidad de inspiración cristiana y dependiente (como centro cultural universitario) de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Formular la universidad en términos de inspiración cristiana la deslindaba de la confesionalidad, históricamente sospechosa a los ojos del Estado, y la deslindaba también de los intentos reiterados de la jerarquía católica por impregnar el campo universitario de catolicismo. Entonces la fórmula jesuita se separa de lo que luego será el documento Ex Corde Ecclesiae (al que, como camisa de fuerza, entran las universidades católicas); se libera, al mismo tiempo, de la jerarquía (no totalmente) y de la desconfianza del Estado, por lo menos en lo que a catolicidad se refería.

La Ibero inauguró así un espacio de autonomía inédito frente a la institución eclesiástica. Pero la novedad de la fórmula no terminó ahí: tanto los alumnos como los maestros de esta primera universidad reconocían en el mundo secular una realidad irrevocable, a diferencia de la jerarquía católica que albergaba, y sigue albergando, la esperanza de reconstruir la cristiandad mexicana.

Esta formulación, no obstante, comprometía a la naciente universidad con una realidad. Su caracterización de inspiración cristiana conlleva una serie de responsabilidades que la distinguen de otros centros de educación, y aquí tengo que citar a Ellacuría: “El cristianismo de una universidad no puede medirse ni por las doctrinas que propugne, ni por los sacramentos que imparte, ni por las prácticas piadosas que realice”. Desde el inicio, la Ibero tuvo muy claro esto, había poca ritualidad, poca ceremonialidad, pero había, por otro lado, continuos ejercicios de introspección y de proyección.

Hago aquí un paréntesis porque hoy en día hay un fenómeno que todavía no acabamos de calibrar: es el aumento creciente de ritualidad en nuestra universidad, en una época claramente pos–religiosa, pos–secular.

Veinte años después de la formación de la Ibero que se fundó bajo este ideario, el jesuita Ernesto Meneses señalaba que la inspiración cristiana en una universidad le exige tener siempre presente el respeto a la persona humana, la justicia social, un clima de apertura, una especial sensibilidad para asuntos éticos, sociológicos y políticos, y la formación de una comunidad democrática, así como la existencia de un departamento académico de ciencias religiosas. Meneses recuerda que la inspiración cristiana le obliga a la universidad a adoptar un conjunto de valores: la libertad de conciencia, identidad cultural, justicia social, pluralismo, humanismo, la apertura, la democracia, la interdisciplinariedad y la excelencia académica.

Mientras pronuncio estas palabras, recuerdo que el Dr. José María García, un académico de la Ibero, acuñó el término de “iberoidad”; el término pasó a mejor vida, pero considero que el concepto es importante por lo que nos dice para aludir a la puesta en práctica de ese ideario. “Iberoidad” supone pertenencia, compromiso, participación y diálogo entre empleados y alumnos, es decir, la hoy difusa comunidad universitaria. Esto se traduce en que los alumnos, los empleados, no deben sentir que trabajan y estudian en ella, sino que trabajan y estudian para ella, en eso radica el éxito de la “iberoidad”.

También nos recuerda el Dr. Luis Vergara, quien es una institución dentro de la institución universitaria, que la calidad sin “iberoidad” es un contrasentido, una exaltación del medio sin llegar al fin. Pero “iberoidad” sin calidad puede ser algo aún peor, puede significar, en efecto, un desprestigio de los valores humanos que nos son tan queridos y, más importante aún, de la inspiración cristiana, que constituye, en última instancia, la razón de ser de la Ibero.

De ese modo, la inspiración cristiana no sólo le confería a la universidad la especial autonomía frente al Estado y frente a la jerarquía eclesiástica, sino que también la dotaba de una peculiaridad inequiparable con otras universidades del país. La Compañía de Jesús dejaba otra vez su huella en la educación en México.

La solidez que fue alcanzando la Ibero —y lo mismo se puede decir del ITESO, aunque con unos años menos— caminaba paralelamente con el cambio de rostro que experimentó la Compañía de Jesús en esa década de los sesenta. Se caracterizó por la innovación de su apostolado: el interés de incluir sectores y clases sociales que no estaban siendo tomadas en cuenta. En ese mismo sentido, logró crear canales de trabajo con instituciones oficiales; pensemos en el Centro de Estudios Educativos (CEE), que fue tan importante en la construcción de la política educativa de este país, de la cual, a mi juicio, no quedan ni los vestigios.

En esa circunstancia, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús tuvo una influencia decisiva de inspiración más que programática del Concilio Vaticano ii, la propuesta del “aggiornamento” de Juan XXIII, de apertura de la Iglesia al mundo moderno y la noción posterior de “iglesia de los pobres” retumbarían mucho tiempo en suelo mexicano.

El mundo no era el mismo después de ese Concilio, ya no era más el enemigo del alma, había que acercarse a él, comprenderlo, penetrar, servir, evangelizarlo. Una nueva concepción de la Iglesia como “pueblo de Dios” y del ministerio como servicio al pueblo hizo eco en los jesuitas de esta provincia, al parecer deseosos de ubicar la misión de la Compañía en el mundo contemporáneo.

Sin duda, este nuevo espíritu impactó en los acontecimientos mexicanos del 68, en los que la Ibero fue una de las primeras universidades, la única privada, en pronunciarse y participar. En opinión, de nuevo, de Luis Vergara, “ese año detonó numerosísimos cambios para la Ibero, hubo una serie de factores que transformarían a la universidad como institución autogestora, un nuevo sello que la separa de otras universidades, de tutelaje propio”. Y estos factores fueron: los procesos de concientización inducidos por las acciones contestatarias de universitarios en todo el mundo; la experiencia del Consejo Nacional de Huelga del movimiento estudiantil del 68; las actitudes de cambio en la política económica (puestas de manifiesto por el presidente Echeverría), las transformaciones que se operaban en el seno de la Compañía de Jesús y, por último, el proyecto universitario del padre Meneses. Signo de que se entraba en nueva etapa fue la transformación del consejo universitario, un cuerpo colegiado que gestionaba todo lo relativo a lo académico, y la creación del Sindicato de Trabajadores. La Iberoamericana es la única universidad privada en la Ciudad de México que cuenta con un sindicato.

Toda esta serie de cambios y este proceso culminaron cuando en 1979 el plantel de la Ibero resultó afectado por el sismo. Pasado algún tiempo se construyó el plantel de Santa Fe. El cambio llevó a nuevas facetas, nuevas exploraciones, al grado de cambiar hasta el perfil del alumno de la Ibero. De una universidad incluyente, de clase media baja, se convirtió en una universidad con sello de élite, donde primaba la actividad empresarial. Hubo un inmediato descenso en su calidad académica, es decir, mientras que se elitizaba socialmente, bajaba el nivel académico, que luego se ha ido recuperando. La universidad de inspiración cristiana enfrenta hoy nuevos desafíos.

 

La inspiración cristiana hoy

Sabemos que a la actualidad se le ha denominado como posmodernidad, con todos los “peros” que tenga el concepto, pero no voy a entrar en ello. Una de las características de esta época, según se ha calificado, es la de la pérdida de los metarrelatos. Y hay que decir que uno de estos principales metarrelatos es el cristianismo; la creencia no sólo ha perdido su razón de ser tradicional, sino que la humanidad ha dejado, inclusive, de creer en el creer.

Por eso me gustaría abordar qué implicaciones tiene que trabajemos y estudiemos en una universidad en la posmodernidad, o si lo enunciamos de otra manera más conveniente a lo que hemos venido hablando, ¿qué implica una universidad cristiana en una sociedad poscristiana?

Según encuestas que hemos realizado, una amplia mayoría de estudiantes de la Ibero desconoce, o es totalmente indiferente, a su carácter de inspiración cristiana. Recuerdo el caso de una alumna de doctorado que me decía: “Me topé a un jesuita en la Ibero, no sé qué hacía aquí, pero es un fregón”.

Esta condición de la universidad puede provocar un efecto adverso al que se desearía, cuando el descrédito de la Iglesia identificada como jerarquía eclesiástica tiende a vincularse con la inspiración cristiana que la universidad defiende.

Una universidad de inspiración cristiana en una época poscristiana exige a sus miembros la implementación del diálogo fe–fe, esto es, el diálogo entre confesiones, pero no sólo eso, exige también el diálogo fe–cultura, pues es la cultura secular posmoderna la circunstancia histórica actual que acoge a la Universidad Iberoamericana. Ya no es posible, y qué bueno que no lo es, que el cristianismo se atribuya superioridad y diga ser la única verdad; el cristianismo ha de adecuarse a la exigencia de la integración de las diferencias.

Y es en esta tónica que la universidad no puede girar sobre su propio eje, sino que debe tener una apertura, como nos dice nuestro ideario, a las otredades; realizar un diálogo de respeto en el que no asuma un papel protagónico por considerarse la autoridad institucionalizada o la parte que representa a la mayoría; en suma, ya no puede pensarse esta interrelación en términos de mayorías o minorías, todas las partes deben tomarse en igualdad de condiciones.

El diálogo fe–fe de la Ibero ha venido ejerciéndose con constancia y relativamente bien, lo que se ejemplifica con claridad en la relación que tiene con la comunidad judía, que es representativa —y no lo digo numéricamente— en nuestra universidad.

Un aspecto de la cultura actual es la omnipresencia del mercado y de sus dinámicas en todos los sectores de la vida, a lo que hizo referencia el doctor Jaramillo. ¿Cómo puede verse la universidad de inspiración cristiana y propugnar un diálogo con esta cultura de mercado?

Hace algunos años el entonces rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, alertaba a miles de estudiantes en un foro (organizado nada menos que por Televisa): “Qué bueno que se vinculen más los programas educativos al sector productivo y a los grandes empleadores que son los empresarios, pero, cuidado, porque un error común en el que se cae cuando se avala esta tesis sin reflexión, es que empecemos a sujetar a los estudiantes al mercado y se pierda así la autonomía e independencia como parte esencial de su proceso educativo”.

Esta referencia ilustra, a mi juicio, la ambigüedad, por no decir la distorsión, que el mercado introduce tanto en el discurso como en las prácticas universitarias. Ambigüedad de la cual pareciera que en esta universidad no somos plenamente conscientes, aunque me queda claro que el discurso de rectoría sí lo es.

Me refiero a un documento constitucional: el marco conceptual para la revisión del sistema educativo, que me parece un ejemplo palpable, ahora caído en desuso, de la disociación que a veces se experimenta en la universidad entre la fidelidad a un discurso que la vincula con su misión tradicional y los requerimientos y las exigencias del mercado. El texto introduce las competencias genéricas en el lenguaje universitario: comunicación, liderazgo intelectual, organización de personas y tareas, innovación, cambio, perspectiva global humanista, manejo de sí; el texto nos presenta verdaderas dificultades cuando tratamos de explicárselo a los alumnos.

Por el contrario, y como tónica bastante generalizada, los académicos de la universidad no contemplan la orientación de las competencias genéricas en la formulación de los programas de sus cursos y, menos, en la impartición cotidiana de sus clases. Podemos leer en el mismo documento que la filosofía educativa, el ideario y otros documentos básicos de la universidad, expresan las opciones fundamentales de su modelo educativo y, un párrafo más adelante, que la calidad educativa en el sistema es entendida como formar hombres y mujeres capaces para los demás, procurando su formación teórica y técnica de profesionistas. Escuchar en un documento universitario esta conjunción, sorprende.

En una misma oración me parece que se enuncian, sin integrarse, divorciadas, la conciencia universitaria y las exigencias del mercado. No está de más recordar que el plan estratégico de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, para esos años, advierte la necesidad de tomar distancia del modelo meramente profesionalizante porque no transforma la realidad, ya que en el corazón mismo de la educación está la formación de personas y no de profesionistas. Sí, de personas que ejerzan como profesionistas.

Así, el mercado introduce de manera irremediable una contradicción lógica en el discurso universitario, lo marca haciéndolo parecer como un discurso incondicionado e incondicional. El humanismo, la justicia, la formación integral se presentan como pre-condiciones al mismo tiempo que la lógica mercantil dicta las comunicaciones, impone sus parámetros y el tipo de profesionales que el mercado está dispuesto a recibir.

No me parece que al interior de la comunidad universitaria hayamos pensado y comunicado suficientemente las condiciones reales de posibilidad del discurso de la universidad, de la forma de hacerlo efectivo, actual y pertinente frente a la lógica y práctica del mercado.

 

El compromiso social de la universidad

La Ibero ha manifestado la primacía que otorga a la justicia social en nuestra realidad, afirma que debe considerarse el indicador más claro de la calidad de la formación humana que la Ibero transmite. Y en seguida afirma que para la realización de la justicia social no bastan las acciones aisladas de los particulares, sino que es necesario estructurar las relaciones sociales entre los grupos que están en diversas condiciones, de modo que tengan la posibilidad real de desarrollarse como humanos dignos y de acceder a los bienes que para esto son necesarios.

Quisiera retomar algunas ideas que Ellacuría planteaba desde 1975 en una disertación sobre el sentido de la universidad. Asevera que “el sentido último de una universidad y lo que es en su realidad total deben mensurarse desde el criterio de su incidencia en la realidad histórica en la que se da, y a la que sirve”. Según entiendo esta idea, la universidad debe impactar a la realidad, pero, así como debe impactar, debe conocer bien la realidad. En otras palabras, la universidad que incide en la realidad debe estar bien situada, conocer de veras esa situación, debe entender qué posibilitó esa realidad a fin de proyectar una acción.

Ellacuría añade que “el ámbito propio de la actividad universitaria es la cultura y para el jesuita, añade, la universidad no puede cambiar este ámbito”. La razón de mantenerlo es precisamente la de subrayar la mismidad de la universidad y la de impedir que ésta desvirtúe su tarea política.

Pablo Latapí, gran conocedor de la educación y que había estado en la Compañía de Jesús, afirma que “la única manera justa y cabal de criticar una universidad privada o pública, católica o no, es preguntarse si es universidad, entendiendo por esto una relación creativa con la verdad”; si procesa críticamente la realidad, crea ciencia y conciencia, en su doble sentido ético e intelectual, si empeña sus energías para la justicia y responde a las exigencias del proceso histórico en el que se inserta.

La Universidad Iberoamericana parte de la misión de la Compañía de Jesús, que se formula como la fe y la promoción de la justicia, dando, actuando y optando a partir del horizonte de los que menos tienen y han sido excluidos. Lo que no significa, hay que aclarar, que se enfoque de manera directa en la educación de las clases marginadas (estoy hablando desde un contexto de universidad jesuita) sino que, a partir de la propia institución, del propio ser universitario, la erradicación de la exclusión, de todas las formas posibles de exclusión, se convierta en un criterio orientador y central de las actividades de la universidad.

Llegando el siglo XXI, la Ibero mantiene sus programas, sus apuestas y ha dirigido su camino hacia las reflexiones más profundas de injusticia. De esto hay numerosos ejemplos que no puedo exponer aquí, pero cabría someramente hacer mención del énfasis que hace la universidad en los programas de defensa de los migrantes, de los refugiados, el posicionamiento ante su condición indocumentada y los proyectos para posibilitar un trato más digno; asimismo, las acciones que pretenden contrarrestar la gravísima situación de feminicidios que vive el país. A partir de ahí retoman importancia la reflexión de género, el feminismo, la diversidad sexual.

Termino con las preguntas que, después de todo este recorrido histórico, me quedan rondando, que son retos, porque creo que todavía no se les ha dado una respuesta y que creo que tendríamos que ir ampliando. La primera tiene que ver con la identidad ignaciana. ¿Qué es esto de ignacianidad en una universidad, en esta etapa de la historia en que vivimos? Si acaso se llega a vivir una religión, es por supuesto una religión desinstitucionalizada. Y aquí me hago la pregunta, que me sorprende mucho, sobre el aumento de la ritualidad en la Ibero de México, no sé cómo pase en el ITESO. Los que llevamos más años en la Ibero nunca habíamos celebrado la fiesta de san Ignacio (aunque regresáramos de vacaciones en julio) cantando “Fundador sois Ignacio y general”, con comida gratis para toda la universidad. ¿Qué hay de la ritualidad? Necesariamente tengo que pensar en Mircea Eliade, ¿qué hay del rito cuando el mito es algo que ha quedado fuera de la jugada en esta era pos–secular?

La segunda pregunta que me hago tiene que ver con la tensión entre calidad académica e incidencia social, y pongo un ejemplo que estoy segura de que a ustedes les llega también: hace un mes llegamos en la Ibero de México a los 102 miembros del Sistema Nacional de Investigadores. Les pongo el caso del departamento que dirijo, el Departamento de Historia, que cuenta con una maestría que está en el programa de excelencia de Conacyt y que tiene más becados que cualquiera de los otros programas de posgrado de la universidad, aunque nuestra licenciatura es chiquitita. Veo clarísima esta tensión entre el Sistema Nacional de Investigadores con todas las aberraciones que tiene y con todo lo perverso que puede ser el sistema, pero que en la práctica ha sido un mecanismo para llevar a la Ibero a estudiantes de escasos recursos con potencial académico, que de otra manera no podrían estar ahí. Por su parte, las autoridades universitarias dicen que Conacyt no es importante. A mí lo que me queda es esta pregunta: ¿hacia dónde vamos con un sistema, por perverso que sea, pero que ha permitido que en la Ibero haya una mayor inclusión social? O la otra salida, si dejamos el esquema del Conacyt, ¿cómo vamos a poder consolidar una universidad que ha hecho su apuesta por el posgrado para la incidencia social?, ¿de dónde saldrán los recursos para tener posgrados de calidad? No es crítica, es pregunta, yo estoy comprometida con el proyecto de la universidad, pero es algo que creo que todavía no hemos logrado resolver.

El tercer tema que me queda rondando en la cabeza tiene que ver con la agenda, con la apuesta, con la misión de la Compañía de Jesús en la universidad. Yo creo, y permítanme el símil que voy a hacer, que al papa Francisco (al fin y al cabo, jesuita) y a la Universidad Iberoamericana les ha pasado lo mismo que a las redes sociales: acercan a los alejados y alejan a los cercanos. Yo creo que los principales detractores, opositores, de esta misión de la Compañía de Jesús en la universidad no están fuera, están dentro de la universidad, por la lógica de mercado, por esta concepción a la que ya se refería el padre Jaramillo de tener la intelectualidad como meta sin incidencia social. ¿Cómo resolver ese problema? Estoy segura, sin conocer la realidad, de que el ITESO también lo tiene; y esto con todas las implicaciones epistemológicas que conlleva.

Lo anterior me lleva a un cuarto reto que me parece importante y que tiene que ver con la espiritualidad: ¿qué es lo que debiera ser la espiritualidad en este contexto? En la Ibero tenemos “Ejercicios ignacianos para no creyentes: ateos y agnósticos” y uno se queda pensando: ¿qué pasa con mi ignacianidad?

En este sentido, creo que hay algo que habría que activar aquí, que es la espiritualidad como la reserva ética de las distintas religiones. Hace tres años me tocó coordinar, dirigir, la encuesta más grande que se ha hecho en América Latina sobre práctica religiosa en México. La encuesta perseguía saber no qué creen los católicos, los evangélicos, los de las distintas confesiones, sobre todo cristianos, sino cómo viven su fe. Y el enorme problema que veo aquí, y que creo que es un reto también para la universidad, es que lo autoritario, lo poco incluyente, está presente en todas estas confesiones religiosas. Pienso que un desafío importante que tiene la universidad es activar la reserva ética de las religiones y no su confesionalidad.

Después de esta mirada panorámica y de este encadenamiento de problemáticas por resolver, cabe decir que la universidad de inspiración cristiana debería mantener su dinámica de universidad bajo el sello y la apuesta de la misión de la Compañía de Jesús: no se desvirtuará la universidad si conserva la espiritualidad en términos de cohesionador social y si defiende la reserva ética propia de toda religión.

 

Héctor Garza Saldívar, sj[11]

Después de lo que han compartido nuestros invitados, quisiera hacer una especie de epílogo, en el que deseo recoger el tema del día según lo que hemos escuchado.

En el tiempo de san Ignacio, la universidad por supuesto que no era el espacio de adiestramiento profesional, tampoco era el espacio del cultivo y desarrollo de la ciencia moderna que aún estaba por iniciarse, o estaba iniciándose. Tampoco era el espacio para el cultivo y desarrollo de las técnicas o de la aplicación de las ciencias para el bien de la humanidad, para el mal también.

Pienso que lo que Ignacio vio en la universidad era, ante todo, el espacio al que, con insistencia, se refirió el padre Roberto: el espacio de lo que Cicerón llamaba la humanitas. Humanitas es un concepto interesante que Cicerón elabora en su Oratio pro Archia, a propósito de un tema muy candente de su tiempo, que era si se concedía la ciudadanía romana a los migrantes, tema que actualmente también acapara la atención internacional.

La Lex papia de peregrinis estaba proponiendo la expulsión de todos los migrantes de la urbe y Cicerón interviene en defensa del poeta Archias, por eso se llama la Oratio pro Archia, que era un extranjero en Roma. Y a propósito de esto, expone Cicerón su concepto de humanitas. En un artículo publicado ya en la revista de filosofía Daimon, Ángel Martínez Sánchez resume con estas palabras la argumentación de Cicerón: “El poeta es un ciudadano de Roma, pues cumple con los requisitos exigidos por la ley; ahora bien, aun si no cumpliera dichos requisitos exigidos por la ley, el derecho de ciudadanía debería de serle concedido”.

Lo primero lo mostraba Cicerón fácilmente, lo segundo le lleva todo el resto de la Oratio para argumentarlo, esto es: mostrar que cualquier persona que por su formación humana o sus méritos intelectuales haya adquirido un modo de pensar específico y viva según la “forma mentis” propia de la humanitas, decía Cicerón, ha conquistado, con creces, el derecho de la ciudadanía romana.

Y su idea es que la inmersión del ciudadano en el estudio de lo que después serán las artes liberales, que no son solamente el conocimiento por el conocimiento, sino el conocimiento para la vida y por la vida, decía Cicerón, revierte sus frutos en el interés público, e insistía en que es la comunidad entera la que se beneficia del cultivo de esta formación.
Dice Cicerón:

Yo reconozco que han existido muchos hombres de espíritu sobresaliente y sin formación y que, por una disposición casi divina de la mera naturaleza, se destacan como personas juiciosas y serias y de excelencia humana, incluso, agrego, que para alcanzar esta excelencia más vale muchas veces la naturaleza sin instrucción, que la instrucción sin naturaleza. Pero al mismo tiempo sostengo que cuando a la naturaleza excelente y brillante de un ser humano, se le añade una honda formación cultivada con esmero, suele producirse un “no sé qué” pre–claro y único.

Es claro que este ideal ciceroniano de humanitas está relacionado con la paideía de Grecia, aunque Cicerón lo completa y lo ahonda, lo enriquece.

Traigo esto a colación porque este concepto de humanitas tendrá gran influencia en el viraje posmedieval hacia la relevancia de lo que se empezó a llamar en las universidades del Renacimiento, los studia humanitatis. San Ignacio, en la parte cuarta de las Constituciones, a propósito de los colegios y las universidades de la Compañía, señalaba la importancia de esto, de estos “estudios de letra de humanidad”, tanto para la formación de los escolares jesuitas como de los laicos que empezaban a asistir a los colegios, y esto lo consideraba san Ignacio un concepto focal de la misión educativa de la Compañía.

La humanitas ciceroniana tiene que ver con el desarrollo, con el perfeccionamiento, con el ahondamiento de la humanidad en el ser humano. Esto es lo que san Ignacio traduce al inicio de esa cuarta parte como la finalidad de las letras o studio, que es la misma finalidad de los ejercicios espirituales: conseguir el último fin para el que fuimos creados.

Es la creación de un verdadero subiecto, que es la palabra que utiliza san Ignacio, al servicio de los demás para la mayor gloria de Dios y para ayudar a más conocer y servir a Dios nuestro creador. Algo muy parecido expresa un documento que se elaboró en la Compañía, todavía en tiempos de Pedro Arrupe como General de la Compañía, que se llama Las características de la educación de la Compañía de Jesús, y cito un breve pasaje:

[…] la educación jesuítica es la preparación para la vida, y la preparación para la vida es en sí misma preparación para la vida presente y para la vida futura; en este sentido, la formación de la persona no es un fin abstracto. La educación jesuítica está preocupada por la manera en que los estudiantes no solamente se van a formar, sino cómo van a aprovechar esta formación dentro de la comunidad humana en el servicio a los demás para alabar, hacer reverencia y servir a Dios.

Por eso, el éxito de la educación de la compañía no se mide tanto en términos de logros académicos de los estudiantes o de la competencia profesional de los profesores, sino más bien en términos de la calidad de la vida. Dios se revela especialmente en el misterio de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios, por ello, la educación jesuítica explora el significado de la vida humana y se preocupa por la formación total de cada estudiante como ser amado personalmente por Dios. El objetivo de la educación jesuítica consiste en ayudar al desarrollo más completo posible de todos los talentos que Dios ha dado a cada persona individual como miembro solidario de la comunidad humana.

Yo creo que a san Ignacio le fue pareciendo muy connatural la educación como algo que le competía a la Compañía y, aunque no lo había previsto antes, se le fue revelando como algo que se desprendía de su misión; por esto, la educación de la Compañía irá integrando y expresando gradualmente el método y el objeto espiritual de los ejercicios de san Ignacio que se incorporará a todos los colegios y universidades de la Compañía.

Esta concreción se tradujo en lo que se conoció como la Ratio Studiorum o plan de estudios, que fue aprobada en 1599 y que guió la educación de la Compañía en todos sus colegios y universidades hasta la supresión en 1773.

Ahora bien, yo pienso que la universidad renacentista, que es un poco la que le toca vivir a Ignacio (él y los primeros compañeros estudiaron en la universidad de París), era bastante asimilable, justamente a esta pretensión ignaciana. El mismo Ignacio veía que los estudios humanísticos y teológicos en los que se centraba la universidad renacentista eran totalmente adecuados para la misión de la Compañía; en cambio, “El estudio de medicina y leyes, lo veía San Ignacio como más remoto de nuestro Instituto”. Curiosamente. Claro, estamos en el siglo XVI.

Ahora, hemos escuchado el primer día de esta semana de humanidades la evolución de la institución universitaria renacentista, la universidad napoleónica y, luego, la universidad moderna, cuyo paradigma fue la universidad de Berlín, hasta la universidad actual. Y la universidad actual se aglutina alrededor del cultivo del desarrollo de las ciencias y de la tecnología y en el nuevo paradigma que surge en la modernidad de la profesionalización de los quehaceres humanos. Hemos visto los problemas que esto ha generado, que también se abordaron el lunes y algunos de los cuales nos acaba de señalar la doctora Aspe.

Evidentemente que la universidad de la Compañía también ha tenido que irse adaptando y adecuando, pero también esto ha creado, para la misión educativa de la Compañía, grandes retos para seguir siendo fieles a aquella misión original de sus centros educativos, de formar personas conscientes de sí mismas, capaces de penetrar y apropiarse la hondura del propio ser, que pudiera alumbrar luces y oscuridades que nos acompañan en el proceso de devenir seres humanos libres, críticos, creativos, solidarios. Personas humanizadas que después puedan profesionalizarse en algún quehacer, pero que en este proceso de profesionalización puedan ya llevar consigo esta enorme riqueza de su propia formación y desarrollo humano. Este proceso, evidentemente, exige formación intelectual, seria, profunda, rigurosa.

Y entonces surgen estos problemas que no se planteaban antes pero que se nos plantean ahora en la universidad de la Compañía, que es esto que ya señalaba la doctora Aspe, estas inquietudes de lo que pretenden las universidades hoy, estos seis campos que señalaba el padre Garanzini, cómo ahora la Compañía se tiene que adecuar a esta nueva situación de la universidad y cómo responder, seguir respondiendo, para ser fieles a esta misión de la Compañía.

La Compañía de Jesús, en algún sentido, recreó la educación; es notable el éxito impresionante que tuvo la misión educativa: la multiplicación fenomenal de los colegios y universidades desde el nacimiento de la Compañía hasta su supresión, pero a partir de la restauración la Compañía tuvo que irse adecuando, no abriendo el campo, sino, adecuando a las nuevas formas que fue adquiriendo la universidad. Y la educación de la Compañía tuvo que ir siguiendo pautas que venían de otros lados y adecuarse lo mejor posible, como lo estamos intentando hacer todavía, a esas instituciones universitarias y a esas pautas que surgen de muchas fuentes.

Es cierto que en todo este proceso de la restauración se han multiplicado los colegios, las universidades de la Compañía en el mundo, más o menos exitosas unos y otras. Pero también es cierto que actualmente las instituciones van siendo enormes y que aquí, por ejemplo, en el ITESO, tenemos alrededor de once mil estudiantes, y hay otras mucho más grandes. ¿Cómo se puede responder a este objetivo fundamental de la educación como la creación de la humanitas en este contexto?

De muchas maneras, la Compañía tiene que ir luchando a contracorriente frente a lo que ahora es la universidad; el corazón de la universidad ya no está en la creación de la humanitas como lo estuvo antes, el corazón de la universidad ahora está en el desarrollo de las ciencias, en la gestión empresarial cada vez más eficaz de la institución. Las instituciones no van a cambiar, dijéramos, a nuestro tenor, se pueden hacer muchas cosas como se están haciendo en las universidades, como apuntaba el padre Garanzini, se plantean retos, se plantean problemas, se plantea todo esto; pero, ¿cuál es la capacidad real, o cómo realmente podemos transformar o ir llevando la institución universitaria hacia algo que ahora ya no es el núcleo de la universidad?

Y entonces surgen preguntas, por ejemplo, ¿podría ser que la Compañía como tal vaya tomando más un papel orientador, inspirador en las universidades, que vayan quedando en manos de laicos que han asumido el espíritu de Ignacio, incluso laicos que se han apropiado su potente espiritualidad? ¿No será el momento de que la Compañía vaya probando nuevas formas de centrar, de recuperar, en la medida de nuestras capacidades, su misión educativa?

Ahora, por ejemplo, surgen muchas alternativas a las universidades como los centros de investigación, centros de finanzas y economía, centros de altos estudios, centros de ciencias sociales, centros de humanitas en los que podamos ir creando la posibilidad de esos hombres y mujeres que realmente sean para los demás, creando las posibilidades de esos hombres y mujeres que puedan responder a los desafíos y a estos problemas que señalaba el padre Garanzini como las grandes temáticas que interpelan ahora, el conjunto, la universalidad de la Compañía en el mundo.

Esto es y seguirá siendo un centro fundamental de la misión educativa de la educación de la Compañía, sea o no educación superior. De alguna forma será el momento de recrear, un poco otra vez, de intentar recrear la educación.

 

Fuentes documentales

Desafíos de América Latina y Propuesta Educativa, AUSJAL/Universidad Rafael Landívar, Bogotá, 1995.

“Documento Especial. La Promoción de la Justicia en las Universidades de la Compañía” en Promotio Iustitiae, Secretariado para la Justicia Social y la Ecología de la Curia General de la Compañía de Jesús, s/l, Nº 116, año 2014/3, p.29. http://www.sjweb.info/documents/sjs/pj/docs_pdf/PJ_116_ESP.pdf

Kolvenbach, Peter–Hans, “Discurso con motivo de la celebración del Primer Centenario de la Universidad Pontificia Comillas, Madrid 01 octubre 1991” en Selección de escritos del P. Peter–Hans Kolvenbach, 1991–2007, Curia Provincial de España de la Compañía de Jesús, Madrid, 2008, pp. 260–271.

——   “El servicio de la fe y la promoción de la justicia en la educación universitaria de la Compañía de Jesús en los Estados Unidos, Universidad de Santa Clara, 6 octubre 2000” en Selección de escritos del P. Peter–Hans Kolvenbach, 1991–2007, Curia Provincial de España de la Compañía de Jesús, Madrid, 2008, pp. 294–310.

——   “La Universidad de la Compañía de Jesús a la Luz del Carisma Ignaciano”, Reunión Internacional de la Educación Superior de la Compañía, Roma, mayo de 2001.

——   XXXIV Congregación General de la Compañía de Jesús, decreto 3, No. 10.

 

[*] Ponencias presentadas en el VI Encuentro El Humanismo y las Humanidades en la Tradición Educativa de la Compañía de Jesús. Tercera mesa: La universidad en la misión de la Compañía de Jesús, realizada en el ITESO, Tlaquepaque, Jalisco, 25 de octubre de 2017.

 

[1].     Secretario para la Educación Universitaria de la Compañía de Jesús en el plano internacional; de 2001 a 2015 fue presidente de la Loyola University.

[2].    Nota del editor. Se refiere a la XXXV Congregación General de la Compañía de Jesús realizada del 7 de enero al 6 de marzo de 2008 y a la XXXVI Congregación General realizada del 2 de octubre al 12 de noviembre de 2016.

[3].    Presidente de la Conferencia de Provinciales en América Latina y el Caribe (CPAL); anteriormente fue delegado del Sector Social de la CPAL y es fundador de distintas instituciones como el Centro de Derechos Humanos en Manaos, Brasil.

[4].    Centro Regional para al Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, bajo los auspicios de la UNESCO.

[5].    XXXIV Congregación General de la Compañía de Jesús, decreto 3, No. 10. Nota del editor. El ponente envió el texto de su participación. Es la razón por la cual incluye referencias documentales.

[6].    Desafíos de América Latina y Propuesta Educativa, AUSJAL/Universidad Rafael Landívar, Bogotá, 1995, punto 93.

[7].    Peter–Hans Kolvenbach, “Discurso con motivo de la celebración del Primer Centenario de la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid 01 octubre 1991” en Selección de escritos del P. Peter–Hans Kolvenbach, 1991–2007, Curia Provincial de España de la Compañía de Jesús, Madrid, 2008, pp. 260–271.

[8].    “Documento Especial. La Promoción de la Justicia en las Universidades de la Compañía” en Promotio Iustitiae, Secretariado para la Justicia Social y la Ecología de la Curia General de la Compañía de Jesús, s/l, Nº 116, año 2014 / 3, p. 29.

[9].    Peter–Hans Kolvenbach, “El servicio de la fe y la promoción de la justicia en la educación universitaria de la Compañía de Jesús en los Estados Unidos, Universidad de Santa Clara, 6 octubre de 2000” en Selección de escritos del P. Peter–Hans Kolvenbach, 1991–2007, Curia Provincial de España de la Compañía de Jesús, Madrid, 2008, pp. 294–310.

[10].    Directora y profesora del Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Sus líneas de investigación se enfocan en la historia de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús a lo largo del siglo XX, en especial sus transformaciones ocurridas a partir del Concilio Vaticano II.

[11].    Profesor investigador del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO. Sus líneas de investigación son la historia de la filosofía y la formación.

Sintomatología de la angustia (Hegel, Kierkegaard, Heidegger

Irving Josaphat Montes Espinoza [*]

Recepción: 24 de febrero de 2018
Aprobación: 2 de abril de 2018

 

Abstract. Montes Espinoza, Irving Josaphat. Symptomology of Anxiety (Hegel, Kierkegaard, Heidegger). If the term “nihilism” appeals to a kind of intellectual shipwreck where Western man suddenly finds himself, the term “anxiety” evokes the existential facet of that shipwreck. Whatever the word “anxiety” meant before the Romantic period makes little difference now. What is being examined here is a particular way of living and thinking anxiety, an approach that gives the concept a new meaning and role as a concept that intervenes—it might be more precise to say that it barges right in—to the practice of philosophical thinking.
Key words: anxiety, Hegel, Kierkegaard, Heidegger.

Resumen. Montes Espinoza, Irving Josaphat. Sintomatología de la angustia (Hegel, Kierkegaard, Heidegger). Si decir “nihilismo” es apelar a una especie de naufragio intelectual en el que de repente el hombre occidental se descubre, decir “angustia” es apelar a esa faceta existencial del naufragio. Sea lo que sea que haya significado la palabra “angustia” antes del periodo romántico, es algo que aquí poco importa. Lo que aquí está puesto en cuestión tiene que ver con una manera específica de vivir la angustia y de pensarla, una manera en donde este concepto se resignifica y es tratado como un concepto que interviene —o quizá irrumpe de manera violenta— en el proceder del pensamiento filosófico.
Palabras clave: angustia, Hegel, Kierkegaard, Heidegger.

 

Como el que intenta desandar la vida
y llega al callejón ciego
que lo obliga a aceptar lo presente.

Hugo Gutiérrez Vega[1]

 

El señor se dio por satisfecho,
se despidió con un paternal Hasta luego,
y se fue a su vida.
Entonces, por primera vez Adán
le dijo a Eva, Vámonos a la cama.

José Saramago[2]

 

El pensamiento parte de la angustia y retorna a ella. Es el hombre angustiado, ávido de sentido, aquel que se pregunta, aquel que emprende el andar urgente en espera de un encuentro nunca prometido. Para Hegel, la angustia se hace presente a manera de desesperación; para Kierkegaard, ésta llega al hombre junto con la conciencia de su condición humana; en cambio, para Heidegger la angustia se da en el caer en cuenta del sentir no–estar–en–casa. En todos ellos el sentimiento de angustia representa el preludio de una libertad por asumir, de una apropiación de la existencia.

En Hegel el sentimiento de la angustia se anticipa al escepticismo. Sólo quien pretende el saber real y lo piensa como necesario está condenado a ser defraudado. La conciencia natural defiende la certeza de su saber; lo que no es todavía capaz de prever es que el camino hacia el saber absoluto será un camino negativo, un camino de continuas pérdidas, de encuentros y desencuentros. Apenas se aferra a un saber, éste se ha ido; todo saber está sentenciado al fracaso, toda determinación, tarde que temprano, encontrará su propia negación. La conciencia natural, ante el continuo arrebato de cada saber logrado, de cada hallazgo realizado, comienza a sospechar; la sospecha ya pronostica la pérdida de lo recién adquirido. Y es en esta sospecha donde comienza a brotar la desesperación; las pérdidas anteriores profetizan la inevitabilidad de la pérdida siguiente. La conciencia natural desespera ante un saber que, aun teniéndolo, se ve perdido, como todos los demás. En el cumplimiento de la profecía la duda toma fuerza, toma un carácter escéptico, se puede estar casi seguro de que la contingencia subyace a toda determinación, se puede apostar a que todo haber que comparece en el mundo es un auténtico condenado a muerte. Para Hegel, es aquí donde la conciencia natural reconoce la nada que tiene frente a sí, pero no una nada en tanto que nada, sino una nada de eso que se niega y que es la condición de aquello que está por realizarse; se trata de una nada determinada. He ahí el fondo del mundo: un ineludible transitar de cosas que devienen en nada, la nada que funciona como mediación entre lo que acaba y lo que comienza, entre lo realizado y lo que está por realizarse. El hombre desesperado es aquel que, a través de la experiencia y la inferencia, anticipa no sólo el fin de cada cosa, sino, también, su propio fin, su inevitable acabamiento. Es el hombre escéptico que reniega de su propio escepticismo y al que le embarga la angustia como ese sentimiento que se da cuando se asiste al fin del mundo y se pretende retornar a su principio, como ese empecinado aferrarse a una determinada forma de estar a sabiendas de su inminente destino. La angustia asalta al hombre de manera violenta, un constante y agresivo arrebato que lo posee. En tal estado, la conciencia natural se siente amenazada, la realidad se le termina imponiendo a manera de despojo. Sin embargo, permanecer en la angustia no es más que permanecer en el miedo a la verdad; quien posee el sentimiento de la angustia ha reconocido ya la verdad pero le cuesta asumirla. La verdad consiste, precisamente, en ese devenir; una vez que se ha hecho abstracción de la negatividad, sólo queda el reconocimiento de la nada que determina al haber, al haber de mundo. La angustia de la conciencia natural es el paso previo a la quietud de la conciencia filosófica, aquella que ha asumido el devenir dialéctico, el acontecer absoluto.

Esta metamorfosis de la conciencia natural en conciencia filosófica corresponde, en Kierkegaard, al acto de asumir la propia condición humana. Para Kierkegaard, el principio de la angustia es también el principio de la historia. La angustia inaugura la especie humana, Adán es el padre, nosotros sus hijos. El pecado original de Adán es, en el fondo, eso: origen; origen que origina la humanidad. Pero la culpa del pecado que Adán comete no sucede al acto de pecar, lo antecede. Adán se sabe primero culpable porque la culpabilidad no es consecuencia de ningún acto, lo que Kierkegaard pretende es mostrar que el pecado tiene que ver más con un proceso de la conciencia que con un mero acto espontáneo. La culpabilidad que Adán siente nada tiene que ver con un sentimiento lascivo, de desbordamiento sexual, antes bien, al sentimiento de culpabilidad subyace un conocimiento o, mejor dicho, un re–conocimiento de una distancia insalvable entre padre e hijo, entre creador y creatura. Lo que Adán reconoce ante la prohibición de Dios de no comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal es la prohibición misma; Adán se ha dado cuenta de que lo que demanda la prohibición es un deber y que lo que constituye a un deber es su posibilidad de desobedecerlo. Es aquí, en la posibilidad, donde a Adán le invade la angustia; de repente se ha concebido como hombre libre, es decir, como hombre, así, a secas. La propia desnudez en la que Adán repara es el descubrimiento del yo, en tanto que yo volitivo. La separación creador–creatura ahora tiene completo sentido, porque el creador ya no es idéntico a su creación, su creación ha tomado vida propia, es decir existencia, en el momento en que se ha asumido como un ser independiente. El saber que angustia a Adán no es el saber del bien y del mal, sino el saber–se libre, el ser testigo de aquella fractura padre–hijo que ha tenido lugar en el Edén.

Ahora bien, al igual que en Hegel, la libertad sólo se puede dar teniendo como condición la nada. A la contemplación de la libertad absoluta le es inherente la contemplación de la nada absoluta. Sólo puede haber una total libertad ahí donde hay un total sinsentido. Lo que angustia propiamente a Adán es, claro está, que sabe de su pérdida de la inocencia, que se ha roto el vínculo con su creador, que en el descubrimiento de la culpa está simultáneamente el descubrimiento de la libertad, pero también que se piensa obligado a actuar ahora que es él quien tiene que hacerse cargo de su propia existencia. Aquí se da la caída, es el comienzo de la historia de la humanidad porque Adán se ha hecho humano. Es la expulsión, el obligado exilio, lo que le exige a Adán elegir, es decir, existir: asumirse en una u otra posibilidad sin conocer bien la posibilidad en la que ha decidido asumirse. Así, la existencia humana se inaugura como una existencia torpe, a tientas, en persistente ensayo y en persistente error. Lo que sigue es inevitable: sólo reconociendo la propia desnudez es posible atenuar la angustia; sólo emprendiendo el éxodo es posible llegar a alguna parte.

En la filosofía de Heidegger se da también una caída, es la caída del Dasein en el Uno. La manera en la que el Dasein está en el mundo es en su condición de eyecto, de arrojado. Pero estar arrojado al mundo implica estar arrojado también a una estructura de significado que amortigua el arrojo. El Dasein está en el Uno, lo que quiere decir que está envuelto en un mundo ya construido, ya edificado, ya dado por el vulgo, por la masa, por lo que Nietzsche llamó, previamente, el último hombre. En este abrigo en el que el Uno envuelve al Dasein, no puede decirse que éste es dueño de sí, al contrario, el Uno le ha despojado de su existencia, el Dasein no se pertenece a sí mismo. Sin embargo, esto no quita que el Dasein siga estando en posesión de su disposición afectiva. Si existe una manera en la que el Dasein pueda llegar a conocerse e ir tras la existencia que le pertenece, ésta se ha de dar en la apertura, se ha de dar transgrediendo el mundo que el Uno le ofrece en la inmediatez.

Así como Adán se angustia en el reconocimiento de la prohibición, así también se puede decir que algo ha angustiado al Dasein cuando éste reconoce su mundo como un mundo que, de repente, se le presenta distante y distinto. Y es por esta disposición afectiva que le es constitutiva por lo que el Dasein ha previsto algo que le es angustiante. Pero esta formulación es, de entrada, equívoca; para Heidegger la angustia no se puede dar ante una determinación, ante un mero algo intramundano, la angustia ante la que el hombre se angustia tiene que ver con aquello que rebasa a cualquier ente. Si lo que experimenta el Dasein fuera temor, se diría entonces que, efectivamente, hay algo que atemoriza al Dasein, pero el sentimiento del Dasein, en este caso, no es de temor, es de angustia; lo que el Dasein, de repente, ha divisado no es algo temible, sino un no–algo angustiante. Ante tal visión el Dasein emprende la estampida, la huida hacia el Uno, ahí donde se siente seguro, cómodo, como–en–casa.

Eso ante lo que el Dasein ha huido no puede ser, pues, algo porque es, precisamente, la nada misma. “El ante–qué de la angustia es el estar–en–el–mundo en cuanto tal”,[3] es decir, saberse en el mundo, pero no en el mundo del Uno, ahí donde todo, o casi todo, tiene sentido; el mundo ante el cual el Dasein se angustia es el mundo en cuanto tal, el mundo en tanto desprovisto de toda significatividad. Es ese mundo en el que la conciencia natural de Hegel desespera, ese mundo en el que Adán tiene que emprender el éxodo, ese mundo donde el Dasein se vuelve a sí mismo y se descubre en la misma desnudez que el primer hombre, es decir, se descubre como pura posibilidad.

A partir de aquí la consecuencia es anunciada: si el mundo como tal carece de todo significado que pretenda determinarlo, la angustia no es sólo angustia ante, es también angustia por; angustia por sí mismo puesto que ha comprendido que si el mundo no significa nada, entonces su sí–mismo no podrá ser comprendido a partir del mundo. El Dasein, en tanto que estar–en–el–mundo, está, en el fondo, suspendido en la nada: en esto consiste su libertad.

Cualquier gesto del Dasein ante la libertad puede entenderse como una reacción ante el sentimiento de la angustia. El Dasein que ha asumido la libertad condicionada por la nada se ha apropiado de su existencia, de la misma forma en que la conciencia natural de Hegel deviene conciencia filosófica o la manera en que Adán se hace hombre. En todos los casos, la libertad como posibilidad es consecuencia de una nada que se deja entrever como resultado de esa duda que va hacia el saber y, en lugar de éste, se encuentra de nuevo consigo misma. Pero la libertad, que es necesaria para la apropiación de la existencia, no se da así sin más, sin ninguna exaltación; a la libertad antecede siempre un sentimiento ineludible de orfandad, de una soledad apenas soportable: para la conciencia natural, este sentimiento consiste en el constante arrebato de lo conseguido, para Adán, en el abandono de Dios, para el Dasein, en el desapego del Uno. Cualquiera que sea el modo en el que esto se represente, se trata de la pérdida del sentido como condición de la autoapropiación; es la escena de Edipo asesinando a su padre, para luego ser condenado al destierro, arrepentido, ciego; con la misma ceguera con la que el hombre libre enfrenta al mundo. Es, también, el suicidio de Príamo y Tisbe; los Adán y Eva adolescentes que no supieron soportar la angustia de la pérdida del otro al que la bestia amenaza. Es la historia de todos los pueblos presurosos de fundar un sentido, de moldear esculturas y erigir templos. Es la odisea del pensamiento filosófico que parte de la angustia para retornar a ella.

 

Fuentes bibliográficas

Colomer, Eusebi, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, Herder, Barcelona, 1990.

Gutiérrez Vega, Hugo, Peregrinaciones. Poesía 1965–2001, Fondo de Cultura Económica, México, 2002.

Hegel, Friedrich, Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 2015.

Heidegger, Martin, Ser y tiempo, Trotta, Madrid, 2014.

Kierkegaard, Søren, El concepto de la angustia, Espasa–Calpe, México, 1989.

Saramago, José, Caín, Punto de lectura, Madrid, 2013.

 

[*] Estudiante de la Licenciatura en Filosofía y Ciencias Sociales, ITESO. irvingjosaphat13@gmail.com

 

[1].     Hugo Gutiérrez Vega, “Poemas para el perro de la carnicería” en Peregrinaciones. Poesía 1965–2001, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, p. 220.

[2].    José Saramago, Caín, Punto de Lectura, Madrid, 2013, p. 12.

[3].    Martin Heidegger, Ser y tiempo, Trotta, Madrid, 2014, p. 204.

Capítulo décimo tercero. Recapitulación

Jorge Manzano Vargas, sj (†)

Recepción: 14 de diciembre de 2015
Aprobación: 8 de enero de 2016

 

Abstract. Manzano Vargas, Jorge. Chapter Thirteen. Recapitulation. In his thesis, Jorge Manzano set out to understand Bergson on Bergson’s own terms. He mined insights by carefully studying the philosopher’s works while also listening respectfully to the harsh critiques of his adversaries. He finally succeeded in demonstrating exactly what Bergson asserted and the reasons underlying his theses by unifying the first look—original, understanding—and the Bergsonian critiques of the idea of nothingness. Manzano contends that both paths, the first positive and the second negative, complement one another and get to the heart of the French thinker’s whole philosophy. With this he attained his initial purpose, which was to set the stage for a fair discussion about the authentic Bergsonism, not the counterfeit version.
Key words: idea of nothingness, first look, Bergson, Bergsonism.

Resumen. Manzano Vargas, Jorge. Capítulo décimo tercero. Recapitulación. En su tesis, Jorge Manzano se propuso entender a Bergson desde Bergson mismo. Fue conquistando la comprensión profunda al entrelazar el estudio cuidadoso de sus obras con la escucha atenta de las severas críticas de sus antagonistas. Llegó a mostrar qué afirmó Bergson y las razones que subyacían en sus tesis unificando la primera mirada —originaria, comprensiva— y la crítica bergsoniana de la idea de la nada. Manzano sostiene que ambas vías, la primera positiva y la segunda negativa, se complementan y penetran toda la filosofía de este pensador francés. Con ello logró plenamente su propósito inicial, dejar abierto el campo a la discusión, pero en una perspectiva justa: una discusión sobre el auténtico bergsonismo, no sobre una falsificación.
Palabras clave: idea de la nada, primera mirada, Bergson, bergsonismo.

 

Duración, movimiento sustancial, libertad y creación

La duración interior hay que verla en su espesor temporal y no descomponerla en instantes puntuales, en estados netos separados por un abismo (instantáneo también, es verdad, pero equivalente a un cero, a una pequeñísima nada parcial); hay que atender al tiempo auténtico de la vida interior, a la fluida continuidad, a la mutua interacción de la multiplicidad cualitativa. El fieri[1] se evoca por un elástico que súbitamente se distiende. distiende; la riqueza interior, por una conciencia que atravesara un espectro de colores y la unidad del movimiento, por un hilo que se enrolla, o por un rollo que se desenrolla, o por una melodía.

El pasado se engloba en el presente, como bola de nieve que comienza va a devorar el futuro. Todos los estados y el yo están en continua transformación, cada uno da su matiz, cada uno contribuye —y no se sabe dónde comienza uno ni cuándo acaba otro—, y así se va produciendo una maduración que culmina en un fruto: el acto libre.

Todas estas metáforas son del mismo tipo: todas dan un sentido comprensivo, todas nos insinúan una realidad llena, móvil, viva; es verdad que cada una tiene sus deficiencias, pues tratan de explicarnos una realidad que es de orden psicológico, de orden espiritual, pero unas con otras, como en equipo, van supliendo sus propias deficiencias. Aquí no hay sitio para la nada–vacío, para la nada ausencia–pura–y–absoluta, para esa nada traviesa que en la filosofía griega fue a perturbar el Olimpo de las Ideas: todos los espacios están colmados, todos los tiempos se viven. Pero sí hay lugar para la finitud, para lo que otras filosofías llaman privación, y nada parcial y ser limitado. Porque nuestra duración interior no es infinita, sino que tiene un cierto grado de tensión, al modo que un color corresponde a un cierto número de vibraciones por unidad de tiempo; y aunque no sabemos dónde acaba un estado ni dónde comienza otro, acaban y comienzan; la bola de nieve crece al avanzar y recoge la nieve que encuentra en su camino, pero no recoge toda la nieve; el movimiento es simple, pero tiene también un término: Aquiles alcanzará a la tortuga con pasos sucesivos, cada paso será indivisible, pero hay varios pasos y eso quiere decir que cada paso —que cada movimiento— es finito.

También hay ausencias; pero no ausencias–vacío, sino ausencias sustitución. El bergsonismo no exige pasaporte a las presencias, se lo pide a las ausencias: el recuerdo tiene consistencia propia, lo que hay que explicar es el olvido. Hay comas en la frase ininterrumpida que es nuestra vida, pero no hay puntos; hay vaivenes y ritmos, pero no inmovilidad absoluta, ni ausencia absoluta de movimientos. Esto no quiere decir que el movimiento se baste a sí mismo, como si fuera un ser absolutamente necesario, simplemente quiere decir que el movimiento en cuanto tal es indivisible, que se vive un tiempo psicológico, no un cero matemático, no un instante que fuera una nada de tiempo. Hay golpes estridentes del tímbalo, pero en el fondo continuo de la sinfonía. Los momentos importantes no producen un vacío en torno, pero sí suponen movimientos menos importantes. Hay finitud por todos lados, pero no hay ninguna nada.

Bergson no revive a Heráclito.[2] Afirma que la realidad es un flujo, pero todo el pasado se conserva en el flujo: el cambio es sustancial. Así se disuelve una antinomia que se creía insoluble en el bergsonismo. De una parte, el movimiento no necesita ningún móvil, y no hay cosas, sino acciones; así parecía desvanecerse todo. De otra parte, sin embargo, todo se conserva. El sentido comprensivo de Bergson tomará la realidad por el asa (movimiento), pero se lleva consigo todo el jarro (sustancia y su operación). Todo sustrato inerte, todo hilo que artificialmente une las perlas para formar el collar, todo receptáculo inmóvil en que se acomoden los actos para “triunfar” de la nada no tiene aquí ningún sitio. La sustancia, purificada así del polvo de los siglos, aparece en su inquieta juventud como un devenir sustancial, expresión muy próxima a la del antiguo efato omnis substantia propter operationem;[3] sólo que ésta cargará el acento en el acto primo, mientras que aquélla acentúa el acto segundo.

El movimiento, la actividad, la vida, avanzan hacia el futuro; el germen, la esperanza, darán su fruto; un día despertará la crisálida;[4] un día el árbol viejo hará saltar la vieja corteza al ímpetu de la savianueva[5] y lo hará en forma sorprendente, imprevisible: con el acto libre hay aparición de novedad, hay creación. La verdadera duración es plenitud, libertad, creación. La creación se concibe como novedad, crecimiento, poder espiritual, ascensión. El sentido comprensivo bergsoniano considera la emoción en toda la riqueza imaginaria: está grávida de idea y de impulso, engendrará ideas, provocará movimientos, nos incitará a la creación y culminará —si hay éxito— en el gozo.

Los procesos de creación literaria y el de maduración ilustran la idea bergsoniana de creación. Lo que se descubre ahí ante todo es la relación viva entre los diversos elementos, su compenetración mutua, la simplicidad de su movimiento. El acto libre, que es creador, no nace de un cero, no viene ex nihilo: en la creación literaria hay un fuego anterior que impulsa; en la maduración hay toda una historia anterior de preparación. No hay cortes arbitrarios entre un estado y otro, ni vacíos ni ausencias de realidad, sino flujo continuo. La emoción se continúa en creación; la vida interior, en acto libre; en acto libre porque no hay que caer en la ingenuidad de transponer al orden psicológico la necesidad que pudiera haber en una metáfora en que intervienen las fuerzas físico–químicas, como es el caso de la maduración. Y el mismo Bergson corregía sus metáforas. De modo que estas imágenes de la creación también son de tipo lleno, continuo, móvil, correspondientes a su modo de ver la realidad; no hay sitio para la nada, pero hay sitio para el ser limitado porque nuestras creaciones, nuestros actos libres, son contingentes y porque a lo más seremos creadores de forma, pero no de todo el ser.

 

Necesidades vitales, inteligencia e intuición

Después del Essai y antes de Matière et mémoire se creyó que la filosofía nueva estaba condenada al solipsismo. Bergson aclararía que este mal pensamiento tenía su origen en que no se había comprendido la dinámica de la duración. Es verdad, pero me tomo la licencia de señalar otro origen: no se había comprendido la primera mirada bergsoniana. Porque se vio en el tema del Essai una cristalización del pensamiento de Bergson, pero no se atendió al impulso de donde venía, ni tampoco se vio el porqué de tal impulso. La mirada bergsoniana no se detendrá a contemplar la continuidad y complejidad de la duración interior en su multiplicidad cualitativa, indistinta; es mucho más vasta y verá también así el conjunto del yo y del universo: yo soy solidario del universo. Y hasta cierto punto yo y universo no serán sino aspectos o vistas parciales de la inteligencia. Supongamos que no tenemos sensaciones táctiles, que somos inmóviles, pero que tenemos todavía las sensaciones visuales, entonces un objeto lejano me parecerá formar parte de mí mismo, yo mismo pareceré ser una parte simplemente del universo. Pero el tacto —que obedece a una necesidad vital— me da conciencia de la distinción. Parece, sin embargo, que percibimos mucho más de lo que percibimos conscientemente; quizá percibimos, de derecho, cuanto acontece en el universo, al menos de alguna manera.

Esto es, la percepción consciente es una selección. Los recuerdos actuales son, también, otra selección de la inmensidad de recuerdos, de todo mi pasado y, así, el olvido se explica no por una ausencia de recuerdos, sino por una presencia: por la presencia del recuerdo útil. Y aparecen así las necesidades vitales, que se comparan a unos haces luminosos que se concentran sobre la continuidad de las cualidades sensibles y dibujan en ella cuerpos distintos; o que se concentran sobre la viva complejidad de nuestro pasado e iluminan recuerdos precisos. Las necesidades vitales son selectoras: nos harán ver distinción, nos harán recortar y solidificar, nos harán fabricar discontinuidades. No sólo la percepción y la memoria son selectoras, también lo es la inteligencia, ordenada a la práctica de la vida, atenta a lo discontinuo, a lo distinto, a lo sólido, a la materia. La inteligencia es la mirada del espíritu sobre una materia que quiere dominar. Pero entonces la inteligencia es algo del espíritu. Y el espíritu desborda la inteligencia.

Se ha pensado que Bergson es un anti–intelectualista y probablemente así quedará para siempre en la historia de la filosofía. Sólo que este término es muy impreciso (un término standard, no hecho “a la medida” de Bergson), y algunos aceptan sin más esa imprecisión y dicen que Bergson es enemigo de la inteligencia y del espíritu. Quieren que la inteligencia le diga a Bergson: quien no recoge conmigo, desparrama. Pero si la inteligencia hablara, diría que Bergson no quiso sino su bien. La paradoja es aparente. Todo queda diáfano si se ven las cosas en la mirada bergsoniana, que es mirada de plenitud; entonces se comprenderá por qué en el bergsonismo el espíritu desborda la inteligencia; se comprenderá que la oposición entre inteligencia e intuición es una oposición entre las facultades de una sola y misma realidad que es el espíritu y que bajo el espíritu quedan comprendidas todas las cualidades y aptitudes del pensamiento. No se desprecian los conceptos (ni los raciocinios), ni siquiera los conceptos meramente útiles, tampoco se les diviniza; simplemente se les da el papel que les corresponde en el terreno de las necesidades vitales. Se condena el abuso de los conceptos meramente útiles, ante todo el querer dejarles la exclusiva de la especulación, cuando están ordenados originariamente a la práctica. Su trabajo de distinción, de solidificación, de estabilización es muy útil no sólo para la vida sino también para la educación y para que el misticismo se pueda comunicar en forma de doctrina. Pero habrá que esforzarse por llegar a conceptos fluidos, vivientes, sobre medida, que provengan fielmente de la experiencia, no que se le impongan a ella brutalmente. Por eso el método de Bergson será empírico, rigurosamente empírico. El empirismo de Bergson es consecuente con su mirada comprensiva; no se contentará con una reducción, o simplificación, o vuelo de conjunto, o punto de vista exterior, sino que quiere seguir las más insignificantes sinuosidades de lo real; quiere sentir y tocar la más débil palpitación de la vida. Y así, el ideal será el contacto total, posible en el caso de la duración interior, límite inalcanzable en el caso de la duración de la materia; límite presentido —y en cierto modo vivido por los místicos— en el caso de Dios.

La intuición se caracterizará por el desinterés, el desprendimiento, la imparcialidad y el esfuerzo como actitud del filósofo; por el empirismo y la interioridad, en cuanto método; por llegar a una precisión muy alta y por tocar un absoluto, como resultado, y por contacto, coincidencia, conciencia, simpatía e impulso, en cuanto a su realidad misma. Estos últimos términos parecen disparados, en concreto contacto e impulso, pero no lo son, pues en el bergsonismo todo está comunicado, todo se ve en su interrelación; los elementos no se desgajan unos de otros, ni se abre un abismo infranqueable o un abismo de nada entre ellos. Por eso la intuición será contacto y será impulso; quizá no se sepa dónde termina el contacto, ni cuándo comienza el impulso, como en el caso de la composición literaria. Será, contacto e impulso una vez que la hayamos analizado, pero en su realidad virgen es contacto e impulso y otras muchas cosas. Y no es que se acepte la oscuridad y la vaguedad, sino que hay otra clase de claridad y de precisión. La precisión de un traje sobre medida; más difícil de obtener, pero más luminosa y más exacta, pues ya en el punto de partida se toma en cuenta la complejidad y riqueza de lo real.

No hace falta hacer notar que todas las descripciones de la intuición son de tipo lleno–móvil: contacto, coincidencia, simpatía, impulso, conciencia; quizá no una por una, pero sí en conjunto; tal es el método bergsoniano de descripción, con diferentes imágenes. Ese conjunto no tolera ninguna nada–vacío, no desprecia lo más mínimo.

Así, atendiendo al sentido comprensivo de Bergson, se puede comprender la complejidad y simplicidad de la intuición y, al mismo tiempo, su relación con la inteligencia. En efecto, inteligencia e intuición no son ajenas una a la otra: originariamente estaban unidas; y aun ahora, en este momento de la evolución, no se encuentran del todo en estado puro: donde está una está la otra, al menos rudimentariamente (recuérdese el sentido fundamental de la “inteligencia”, que es una facultad selectora y fabricadora). Donde hay inteligencia, que es el caso que nos ocupa, el caso del hombre, hay una franja, una nebulosidad vaga de intuición, un farol casi extinguido, una crisálida que duerme. Estas imágenes evocan en cierto modo inacción, muerte, pasividad, pero no definitivas; todas evocan en su conjunto más bien la última, la de somnolencia o sonambulismo; por eso la inteligencia tiene que despertar a la crisálida, y ella podrá reavivar ese farol que parece apagarse y hacer que esa vaga nebulosidad descubra los secretos de la vida.

Porque la inteligencia es la mirada del espíritu hacia el exterior, pero la intuición es la interioridad de la vida. Gracias a la inteligencia la conciencia se libera; gracias a la inteligencia que busca, la intuición encuentra. Intuición e inteligencia son diversas, pero están juntas, íntimamente correlacionadas. Si alguien deja escapar este punto, si pretende distinguirlas absolutamente, y sobre todo cortarles las comunicaciones, habrá salido del bergsonismo; y no verá en la teoría bergsoniana de la inteligencia sino un antihumanismo que reniega de lo más elevado del hombre; y no verá en la intuición sino un sentimiento irracional, o una vaga adivinación, porque las estará pensando en otra acepción. Tal procedimiento de afilar conceptos para dejar entre ellos abismos netos podrá ser útil y loable en ciertos casos, pero del todo inepto y contraproducente para comprender el bergsonismo, en el que todo se relaciona, en el que no hay espacios ni tiempos vacíos, ni abismos de “nada parcial” a modo de huecos entre la realidad o entre los conceptos, pues Bergson quiso llegar a conceptos representativos de lo real. Olvidando esto, se topará uno con “contradicciones internas” al bergsonismo; contradicciones e inconsecuencias que no le son inherentes, sino que se han introducido desde fuera en el momento en que se han inmovilizado y falsificado los fluidos elementos de “la filosofía nueva”.

No hay sitio aquí para la nada–ausencia, para la nada–vacío, para la nada–hueco, ni absoluta ni parcial, pero sí hay sitio para el ser limitado; todo es aquí limitado; todo es aquí nada parcial, pero no hay contradicción alguna, pues esta nada parcial no es aquella nada parcial que evoca una oquedad. La inteligencia busca y actúa, pero es limitada, no lo puede todo; no tiene los secretos de la vida; la intuición los tiene, pero ha de ser sacudida por la inteligencia para salir de su hipnotismo; también es limitada, fugaz, huidiza; supone un esfuerzo doloroso, y si inteligencia e intuición se separaron fue debido a su finitud: la fuerza originaria en la que estaban del todo compenetradas es finita y se agota rápidamente cuando se manifiesta.

 

Vida, materia y evolución

Porque “en el origen” era la vida, la corriente vital. Y así como el dato inmediato de la conciencia es una multiplicidad indistinta, también así, para una mirada comprensiva y de plenitud, el dato originario de la evolución es igualmente multiplicidad indistinta: inteligencia, intuición y otras muchas virtualidades estaban del todo unidas en la corriente vital; la evolución tuvo que realizarse en gavillas divergentes; así como nosotros analizamos, descomponemos, separamos, recortamos, distinguimos, también la naturaleza tuvo que hacerlo, y separó la intuición de la inteligencia. ¿Por qué? Fue debido a los obstáculos. Pero hablar de obstáculos es hablar de resistencia, de movimiento inverso, es hablar de la materia. Y la vida se unirá a la materia para seguir buscando, y abrirá un túnel a través de ella para poder concentrarse. Sí, pero ese obstáculo es, después de todo, exterior a la vida, exterior al élan; ¿no hay algo en el élan mismo que le permitiera triunfar de golpe sobre la materia? ¿No es tan poderoso para lograr victoria fulminante? No. La vida tiene que hacer transacciones; comenzará por humillarse, por hacerse pequeñita.[6] Y es que es una fuerza limitada.

La contingencia de lo finito es indispensable en el bergsonismo; es uno de los protagonistas en la evolución de la vida. Se tiene una intuición del ser limitado, se coincide con él; pero si hay coincidencia, se coincide con él y no con más, y se afirmará el ser limitado, pero como limitado, no como algo más; en ninguna parte otorga el bergsonismo al ser limitado los atributos de un ser trascendente. Entonces se coincide con él, y no con más, pero se coincide con todo él, y no con menos; él es continuo, lleno, móvil, complejo, y así se le afirmará; se afirma la plenitud de este todo que es el ser limitado, pero esta plenitud no es la misma plenitud divina. Los fracasos y las tentativas de la vida expresan su limitación, pero no señalan ninguna interrupción, ruptura o volatilización ontológica de lo real que fuera un cero de realidad, una nada parcial. La mente humana puede sustituir este ser limitado por otro, pero no lo puede aniquilar, y si lo intenta producirá los insolubles problemas de la filosofía.

De modo que hay continuidad no sólo en la duración interna, sino en todo el universo: todo es solidario de todo; aun la vibración más débil de una sub–partícula integra e influye en esta solidaridad universal; todo se compenetra, todo llena el mundo entero y, sin embargo, hay distinción e individualidad: entre dos pequeñas yerbas verdes —que cualquiera diría son iguales— hay la diferencia de un Rembrandt a un Rafael.[7] 

No se pierde todo en un caos mental, sino que todo se ve en su complejidad real. La misma materia se ve integrada, ya no como un cero o nada aristotélica, ni como una materia pecadora maniqueísta, ni como la materia desordenada del kantismo, sino que es simplemente otro orden que tiene también su realidad y su bondad, así se trate de movimiento inverso o de fatiga. No hay desorden, sino dos órdenes, y tanto el orden vital como el orden automático se deben ver en la simplicidad de su movimiento. Al tratar de explicar la evolución, Spencer se fijó únicamente en el estadio final, lo descompuso en partes, dispersó los fragmentos y luego se dedicó a encajar unas partes en otras, como un juego de rompecabezas en el que ya está dado todo. Pero olvidó el fieri, el movimiento, la evolución misma.[8] Su error es paralelo al de los asociacionistas, en el caso de la duración interior. Y ya sabemos cómo se relaciona el olvido del tiempo auténtico y el movimiento con la mirada comprensiva y con la crítica de la idea de la nada. Si olvidamos el movimiento creeremos que una pintura se hizo juntando pequeños mosaicos, y si vemos las limaduras de hierro agrupadas como el molde de un brazo, creeremos que alguien las tuvo que ir acomodando una por una. Pero es más sencillo y más real ver el movimiento simple original, el movimiento creador. Esto quiere decir que no habrá que ver la vida simplemente traducida en las especies de un momento histórico, sino en el impulso mismo que la constituye, en el impulso vital.

Impulso o élan vital es una metáfora, pues la vida es de orden psicológico. Esta metáfora del impulso es importante, pues describe el entusiasmo y la impaciencia de la vida. Hay otras metáforas. La vida se describe igualmente como fluido bienhechor y como océano, metáforas que expresan la solidaridad universal. El fluido es bienhechor, y nos baña y reconforta cuando estamos fatigados por el peso del arado, la resistencia del surco y el agobiante calor; y a pesar de estos trabajos, la existencia es deseable: los vivientes beben con avidez la copa de la vida. El océano es también una imagen de plenitud que indica nuestra inserción en el todo, nuestro origen común, la continuidad de la vida. Y sí, hay gavillas divergentes, pero provienen de un solo y mismo haz. La metáfora del haz indica la compenetración mutua originaria; indica también que hay individualidades, o mejor, multiplicidad, pero dentro de una solidaridad más íntima en el origen. Todas estas metáforas son metáforas de plenitud.

A través de las aventuras, los éxitos y fracasos, el élan vital va realizándose, va creándose a sí mismo en cada momento, pues la creación es un crecimiento, una maduración. La vida es libre, no es un automatismo; la vida busca… y abre un túnel, y cruza un camino… Sólo que este camino no está trazado, predeterminado de antemano, como si no le quedara a la vida que recorrer tristemente la vía de su propia fatalidad: en el horizonte del futuro no hay posibles que la acechen, simplemente están abiertas las puertas del porvenir. Las especies vivientes luchan entre sí, se hacen la guerra, fracasan, desaparecen, mueren. Y la muerte parece ser querida por la vida, todo es contingente, limitado. Pero hay un optimismo que proviene de la identidad del impulso: somos solidarios y no vamos solos; la vida es una armada impetuosa que galopa hacia adelante, que quiere arrasar todos los obstáculos, y que aun logrará, tal vez, superar el obstáculo decisivo de la muerte. Entonces hay individualidad y solidaridad; no se trata de imponer arbitrariamente sólo uno de los términos. ¿Por qué se trata de imponer al bergsonismo un “aut, aut”? El bergsonismo es del tipo “et, et”. Hay compenetración y continuidad en la historia de la vida.

La corriente vital se lanzó sobre la materia hace muchos siglos y conserva siempre todo su pasado; vive, sin embargo, una renaciente y lozana juventud. Nada se ha perdido, nada se ha aniquilado. Las metáforas del abrir un túnel, del seguir un camino, de la armada galopante, señalan el movimiento de la evolución, movimiento que es una búsqueda, un intento, una esperanza, una impaciencia, un entusiasmo.

 

Duración divina y crítica de la idea de la nada

Hay muchas preguntas: de dónde viene el élan, a dónde va, cómo se originó, qué busca; de dónde viene y a dónde va la vida. La filosofía tendrá que responder a estas preguntas, de lo contrario no valdría la pena, siguiendo una palabra de Pascal, dedicarle una hora de trabajo.[9] Y Bergson meditará profundamente “una hora”; una hora que ocupó muchos años de esta nuestra duración humana. Primera meditación, la del espectro de colores. Segunda meditación, la del centro de mundos. Tercera meditación, la crítica de la idea de la nada. Meditaciones que se verían coronadas por el descubrimiento de la intuición mística.

El hombre tiene una duración de una cierta tensión, pero entonces se concibe que haya otros grados de tensión: mayores y menores. Hay que sentirse una conciencia a base de color para seguir las vibraciones diferentes del espectro. Yendo hacia abajo, la tensión es menor, la duración menos intensa y en el límite se encuentra una duración mínima que será, quizá, la pura repetición, en la que ya no hay cualidad; duración mínima, y no duración nula: es la materialidad. Yendo en el otro sentido, se presienten duraciones más y más tensas: en el límite habría una duración máxima, infinita, no simplemente indefinidamente más grande. Se trataría de diversas duraciones a tensión diferente, no de una sola duración explayada a diferentes tensiones. No se ha querido ver que también en el bergsonismo hay un camino del ser finito hacia el ser infinito, sólo porque es un camino diverso. ¿Por qué se presiente en el espectro la eternidad de vida? Se presiente porque se había descubierto una duración finita; se presiente a través de una duración finita, de una vida limitada. El agnosticismo queda conjurado, pues hay continuidad entre cielo y tierra. Pero esta continuidad es dada en una metáfora; y no hay que detenerse en la metáfora espectral, ella quiere sugerirnos que si en nosotros la realidad importante es la actividad y la vida, también esa es la realidad del ser “eterno” que tiene una eternidad de vida, no una eternidad de inercia.

La imagen del espectro evocaba la riqueza de los actos de conciencia en la duración interior y también la variedad de duraciones, pero hay que corregirla con otras imágenes: por una imagen que evoque el fieri, pues un espectro de colores está ya dado del todo, y por una imagen que indique la diferencia de naturaleza, no sólo de grado. En cuanto a lo primero, ya vimos las metáforas correspondientes al explicar la duración interior. En cuanto a lo segundo, Bergson usó la metáfora del salto, del trampolín desde el cual hay que saltar para alcanzar una meta, en este caso la diferencia de naturaleza entre animal y hombre. Pero en el punto que nos ocupa, Bergson no indicó imagen correctora; ni siquiera el salto, ni siquiera el trampolín; quizá eran todavía insuficientes para realizar la corrección, pues entre hombre y “eternidad” de vida es más crítica la diferencia de naturaleza; pero eso no quiere decir que Bergson limite esa diferencia a una diferencia gradual, puesto que esa diferencia es más profunda. Pero a falta de imagen correctora —se supone, por lo demás, “que tenemos entendimiento”— usó Bergson expresiones claras y fuertes, como vimos en su lugar. Así que hay continuidad, pero no en todos los órdenes; hay una cierta continuidad, pero no panteísmo. Hablar aquí de panteísmo es exagerar la figura del espectro, que es una imagen espacial y material. Nos movemos en el orden del espíritu.

Si el Ser trascendente “no durara”, ¿qué querría decir esto? Que el racionalismo tenía razón; que no había otro Dios sino aquel Dios frío, de esencia lógica, matemática, intemporal, a que había llegado el racionalismo; no el Dios de las religiones, no el Dios con quien el hombre quiere conversar. Había que demostrar que el Ser trascendente no es ajeno a la duración, pero esta prueba había que hacerla en el campo del adversario, pues ahí es donde hace falta. Bergson irá a este campo y ahí hará la crítica de la idea de la nada, al arma secreta u oculto resorte del adversario y hará ver que esa idea de la nada, en la que pretendía apoyarse, era absurda y no hacía sino provocar pseudo–problemas.

L’évolution creátrice presenta a Dios creador. Dios dura, Dios vive, es vida incesante, acción, libertad. La duración verdadera es libertad. La libertad es aparición de novedad. La creación divina se ve así como un acto libre, como un acto espiritual. Bergson no hace referencia a la nada, pseudo–idea que vendría a provocar pseudo–problemas y, sin embargo, aquí aparece aquello que otras filosofías llaman “nada parcial”, y que Bergson simplemente califica de “limitado”, “finito”: los chorros de vapor se condensan en gotas, y encuentran resistencia; los cohetes se extinguen; el brazo que se levanta también se fatiga; y la resistencia y la extinción y la fatiga son eventos de un ser finito, de un ser creado. Pero los mundos que salen de un inmenso depósito de vida nos muestran un primer origen pleno.

Metáforas engañosas para quienes no quieren entrar al bergsonismo. En el inmenso depósito de vida se fijaron sólo en el depósito y no en la inmensidad, ni en la vida, y vieron ahí sólo un proceso material; en la imagen de los escapes de vapor se fijaron sólo en la necesidad física y en la emanación, y entendieron continuidad de naturaleza y emanación necesaria, cuando el acento principal era ahí el movimiento inverso; y en el brazo que se fatiga atendieron a la fatiga, pero confundieron la creación divina (la acción divina) con el élan vital, y creyeron que así se describía un Dios limitado, cuando esa imagen quiere evocar la libertad, por una parte y, por otra, el movimiento de la vida que atraviesa la resistencia de la materia. No se trataba de adivinar y de fallar siempre contra todo cálculo de probabilidades; bastaba atender a la corrección que hacía el mismo Bergson, en esos mismos pasajes, de todas estas metáforas.

Más amplias perspectivas se abren a la primera mirada bergsoniana con el testimonio místico. La primera mirada es más vasta que nunca: Dios crea por amor, Dios crea creadores. El hombre y Dios duran, son libres, crean; pero hay distinción: ni el hombre ni la evolución son Dios, el élan es finito. Hay, sin embargo, comunicación y participación, en la línea de creación amorosa. Todo es solidario de todo. La ambiciosa aspiración de seguir todas las sinuosidades de lo real, toda la gama de lo real, la realizan, insospechada e inmerecidamente, los místicos; cuya unión con el Principio de la vida es tan íntima que se identifican la libertad del hombre y la actividad divina. Dios comunica la emoción creadora para que el hombre participe en la creación de un orden más elevado y el místico participará, con la ayuda divina. Los místicos atestiguan que Dios nos creó por amor, que tiene necesidad de nosotros como nosotros de Él. Hay amenazas para la cohesión social, hay peligros para la solidaridad humana, pero el fuego del amor divino lo reintegra, lo re–instaura todo. El hombre ama con el amor de Dios.

 

Primera mirada, imagen mediatriz y crítica de la nada

Sostenía Bergson que a un filósofo no se le puede comprender si únicamente se consideran sus “tesis” a modo de un agregado de influencias recibidas más algún rasgo original; que más bien habría que ver esas tesis —él hablaba de Berkeley y de Spinoza en concreto— como un organismo vivo, en el que todos los elementos se influyen y colorean mutuamente; pero que aun esto no bastaba, sino que era necesario “instalarse en”, “simpatizar con” el pensamiento mismo del autor, para poder captar el movimiento que había sido su intuición propia. Y como tal empresa —la de gozar de esta misma intuición— era imposible aun quizá para el autor mismo, habría que tratar al menos de descubrir la imagen mediatriz, aquella huidiza imagen que bebiendo de la intuición venía a vivificar el pensamiento del autor.

¿Cuál es esta imagen mediatriz en Bergson? ¿Es una, muchas o ninguna? Tal era una de las preguntas de nuestro primer capítulo. Para tratar de descubrirla seguimos la indicación dada por Bergson, de “instalarnos” en el bergsonismo, de “simpatizar” con él, de ver sus diferentes “tesis” en movimiento, en su vida misma, en sus comunicaciones vitales. No abordamos todos los problemas, pero sí los problemas fundamentales; hay algunos importantes, pero que no están en la línea de problema fundamental; y hay otros que hubieran sido importantes, pero que Bergson no trató, honesta omisión del que no habla sino cuando tiene algo qué decir, de quien no quiere incurrir en los pecados del homo loquax. Así, hubiera sido muy interesante que Bergson hubiera escrito algo sobre la presciencia divina y sobre el mal, por ejemplo; fueron problemas en los que pensó, pero que consideró no haber llegado a resolver; quizás no haber llegado a plantear, pues él consideraba que resolver un problema consistía en plantearlo bien.[10] Así, reavivó el interés de diferentes problemas que se habían agitado en torno a una sola alternativa, haciendo ver que había otras posibilidades, esto es, proponiendo otro planteamiento. Él pensaba que todos los problemas en torno al mal físico y moral nacían de un planteamiento falso, pero sólo insinuó que probablemente no se resolverían sino con una mirada de simplicidad.

Pero, a lo largo de este recorrido, ¿se descubrió una imagen mediatriz? Es verdad que, en ocasiones, al presentar las diversas imágenes bergsonianas, había la tentación de querer identificar una de ellas con la imagen mediatriz; sin embargo, hemos de recordar que las metáforas que leemos en las obras de Bergson tienen otra función: exteriorizar el pensamiento; mientras que la función de la imagen mediatriz cuestiona al filósofo mismo, su mediación no va del pensamiento a la expresión, sino de la intuición original a su pensamiento.

Hay metáforas muy importantes en el bergsonismo; por ejemplo, para la duración tenemos la imagen del espectro de colores, que en ciertos momentos parecía ser la misma imagen mediatriz; no sólo ilustra la duración interior, también hace entrever la posibilidad de una duración inferior, que sería la materia y la de una duración trascendente, que sería la duración divina. Si fuera esa tendríamos un caso en que el mismo filósofo nos había expresado su propia imagen mediatriz. Pero hay otras metáforas importantes, por ejemplo, para el asunto de la creación teníamos aquel centro de mundos, a modo de un recipiente lleno de vapor a presión muy elevada, y por cuyas fisuras se escapan los chorros de vapor; tenemos también la figura de los fuegos de artificio y del brazo que se levanta; es más, ahí se ilustra no sólo la creación, sino también el movimiento inverso de la materia, representado por la resistencia de las gotas, el relajarse del brazo y los cohetes extinguidos que se precipitan; y también el movimiento mismo de la corriente vital, pues el vapor que quiere subir a través de la resistencia de las gotas representa un impulso retardado, pero no vencido; el brazo quisiera todavía levantarse venciendo su fatiga o relajación y el último cohete se eleva, gallardo, por entre los cohetes ya extinguidos que recaen.

También aparece frecuentemente la imagen de la gavilla.[11] Y más en concreto, la divergencia de las gavillas.[12] Se ha visto[13] una imagen mediatriz en la poética evocación del mito de Narciso que Bergson[14] lee en Plotino: un alma determinada se reconoce más en un cuerpo que en otro y queda fascinada por él, como si se mirara en un espejo; y así fascinada, se deja caer. Bergson usa este símil en diferentes ocasiones. Así, en la conferencia Le rêve compara los recuerdos a las almas, y las sensaciones nocturnas a los cuerpos.[15] Y el esfuerzo de la vida queda como hipnotizado delante de la forma que va a tomar, como ante un espejo.[16]

Esto es, no parece que pueda señalarse una metáfora privilegiada. Además, hay que tener en cuenta que Bergson no se contentaba con una sola, sino que usaba diferentes metáforas que por convergencia y corrección mutua expresaban más exactamente su pensamiento. Todo esto parece indicar, consiguientemente, que no había una sola imagen mediatriz. Los hechos que acabamos de aducir sugieren más bien que había muchas imágenes mediatrices. No sólo por la fantasía tan rica de Bergson, sino por la multiplicidad de sus metáforas y por su método de convergencia. Bergson decía que habría que “buscar” e intentar atrapar la imagen mediatriz; y supuesta su fidelidad a la intuición original es indudable que debió haber buscado mucho, y encontrado, quizá; pero nunca se contentaría sólo con una, pues él quería contacto directo, él quería coincidencia y, para ello, es probable que buscara varias imágenes que convergieran hacia la intuición de fondo.

Podríamos tener alguna idea de lo que fueron estas imágenes mediatrices si atendemos a las metáforas empleadas, pues probablemente fueron del mismo tipo. Bergson elaboró muy bien sus metáforas, y era cuidadoso en seguir todos los pormenores de lo real. Y aún puede ser que sus metáforas fueran las mismas imágenes mediatrices. Esta hipótesis parece todavía más probable si se tiene en cuenta que en este terreno Bergson, propiamente hablando, no “elaboraba”, no “fabricaba”, como si se tratara de reunir materiales dispersos, sino que más bien “captaba” el movimiento en su simplicidad: el rasgo de una pintura no se hizo agregando mosaico a mosaico, sino de una simple pincelada. Eso pudo pasar con las imágenes mediatrices, que no habrían sido construidas, sino captadas, vistas en su rica simplicidad. Y entonces podríamos creer que sus imágenes mediatrices fueron las mismas metáforas que empleó.[17]

Pero, la imagen mediatriz ¿es algo que proviene sólo de la intuición? ¿Es algo que crea el filósofo, una vez recibido el impulso de la intuición? ¿O proviene de ambos? Esta era otra pregunta que nos habíamos hecho: ¿de dónde proviene la imagen mediatriz? Más exactamente: ¿por qué viene esta imagen mediatriz concreta? Bergson parece suponer que proviene, desde luego, de la intuición.[18] Pero esto querrá decir que si dos filósofos entran en contacto con el mismo punto de la realidad, ¿tendrán la misma imagen mediatriz? Si otros tuvieran la misma intuición de Berkeley, ¿verían la materia también ellos como una película tenue y transparente entre el hombre y Dios?

Si así fuera, y si así fuera siempre, parece que se impondría el acuerdo entre los filósofos; que se hubiera ya impuesto hace mucho tiempo, al menos en algunos puntos. Bergson suponía que los grandes maestros habían tenido una intuición, tanto que, si hubieran podido dialogar entre ellos, no entrarían jamás en esas discusiones inacabables entre escuelas.

Pero esa es una hipótesis; el hecho es que hay desacuerdo ambiental en la filosofía. Bergson explicaría el desacuerdo porque la intuición es fugaz y huidiza; pero, aun así, si se lograra atrapar la imagen mediatriz, ¿estamos seguros de que sería la misma para todos los filósofos? Bergson no se propuso explícitamente este problema. Y seguramente diría que no, si se trata de intuiciones diferentes, esto es, de contactos con diferentes puntos; y esto se comprende, pero ¿si se llegase al mismo punto? En el caso de una respuesta afirmativa se podría pensar que “hay” una imagen mediatriz para cada problema. Pero lo más probable es que no, que no hay una determinada imagen mediatriz para cada problema, porque Bergson supone la posibilidad de que se den muchas, o ninguna. Y si hay muchas, y hay que buscarlas, parece que un filósofo encontrará alguna, o algunas y otro, otras. ¿Cuáles encontrará un filósofo determinado?

Respondíamos a esta pregunta con nuestra hipótesis de la “primera mirada”, o “contacto originario”, y decíamos que vendrán al filósofo aquellas imágenes que de alguna manera haya visto o tocado; que se formarán imágenes según la manera en la que se haya visto o tocado la realidad. Nos referíamos a una mirada original, previa a las reflexiones filosóficas sin prejuicios todavía, natural, espontánea; mirada, eso sí, adulta, con toda una vida y un pasado y una serie de vivencias; mirada que hará siempre original toda filosofía, como original es todo hombre, como original es un Rembrandt o un Rafael o una yerba verde. Y poníamos ilustraciones triviales del orden sensible: dos hombres que tocan la misma roca o ven el mismo crepúsculo o que atraviesan las mismas calles y pisan la misma nieve: roca, crepúsculo y nieve comunicarán algo de sí, pero muy distinto cada vez porque ninguno de los hombres había tocado, ni visto de la misma manera y, sin embargo, los dos tocarían roca, verían crepúsculo y sentirían levantarse un torbellino interior al contacto silencioso e insinuante de la nieve.

Decíamos que esta mirada primera, natural, espontánea, era en Bergson de tipo comprensivo; y que ella era la clave de su filosofía. Con ella podríamos explicarnos sus doctrinas, una a una y en su relación mutua; explicarnos también las metáforas que usa, e incluso las imágenes mediatrices en el caso de haberlas descubierto. Es más, había una probabilidad, aunque menor, de que en realidad no hubiera ninguna imagen mediatriz, sino que el filósofo hubiera ido a beber directamente de su intuición. Aun en esta hipótesis todo quedaba también explicado, pues la mirada de que hablamos es realmente primera, esto es, anterior a la formación de imágenes mediatrices, anterior a la intuición misma, pues se trata de la mirada con que alguien se acerca a filosofar.

Notemos que con esta mirada comprensiva se disipa una sospecha en torno a la imagen mediatriz. El conocimiento a través de los conceptos es muy parcial, pues el concepto, en la perspectiva bergsoniana, es sólo un aspecto de lo real. ¿No pasaría algo semejante en la intuición, es decir, que también la imagen mediatriz verificara una abstracción sui generis? La respuesta parece que tendría que ser afirmativa. Digamos, de paso, que ésta es una de las razones que nos inclinan a creer que Bergson debió haber buscado muchas imágenes mediatrices, para suplir con su interpenetración las deficiencias de una sola, pero lo que aquí es importante es que la mirada originaria de Bergson tiene la incomparable ventaja de ser totalizante, plena, vastamente comprensiva, y así pretenderá superar la enorme deficiencia del concepto; porque la deficiencia del concepto no radica tanto en que provenga de una abstracción, sino en que provenga de una abstracción anulante del tiempo, inmovilizante, de una abstracción que ante todo hace evaporarse al devenir. Entonces, la imagen mediatriz en el bergsonismo podrá ser parcial; podrá ser también parcial la intuición, como parcial es un paso de Aquiles en comparación de toda su carrera; pero siendo parciales, serán plenas y serán móviles, fluidas y no desatienden la intercomunicación de sus cualidades múltiples.

Así describíamos la primera mirada de Bergson, de tipo comprensivo; compenetrado, lleno, sin fisuras, al natural; todo se ve en la simplicidad de su movimiento, todo se intercomunica; todos los elementos se influyen, como si fueran seres vivientes. Si esta mirada es de tipo comprensivo se explican muy bien las metáforas y las imágenes utilizadas: todas expresan la plenitud y el movimiento; y no sólo las metáforas, sino ante todo las teorías mismas, porque se explican y las dificultades desaparecen. Entonces las imágenes mediatrices serán también seguramente de este tipo; quizá sean las mismas metáforas que leemos en las obras de Bergson y si no son tal cual esas metáforas, quizás sean esas metáforas, “en otro idioma”, pero son también de tipo comprensivo; expresan, igualmente, lo lleno y lo móvil, lo continuo y lo vivo. Ni en la mirada, ni en la imagen mediatriz, ni en el pensamiento interior, ni en las metáforas, ni en la doctrina se pueden señalar rupturas, ni solución de continuidad, ni huecos de nada, ni una “nada–ausencia”.

En este sentido la crítica de la idea de la nada es un testimonio de lealtad a la primera mirada: el pensamiento interior se fragua en abrazo totalizante, como totalizante fue la mirada. Y la doctrina expresada será, consecuentemente, también de tipo comprensivo.

Y se delata una ilusión: es ilusión querer explicar el fieri a base de inmovilidades, lo lleno a partir de lo vacío, el ser a partir de la nada. ¿Hasta dónde nos empujaba esa ilusión? Nos empujaba a señalar “estados” bien distintos unos de otros; y en la naturaleza, “cosas” bien distintas unas de otras; estados y cosas “separados” pues no se atiende más al devenir; esto es, que se rompe, se agujera la realidad con huecos de nada. Y en el bergsonismo no hay esos agujeros o huecos, o ausencias de realidad; la nada parcial así entendida no juega aquí ningún papel, ni mucho menos la nada absoluta. La mirada comprensiva siempre tiene que ver algo.

Esta mirada primera llena los abismos de nada que otros habían abierto entre diferentes alternativas; restablece las comunicaciones suspendidas entre diversas realidades, que un racionalismo sumamente previsivo había interrumpido, “redescubre” el tiempo auténtico; devuelve el movimiento interior a un “yo” que otros habían inmovilizado. Ésta es una manera de hablar; en realidad esa mirada no realiza esas operaciones de devolver y restablecer, sino que simplemente ve la realidad y nos convida a verla así, en su naturalidad. Bachelard afirmaba que creer en la continuidad de las cosas equivale a abrir siempre los ojos en la misma fase de su ritmo;[19] ¿no sería más bien que equivale a tenerlos siempre abiertos? ¿O a no creer que por cerrarlos ya no hay nada? Fuimos notando en su lugar, en cada capítulo, cómo las diversas concepciones bergsonianas correspondían a su mirada original, y no dejaban lugar alguno para la nada parcial, así descrita como nada–ausencia, como nada–vacío. Corroboramos que la crítica de la idea de la nada descansaba, fundamentalmente, en una mirada de plenitud.

Pero sí hay una “nada parcial” importante y esencial en el bergsonismo, sólo que Bergson no la llamó con el engañoso nombre de “la nada”, y es el ser limitado y finito. Tan importante, que no pocos críticos creyeron que el bergsonismo era una filosofía sólo del ser finito. Pero no hay ninguna contradicción entre esta nada parcial tan importante y aquella nada parcial que se considera absurda. En el bergsonismo hay seres finitos, lo que se niega es que los podamos aniquilar mentalmente si no los sustituimos.

La crítica de la idea de la nada tiene su máximo alcance en el caso de la duración divina. Se trata de una especie de argumento ad hominem: yo no uso esta idea de la nada, tú sí, y la consideras como primordial en filosofía, un considerar quizá no consciente, pero en todo caso la idea de la nada es el secreto resorte de tu pensamiento. ¿Por qué la usas? Porque crees que te hace falta para llegar al Ser. Lo crees debido a una ilusión: que tienes que ir de lo vacío a lo lleno; que el movimiento es una debilidad, una degradación de lo Inmóvil. No te das cuenta de que por este camino llegarías sólo a un Dios inmóvil, a un Dios que no hace nada, a un Dios inerte, pues le habrías negado el movimiento (la actividad). Pero tranquilízate. Dios vive. Dios dura. La duración divina, que es vida incesante, acción, libertad, se basta a sí misma; es un movimiento sustancial. Y para que te convenzas de que no necesitamos la idea de la nada, pasarás por un rito de purificación en el que verás claramente que la idea de la nada no sólo es inútil, sino también absurda, tan absurda como un círculo cuadrado.

En este sentido de iniciación o purificación, la crítica de la idea de la nada es la “clave” del bergsonismo, por su orientación hacia la duración finita y hacia la duración trascendente. Pero recordemos que toda negación no es sino la mitad de un acto intelectual. El “no” dicho a la idea de la nada suponía un “sí”, muchos otros “sí”; por eso era menester no sólo hablar de la crítica de la idea de la nada, sino ante todo de su contraparte positiva, que es el contacto o la mirada originarios, de tipo comprensivo. Fue lo que hicimos al estudiar los temas fundamentales del bergsonismo en su compenetración mutua, dentro de su presentación a base de metáforas e imágenes, en concreto las relativas a la duración y a los orígenes. De paso vimos disiparse algunos malentendidos, todavía no desarraigados del todo; así, hubo que precisar con cierto detalle la función de la inteligencia y de la intuición; el sentido del movimiento sustancial, etc., pero ante todo hubo que precisar el significado concreto de la crítica de la idea de la nada, y hacer ver que no se trataba de hacer necesario al contingente, ni de negar la creación, ni de negar a Dios.

La crítica de la idea de la nada, tal como la propuso Bergson, no ha sido aún refutada. Hay una serie de objeciones que, desde fuera, juzgan que tal crítica es falsa. En concreto: hay contingentes; la crítica bergsoniana da la necesidad a los contingentes, por lo tanto, viene a decir que no hay contingentes. O bien: hay creación y la crítica bergsoniana hace imposible y absurda la creación. En nuestro capítulo once dijimos un “sea” a todas esas premisas mayores, pero hicimos ver que las premisas menores eran falsas. Tales dificultades fueron propuestas por filósofos de valer, pero que no entraron al bergsonismo ni captaron el problema de fondo que se agitaba. Con la crítica de la idea de la nada pretendía Bergson hacer una reflexión sobre la duración divina y quería concluir, como concluyó, que esa duración se basta a sí misma, que no necesita de un triunfo sobre la nada. Y llega así el bergsonismo a un Dios que dura, esto es, a un Dios vivo.

Hay otro tipo de objeciones, las verdaderas objeciones y no simples malentendidos, que critican de algún modo o de otro los argumentos de Bergson, pero hay un momento decisivo en el que pierden pie, como tuvimos ocasión de ver. No pretendo haber propuesto todas las objeciones que se han presentado, pero sí las más representativas.

 

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El intento y las conclusiones de este trabajo son modestos. No se pretendía dar razón al bergsonismo contra otras posiciones, ni al revés; pero sí se pretende haber contribuido a una mejor inteligencia del bergsonismo. Las conclusiones se han expuesto ya a lo largo de este capítulo, pero a modo de gran resumen podríamos decir:

  1. Entre las metáforas usadas por Bergson no aparece ninguna absolutamente privilegiada que nos permita señalarla como imagen mediatriz. Probablemente hay muchas imágenes mediatrices, innumerables, por las razones que dijimos. Tampoco queda excluido el caso, poco probable, de que no hubiera ninguna.
  2. En cualquier hipótesis, la filosofía bergsoniana se comprende, positivamente, con la primera mirada o contacto de tipo comprensivo y, negativamente, con la crítica de la idea de la nada, siendo aquélla la contraparte positiva de ésta.
  3. La crítica de la idea de la nada tal como la propuso Bergson no ha sido aún refutada. No afirmo por ello que sea en sí misma refutable, ni irrefutable.

 

 

Bibliografía

Barthélemy–Maudale, Madeleine, Bergson et Teilhard de Chardin, Seuil, París, 1963.

Bergson, Henri, Ecrits et paroles III, Presses Universitaires de France, París, 1959.

___Oeuvres complètes, Presses Universitaires de France, París, 1963, 2a. edición. En esta colección se encuentran los siguientes escritos:

___“Introduction à la Métaphysique”, pp. 1392–1432

___“Introductions à La pensée et le mouvant”, pp. 1249–1482.

___“L’évolution créatrice”, pp. 487–809.

___“Matière et mémoire”, pp. 160–379.

___“L’énergie spirituelle”, pp. 811–977.

___“Le possible et le réel”, pp. 1331-1345.

___“Les deux sources de la morale et de la religion”, pp. 979–1247.

Jankelevitch, Vladimir, Henri Bergson, Presses Universitaires de France, París, 1947.

Manzano, Jorge, “Capítulo décimo segundo: objeciones a la crítica de la idea de la nada” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., No. 107, julio–septiembre, 2018, pp. 271–311.

Mossé–Bastide, Rose–Marie, Bergson et Plotin, Presses Universitaires de France, París, 1959.

 

[1].     Nota del editor: fieri es el gerundio del verbo facio, hacer, en latín. Se puede traducir como “irse haciendo”.

[2].    Henri Bergson, “Introduction à la Métaphysique” en Henri Bergson, Oeuvres complètes, Presses Universitaires de France, París, 1963, p. 1420, nota I. En adelante, esta obra se cita como oc.

[3].    Toda sustancia está causada por operación.

[4].    Henri Bergson, “L’évolution creátrice” en oc, p. 648. Henri Bergson, “Matière et mémoire” en oc, p. 339. Henri Bergson, “Introductions à La pensée et le mouvant” en oc, p. 1259.

[5].    Henri Bergson, “Les deux sources de la morale et de la religion” en oc, pp. 1200–1201.

[6].    Henri Bergson, “L’évolution creátrice” en oc, p. 578. Henri Bergson, “La conscience et la vie” en oc, p. 824.

[7].    Henri Bergson, “Le possible et le réel” en oc, pp. 1342–1343.

[8].    Henri Bergson, “L’évolution creátrice”, pp. 802–803.

[9].    Henri Bergson,  “L’énergie spirituelle” en oc, pp. 858–859.

[10].    Henri Bergson, “Introductions à La pensée et le mouvant” en oc, p. 1292.

[11].    Como lo hace notar Vladimir Jankelevitch, Henri Bergson, Presses Universitaires de France, París, 1947, p. 38.

[12].    Para Madeleine Barthélemy–Maudale, la gavilla sería una imagen mediatriz. Contrapone la evolución divergente de Bergson a la evolución convergente de Teilhard. Madeleine Barthélemy–Maudale, Bergson et Teilhard de Chardin, Seuil, París, 1963, p. 193.

[13].    Rose–Marie Mossé–Bastide, Bergson et Plotin, Presses Universitaires de France, París, 1959, pp. 6–7.

[14].    Henri Bergson, “L’énergie spirituelle” en oc, pp. 886–888.

[15].    Idem.

[16].    Henri Bergson, “L’évolution creátrice” en oc, pp. 602–603, 631 y 656. Cfr. Henri Bergson, “Matière et mémoire” en oc, pp. 292–294.

[17].    Rose–Marie Mossé–Bastide hace un recuento de las imágenes usadas por Plotino y por Bergson (recuento no exhaustivo). En Plotino encuentra 52 imágenes que representan acciones humanas y 92 imágenes de tipo contemplativo. En Bergson, 216 y 191, respectivamente, lo que indicaría una actitud más contemplativa en Plotino y más activa en Bergson; bien que en Bergson acción y contemplación quedarían equilibradas. Rose–Marie Mossé–Bastide, Bergson et Plotin, pp. 133–134.

[18].    Y en efecto, Bergson decía que el filósofo no escoge la imagen mediatriz, sino que ésta se le impone. Cfr. “Carta a Ploris Delattre” en Henri Bergson Ecrits et paroles III, Presses Universitaires de France, París, 1959, p. 603.

[19].    Cfr. Jorge Manzano “Capítulo décimo segundo: objeciones a la crítica de la idea de la nada” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., No. 107, julio–septiembre, 2018, pp. 276–283. Ver especialmente el apartado “Objeciones de Gaston Bachelard”.

Presentación

En este cuarto número del año 2018, publicamos el capítulo décimo tercero de la tesis doctoral del padre Jorge Manzano, sj, el fundador de esta revista, sobre la filosofía de Henri Bergson, en la que focalizó, muy particularmente, la crítica de este autor a la idea de la nada, nicho de innumerables polémicas a lo largo de la historia de la filosofía y blanco de numerosas incomprensiones por parte de sus contemporáneos. Este último capítulo está dedicado a recapitular los hallazgos y las principales reflexiones derivadas de este exhaustivo trabajo que logró, plenamente, su propósito inicial: dejar abierto el campo a la discusión en una perspectiva justa, una discusión sobre el auténtico bergsonismo, no sobre una falsificación.

Por otra parte, desde un abordaje de la experiencia de la angustia en Hegel, Kierkegaard y Heidegger, Irving Josaphat Montes observa que a la “contemplación de la libertad absoluta le es inherente la contemplación de la nada absoluta”. Tocará al lector sopesar las aportaciones de los filósofos estudiados y enriquecer su propia reflexión sobre la libertad, la duración, la angustia, la nada y la vida misma.

Continuamos, además, con la publicación de las conferencias sobre la universidad del VI Encuentro del Humanismo y las Humanidades. En esta ocasión presentamos las aportaciones que Michael Garanzini, sj, Roberto Jaramillo, sj, María Aspe y Héctor Garza, sj, compartieron en torno al quehacer formativo en la educación superior a cargo de la Compañía de Jesús. Si bien la Orden creada por Ignacio de Loyola no contempló en sus inicios el ministerio educativo, muy pronto el mismo fundador lo integró en la gran misión de la Compañía, y lo hizo con un fuerte y definitivo acento en “letras de humanidad”, base de una formación encaminada a “crear y diseminar conocimiento, pero también a reflexionar sobre las necesidades de la gente y promover una sociedad más justa”, como señala Garanzini.

En nuestra sección de cine, Luis García Orso, sj, presenta su comentario sobre Una pastelería en Tokio, película dirigida por la japonesa Naomi Kawase, en la que se transmite cómo “las cosas más simples de la vida están ahí para nosotros. Las personas llegan y se van, pero hay algunas que nos tocan el corazón y nos enseñan a vivir en libertad y con sentido”.

Cerramos nuestra edición con la primera parte de la investigación de Karina de Santiago, Ana María Villalobos y Elías Iván García, que reconstruye el largo camino recorrido por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el campo de las luchas indígenas desde 1994 hasta las actividades recientes del Congreso Nacional Indígena.  

Al término de este año agradecemos mucho a nuestros lectores su interés y apoyo a la revista Xipe totek, y esperamos que el 2019 sea un año en el que se refuerce la esperanza de una vida justa y digna para todos.

Las otras luchas del campo de las y los defensores de los derechos humanos en México

David Velasco Yáñez, sj (coordinador) [*]

Recepción: 13 de julio de 2018
Aprobación: 3 de agosto de 2018

 

Resumen: Además de las luchas estructurales y sistémicas, quienes defienden los derechos humanos enfrentan otras luchas de las que se habla menos, pero que producen efectos que es necesario tomar en cuenta para posibilitar espacios de diálogo que fortalezcan al movimiento de los derechos humanos en México.
Palabras clave: Defensores de derechos humanos, ONG, machismo, luchas por el prestigio, luchas por financiamientos.

Abstract: Aside from the structural and systemic battles, human rights defenders wage other battles that figure less in public discourse, but that produce effects that must be considered in order to open up spaces for dialogue that can strengthen the human rights movement in Mexico.
Key words: Human rights defenders, NGO, machismo, struggles for prestige, struggles for funding.

 

 

Introducción

El campo de las y los defensores de los derechos humanos (DDH) en México, como cualquier otro campo social, es un campo de luchas, un campo de fuerzas en el que se disputa un capital específico, que es la visión legítima del discurso de los derechos humanos y su plena vigencia práctica, lo que implica un debate permanente por la “auténtica” interpretación del derecho internacional de los derechos humanos (DIDH) o, incluso, la elaboración de nuevos instrumentos que reconozcan nuevos derechos, como los que se discuten actualmente en torno a la responsabilidad de las empresas en la violación de los DH o los correspondientes al reconocimiento de los derechos de la tierra.

En este proyecto de investigación nos propusimos la construcción analítica de este campo y destacamos las luchas mayores, estructurales y sistemáticas que tienen que ver, en primer lugar, con la imposición de la visión legítima[1] de los DH reducida al reconocimiento del derecho a la libertad del mercado y la libre circulación de mercancías y capitales. Esta imposición da lugar a una oposición de carácter estructural entre los tribunales internacionales de comercio y los tribunales del DIDH. Estas oposiciones se inscriben, además, en una oposición epistemológica entre el carácter etnocéntrico y estadocéntrico del DIDH, por un lado y, por el otro, una visión pluricultural de los DH, concebidos desde las epistemologías del sur. En el fondo de estos debates no es difícil que nos encontremos con la lucha crucial de nuestro tiempo entre el extractivismo capitalista de la acumulación por despojo y las resistencias múltiples y plurales que se desarrollan en todos los abajos del mundo en las que participan defensores de derechos humanos. Por otra parte, entre los de arriba también hay DDH que no visualizan estas oposiciones estructurales del capitalismo en declive y se quedan en la literalidad del DIDH.

De ahí que no sean suficientes las respuestas que hemos encontrado para la pregunta inicial de nuestro proyecto de investigación acerca de por qué matan a DDH tanto en México como en el resto del mundo. Cuando elaboramos la estructura de posiciones en el campo de DDH en México,[2] veíamos, primero, la gran oposición entre la visión hegemónica —como parte del discurso justificador del capitalismo por despojo— por un lado y, por el otro, todo el sistema del DIDH, desde el universal —ONU— hasta los locales —como las comisiones estatales— y la nacional, pasando por el sistema interamericano. Este conjunto entra en conflicto con los tribunales comerciales. En la práctica, los DH son letra muerta. Así lo mostramos, por ejemplo, cuando analizamos las sentencias de la Corte Interamericana contra el Estado mexicano,[3] que no se han cumplido en su totalidad, aunque en junio de 2018 se dictó sentencia condenatoria contra los victimarios de Valentina Rosendo, 16 años después de los hechos cometidos.

Además de esta oposición estructural y sistémica, en nuestro país se generó otra oposición también de carácter estructural con la cual, en buen sentido y buena lógica, debiera haber colaboración. Al surgimiento de innumerables organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos desde la década de los años ochenta, el Estado mexicano reaccionó con la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y, posteriormente, con la creación de comisiones estatales que reciben diversos nombres en cada una de las entidades federativas y en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México. Todas forman lo que en su momento describimos como el sistema ombudsman más caro del mundo.[4] La oposición se da en la práctica, pues el movimiento de DH hace el trabajo, padece persecución y muerte de sus miembros y batalla por conseguir financiamiento, en cambio las comisiones hacen como que defienden y promueven los DH y disfrutan de un presupuesto seguro.

Esta oposición y los graves casos de violaciones a los DH han llevado a las organizaciones civiles a buscar el apoyo de periodistas y de expertos independientes que participan en los comités de los tratados de la ONU, como lo señalamos en su momento.[5]

Estas alianzas estratégicas han cobrado víctimas también entre las y los periodistas, a tal grado que México es uno de los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo. Así, hay organizaciones como Article 19 que dan seguimiento a los casos de periodistas amenazados o que padecen algún tipo de hostigamiento y, por supuesto, llevan un registro de periodistas asesinados. Las alianzas estratégicas con miembros de los comités de los tratados han permitido al movimiento de DH en México la posibilidad de hacer llegar información documentada con ocasión de los exámenes periódicos que practican a los Estados parte de los tratados. El estudio de 10 comités diferentes nos permitió dar cuenta de sus resultados, hasta concluir que México es un paraíso de la impunidad.

El problema de este tipo de alianzas con expertos y expertas es que, en los años recientes, son de relaciones distantes o de franca y abierta confrontación entre el Estado mexicano y los miembros de los comités. El caso más sonado es la descalificación que hicieron altos funcionarios mexicanos del informe del Relator contra la tortura, o la postergación casi indefinida de la invitación al Comité contra las desapariciones forzadas. Es el tipo de conflictos en el que se ven involucradas muchas organizaciones de DDH, sin descuidar otras luchas en las que se les va la vida, pues en los casi seis años que llevamos en esta investigación se han seguido asesinando DDH, particularmente, defensores del medio ambiente y del derecho a la tierra y los territorios en comunidades indígenas.

Este breve recorrido por los diferentes análisis del abanico de luchas que se dan en el campo de las y los DDH quedaría incompleto si no agregamos “las otras luchas” que se dan en su interior y que no tienen tanta relevancia en la opinión pública como las enumeradas arriba, pero que son fundamentales para la vida de las y los DDH en México. Este artículo trata de recuperar, sin ser exhaustivo, algunas de esas luchas.

Las mujeres defensoras dan una batalla extra al ordinario y extraordinario trabajo a favor de los DH. La presencia de las mujeres en el movimiento de los DH es mayoritaria y, sin embargo, como en otros espacios, los puestos de dirección son ocupados principalmente por hombres.

Otra de las luchas se entabla por lo que algunos grupos, organizaciones y colectivos consideran y llaman la “mercantilización de los DH”, es decir, el uso de las víctimas para conseguir financiamiento y sostener una organización.

El prestigio, el reconocimiento y la trayectoria de una organización constituyen una protección para los miembros de un colectivo que, además, tiene estatus consultivo en los sistemas universal y regional, lo que le da cierta autoridad frente a otras organizaciones y al Estado. Es una de las otras luchas en el campo de las que poco se habla, pero es una manera soterrada de competir entre organizaciones. Esta situación genera otra separación, no siempre oposición, entre organizaciones prestigiosas, reconocidas nacional e internacionalmente y las organizaciones pequeñas, recién llegadas al campo y que defienden derechos complejos como los casos de feminicidio o desaparición forzada. Estas últimas son las más vulnerables.

Otra de las luchas en el campo se sostiene contra la estrategia del Estado de criminalización de DDH, que tiene una larguísima tradición de cooptar o reprimir, y cuando ninguna de las dos estrategias funciona, entonces aplica la fabricación de expedientes contra DDH particularmente incómodos, en especial para las grandes empresas trasnacionales.

Hay otras dos luchas que nos parecen relevantes. Cuando señalamos la lucha por el financiamiento, vemos necesario destacar que, para muchas organizaciones, es de enorme relevancia distinguir las fuentes de financiamiento, por dos grandes razones. La primera tiene que ver con el financiamiento que viene, principalmente, de agencias del gobierno de Estados Unidos, las que se han distinguido por financiar organizaciones no gubernamentales de defensa de los derechos humanos no porque les interesen los DH sino porque son estrategias para desestabilizar gobiernos que les resultan molestos, como ocurre actualmente en Venezuela. En México, eso genera una división o distanciamiento entre DDH. A esto se suma otra división, la que tiene que ver con las que reciben financiamiento del Estado mexicano y las que no lo reciben por razones políticas, no siempre explicitadas en términos de autonomía del Estado y del mercado. Una segunda razón tiene que ver con la imposición de las agendas. Hay agencias de cooperación internacional que claramente defienden, por ejemplo, todo lo que tenga que ver con derechos civiles y políticos, pero niegan financiamiento para la defensa de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.

Como ya señalábamos anteriormente, no pretendemos ser exhaustivos, aunque sí queremos dar una panorámica general de esas otras luchas que se dan en el campo. Hay una muy peculiar que tiene que ver con la pregunta de quién defiende a DDH. Las discusiones al interior de cada organización, las peleas por ser el o la mejor DDH y el protagonismo característico de personalidades adolescentes han golpeado a muchas organizaciones. Su misma rotación de personal genera conflictos entre los antiguos y los recién llegados, entre el reconocimiento de una historia y la novedad de los que van llegando. Pero lo más grave radica en las crueles experiencias a las que se enfrentan y tienen que ver con la indignación experimentada ante los testimonios de graves violaciones a los DH, la frustración ante la falta de resultados inmediatos y la impotencia ante la brutalidad y el exceso de fuerza que utiliza el Estado para reprimir cualquier protesta o resistencia, o la dificultad para procesar los miedos que producen las amenazas e intimidaciones.

Finalmente, por si fueran pocas luchas a enfrentar en el campo de DDH entre quienes participan en ese campo, sea como voluntarios o por una paga garantizada, hay que agregar la necesidad de capacitación, entrenamiento y “profesionalización”, en el sentido del “saber hacer” y desempeñar un oficio. Iniciemos esta descripción con las luchas que enfrentan las mujeres defensoras.

 

Las mujeres defensoras

Tal como ha sido señalado por diversas organizaciones en el plano internacional, México vive una grave crisis en materia de DH, en la que destaca la violencia perpetrada en contra de las mujeres, no sólo por agentes estatales o grupos criminales, sino por la sociedad en general, la cual día a día reproduce ideas y actitudes misóginas que han sido aceptadas y toleradas durante años. Por eso afirmamos en otro momento que el Estado mexicano es feminicida por acción, omisión y aquiescencia.[6] Las mujeres en México son desaparecidas, torturadas, objeto de trata, utilizadas y descartadas. En este contexto, destaca la situación que viven las DDH, quienes además de enfrentarse a los riesgos que trae consigo este oficio, también se enfrentan a la violencia machista. Por eso dijimos que, en México, las mujeres DDH son doblemente discriminadas, como ellas dicen, por un lado, tenemos el problema de la discriminación y el rechazo del Estado a todo tipo de activismo y, por el otro lado, sufrimos de discriminación por el hecho de ser mujeres.

Y aunque mucho se ha hablado de la grave situación a la que se enfrentan las personas DDH en México, poco se ha hablado sobre el impacto de la cultura patriarcal en el campo de la DDH. Muestra de ello es la falta de registros o de informes oficiales que consignen la violencia y los riesgos específicos a los que se enfrentan las DDH. Así, han sido las propias ONG las que han tenido que elaborar estos registros, como en el caso de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México que, en conjunto con la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos, desde 2010 elabora el Registro Mesoamericano de Agresiones a Mujeres Defensoras de Derechos Humanos, en el que se plasman las agresiones de las que son víctimas las mujeres defensoras y las periodistas.

Este Registro, así como los informes elaborados por esta Red, dan cuenta de que las DDH son víctimas de violencias y agresiones específicas, en su mayoría con connotación sexual, como acoso, amenazas de violación sexual, criminalización, estigmatización, discriminación, difamación, para lo cual se tiende a utilizar información de su vida privada o de sus relaciones personales, estrategia que no se emplea con la misma frecuencia con los DDH.

Lo anterior evidencia que las defensoras siguen padeciendo agresiones diferenciadas de género, las cuales constituyen una reafirmación por parte de los agresores de su posesión y dominación y que a su vez es una llamada de atención y de exigencia para las DDH para que abandonen su oficio y salgan de la esfera pública.

Aunque la mayoría de estas agresiones es perpetrada por agentes estatales u otros grupos criminales, no todas son cometidas por éstos; ya que las agresiones de las que son víctimas las DDH muchas veces son cometidas por sus compañeros de la propia organización o de otros DDH, quienes también reproducen la violencia machista en contra de sus compañeras defensoras.

Aunado a lo anterior, las DDH también se enfrentan a la discriminación, como bien lo señala Alda Facio:

En el sistema patriarcal en el que estamos inmersas, cualquier tarea que desempeñamos las mujeres se valora menos que las que llevan a cabo los hombres, y la DDH no es una excepción. Como en todo, existe un doble parámetro o estándar para evaluar las aportaciones de las y los DDH; estos últimos, además, son vistos como el modelo de lo que debe ser una persona DDH: es decir, alguien que puede esperar el apoyo incondicional de su familia y su comunidad, y cuyo rol tradicional no se percibe como contrario a este tipo de actividades, al contrario, su papel es la defensa de su familia, su comunidad, su país. Esto nos afecta a las defensoras de múltiples maneras, ya que nosotras mismas no nos valoramos ni apreciamos lo que hacen nuestras colegas de la misma manera como reconocemos lo que hacen nuestros colegas hombres.[7]

Muestra de lo anterior es la posición que ocupan las defensoras dentro de las organizaciones no gubernamentales, que quedan relegadas a puestos invisibles porque en la mayoría de los casos las direcciones de las organizaciones son ocupadas por los hombres.

A pesar de que frecuentemente las DDH son víctimas de las violencias y prácticas machistas reproducidas dentro de las propias ONG en las que laboran o por otros DDH, la mayoría de estos casos no sale a la luz pública, debido a las repercusiones que podrían tener, por lo que hay pocos casos que se han denunciado públicamente, como el de la defensora Araceli Tecolapa Alejo, mujer indígena y DDH en Guerrero, quien recientemente fue despedida injustamente por expresar la violencia de género, acoso laboral y sexual hacia su persona por parte del director del Centro Regional de Defensa por los Derechos Humanos José Ma. Morelos y Pavón ac.

Esta situación generó la emisión de un comunicado que fue suscrito por varias DDH, en el cual externaron su apoyo a Araceli, además de externar su malestar e indignación por el trato que recibió, ya que no fue escuchada, su relato y denuncia fueron minimizados y, en consecuencia, fue revictimizada, colocándola en una situación de mayor vulnerabilidad. Finalmente, externaron su preocupación ante esta situación:

Estamos viviendo tiempos difíciles en nuestro país y en el estado de Guerrero, es por ello que resulta preocupante que dentro de las organizaciones exista una actitud que violenta a las compañeras, minimizando y normalizando, cuando la detección de la violencia de género es un insumo básico para impulsar la lucha en los diferentes ámbitos que componen la dignificación de la vida.[8]

 Como podemos observar, esta problemática dentro del campo de la DDH ha sido invisibilizada y, por lo tanto, no se ha atendido adecuadamente. Por lo que es imperioso que esta violencia, que ha sido instituida como algo natural por el sistema patriarcal, se visibilice para que las dificultades, los riesgos, la discriminación y las agresiones a las que se enfrentan las DDH se analicen y aborden con una perspectiva de género, y que ésta se incorpore en la DDH.

 

La mercantilización de los derechos humanos

Otra de las luchas dentro del campo de la DDH que ha sido poco estudiada y, por lo tanto, queda invisibilizada, es lo que grupos, organizaciones y colectivos llaman “la mercantilización de los DH”; es decir, el uso de las víctimas, su dolor y sufrimiento, para conseguir financiamiento y el sostenimiento de una organización.

Muestra de lo anterior es el surgimiento de grupos e iniciativas construidas desde abajo, como la Red contra la Represión y por la Solidaridad, la cual surgió en junio de 2007 como consecuencia de la represión de Atenco en mayo de 2006. Desde su surgimiento, esta Red busca actuar de otro modo frente a la violencia estatal contra las luchas sociales; para ello buscó crear espacios de escucha, coordinación y lucha entre quienes son víctimas y resisten ante la represión estatal. Las principales consignas de esta Red fueron:

[…] ya no delegar nuestras responsabilidades en instancias que comercian monetaria o políticamente con los dolores de ese abajo, muchas veces casi invisible, que se enfrentan a cualquiera de las garras de lo que el EZLN ha llamado correctamente la Hidra Capitalista; no delegar a instancias que hacen de la desesperación, la rabia, la tristeza, clientes pasivos y que sólo esperan actuar según sea la conveniencia, no digamos de sus clientes, sino de sus intereses frente a sus patrocinadores o alguna instancia gubernamental.[9]

Por lo anterior, esta Red es sostenida por los mismos que sufren y resisten a la injusticia, la opresión, aquellas/os que han sido víctimas de la represión por defender sus bienes, sus territorios, sus ideas, su espacio y su dignidad humana. Según lo dicho por esta Red, el trabajo colectivo de sus integrantes, su sostenimiento colectivo, la profesionalidad y la claridad política constituyen las principales diferencias con las ONG profesionales:

[la Red] no es una instancia en la que una compañera o un compañero delega sus problemas a un grupo de especialistas para que lo resuelvan, y, de este modo, tomen su lugar, sino es la coordinación de la lucha de esta compañera o este compañero con otras luchas que se enfrentan a la represión. Convirtiendo así a nuestros compañeros y compañeras víctimas de la represión, en activistas de la lucha en contra de ella. Fortaleciendo la construcción del colectivo y organización que, por la vía de la represión, ha querido ser debilitado o destruido. No sustituyendo, ni suplantando a los verdaderos actores. Sino fortaleciendo sus relaciones, para que con sus experiencias aprendan y enseñen a todos, a todas las que luchan en contra de la bestia represiva.[10]

Además señalan que nadie puede suplantar las luchas sostenidas por las y los familiares, los colectivos y las comunidades, ya que son éstas quienes conocen sus necesidades, sus intereses, así como la dirección de sus luchas; son éstas quienes deben emprender la lucha mediante la organización desde abajo, alejadas del financiamiento y los intereses de las instancias estatales o privadas.

Esta Red no es la única iniciativa que ha surgido desde abajo y que lucha contra la represión, la violencia y las violaciones de DH. Cada día vemos más grupos, movimientos y colectivos de víctimas que han emprendido esta lucha, como los colectivos de familiares de personas desaparecidas o de víctimas de tortura que no se han constituido como ONG y han dirigido su camino y su movimiento, lejos también de intereses de terceros.

La opinión de las ONG “profesionales” sobre esta situación no coincide con este planteamiento y señalan ejemplos emblemáticos de convergencia con las víctimas como los casos de Atenco y Ayotzinapa, en los que las propias víctimas mantuvieron su ruta, su protagonismo y su autonomía, pero al lado de las ONG como el Centro Prodh y Tlachinollan. De cualquier manera, sería deseable establecer un diálogo para discutir la conveniencia o no de la convergencia entre estos actores.

 

La lucha por el prestigio, el reconocimiento y la trayectoria

Las personas que han decidido dedicar su vida a la DDH, en la mayoría de los casos es porque han vivido cerca de esta lucha. Ya sea por entornos familiares que los hayan formado desde pequeños, o porque han sido víctimas, directas o indirectas, de graves violaciones a los DH.

Organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y el Comité de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación a la mujer (CEDAW) expresan su preocupación por la impunidad de las violaciones hacia los DDH.

A diferencia de otros oficios de reconocido prestigio, como fueron en su momento las figuras del médico, el abogado, el sacerdote o el maestro, quien se dedica a la DDH se da cuenta de que su primera batalla no es sólo la demanda de justicia, verdad y reparación del daño, sino el reconocimiento de su profesión que, por el contrario, es estigmatizada, no valorada y, lo que es peor, hostigada y, cuando se defienden los derechos a la tierra y el territorio en graves conflictos socioambientales, se les criminaliza, como veremos más adelante, o simplemente se les desaparece o ejecuta extrajudicialmente.

A esta batalla por el pleno reconocimiento del “derecho a defender los derechos humanos”, como la gran mayoría de los comités de los tratados recomiendan al Estado mexicano, se le tiene que sumar la lucha que se da entre las ONG por el reconocimiento, la legitimidad y el prestigio. El capital simbólico que algunas ONG han logrado acumular opera como capital en disputa y no siempre como una posibilidad más de colaboración y fortalecimiento del movimiento de DDH. Colaboración que sí ocurre en determinadas circunstancias. Varias de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CORIDH), o la admisibilidad de casos por parte de la Comisión Interamericana (CIDH), no hubieran sido posibles sin la colaboración de ONG de carácter internacional.

Esta lucha por el prestigio, el reconocimiento y la legitimidad es una de las más sordas y soterradas que se dan al interior del movimiento de DDH. Esta lucha implica, entre otras consecuencias, la dificultad para el diálogo y el debate de mayor altura crítica, entre posturas políticas e ideológicas, para visualizar oportunidades de colaboración y fortalecimiento.

Objetivamente nunca será lo mismo una organización con más de 30 años de trayectoria que una recién llegada al campo. Como cualquier nuevo participante en un campo social, ésta paga un precio de entrada al campo y el desarrollo de su trayectoria para acumular capital simbólico, así como otras especies de capital que posibiliten una mejor DDH; pasa necesariamente por el establecimiento de lazos de cooperación y solidaridad, más que de competencia o de fuego amigo. No es casual, en este sentido, que el Relator Especial para Defensores de la ONU, Michel Forst, recomiende a las ONG nacionales mayor apoyo y solidaridad con las más pequeñas y que operan en lugares aislados, porque se encuentran en mayor vulnerabilidad.[11]

La lucha por el prestigio y el reconocimiento pasa, por tanto, por una mayor sensibilidad con los colectivos de más reciente creación, como los de familiares de desaparecidos y de víctimas de feminicidio. Al mismo tiempo requiere la construcción de articulaciones y sinergias. En este sentido, destacan las recomendaciones precisas del Relator para defensores:

  • “Asegurar el fortalecimiento de las medidas de autoprotección y que éstas sean accesibles para las y los defensores en mayor riesgo;
  • Abordar la discriminación contra las mujeres defensoras y los defensores LGBTI al interior de sus movimientos;
  • Aprovechar de forma cabal los mecanismos de la ONU y los regionales para la promoción y protección de los defensores de derechos humanos.”[12]

 

Criminalización de las personas defensoras de los derechos humanos

La Asamblea General de los Estados Americanos (OEA) reconoció en 1999 el derecho de DDH y la importancia de esta lucha. Anteriormente, la Declaración sobre los DDH empezó a elaborarse en 1984 y fue aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1998, con ocasión del quincuagésimo aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Sin embargo, la realidad de los DDH en muchos países de América Latina y del mundo es otra. La DDH no es algo sencillo, es un oficio en el que los DDH y familiares sufren ataques directos en contra de su persona, teniendo que modificar muchos aspectos en su vida por seguridad, porque sigue siendo un trabajo no reconocido y criminalizado.

Los y las DDH se encargan de evidenciar y denunciar las violaciones de DH sufridas por la ciudadanía ante las instancias internacionales correspondientes. Al visibilizar que el Estado no cumple con su labor de proteger y promover los DH, los DDH se convierten en “enemigos” del Estado. En muchas ocasiones los DDH son acusados de cometer delitos o realizar actividades fuera de la ley.

Estos DDH viven en una constante lucha en busca del reconocimiento de su labor, y para que se les permita ejercer su trabajo sin problemas o impedimentos legales buscan crear un entorno seguro donde puedan ejercer su trabajo y no se deslegitime, pero son acusados de alterar el orden público o atentar contra la seguridad del Estado, ya que existe un conflicto de intereses con actores estatales y no estatales. Estos actores buscan debilitar la causa, creando miedo en las redes de DDH para silenciar sus denuncias y evitar que sigan existiendo estas luchas. Los DDH son víctimas de procesos penales prolongados, denuncias infundadas, detenciones arbitrarias en momentos cruciales de una denuncia. La CORIDH ha insistido en responsabilizar al Estado de cumplir su obligación de promover e impulsar los procesos penales debidos. También reitera que, en caso de criminalización de la lucha y del defensor, debe de existir una investigación completa, imparcial, pronta y exhaustiva, independiente y dentro de un plano razonable.

Se ha reconocido que se ha hecho un uso indebido del derecho penal al criminalizar la labor de defensoras y defensores de derechos humanos. El conjunto de este tipo de acciones en su contra es contrario a los compromisos internacionales en materia de protección de los DH que han asumido los Estados. La CIDH insiste en que los fiscales deben velar por la correcta aplicación del derecho y responsabilizar al Estado de cumplir con su trabajo en materia de velar por el respeto y cumplimiento de los derechos humanos, que han sido tan violentados. De ahí la recomendación al gobierno de México del Relator para defensores: garantizar investigaciones prontas e imparciales sobre las presuntas amenazas y formas de violencia contra personas defensoras de derechos humanos y llevar ante la justicia a los responsables directos y a quienes participaron en la comisión de crímenes. También deben proporcionarse reparaciones.[13]

Finalmente, cabe destacar el Informe de la CIDH en el que se afirma: “El presente informe analiza de forma detallada el problema del uso indebido del derecho penal por parte de actores estatales y no estatales con el objeto de criminalizar la labor de defensoras y defensores de derechos humanos”.[14]

 

La lucha por el financiamiento y una agenda independiente

En términos generales, la gran mayoría de ONG DDH en México ha tenido en el financiamiento proveniente de las agencias de cooperación internacional una de las principales condiciones favorables para su funcionamiento y la continuidad de su trabajo. Esta clasificación es fuente de debates y diferencias entre las ONG, entre las que reciben financiamiento del gobierno de Estados Unidos, o de México, y las que estratégicamente se niegan a recibirlo.

En este punto, conviene aludir a un debate latinoamericano sobre el papel que Estados Unidos desempeña en la región, en particular, por el financiamiento a ONG de DH y, por tanto, el desafío que este movimiento enfrenta ante las reformas neoliberales que se han impuesto en todo el continente, sobre todo después del periodo que algunos llaman de los “gobiernos progresistas”. Este desafío nos recuerda uno de los planteamientos iniciales de este proyecto de investigación que tiene que ver con el dominio que los tribunales comerciales han ejercido sobre los tribunales de DH.

En esta perspectiva más sistémica y estructural, las luchas que se dan en el campo de DDH por el financiamiento no es una lucha cualquiera, ni es tan sólo una apuesta por la mayor o menor eficiencia en el uso de los recursos. Hay, de fondo, una cuestión ética y de principios, no siempre explicitados en los documentos básicos de las organizaciones. Además, como vimos en el apartado sobre la mercantilización de los DH, hay una postura política que apuesta a favor de que las propias víctimas de la represión y de graves violaciones a los DH sean sus propias defensoras, sin depender de otros. En el caso de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, se puede cuestionar y aun matizar esta división, en particular, porque los familiares han tenido un protagonismo fundamental en demandar su derecho a la verdad y a la justicia. Por otro lado, dos grandes ONG, el Centro Prodh y Tlachinollan, son organizaciones de reconocido prestigio, con estatus consultivo en la ONU y en la CIDH, y reciben financiamiento de agencias de cooperación internacional, particularmente europeas. Entonces, en este caso, como en otros de carácter emblemático, la lucha por el financiamiento adquiere diversos matices y correlaciones. Por ejemplo, es más fácil conseguirlo para una organización que ha acumulado una amplia trayectoria de 30 o 35 años de trabajo, que tiene en su trayectoria la defensa de casos emblemáticos de litigio estratégico y que ha demostrado profesionalismo y es transparente en el manejo de los recursos, avalada por auditorías que, además, exigen las agencias de cooperación internacional.

Muy diferente es la situación de las organizaciones internacionales de DH. Quizá el caso más emblemático sea el de Amnistía Internacional (AI), con sede en Londres, fundada por Peter Benson en julio de 1961, con presencia en 150 países, cuyo financiamiento depende, en buena medida, de las aportaciones de millones de socios en todo el mundo. Lo más interesante de este tipo de organizaciones, en particular las que operan desde Estados Unidos, es la alianza estratégica que establecen con organizaciones de México; sin su apoyo, muchos casos emblemáticos de graves violaciones a los derechos humanos no hubieran salido adelante. En este sentido, organizaciones como la Oficina en Washington para asuntos latinoamericanos (WOLA), fundada en 1974; el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), fundado en 1991, Humans Right Watch, fundado en 1978, además de AI, han sido un apoyo fundamental para el movimiento de los DH en México.

La lucha por el financiamiento no se reduce a conseguirlo. También implica negociar la agenda de las organizaciones. En los casos más extremos, hay agencias de cooperación internacional que con toda claridad expresan que no financian proyectos específicos, por ejemplo, de educación en DH; pero sí financian casos de litigio estratégico. Para las organizaciones es un verdadero dilema, porque les modifica sus proyectos y planes de acción. En esas situaciones, hay una verdadera negociación entre organización y agencia de cooperación, a su vez, éstas se encuentran bajo la presión de sus gobiernos, porque muchas de ellas operan con recursos fiscales. Otras, en cambio, utilizan donaciones de particulares y otras más son fundaciones de familias de enormes recursos. Lo que han hecho muchas áreas de procuración de fondos de estas organizaciones es diversificar los financiamientos, al mismo tiempo que no renuncian a priorizar sus proyectos, tanto para impulsar una cultura de los DH como para incidir en políticas públicas o llevar adelante el litigio estratégico en torno a casos emblemáticos.

Con este panorama amplio podemos comprender que, entre las otras luchas en el campo, la del financiamiento y la de la vigencia de una agenda prioritaria es de las más complicadas, y las organizaciones invierten en personal y enormes esfuerzos para presentar proyectos bajo los criterios de las financiadoras.

 

¿Quién defiende a las y los defensores y defensoras de los derechos humanos?

El trabajo que realizan DDH en México es verdaderamente peligroso. Se exponen a amenazas y hostigamientos no sólo por parte del Estado mexicano o de empresas transnacionales sino también de los mismos civiles y, en ocasiones, incluso familiares suyos que no están de acuerdo con la labor que realizan. La creación de redes de apoyo entre los diferentes grupos y organizaciones que defienden los DH ha sido un primer intento por mantenerse protegidos. No obstante, las rivalidades que existen tanto entre las organizaciones como dentro de ellas hace que esta red de apoyo se vuelva una red de competencias.

Todas las dificultades señaladas producen un desgaste tanto físico como emocional en los DDH, lo cual a su vez puede provocar el desarrollo del síndrome burnout, que se distingue por presentar una menor rendición, interés y satisfacción tanto en el trabajo como en la vida personal por no poder tener momentos para manejar las distintas emociones que les provoca su oficio. Se convierte en una paradoja ya que, al proteger a grupos vulnerables, se convierten en uno de ellos. Es así que surge la pregunta: ¿quién defiende a los DDH? De esta forma despunta otra lucha. Una lucha por el autocuidado de DDH, en la que es necesario ver no sólo por la otra y el otro, también hay que ver por uno mismo, sin lo cual la DDH se convertirá en un trabajo agotador, en el que no se lograrán las metas esperadas y los ánimos para continuar trabajando en esto disminuirán.

Los cuidados que los DDH deben tener son varios y se pueden dividir a grandes rasgos en dos tipos: físicos y psicológicos. Los físicos involucran cualquier agresión que lesione el cuerpo de la persona DDH; el psicológico incluye no sólo el miedo que provocan las amenazas, sino también la frustración de tener tantos obstáculos en el camino de la DDH. En el caso de las agresiones físicas, los testimonios narran que lo que se ha hecho cuando se tiene alguna amenaza es contratar un grupo de seguridad privada para salvaguardar la seguridad tanto de la o el defensor como la de su familia. Sin embargo, no todas los DDH tienen los ingresos suficientes o pertenecen a una organización lo suficientemente grande o reconocida para poder costearse esta protección, por lo que tiene que dejar la labor que se ejecuta, arriesgarse en su día a día a sufrir algún tipo de violencia, salirse de la comunidad en la que se encuentra o, en los casos más extremos, salir del país. Este tipo de dificultades que van enfrentando los DDH tiene toda una serie de repercusiones psicológicas que normalmente no son atendidas y que influyen en la calidad de trabajo y de vida que van a llevar. Trabajar en la DDH conlleva una carga emocional muy fuerte. Por un lado, están las historias de las personas por las que se trabaja, que pueden llegar a ser verdaderamente desgarradoras y, por otro lado, se encuentran todas las otras luchas que hemos descrito y que provocan cansancio y hartazgo del DDH. Varios testimonios fueron recogidos en nuestro libro El oficio de defender los derechos humanos.

Cuando se abre el panorama sobre el verdadero trabajo de DDH, se puede ver que vienen cargando no sólo el peso de las historias de las violaciones a DH, también enfrentan todo un sistema que está en contra de ellos, y el desgaste puede ser tan grande que los DDH deciden salirse del oficio porque emocionalmente ya no pueden rendir más. La exposición constante al dolor y el sufrimiento puede hacer que en casos extremos se tenga que tener una intervención terapéutica urgente.

Es evidente que ser DDH se convierte en un trabajo de tiempo completo, se infiltra en las vidas personales de cada uno y llega a la familia y a los conocidos de los involucrados. Por lo tanto, es muy importante que los DDH mantengan algún tipo de acompañamiento psicológico, que puedan hablar sobre los constantes pensamientos y sentimientos que les angustian y puedan de alguna manera sincerarse y seguir encontrándole un sentido al trabajo que ejecutan diariamente. De esta manera, los DDH podrán desarrollar todo su potencial durante el trabajo y mantener una cierta calma en su vida privada. No obstante, por más evidente y necesario que sea este acompañamiento, la falta de financiamiento es el principal obstáculo para que exista este proceso. Cuando sólo llegan los recursos suficientes para mantener a flote a la organización, el estado emocional de las y los defensores pasa a segundo plano, lo cual provoca que tengan que lidiar con este proceso por sí solos.

 

La necesaria profesionalización de defensores y defensoras de los derechos humanos

En México, el camino que los DDH tienen que seguir para cumplir con su trabajo es muy incierto. Cada uno va decidiendo cuál es la mejor manera de enfrentar su lucha conforme va avanzando, fallando y aprendiendo, realmente no existe ningún manual o ninguna base en la que se puedan apoyar para saber por dónde encaminar su lucha. Si bien pueden tomar ejemplos de ONG o grupos que se dediquen a DDH, las luchas, los motivos, los antagonistas son tan distintos que herramientas que les funcionaron a algunos no podrán ser útiles para otros. Esta falta de claridad sobre cómo debe ser la DDH se debe a que no existe ninguna formación institucionalizada sobre qué son los DH, cómo los hacemos valer y cómo los defendemos. Es decir, no existe una profesionalización de los DDH, en el sentido de que no existe capacitación o entrenamiento para preparar y enseñar a las personas a defender los DH. Es muy común que DDH comiencen a ejercer su labor sin siquiera saber que están convirtiéndose en DDH; detectan una injusticia o son víctimas de alguna y deciden movilizarse para que ésta no se vuelva a repetir jamás. No obstante, es necesario que las personas se sientan invitadas a defender los DH aunque no hayan vivido ningún tipo de violación, pero esto sucede rara vez, ya que nunca se enseña a las personas a empatizar con alguien que haya sufrido violaciones a sus DH.

La falta de información verdadera sobre el trabajo de DDH genera estigmas y prejuicios sobre ellos y ocasiona que haya menos atracción para convertirse en una o uno de ellos. En un país donde diariamente se cometen centenares de violaciones a DH, formar defensoras y defensores de estos derechos debería ser una prioridad en la educación superior. Sin embargo, la realidad es que existen muy pocos tipos de preparación para la defensa de los derechos y éstos se encuentran únicamente en disciplinas enfocadas más a los estudios sociopolíticos y jurídicos, como el derecho y la gestión pública, entre otras. Es realmente importante que esta visión se expanda a más disciplinas que puedan aportar a la DDH desde sus perspectivas respectivas. Por ejemplo, la psicología tiene mucho que aportar en el caso de las personas que buscan a sus desaparecidos, acompañándolos a procesar la ausencia de ese ser querido mientras siguen en la lucha. De igual manera, disciplinas que se encuentren dentro del marco de la ingeniería pueden hacer grandes aportaciones en la DDH, creando métodos de comunicación seguros y útiles adaptados a la necesidad de la comunidad. Como éstos, podría haber muchos más ejemplos.

La profesionalización de los DDH, en la medida en que incorpora una perspectiva de género, en la teoría, y sobre todo en la práctica, puede ayudar mucho contra los comportamientos machistas que conllevan negligencia respecto del cuidado de sí mismo. Es necesario enseñar a los DDH a pedir ayuda, así como a poner límites de lo que pueden y no pueden hacer para defender los DH de las personas porque es emocional y físicamente agotador dedicarse a la DDH. El entrenamiento que se debe dar tiene que pasar por un proceso de maduración y de crecimiento personal, en el que los DDH puedan aprender a mantenerse equilibrados y a detectar cuando están sintiéndose mal de alguna manera, o cuando su rendimiento en el trabajo está disminuyendo.

El convertirse en DDH se vuelve todo un reto. No existe un camino marcado que indique hacia dónde ir, al contrario, todos los caminos indican no ir para allá. La profesionalización garantiza más seguridad a DDH, y el reconocimiento público del Estado facilita el respeto y la aceptación social, lo cual provoca a su vez que se genere una imagen pública positiva de las personas que se dedican a esto. Profesionalizar el oficio de DDH es una herramienta que ayudará a fortalecer su seguridad, por lo que se le tiene que poner especial atención a encontrar maneras de que los DH se incorporen en el currículo de las diferentes disciplinas en la educación superior, para poder defenderlos de una manera más digna y humana.

Es evidente que la no profesionalización de los DH en México genera grandes problemas a la defensa de los DH, porque agudiza las luchas, ya descritas que tienen que enfrentar diariamente. Una persona capacitada y entrenada para la defensa tendrá mejores herramientas para enfrentar los problemas que se le presenten. Es un asunto que tiene que ser tomado con mucha seriedad, ya que es un paso muy importante para que la DDH se vuelva un tema que se tome en serio, tanto por las instituciones como por las personas, y para que quienes luchan por ellos se encuentren más seguros tanto en su trabajo como en su vida personal. De igual manera, profesionalizar el campo de los derechos humanos funciona como método no sólo para visibilizar las violaciones de los derechos humanos sino también para atraer a más personas a su defensa, creando una red de personas que desde sus distintas disciplinas luchan por lograr su cumplimiento y pueden ayudar también al convertirse en los propios protectores de las y los DDH.

No es casualidad, por ejemplo, que la recomendación a las universidades que hiciera el Relator para defensores fuera precisamente “Incluir en sus programas y actividades la promoción de los derechos humanos y participar en acciones para abordar los serios desafíos de derechos humanos que México enfrenta”.[15]

 

Fuentes documentales

Centro de Arte Contra la discriminación y otras formas de violencia ac et al., Pronunciamiento en respaldo a la compañera Araceli Tecolapa Alejo, mujer indígena y defensora de los Derechos Humanos en Guerrero, julio de 2018. http://contralatortura.org.mx/index.php/component/k2/item/178-pronunciamiento-en-respaldo-a-la-companera-araceli-tecolapa-alejo-mujer-indigena-y-defensora-de-los-derechos-humanos-en-guerrer Consultado el 02/viii/2018.

CIDH, Criminalización de defensoras y defensores de derechos humanos, Washington, Diciembre 2015. www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/criminalizacion2016.pdf Consultado el 5/I/2016.

Facio, Alda, Resolución de la Asamblea General de la ONU sobre protección de las defensoras de los derechos humanos y las personas defensoras de los derechos de la mujer, Iniciativa mesoamericana de mujeres defensoras de los derechos humanos/onumujeres, junio de 2016. http://im-defensoras.org/wp-content/uploads/2016/07/RESOL-DE-LA-ASAMBLEA-GRAL-ONU_010616-MED_WEB_2.pdf Consultado el 05/VII/2018.

Forst, Michel, Informe del final de la misión del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los defensores de derechos humanos, visita a México, 16 al 24 de enero de 2017. http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=21111&LangID=S Consultado el 26/I/2017.

Moreno–Jiménez, Bernardo, González, José Luis y Garrosa, Eva, “Desgaste profesional (burnout), personalidad y salud percibida” en Buendía, J. y Ramos, F. (Eds.), Empleo, estrés y salud, Pirámide, Madrid, 2001, pp. 59–83. https://www.uam.es/gruposinv/esalud/Articulos/Personalidad/Desgaste%20profesional-personalidad-y-salud-percibida.pdf Consultado el 26/I/2017.

Red contra la Represión y por la Solidaridad. RvsR: Nueve años de resistencia frente a la represión. Junio de 2016. https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2016/06/10/rvsr-nueve-anos-de-resistencia-frente-a-la-represion/ Consultado el 26/VI/2018.

Velasco, David (Coord.), El oficio de defender los derechos humanos. Aproximaciones a una génesis de ombudsman, ITESO, Tlaquepaque, Jal., 2016.

——  La humanización del “oficio de defender los Derechos Humanos”. Desde la práctica de las defensoras en https://davidvelasco.files.wordpress.com/2015/12/la-humanizacic3b3n-de-la-prc3a1ctica-de-un-oficio-1512111.pdf Consultado el 26/I/2017.

—— “¿Estado de excepción permanente? El inquietante desmoronamiento de los derechos civiles y políticos en México” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXV–1, No. 100, diciembre de 2016, pp. 395–413.

——  ¿“Por qué matan a las y los defensores de los derechos humanos en México?” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXI–3, No. 83, marzo de 2012, pp. 283–304.

——  “El estado del arte de los informes acerca de la situación de defensores y defensoras de los derechos humanos en México” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXII–2, No. 86, junio de 2013, pp. 175–200.

——  “La lógica teórica del campo de los DDH en México. Delimitación del campo y su relación con el campo de poder” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXII/3, No. 87, 30 de septiembre de 2013, pp. 275–298.

——  “El campo de las y los defensores de derechos humanos en México. La estructura de posiciones en el campo” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIII–1, No. 89, 31 de marzo de 2014, pp. 61–87.

——  “Alianza estratégica entre periodistas, defensores/as y expertos/as” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIV–1, No. 93, 31 de marzo de 2015, pp. 77–98.

——  “Alianza estratégica entre periodistas, defensores/as y expertos/as” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIV–2, No. 94, 30 de junio de 2015, pp. 187–201.

——  “Cuando a los derechos los convierten en mercancías” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Año 26, No. 102, 30 de junio de 2017, pp. 199–226.

——  “Desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. Grandes tragedias y grandes alianzas estratégicas” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIV–3, No. 95, 30 de septiembre de 2015, pp. 299–319.

——  “El campo de las y los defensores de DH en México. La visión hegemónica de los DH. 6ª parte” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIII–3, No. 91, 30 de septiembre de 2014, pp. 286–316.

——  “El sacrificio de los inocentes en México” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXVI–1, No. 101, 31 de marzo de 2017, pp. 84–110.

——  “El sistema ombudsman de México. 7ª parte” en  Revista Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, Universidad de Guadalajara, Vol. XXII, Núm. 63 mayo/agosto de 2015, pp. 185–220.

——  “La discriminación nuestra de cada día” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Año 26, No. 103, 30 de septiembre de 2017, pp. 310–337.

——  “La humanización del “oficio de defender los Derechos Humanos”. Desde la práctica de las defensoras” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIV–4, Año 24, No. 96, 31 de diciembre de 2015, pp. 401–429.

——  “La práctica de la tortura y su normalización en México” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXV–3, No. 99, 30 de septiembre de 2016, pp. 278–301.

——  “Una profunda herida: el infierno de los trabajadores migrantes y sus familias” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Año 27, No. 106, 30 de junio de 2018, pp. 234–260.

——  “México ante el Examen Periódico Universal, examen fallido” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Año XXVI–1, No. 105, 31 de marzo de 2018, pp. 99–132.

——  “México: ¿un Estado feminicida?” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXV–1 No. 97, 31 de marzo de 2016, pp. 69–96.

——  “Noche y niebla. Desaparecer las desapariciones forzadas” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXV–2, No. 98, 30 de junio de 2016, pp. 166–193.

——  “Sentencias Incumplidas” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIII–2 No. 90, 30 de junio de 2014, pp. 171–204.

 

[*] Profesor del ITESO. Con la colaboración de Emilia Díaz Corona Centeno, Cataly Cubero Espinal, Diana Araceli Pérez González, estudiantes de Relaciones Internacionales del ITESO, y Denisse Montiel Flores, egresada de Relaciones Internacionales y de Derecho del ITESO.

 

[1].     Ver David Velasco, “¿Por qué matan a las y los defensores de los derechos humanos en México?” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., No. 85, enero–marzo, 2013, pp. 83–104. En los siguientes números de esta revista se publicaron avances parciales de esta investigación.

[2].    David Velasco, “El campo de las y los defensores de derechos humanos en México. La estructura de posiciones en el campo” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIII–1, No. 89, 31 de marzo de 2014, pp. 61–87.

[3].    David Velasco, “Sentencias Incumplidas” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIII–2, No. 90, 30 de junio de 2014, pp. 171–204.

[4].    David Velasco, “El sistema ombudsman de México. 7ª Parte” en revista Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, Universidad de Guadalajara, Guadalajara, Jal., Vol. XXII-3, Núm. 63, mayo/agosto de 2015, pp. 185–220.

[5].    David Velasco, “Alianza estratégica entre periodistas, defensores/as y expertos/as” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXIV–2, No. 94, 30 de junio de 2015, pp. 187–201.

[6].    David Velasco, “México: ¿un Estado feminicida?” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., Vol. XXV–1, No. 97, 31 de marzo de 2016, pp. 69–96.

[7].    Facio, Alda, Resolución de la Asamblea General de la ONU sobre protección de las defensoras de los derechos humanos y las personas defensoras de los derechos de la mujer, junio de 2016, p. 16.

[8].    Centro de Arte Contra la discriminación y otras formas de violencia ac et al., Pronunciamiento en respaldo a la compañera Araceli Tecolapa Alejo, mujer indígena y defensora de los Derechos Humanos en Guerrero, julio de 2018.

[9].    Red contra la Represión y por la Solidaridad, RvsR: Nueve años de resistencia frente a la represión, junio de 2016.

[10].    Ibidem.

[11].    Michel Forst, Informe del final de la visita a México, 16 al 24 de enero de 2017.

[12].    Ibidem.

[13].    Ibidem.

[14].    CIDH, Criminalización de defensoras y defensores de derechos humanos, Washington, diciembre de 2015, Resumen Ejecutivo, p. 11.

[15].    Michel Forst, Informe

Sobre La libertad del diablo

Luis García Orso[*]

Recepción: 23 de agosto de 2018
Aprobación: 31 de agosto de 2018

 

Víctimas y victimarios de la violencia por el crimen organizado en México están frente a nosotros en la pantalla. Siempre frente a mí, narrando lo que han vivido; las víctimas y los victimarios, desnudando su alma, a lo largo de setenta densos minutos. Todos ellos llevan una máscara de tela color beige que los hace iguales, casi iguales; todos arrastrados y heridos por la violencia y la muerte, por la impotencia y el miedo.

Hay de todas la edades, de Ciudad Juárez y Ciudad de México, de Puebla y del Estado de México. Se confiesan delante de mí. Las dos hermanas jovencitas que vieron cómo se llevaban a su madre que se entregó en lugar de ellas. La madre ya madura que busca a sus dos hijos, ante el frío desdén de las autoridades, para luego hallar a sus hijos sepultados en el desierto. El muchacho que empezó a delinquir para que se lo llevaran y así encontrar dónde están sus hermanos desaparecidos, y el otro inocente que es torturado y violado por hombres y mujeres policías municipales.

La misma máscara de tela que los hace a todos semejantes. También los federales y los militares, los asesinos. Porque “son órdenes por cumplir”. “Con uniforme eres alguien seguro, con poder; sin uniforme siento vergüenza, me da asco”. “Un torturador es alguien frío, solo, que ha de seguir”. Y están los jóvenes sicarios que me cuentan lo que han vivido: “Matar a alguien te da poder. Ya no sientes: es sólo una raya más”. “Sólo me duelen los niños, porque ellos no se dan cuenta, nomás se hincan y ya”.

No estamos ante una telenovela de narcos, tampoco ante una película de acción y violencia. No es la nota roja que quiere publicar el gobierno, ni la versión sesgada de Estados Unidos. Es la confesión que brota del alma, de los recuerdos, de los sentimientos guardados, del dolor. Las lágrimas van empapando la máscara. Todo está frente a mí. También los paisajes brumosos, tristes, desolados. No sé por qué estoy escuchando tantos secretos, pero en realidad son las voces de miles y miles de mexicanos; las voces que deberían oírse y mover a una respuesta. ¿Qué tienen que ver con nosotros tanta barbarie, tanta locura, tanto dolor? ¿No somos todos iguales? ¿Dónde nos perdimos?

El cineasta documentalista Everardo González (México, 1971) ha logrado con La libertad del diablo (premio Ariel 2018) un testimonio inédito y sobrecogedor de las entrañas de México. Con él consolida y rebasa el valor de sus trabajos anteriores: La canción del pulque (2003), Los ladrones viejos (2007), El cielo abierto (2011), Cuates de Australia (2011), El Paso (2016), todos ellos excelentes documentales. Para este último trabajo se le han unido el periodista Diego Enrique Osorno (Monterrey, 1970) en el guion, María Secco en la fotografía, y Quincas Moreira en la partitura musical.

Las confesiones de miles de familiares seguirán golpeando el corazón al final del documental: “Duele más un desaparecido que un muerto, ¿Por qué no logramos rescatarlos?, ¿Qué más pudimos haber hecho?”, “No hay ni perdón ni olvido”… Pero también la confesión de los asesinos: “Al matar, morí también yo; ya mi vida no tiene sentido, no merezco compasión…”. El miedo anida en unos y otros, el dolor también.

Todos llevamos la máscara de carne que nos iguala. ¿Qué creó la división, la enemistad, la muerte? ¿Qué nos puede reconciliar? De pronto, un anhelo de vivir y recibir compasión, de volver a ser iguales y hermanos nos puede salvar. Sólo un anhelo muy íntimo, la gracia de reconocernos en el otro.

 

[*] Profesor de Teología en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México; miembro de la Comisión Teológica de la Compañía de Jesús en México, miembro de Signis (Asociación Católica Mundial para la Comunicación). lgorso@jesuits.net

La universidad en México (mesa de diálogo)

[*]

Francisco Javier Garciadiego,
José Sarukhán Kermez y
Antonio Lazcano

Francisco Javier Garciadiego[1]

Estoy muy emocionado de estar en esta ciudad. Aquí nació mi padre, en Guadalajara, y le tengo un cariño enorme, y además venir a los sesenta años del ITESO, habiendo sido mi padre egresado del Instituto de Ciencias, claro que me emociona. Y espero dejar la emoción aquí. Estoy encantado de la invitación y de estar en una mesa con colegas que yo admiro tanto. De verdad, qué bueno que me pusieron primero porque hablar después de Antonio Lazcano o de José Sarukhán es un compromiso enorme, así que prefiero iniciar yo.

A pesar de venir a una institución como el ITESO, una institución jesuita, debo iniciar diciendo que yo no creo en una interpretación, lo que se diría, providencialista de la historia. Es decir, en un ente trascendente que conduce el futuro y a la humanidad. Yo no creo en esa visión de la historia. Tampoco creo en una visión absolutamente contingente de la historia como una suma de azares, ni creo en una visión racionalista o mecanicista de la historia en donde todo tiene una causa y el efecto está correlacionado de manera excluyente con esa causa. No, la verdad es que mi visión de la historia está muy influida por algo que alguna vez dijo Jorge Luis Borges al responder a la pregunta de si creía en Dios. Él contestó: “Soy tan escéptico, que ya no sé si no creer”. A mí me pasa lo mismo: soy tan escéptico que ya no sé si es conveniente o no tener una filosofía de la historia.

Voy a tratar de plantearles una confluencia —no me gusta hablar de azares en la historia— de resultados muy positivos de tres procesos históricos, abiertamente disímbolos, incluso distantes en el tiempo y en la geografía, pero, repito, confluyeron en un resultado histórico, a mi modo de ver, muy positivo, confluencia en la que además intervinieron algunos individuos que también coincidieron en este proceso.

El resultado de esta confluencia es una institución no universitaria, o parcialmente universitaria. Si me han invitado a una mesa para hablar de la universidad en México, pues yo voy a hablar de una institución que no es y nunca se planteó como universidad expresamente, pero en la que el ente universidad está presente a lo largo de toda su historia. Voy a dejar en misterio el nombre de esa institución para que tenga algo de enigmática la charla.

¿Cuáles son estos tres procesos que confluyen, procesos distantes en el tiempo y en la geografía, no necesariamente conectados? Pues comencemos con uno: la crisis del 98 en España. Y por favor, tengan paciencia. Sé que dirán: “Este profesor chilango viene a hablarnos de la crisis del 98 en España, algo muy distante del asunto universitario en México”. Bueno, pues distante sólo parcialmente.

La crisis del 98 es la pérdida de las últimas propiedades del imperio hispánico del otro lado del Atlántico —no voy a decir de todo el imperio ni la pérdida de los territorios ultramarinos, de los pocos que le quedaban (sobre todo estoy pensando en el Caribe, porque España va a conservar sus propiedades en el norte de África)—. Esta crisis del 98 provocó que muchísimos intelectuales y políticos españoles propusieran urgentemente ese término que hoy en México está muy en boga: la regeneración de España. Pienso en gente como Joaquín Costa, como Miguel de Unamuno; algunos otros utilizaron otros términos —no eran tan dramáticos como los políticos que usan el término regeneración— como el de modernización o europeización, como Ortega y Gasset, quien es el que habla de la europeización de España.

La respuesta de estos intelectuales y políticos no se redujo a proponer la regeneración, la modernización o la europeización; eran intelectuales, eran políticos que no se “preocupaban” de las cosas. Se ocupaban, que es muy distinto. Hay que ocuparse de los problemas y no solamente preocuparse por ellos. Estos políticos, intelectuales, académicos, científicos se pusieron a crear instituciones en España para poder lograr la modernización, la europeización, la regeneración —si quieren ustedes—; por ejemplo, en 1907 se fundó en España, como respuesta clara a la crisis del 98, la Junta para Ampliación de Estudios. Algo similar a nuestro Conacyt, presidida por Santiago Ramón y Cajal, es decir, buscaron al mejor científico que tenía España en ese momento para que encabezara esta institución.

Hubo otras instituciones, no me voy a detener en ellas. Una muy importante que sí mencionaré por su impacto en México es el Centro de Estudios Históricos con su rama filológica que fundó Ramón Menéndez Pidal, y lo digo porque muchos de sus discípulos van a terminar en México y, de hecho, la imagen de esta pequeña institución, el Centro de Estudios Históricos y Filológicos, será la madre de la institución de la que les hablaré en unos minutos.

No solamente se crearon instituciones. Se fundaron editoriales y revistas, pues la idea era traducir y publicar en España el pensamiento moderno de Europa. Y en este sentido podemos hablar de la colección Calpe —que después devino Espasa–Calpe— de la editorial Labor, pero sobre todo quiero destacar la Revista de Occidente —fíjense nomás en el nombre—; antes, Ortega y Gasset, que es el director fundador de esta revista, había tenido otra publicación que no tuvo mayor impacto ni trascendencia, duró poco, que se llamaba simplemente Europa. Bueno, pues Ortega crea en 1923 la Revista de Occidente que se va a dedicar a presentar a los nuevos pensadores españoles, la generación del 14, los que quedaban del 98 y, claro está, traducir a muchísimos grandes intelectuales europeos del momento.

Quiero destacar también la Junta para Ampliación de Estudios. Una de las primeras cosas que hizo esta Junta fue enviar jóvenes españoles universitarios, muchachos egresados de las carreras de las universidades de España como “pensionados” —no usaban el nombre becados— a Europa: Inglaterra, Suiza, Alemania —muchos a este lugar—, Francia; estos muchachos regresaron en la década de los diez, veinte, a España y ¿qué traían?, ¿qué regresaron? Regresaron, además de con sus diplomas de posgrado y nuevas ideas, con idiomas —los españoles no eran muy afectos a conocer idiomas extranjeros, disciplinas enteras que eran desconocidas en España, como la sociología, la psicología, fueron traídas por estos jóvenes pensionados en Europa después de la primera Guerra Mundial y alrededor de esos años.

Segundo proceso que va a confluir en la construcción de la institución a la que me voy a referir: la Revolución mexicana. ¿Qué tiene que ver la Revolución mexicana con la crisis del 98? No mucho, pero el resultado de ambas sí nos va a ayudar a entender una creación institucional. La Revolución mexicana tiene muchas secuelas, como la reforma agraria, los derechos sociales, la universalización de la matrícula en educación básica, pero en términos de educación superior, la Revolución destruye, “acaba”, para usar un término menos físico, con el proyecto de Justo Sierra de la Universidad Nacional. Era un proyecto, digamos, para una sociedad de élite. La universidad que se crea en 1910 tiene como madrinas a París, a Salamanca, y a una universidad norteamericana para hablar de modernización: Stanford. Pero es una universidad que, en conjunto, tenía menos de mil estudiantes incluyendo a la Escuela Nacional Preparatoria. La clase media en el porfiriato estaba muy reducida todavía.

Ese proyecto de los científicos como grupo político queda destruido e interrumpido con la Revolución mexicana. En 1920 renace la Universidad, que había tenido años muy difíciles durante el proceso revolucionario, con Vasconcelos como rector. Y yo he insistido, a lo largo de mis años cuando escribo sobre estos temas, que el proyecto universitario, el proyecto de la Universidad Nacional en nuestros días, tiene más que ver con Vasconcelos que con Justo Sierra, y miren que lo estoy diciendo frente a dos universitarios notables, pero sobre todo uno que llevó el mando de la Universidad Nacional durante varios años. Poca gente conoce la Universidad Nacional como el doctor Sarukhán, el rector Sarukhán. Pero ésta es mi interpretación. El proyecto de Vasconcelos era un proyecto que incluía aumentar la matrícula. Y lo que sucedió después de la Revolución mexicana fue que muchos jóvenes de la clase media que vivían en provincia buscaron la seguridad, la estabilidad y la paz que les ofrecía la Ciudad de México, que creció enormemente a lo largo de la lucha revolucionaria.

Además de mayor matrícula habría mayor compromiso social: Vasconcelos lleva a los estudiantes universitarios de 1920, 1921, 1922, a las jornadas alfabetizadoras. Tercero: la hace difusora de la cultura. No existía el Instituto de Bellas Artes. ¿Quién va a difundir cultura en este país? Pues la Universidad Nacional. Desde entonces le impone ese sello Vasconcelos, sello que no estaba tan presente en el proyecto de Sierra.

Y, por último, hay un proyecto abiertamente latinoamericanista. Recuerden simplemente el escudo y el lema de la Universidad: “Por mi raza hablará el espíritu”. Por cierto, aquí ha habido muchas especulaciones de si se refería al espíritu santo. No. No nos confundamos. En 1921, en el boletín de la Universidad aparece una explicación, y el espíritu al que se refiere es el espíritu de la nueva filosofía francesa en contra del positivismo. Y raza, porque en ese momento las relaciones diplomáticas de México después de la Revolución están básicamente concentradas con América Latina, y porque ése es el año del centenario de las independencias. Entonces hay una comunicación muy intensa entre México, Vasconcelos y la Universidad con América Latina. De ahí viene el escudo, pero, sobre todo, de ahí viene ese proyecto.

En términos académicos, hubo logros modestos al principio. ¿Por qué? Porque el presupuesto del país se destinó al renglón militar y a la reconstrucción de la infraestructura: telégrafos, vías férreas, en fin. Porque el mismo Vasconcelos, a pesar de haber sido rector, una vez que es ascendido a secretario de Educación, la mayor parte del presupuesto, como sigue sucediendo hoy en día y como necesariamente sucede, se iba a la educación básica. Hay muchos más estudiantes de educación básica que de superior. Además, porque muchos de los viejos profesores de las escuelas nacionales de medicina, de jurisprudencia, de ingenieros —los que construyeron la universidad de Sierra de 1910— estaban envejecidos después de 10 años de Revolución, algunos ya habían muerto, el propio Sierra murió en 1912; otros estaban en el exilio y algunos simplemente fueron excluidos. Hay muy pocas excepciones de profesores del periodo de 1910 de la universidad de Sierra que transita a la del 20. El caso más notable sería Ezequiel Chávez, un caso importante porque él había arrastrado el lápiz para hacer la ley constitutiva de la Universidad Nacional en 1910 con Sierra. Es decir, era un colaborador muy cercano a Sierra en el momento de fundar la Universidad.

Esto dio como resultado que se tuvieran que improvisar jóvenes docentes. Los famosos Siete Sabios, que tuvieron compromisos —no estoy cuestionando su capacidad, eran auténticamente sabios y geniales—, pero miren ustedes: Gómez Morín fue director de la Escuela de Jurisprudencia a los 26 años de edad; Vicente Lombardo Toledano, a la misma edad, director de la Preparatoria; Jaime Torres Bodet, que es de la generación de los Contemporáneos, es secretario particular de Vasconcelos y luego jefe del Departamento de Bibliotecas de la Universidad Nacional alrededor de los 20 años. Como la edad de cualquiera de estos jóvenes que estoy viendo aquí. A eso los orilló la Universidad porque había hecho a un lado, digamos, a toda esta generación de profesores con los que Sierra había contemplado construir la suya.

Además de estos problemas hubo varios conflictos que fueron atorando el desarrollo académico de la Universidad. Uno en el 29: la autonomía. Es un conflicto importante que duró algunos meses. En 1933–1934, la idea de Lombardo Toledano de imponer el marxismo, de imponer la educación socialista en la educación superior de México, impactó en la Universidad. Hubo un movimiento de resistencia encabezado por Antonio Caso. Antonio Caso, que transitó de la universidad porfirista a la universidad vasconceliana, es el que logra poner en retirada a Lombardo y su proyecto de educación socialista y, como se dice, si en 29 se logró la autonomía institucional, en 1933–1934, al rechazar esta idea de imponer el marxismo como única doctrina pedagógica en la universidad, se logró la libertad de cátedra. Esto es un movimiento muy importante.

Y también en ese mismo contexto tenemos el sexenio de Cárdenas (1934–1940). Cárdenas abiertamente —no voy a decir que rechazaba a la Universidad Nacional— no simpatizaba con ella. Su proyecto era otro: claramente el Politécnico Nacional. Es un proyecto muy válido, una institución admirable, pero no era la Universidad Nacional el ojito querido del presidente Cárdenas. Por otro lado, una decisión de Cárdenas que tuvo mucho impacto en la educación superior fue el asilo a los intelectuales españoles. Con el asilo a los intelectuales españoles entro al tercer proceso para, luego, hablar ya de la confluencia.

¿Cuál es este tercer proceso? La guerra civil española. Estalla en julio del 36. ¿Qué sucede con esa guerra civil? Que se interrumpe la vida académica. Muchas instituciones, muchas instalaciones son destinadas a uso militar; muchos estudiantes universitarios se van a las armas; muchos académicos tienen que asumir responsabilidades públicas, y —para no entrar en detalle en la guerra civil— me brinco hasta el 39 con el triunfo nacionalista, con el triunfo de Franco. ¿Qué implicó? Bueno, pues la cancelación de muchos de aquellos proyectos vinculados a la crisis de 1898. Muchos de estos proyectos regeneracionistas, secularizadores, modernizadores, europeizantes, se cancelan con el triunfo de Franco. Hay persecución a intelectuales; hay exclusión de la vida docente de muchos de ellos y otros son orillados al exilio. Entonces llegan a México muchos de estos “expensionados” que habían estado en países de Europa en los años veinte y principios de los treinta, y llegan con el bagaje con el que debieran de haber trabajado en España. Me pregunto ¿éste fue el final? ¿Cuándo Franco triunfa cree que está acabando con el proyecto regeneracionista de principios del siglo XX en España? ¿Podemos hablar de que el proyecto fracasó y de que se había convertido en un esfuerzo inútil? La verdad es que los procesos que confluyen permiten decir que el proyecto español de regeneración se transforma de una manera radical y se traslada, se “transtierra” a México. Eso es lo absolutamente fascinante; por eso hablo de los tres procesos que confluyen positivamente en México.

Vamos a agregar ahora la acción, la interacción de individuos en este proceso. Sucede que Daniel Cosío Villegas, un mexicano nacido a finales del siglo XIX, principios del XX, miembro de la generación de 1915 o generación de los Siete Sabios. ¿Por qué se definen como generación de 1915? Porque a ellos les tocó vivir en Ciudad de México en 1915, estaban estudiando, o en la Escuela Nacional Preparatoria o en Jurisprudencia, pero eran ya comunidad universitaria, y les toca el peor año de la guerra civil en Ciudad de México; no es el peor año de la guerra civil en la República, pero sí en Ciudad de México. Hubo por lo menos tres presidentes de la Convención más el grupo carrancista, año de epidemia de tifo, escasez de alimentos, en fin, un año muy difícil. Entonces estos jóvenes de la generación de 1915, los Siete Sabios famosos, dicen que su compromiso, como jóvenes mexicanos, es reconstruir el país. Y se van a dedicar a crear instituciones políticas, económicas, y educativas. En eso está Daniel Cosío Villegas, y en 1929, ya como joven profesor en la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Nacional, crea la carrera de Economía. La explicación es muy obvia. Cosío Villegas, junto con otros profesores de la Universidad Nacional, dice: “Tenemos que crear la carrera de Economía para que no nos vuelva a agarrar una crisis como la que está estallando en el mundo; para que, si vuelve a estallar una crisis de esta magnitud, tengamos mejores instrumentos para responder, para atenuar, aminorar los impactos y consecuencias de la crisis. Tenemos que crear economistas profesionales”, y en 1929, bajo el impulso de Cosío Villegas, y de otros como Jesús Silva Herzog, se crea la carrera de Economía.

Unos años después, en 1934, Cosío Villegas se da cuenta de que los estudiantes de Economía en México necesitan libros, necesitan fuentes documentales. No las había. Entonces creó el Fondo de Cultura Económica. Una editorial dedicada a la economía. Por eso se llama Fondo de Cultura Económica. Y la idea era publicar una revista —primero sale una que se llama El trimestre económico que todavía se publica—, y luego algunos libros, muy pocos. Los primeros dos años el Fondo publica cuatro libros de economía y, sorpréndanse ustedes, los traductores de esos libros fueron Antonio Castro Leal, crítico literario, y Salvador Novo. Y Salvador Novo decía: “Tuve que traducir eso por necesidad económica. Ya ni me acuerdo quién era el autor, ni el título ni de qué iba, pero lo tuve que hacer”. En ese entonces no había traductores profesionales ni economistas en el país.

En 1936, Cosío Villegas está al frente de la misión mexicana en Portugal, y le toca ver la guerra civil. La tiene pasando la frontera. En Lisboa se hace muy amigo del embajador del gobierno republicano español, un extraordinario historiador que se llama Claudio Sánchez Albornoz. Me imagino las conversaciones de don Claudio y Cosío que llegan a la conclusión de que sería muy bueno invitar a algunos académicos españoles que pudieran viajar a México temporalmente (porque creían que la guerra civil la iba a ganar el bando republicano), un par de años, a continuar con su obra académica, a impartir docencia, a dar conferencias. Ésa era la idea. Además, sólo invitarían a un “puñadito”. No obstante, el proceso de invitación toma tiempo; están en guerra, hay que trasladarse con dificultades por el territorio español. Muchos están asumiendo responsabilidades en el gobierno republicano. El caso es que Cosío logró que doce de estos académicos se trasladaran a México como invitados temporales del gobierno republicano. Los llamados doce apóstoles. Así les puso Luis González. Algunos eran científicos: Gonzalo Lafora e Isaac Costero; humanistas: José Gaos, Enrique Díez Canedo, Agustín Millares Carlo; Juan de la Encina,[2] crítico de arte, y dos musicólogos: Jesús Bal y Gay y Adolfo Salazar; había un poeta, León Felipe; otro poeta y crítico de arte, José Moreno Villa; un jurista, Luis Recaséns Siches; once apóstoles y una mujer: María Zambrano. Eran pocos, pero de una calidad extraordinaria.

Llegan éstos a México, y lo que se creará es una Oficina Coordinadora, la Casa de España. Pero esta Casa no va a tener instalaciones, no va a haber programas docentes, no se va a impartir, digamos, educación tradicional con diplomas, no; lo que pueden hacer estos académicos es dar cursos y conferencias, así, aisladas. Las dan, sobre todo, en la Universidad Nacional. Las dan también en el Politécnico, recién creado en 1936. Van mucho a universidades de provincia en muestra de agradecimiento a Cárdenas, sobre todo van a la Universidad Nicolaita —María Zambrano estuvo mucho tiempo en Morelia dando conferencias—; también lo hacían en institutos nacionales como Bellas Artes, recién construido (el teatro se inauguró en 1934). Además, había una facilidad lingüística: podían dar clases al día siguiente de su llegada, puesto que no tenían que aprender la lengua del refugio.

El caso es que, tres años después de iniciada la guerra, y a un año después de la llegada de estos invitados (que llegaron hacia 1938), la derrota del bando republicano y la victoria de los nacionales hizo que aumentara notablemente el número de solicitudes de invitación, de asilo, a la Casa de España. Estamos hablando de la segunda mitad del 39. Y el número, dice Alfonso Reyes, crece día con día, y, además, se acerca el final del sexenio de Lázaro Cárdenas, que terminaría en 1940, lo cual obliga a la Casa de España a una reestructuración. Primero que todo había que desligarla del presidente Cárdenas, ya que estaba muy ligada a él, de manera muy personal. Cárdenas tomó el tema del asilo como propio; la Casa de España no estaba asignada a la SEP, estaba asignada a la oficina de la presidencia de Lázaro Cárdenas. Segundo, había que hacerla permanente, porque esos invitados ya no podían regresar a España. Eran amigos, cercanos de Cárdenas, eran republicanos. Entonces se tomaron decisiones muy importantes: primero que todo, aunque Cosío Villegas era el secretario de esa Casa de España, el gobierno de Cárdenas decide invitar a Alfonso Reyes y nombrarlo presidente. Hay una cosa muy importante aquí: Alfonso Reyes había estado exiliado en España durante la Revolución mexicana entre 1914 y 1924; conocía a todos ellos, y eso les dio a todos una enorme confianza y un trato familiar y, como dijo Alfonso Reyes mismo, “El destino me permitió pagar la deuda que yo tenía con los que me dieron cobijo en Madrid entre 1914 y 1924”. Bueno, pues esa Casa de España se transforma, en 1940, en el Colegio de México. Ahora sí se sectorizó, se colocó dentro de la educación pública. Se tomó, además, una decisión muy importante (por eso dije que iba yo a mencionar a la Universidad): se decidió que no fuera competitivo; que no se duplicarían campos de estudios; que fuera una institución complementaria. Entonces la determinación que toman Alfonso Reyes y Cosío Villegas es que se quedarían con humanidades y ciencias sociales, y los científicos duros, que los había —Lafora, Costero, y luego llegaron muchos en 1939 como Antonio Madinaveitia, Francisco Giral, Ignacio Bolívar y Urrutia, Pedro Carrasco—, se preguntaron: ¿ellos van a la Universidad Nacional o al Politécnico? El Colegio de México se quedaría con humanidades y ciencias sociales, y se dedicaría a los estudios de nivel posgrado. La intención era aprovechar a estos egresados de universidades europeas, a estos “pensionados” de universidades europeas que sabían trabajar en seminarios para que construyeran los posgrados en humanidades y ciencias sociales. No los había en México. No había estudios de humanidades y ciencias sociales profesionalizados de verdad. Mucho amateur en ese sentido.

Ahora voy a la confluencia virtuosa más interesante. Cosío Villegas, repito, que hizo el proyecto de la Casa de España, fue nombrado, obviamente, secretario de la Casa de España y, luego, secretario de El Colegio de México. Pero además era director del Fondo de Cultura Económica que él había formado y fundado en 1934. El Colegio de México, cuando se transforma (procede de la Casa de España) no tenía instalaciones propias, no tenía edificio. Entonces Cosío Villegas le presta un cuartito en las instalaciones del Fondo de Cultura Económica. Él era al mismo tiempo director del Fondo y secretario del Colegio de México. Le presta ese cuartito, y entonces a esos expensionados —que llegaron a dar clases de sociología, de historia, de filosofía— los hace traductores del Fondo de Cultura Económica. Y el Fondo de Cultura pierde su característica de editorial limitada a la economía y se convierte en fondo de cultura ecuménico e, inmediatamente, se crean nuevas colecciones. Primero que todo se profesionaliza la sección de economía. Ya no van a traducir ni Castro Leal ni Salvador Novo los libros de economía. Los traductores van a ser dos exiliados españoles, Javier Márquez —todas las familias que señalaré siguen en México y siguen vinculadas a la Universidad Nacional— y Manuel Sánchez Sarto. Javier Márquez, egresado de Cambridge, había estudiado economía recientemente. Y se crean nuevas colecciones que no había contemplado Cosío Villegas en su diseño inicial del Fondo, pero que, al tener a estos traductores trabajando en su misma oficina, en el escritorio de enfrente, dijo “vamos a hacerlo”. Surgen así una colección de política y derecho, con Juan Manuel Pedroso y Vicente Herrero; otra colección de historia, con Wenceslao Roces y Ramón Iglesia; una colección de filosofía, con José Gaos y Eugenio Imaz; todas las colecciones tenían el mismo esquema: hay que traer a los clásicos de cada disciplina —para darle densidad intelectual—, hay que tener las principales monografías del momento —para modernizar, actualizar a rigor—, y hay que tener manuales y textos —para ayudar a la docencia—; recuerden el objetivo de Cosío al crear el Fondo de Cultura Económica: proporcionarles textos a los muchachos y profesores.

¿A quiénes se tradujo? A Marx —no estaba traducido al español—, lo traduce Wenceslao Roces, profesor emérito de la UNAM, que murió hace no mucho, pero él hizo la gran labor de academizar a Marx; hasta entonces, Marx era un pensador consumido por líderes sindicales y políticos radicales. Marx se convirtió en un pensador académico, en un intelectual gracias a las traducciones de Wenceslao Roces; pero no era nada más Marx. También tradujeron monografías contemporáneas del momento. Tradujeron a Keynes siete años después de la edición en inglés —por cierto, estamos hablando de 1940, 1941, 1942, años de la segunda Guerra—; hubo autores a los que se les pagó en especie. No podían adquirir comida o ropa y se les pagó en especie. Eso hizo el Fondo de Cultura.

Se tradujo a Heidegger. Se tradujo a Max Weber, que no estaba traducido a ninguna lengua; se tradujo, antes que al inglés, la obra de un pensador que no tuvo un gran impacto inmediatamente (la primera edición tardó años en agotarse, pero después se convirtió en uno de los pensadores más importantes del siglo XX en el mundo): Dilthey. Eugenio Imaz tradujo la obra de este filósofo. Fue una apuesta, y yo creo que sobrestimaron la importancia de Dilthey, un poco por influencia del maestro de todos ellos que era Ortega y Gasset.

Son los cuatro pensadores más importantes en ciencias sociales y humanidades del siglo XX. Algunos de ustedes podrán decir: bueno, falta Freud. A ése lo estaban traduciendo en Argentina, y Cosío Villegas dijo: “Pues que lo traduzcan en Argentina”. Tenía una mente comercial y una mente estratégica tremenda. También “germanizó” el pensamiento en México. Tradujo a Marx, Heidegger, Weber, Dilthey, incluso a Freud. Hay una lista enorme de estos clásicos de la mejor calidad, autores del momento, como Werner Jaeger, el autor de la Paideía, traducido por Joaquín Xirau —no confundir con Ramón Xirau—; así se germanizó el pensamiento hispanoamericano, porque antes estaba reducido al francés, más que al inglés; pero no solamente se germanizó, se modernizó el pensamiento mexicano, el pensamiento hispanoamericano. Piensen ustedes que el pensamiento mexicano estaba aislado en el nacionalismo revolucionario; ahora entra la modernidad traída por estos autores, porque se traduce a los grandes pensadores de los siglos xvii en adelante: Hobbes, Locke, Burke para política, Leopold von Ranke para historia; además en filosofía se traduce a Heidegger y Werner Jaeger, que ya mencioné, y a Ernst Cassirer, por ejemplo. Se tomó una decisión: a los clásicos grecolatinos —había clasicistas que llegaron con el exilio, como Millares Carlo, que es de los primeros que llegan a la Casa de España, o García Vaca— el Fondo no los va a publicar, pero los publicará la UNAM que crea la colección Graecorum Romanorum con estos clasicistas que van a secularizar la traducción, porque antes la traducción estaba limitada sobre todo a gente vinculada a las órdenes religiosas (muchos jesuitas, por ejemplo, eran los traductores de los autores grecolatinos al inicio del siglo XX).

 

Conclusiones

Pues España no se modernizó, al menos no en ese momento, pero el modernizado, el favorecido, fue México gracias al “transterramiento” de estos expensionados, quienes trajeron ideas, libros, idiomas y nuevos métodos académicos; además, el proyecto de México fue más amplio que el de España, porque el español, a principios de siglo, solamente era peninsular; México favorece a América Latina, herencia de Vasconcelos, cuya idea también está muy clara en Cosío Villegas.

Concluyo, y no es una provocación a mis dos queridos compañeros de la Universidad Nacional —pero es para que tomen ahora la estafeta—: el tamaño de las instituciones —la Casa de España era chiquita, el Colegio de México era chiquitito— no determina su valor. El valor lo determina lo apropiado, lo atinado del proyecto.

 

José Sarukhán Kermez[3]

 Gracias por la invitación para estar aquí, en el ITESO. Es la primera vez que tengo la oportunidad de estar y me da mucho gusto poder compartir con ustedes ideas y cuestionamientos y muchos puntos que nos interesan mutuamente por el trabajo que hemos vivido a lo largo de los años. Después de la espléndida presentación de Javier, yo les recomiendo que oigan los sábados el programa que tiene en la radio, en el 94.5, dedicado a la historia de la Postrevolución mexicana.

Javier hizo un recuento de cosas que son muy útiles para mi presentación, en lo que se refiere a la historia de la UNAM. Él toma a la UNAM en el periodo prerrevolucionario e inmediatamente posrevolucionario de 1910, aunque para mí, realmente, la Universidad viene de 1551, como Universidad Pontificia y Real; una de las dos más antiguas de América; hay conflictos porque si el barco llegó más rápido a un lugar que a otro, lo que sea. Pero, en fin, cuando yo les comento esto a mis colegas rectores o presidentes de las universidades en Estados Unidos, me dicen en inglés: “No, no. ¿No te equivocaste?, ¿1551?” y sí, perfectamente es más vieja que Harvard. Pero también lo es San Marcos (en Lima) y también lo es la de Santo Domingo, que son las tres más antiguas de América.

Bueno, lo que pasa es que hay ahí una construcción, como la construcción de lo que ha hablado Javier, desde luego muy ligada a la historia salmantina y parisina; son las dos influencias. Primero salmantina. La UNAM es hija de Salamanca en buena medida y ha heredado esta costumbre de pensar que los académicos tienen cabeza octogonal, o en forma de birrete, que es octogonal. Y luego vino esa renovación de la Universidad con la revolución de Independencia, dejó de ser Real en 1810, 1812, 1814: cuando la Independencia, dejó de ser pontificia; a mediados del siglo XIX, cuando vienen las leyes de la Reforma, se convirtió simplemente en la Universidad de México.

Fue una época turbulentísima, de cambios permanentes, de cambios de gobiernos, de cambios de formas de pensar el país, y esto desmembró en buena medida la unidad de la universidad, pero siguieron operando los colegios, el de Medicina, el de Leyes, el de Jurisprudencia, por su cuenta cada uno, de manera independiente. Después se reunieron en el concepto de la Universidad Nacional en 1910 (además con el addendum de la Escuela Nacional Preparatoria). Y mucha gente no se da cuenta de esta parte histórica cuando critica que la UNAM incluya al bachillerato. En ese tiempo el bachillerato era quizá más importante que la Universidad misma, en el sentido de la cantidad de gente que estaba en ese nivel, y ciertamente la manera de conservarla, guardarla, debe haberse pensado en ese momento cómo hacer una unidad de la parte universitaria, de la licenciatura, con la Escuela Nacional Preparatoria. Bueno o malo, no sé. Al final, dadas las cosas en este país, y como se han desarrollado, creo que fue bueno, porque el país ha demostrado ser bastante ineficaz en armar realmente ciclos de educación adecuados; el bachillerato era ese jamón del sándwich que entre la educación básica y la superior siempre ha sido descuidado, pero es la mina de obtención de gente para la universidad, y creo que, a pesar de todos los problemas que ha habido en ese sentido, la posibilidad de tener un nivel relativamente aceptable y adecuado con la adscripción del bachillerato a la universidad en ese tiempo, y después por influencia de otros, en mi opinión fue importante y lo sigue siendo ahora cuando vemos los resultados de la educación secundaria, y todos los problemas que tenemos ahí, que realmente son muy severos.

El otro asunto es que, desde los primeros años del siglo XX, en la segunda década, como Javier señalaba, en la época de Vasconcelos, la Universidad adquiere ciertamente una orientación muy social, muy importante, que no ha abandonado desde entonces, y que ha estado incrementando muy fuertemente. Yo creo que ése es uno de los atributos no solamente de la UNAM, también del Politécnico, y varias de las universidades de los estados y, desde luego, varias de las universidades privadas que tienen afinidad por este tipo de temas. La cuestión es que, a partir de entonces, y Javier explicaba la razón de haber incluido la difusión de la cultura, no había ningún organismo en el gobierno que hiciera esa función, y la UNAM la tiene como una función tan importante como la enseñanza de los alumnos, como la investigación y la difusión de la cultura. Son los tres ejes en los cuales se mueve y, desde luego, mucho tiempo se ha tomado esta parte de la difusión de la cultura como el “entretenimiento”, como “la jaula de las locas”, “todo mundo hace lo que quiere” y, sin embargo, es una función enormemente importante que yo creo que ha adquirido cada vez un perfil más claro, menos presionado por la ausencia de un organismo gubernamental. Después surgieron, primero, el INBA y, luego, Conaculta, y ahora la Secretaría de Cultura, que ha mantenido la construcción de un capital humano en la cultura a lo largo de mucho tiempo, pero antes no había manera de hacerlo; el efecto de esto se ve a lo largo del tiempo y, ahora también, en la actualidad.

Esas tres funciones reflejan la adquisición de obligaciones que la UNAM, que cualquier universidad no debería haber tenido; en México no había un Museo Nacional de Historia Natural (bueno, lo había, pero quedó adscrito a la Universidad, al Instituto de Biología en 1929, es decir, el equivalente a lo que es el Smithsonian o el Museo Británico en sus correspondientes países); no había un Observatorio Astronómico Nacional; no había observatorios ni sismológico, ni mareográfico, y todas estas cosas empezaron a incorporarse a la Universidad a falta de que el gobierno las tomara y se responsabilizara de ellas. Mucha gente ha criticado a la UNAM por tener esta gama de funciones, pero el hecho es que no había nadie que las hiciera; y yo creo que son una carga, son una carga seria, pero es una carga que tenemos que llevar porque evidentemente la historia y el desarrollo del país dejan muy claro que estas cuestiones todavía no se pueden hacer con la seriedad, con la calidad, con la credibilidad con la que sí se pueden en el seno de esta Universidad.

En 1929 se obtiene la autonomía, como señaló Javier, y se trata de una autonomía relacionada con la herencia española porque la mayor parte de las universidades autónomas están en países de habla hispana. Ustedes van a Estados Unidos y no hay tal cosa como “The Autonomous University of Stanford”, o “The Autonomous University of California”. Y tiene que ver, básicamente, con el hecho de poder tener, por un lado, libertad de expresión, que fue peleada fuertemente por Caso —aunque esto fue posterior al 29— y, también, con el hecho de evitar la interferencia gubernamental en el desarrollo de la universidad: de ideologías de cualquier tipo, religiosas, filosóficas, políticas, las que ustedes quieran. Y esto también fue una adquisición necesaria, me parece, absolutamente útil: si una universidad no es absolutamente libre en el análisis de las ideas que transmite a sus alumnos, empieza uno a dudar si es realmente una universidad. Esto es un punto de enorme importancia: esa libertad de exploración, de análisis, de búsqueda, de muchas formas de pensar, tanto en la ciencia como en la filosofía y como en la historia, en cualquier campo. Creo que es lo que hace, realmente, a una universidad fuerte y mucho más digna de ese nombre.

Esto me lleva a pensar en los Caso. Fue Antonio, precisamente, quien peleó y ganó en un debate (quizá el último debate fuerte y serio que ha habido en este país) que fue el Caso–Lombardo, en el que se jugaron ideas tan profundas, como la de si la educación debería tener una orientación determinada, clara, cualquiera que fuera, o si tenía que ser absolutamente libre. Y eso se jugó con dos personajes notables de la vida de este país, con todo lo que uno pueda estar o no de acuerdo. Lombardo Toledano era una figura y era un gran pensador también. El otro Caso, Alfonso, yo creo que ha sido el mejor rector de la UNAM, simplemente porque le dio la ley orgánica. Y la ley orgánica establece un sistema de operación de la Universidad que, verdaderamente, me parece ejemplar para una universidad del tipo de la Universidad Nacional; a lo mejor en una institución más pequeña, como podría ser el Colegio de México, u otras instituciones, pudiera no funcionar.

Yo recuerdo una vez, cuando vino Donald Kennedy, que era el presidente de la Universidad de Stanford, a visitarme (yo lo conocía porque él es biólogo) y me dijo: “Oye, a ver, ya no me cuentes del número de alumnos de la universidad —en ese tiempo tenía 275,000 estudiantes y casi 30,000 profesores y académicos—, no me cuentes de eso, los números ya me los sé; explícame cómo diablos funciona esta universidad con ese tamaño y esa complejidad”. Y en un momento pensé, y dije, bueno, lo que voy a hacer es explicarle la Ley Orgánica, y se la expliqué: esta ley establece un Consejo Universitario que está formado por representantes electos de los profesores, de los investigadores y de los alumnos, y esto constituye la mayoría del Consejo Universitario, que tiene además un suplente en caso de que el propietario no esté (los directores de escuelas, de facultades e institutos, o el rector), y también el consejo incluye a dos representantes de los trabajadores administrativos. Y ése es el órgano máximo de la Universidad, y ahí se aprueban nuevos programas, nuevas carreras, toda la reglamentación básica, toda la parte legislativa se aprueba ahí, excepto la Ley Orgánica porque ésa es obviamente de la competencia del Congreso; pero en este grupo tan representativo de toda la comunidad universitaria se analiza todo, tanto el estatuto general como el estatuto del personal académico.

Después existe otro órgano separado, que es la Junta de Gobierno. Son quince personajes que son designados por el Consejo Universitario y que se van renovando uno cada año; el más antiguo —no el más viejo— del grupo sale y el Consejo Universitario lo sustituye por otra persona. Si hay muerte —o alguna situación que amerite ausencia—, la misma Junta de Gobierno repone a la persona por el tiempo que le quedaba. Esas quince personas son académicos reconocidos y que tienen la función única de elegir al rector y a todos los directores de las escuelas, facultades e institutos. Tienen otras funciones, como dirimir diferencias entre autoridades; digamos si el rector tiene un pleito con algún director por algún caso específico que no se puede allanar de otra manera, es la Junta de Gobierno la que lo hace. Pero yo no recuerdo una función de ese tipo en todo el tiempo que he estado ahí. Porque las cosas se componen usualmente antes de que la sangre llegue al río; finalmente, está el Patronato de la Universidad, que está conformado por tres personas generalmente muy rectas e incontestables, y tienen relación con cuestiones financieras, y este Patronato es un organismo independiente del rector, como lo es la Junta de Gobierno, que vigila absolutamente toda la operación económica de la Universidad. No se emite un cheque en la Universidad si el Patronato no está de acuerdo. Y el rector no firma un bendito cheque nunca.

Y, desde luego, intervienen los consejos técnicos que analizan el ingreso, la promoción o la salida del personal académico, no es la decisión del director, sino de un consejo técnico formado en las escuelas por los alumnos y por los maestros, y en los institutos por los investigadores: son los que deciden, colegiadamente, los ganadores de concursos, las promociones, etc., de todo el personal académico. No hay una sola decisión unipersonal de nadie (o no debe haberla). Si ocurre, es ilegal, inadecuada. También están las comisiones dictaminadoras que son las que dan la opinión en cada caso de ingreso o promoción de cada una de las personas y en cada una de las dependencias.

Le comenté esto a Donald Kennedy y me dijo que quién había sido el genio que imaginó todo esto, que era verdaderamente impresionante. Le dije, bueno, pues un señor que se llamaba Alfonso Caso, claro, no él solo, obviamente tuvo a un grupo de juristas absolutamente de primera que le ayudó y elaboró este mecanismo de organización. Esto produjo un cambio profundo en la Universidad: de una época en la que había cambios de rectoría frecuentemente, menos que el periodo de cuatro años, en ocasiones varios en un año, a una situación muchísimo más tranquila y estable, con muchos rectores que han sido electos dos veces —que es lo máximo que se pueden reelegir— digamos, que la estructura quedó más organizada de finales de los cuarenta (1945–1948) hasta ahora.

Estos son hechos realmente importantes, que no se conocen cuando se habla de que no hay democracia en la Universidad. El grueso del organismo superior de la Universidad está electo por las comunidades correspondientes; no son los directores —que tampoco son nombrados por el rector—y, por lo tanto, tampoco tienen una obligación moral hacia el rector. Esto le da a la Universidad, con todo lo que implican las instituciones hechas por seres humanos, una condición de funcionamiento lo menos alejado posible de la academia. Y mantiene la vida académica de la Universidad en una situación razonablemente correcta y funcional, y ayuda mucho a la estabilidad de la institución y al desarrollo de la actividad de las escuelas, facultades e institutos. Yo creo que estos elementos han sido realmente cruciales para cumplir las funciones de lo que es una universidad: una institución que debiera ser la generadora de la inteligencia del país, por lo menos para una parte de las cosas que se requieren, una institución que forma a sus alumnos con el deseo de la búsqueda de nuevas cosas, de no admitir irracionalmente los problemas que tienen enfrente simplemente porque son dichos por el maestro o por el libro, orientados a esa búsqueda de nuevas cosas y maneras de entender y aclarar sus dudas, de poder realmente avanzar en el conocimiento que tienen. Y eso se puede hacer de la misma manera si uno quiere ser físico teórico o filósofo, que si uno quiere ser ingeniero civil; porque los puntos varían, pero el motivante para hacerlo es el que es esencial para estas cosas: la innovación, la creatividad de la gente no se pueden dar sin este elemento de búsqueda, de inquietud por analizar las cosas, para ver si son realmente como me dicen o si son diferentes.

Esto es para mí lo que hace fuerte a un país, y no es sorprendente que el país más fuerte en ese sentido, y la economía más potente —y yo diría también la sociedad con mayor capacidad académica en volumen—, sean los Estados Unidos, porque tienen el mejor sistema de educación superior del mundo. Punto. Y claro, hay cosas buenas y cosas malas, pero la gama de áreas que se cubren es gigantesca y la calidad de las buenas universidades es incomparable. O comparable con las mejores universidades de otros países. Esto es lo que hace a un país fuerte. Esto es lo que hace a nuestro país un país débil. Porque el gobierno mexicano —cuando digo “gobierno” me refiero a todos los gobiernos mexicanos—, la sociedad misma mexicana, no ha entendido, en mi opinión, para qué diantres son las universidades, que son vistas como un túnel en el que los padres llegan, depositan en la entrada del túnel al hijo, y por el otro lado sale con un diploma, listo para tener una chamba. ¿Qué pasa en medio? Quién sabe, hay profesores, hay clases, van a talleres, tienen salidas de campo, y, al final, sale mi hijo con un diploma. No hay esta concepción de que ahí se gesta el entendimiento del país. El entendimiento del entorno natural, social, económico, de la historia del país, de quiénes somos, de qué queremos ser, y esto es lo que le da a un país realmente el entendimiento de sí mismo y la capacidad de guiarse a sí mismo. Y este pedazo de actividad no está en la cabeza; vean ustedes nomás la estructura de la SEP, y vean lo que hay en cuanto al apoyo a la investigación en las universidades. Eso está en el Conacyt. Es decir, está en otro lado, cuando debería formar parte íntegra del mismo sistema de educación superior; toda la conceptualización de cómo apoyar esa función, de generar creadores —no repetidores—, en nuestros alumnos. Creadores en cualquier campo: desde el teatro hasta la física, hasta el derecho, la jurisprudencia, las leyes, la filosofía, la historia; no estamos generando el número de creadores que deberíamos estar creando.

Esto es una parte que a mí me frustra enormemente, porque lo viví directamente cuando iba yo a pelear el presupuesto de la UNAM, por ocho años. Permanentemente se debatía la cuestión de la investigación, siempre me decían que, a pesar de que teníamos muy buenos investigadores, no nos podían dar más dinero por el número de alumnos y esto y aquello; es decir, los presupuestos universitarios están en relación con el tamaño de la matrícula de las instituciones, hablando de las públicas propiamente, y estamos en algo terriblemente equivocado, porque “¿cuántos internos tienen en la cárcel y les damos dinero ahí para que salgan?”, es muy parecido a una evaluación de ese tipo. Ésta es una de las cosas que, creo yo, debe cambiar profundamente en México. No quiero decir que no haya habido apoyo a la investigación; les daré un ejemplo claro entre entender el valor de la investigación y el desarrollo del país. ¿Cuál ha sido la industria que ha mantenido la economía de este país desde hace 75… 78 años? Ha sido Pemex. Yo pensaría que para esa actividad, que es la actividad central económica del país, yo tendría al mejor grupo de investigadores dándome inteligencia y herramientas para saber cómo extraer el petróleo, qué hago con él, cómo lo comercializo, cómo lo proceso, cómo lo diversifico, etc. Pues no lo tenemos. Ésa comprensión, que debería ser el eje de información y de inteligencia sobre el recurso más importante en el que ha girado México por décadas —sí, hay un Instituto Mexicano del Petróleo, pero éste es una agencia, un despacho de ingeniería, básicamente para Pemex, para resolver problemas chiquitos—, está ausente y cuando no se ha entendido esto, me cuesta mucho trabajo creer que puedan llegar a entender la necesidad de la investigación en bioquímica o en filosofía o en historia, o en cualquier otro caso. Es un problema verdadero. De otra manera, lo que seguiremos haciendo es producir servidores para las grandes compañías, pero no tendremos creadores para entender a nuestro país y dirigirlo. Gracias.

 

Antonio Lazcano[4]

 Lo primero que quiero decir es que me da muchísimo gusto estar aquí. Yo soy de las personas convencidas de que uno no puede entender ni la historia de la cultura, ni la historia de la construcción del concepto de nación en México, ni el compromiso social que el mejor sector que  la Iglesia católica tiene, si uno no entiende la tradición de los jesuitas.

En mi familia se ha dicho, desde hace ya mucho tiempo, que toda buena familia tiene que tener un tío ateo y un tío jesuita y, con frecuencia, son la misma persona.

Bien, yo quisiera comenzar diciendo que la Edad Media nos dejó tres cosas que a menudo olvidamos. Una son los apellidos. En el mundo previo a la Edad Media yo sería “Antonio de Lazcanian Allende”, no existía el concepto de apellido; entre los romanos uno era parte de una tribu, la tribu de los Julia, por ejemplo. El segundo fenómeno que nos deja la Edad Media es la universidad. Estamos hablando de una institución que tiene más de 800 años. Y el tercer gran aporte de la gran Edad Media, y en esto sí los jesuitas fueron presididos por muchos siglos por otras órdenes religiosas, nos deja la champaña y los espíritus destilados. Que tampoco es un bien menor.

Ahora, legítimamente aquí se ha hecho alusión a la tradición histórica que vincula la tradición en México —en general a la universidad pública en México— con la Universidad de Salamanca, lo cual es cierto. Pero lo que también es cierto es que, si uno examina las formas en que se organizan o se conciben las universidades (y aquí no sólo públicas sino también privadas en todo el mundo), uno claramente puede distinguir tres tipos de universidad: la universidad francesa, con la cual nosotros tenemos un vínculo muy directo que ya explicó el doctor Garciadiego, cuya idea es desarrollar las humanidades, es ayudar a crear una sensación de espíritu o cultura nacional. Tenemos la universidad alemana, que fue creada, hace 200 años o menos, por Wilhelm von Humboldt —el hermano de Alexander von Humboldt quien, inspirado por el espíritu que había en el mundo germánico–parlante por ese grupo espléndido de los precursores de los investigadores contemporáneos, de los ilustrados que estaban en torno a la emperatriz María Teresa— se da cuenta de que el profesor ideal es el que hace paralelamente investigación y docencia. Y tenemos así una universidad que está dedicada a promover el desarrollo científico y tecnológico, por lo tanto, con un reflejo económico, de cada nación. Existen ejemplos admirables de este tipo de instituciones, que no tienen en su función básica la educación directamente y reflejan esta idea. Está, por ejemplo, el ETH en Suiza, el Instituto Tecnológico Superior de Suiza, en donde claramente los investigadores son profesores y al mismo tiempo están promoviendo y haciendo investigación aplicada o teórica de una manera extraordinaria. Aquí sí quiero precisar algo que por pudor nunca pongo en mi currículum: a Albert Einstein no le dieron un empleo en el ETH, y a mí sí, durante ocho meses.

Existe el tercer tipo de universidad, al que también se ha hecho referencia en estas ponencias, que es la universidad estadounidense que, si me permiten hacer una generalización muy burda, es básicamente concebida como negocio. En Estados Unidos, actualmente hay cerca de 4,000 universidades y colleges, lo que implica una transformación un poco rara de una institución medieval, pero en esos 4,000 colleges existen anualmente cerca de 56,000 doctorados; pero esos 56,000 doctorados vienen solamente de 87 de esas instituciones, y las grandes instituciones estadounidenses que mencionamos siempre, Stanford, Harvard, la Universidad de Chicago, Rockefeller, la de California, etc., son en su mayoría universidades en las cuales prevalece, muy fuertemente como ya afirmaba el doctor Sarukhán, la idea de una independencia no sólo económica sino también orgánica.

Si ustedes revisan la historia de la universidad mexicana en general, se darán cuenta de que hay una mezcla muy confusa y desigual en las distintas instituciones de las influencias de estos diferentes modelos de universidad; por ejemplo, ante el crecimiento demográfico enorme que hemos tenido, son muy pocos los profesores que dan clases y, simultáneamente, están haciendo investigación. Ése es un privilegio que a mí siempre me deja azorado, y envidioso, y que sería el caso de El Colegio de México.

El otro punto que es importantísimo entender es cómo se concibe la universidad en Estados Unidos; no sólo no hay autonomía, sino que no se olviden ustedes de que, por ejemplo, cuando se funda la Universidad Pontificia, no había que estar ordenado para dar clases. En Oxford, en la época, si no se estaba ordenado era imposible dar clases; la única excepción en el mundo británico era la Universidad de Edimburgo, y no en balde algunos de los grandes científicos y pensadores del Reino Unido se formaron ahí como, por ejemplo, Erasmo, Darwin, Robert Darwin y su hijo, Charles Darwin (que dejó la universidad porque no le gustaba estudiar medicina), pero se dan ustedes cuenta claramente de esta diferencia que separa el mundo secular del mundo religioso.

Otro punto esencial que hay que tener en mente es que algunas de las grandes instituciones estadounidenses fueron formadas por el capital privado a finales del siglo XIX, y aunque aquí voy a sonar un poco como militante del CGH, o de Morena, o de una cosa así (no lo soy), la verdad de las cosas es que uno sólo puede entender el influjo enorme de recursos en estas universidad, en Estados Unidos, en la medida en que desde, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial y, muy visiblemente, después de la Segunda Guerra Mundial, el gran capital es el que está detrás de las universidades estadounidenses, y su crecimiento y desarrollo, para bien y para mal, refleja la expansión capitalista, imperialista de Estados Unidos; y no quisiera que se pensara que con esto estoy haciendo propaganda política e ideológica; no, simplemente lo subrayo como un hecho que es perfectamente visible. La Universidad de Stanford fue creada por la familia Stanford, que era una de las familias con mayor poder económico después de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos, y se convierte junto con la Universidad Rockefeller, junto con la Universidad de Chicago, en un sitio donde el dinero no solamente está permitiendo vincular la investigación con la docencia, sino en el que, además, se crean las fundaciones que son una tradición anglosajona muy fuerte y que permite orientar, no necesariamente para bien, no necesariamente en el sentido cultural, científico, social más claro, la investigación y la docencia que se haga en estos sitios.

Hay un documento que no se ha mencionado aquí, que yo me pregunto cuántos conocemos. Yo lo leí hace apenas unos meses, impulsado por la lectura de un libro espléndido, que tiene un aire de ortodoxia marxista, un poco pedante, un poco chocante, de Henry Heller que se llama La universidad capitalista, en el que analiza con mucho cuidado el desarrollo y crecimiento de la universidad estadounidense, el papel de las fundaciones y, por ejemplo, ahí descubre uno que en 1946, Eisenhower, cuando todavía era el comandante en jefe de las fuerzas militares estadounidenses antes de ser presidente declaró, explícitamente, que el papel de las universidades estadounidenses en el futuro era estar ligadas al desarrollo armamentista, al desarrollo del capital, al desarrollo científico aplicado, y se olvida de algo que en México sería imposible no pensar, el papel de las universidades en términos sociales.

Esta declaración de Eisenhower es una demostración del éxito, en términos de expansión, en términos de desarrollo, que han sufrido las universidades estadunidenses, y que conviene tener presente. Pero al mismo tiempo, el doctor Sarukhán exponía el caso excepcional de la autonomía, que cuesta trabajo ya no sólo explicar sino traducir para nuestros colegas estadounidenses —no para nuestros colegas europeos o latinoamericanos—, que es la autonomía de verdad como un concepto que nos da una libertad de gobierno, de organización de la vida interna, de desarrollo de las actividades culturales, docentes, de investigación, absolutamente extraordinaria. Y déjenme poner un ejemplo muy concreto: en 1939, la Universidad de Nueva York invitó a Bertrand Russell a ser profesor; los poderes intelectuales de Russell eran absolutamente deslumbrantes, pero era un hombre con una vocación socialista y libertaria muy clara, y abiertamente declarado ateo; era un ateo militante (qué pereza ser ateo militante, es más fácil ser agnóstico), y él escribe un libro muy famoso que se llama ¿Por qué no soy cristiano? Bueno, cuando lo invita la Universidad de Nueva York se crea un escándalo tremendo en toda la ciudad —que, por cierto, en esa época tenía el mayor número de marxistas en todo Estados Unidos—, tan grande que el propio alcalde de Nueva York, La Guardia, el abuelo del que luego fue también un alcalde neoyorquino, dijo que o se le retiraba a Russell la oferta del profesorado, o explícitamente él se comprometía a quitar los recursos a la Universidad de Nueva York. Se dan ustedes cuenta de que eso sería imposible, absolutamente imposible en una universidad mexicana, pública, sería algo que nos aterrorizaría por la falta de libertad intelectual; pero es algo que también debemos mantener en mente porque a veces no nos damos cuenta del significado tan profundo que tiene el concepto de autonomía, y cómo, a veces, o lo deformamos o no lo sabemos utilizar bien, o lo desconocemos, cuando en realidad es central para la vida universitaria; recuerden inmediatamente los claustros medievales de las universidades, en donde la organización tenía un nivel de democracia extraordinaria, y no democracia en el sentido populista que se puede manejar en los términos contemporáneos, sino en el sentido de decidir quién daba clases, cómo daba clases, qué clases se daban, con claustros pequeños que tenían una vida colectiva extraordinariamente armoniosa, más o menos, entre ellos; no armoniosa con la gente de fuera. No olviden que universidad en el Medioevo significaba una especie de gremio; había universidad de carpinteros, o se podía hablar de universidades de médicos. La universidad tiene su primera aparición como una institución que establece la relación entre profesores y estudiantes en Bolonia, aparece en un decreto de Federico II, y está refiriéndose a los tumultos y a las revueltas que habían organizado los estudiantes; tenemos 800 años de tradición de huelgas, revueltas, etc. Y no olviden que la Universidad de Oxford tuvo murallas para proteger a la universidad del pueblo porque entraban en contradicción frecuente.

Entonces, la universidad siempre ha sido, necesariamente por su carácter mismo, un sitio que no siempre es aceptado por el entorno en donde está y que, a veces, resolvía las disputas en el interior y hacia fuera, como yo creo que hay que resolver a veces las disputas académicas. A golpes, ya, de plano.

Ahora, toda esta imagen que les estoy compartiendo de la universidad, que es muy atractiva, que es romántica, creo que en este momento está en una crisis absoluta; la universidad como institución. Y lo está porque estamos viviendo en un momento en el que la temporalidad de los empleos y las fuentes de financiamiento, para indicar dos casos concretos, dejan de ser un privilegio que la universidad puede mantener por sí misma; se difunde la copia del modelo estadounidense, donde hay profesores, investigadores que viven del “soft money”, la gente consigue sus propios recursos para hacer investigación, y de ahí salen sus salarios. Ése es un modelo que se está empezando a extender, o con el que se juega en otras partes del mundo. Déjenme poner otro ejemplo concreto: en Estados Unidos es muy frecuente que el investigador o investigadora de un grupo tenga que pagar el salario a sus estudiantes de posgrado a partir de los fondos de las subvenciones que recibe para hacer su investigación; en el caso mexicano (y no sé qué pase en el resto de América Latina al respecto), nosotros le exigimos al Estado que dé las becas para que se formen los nuevos investigadores en las distintas áreas; esto es algo que, si nosotros no nos vamos con atención, podemos perder rápidamente en medio de una reorganización de la política económica nacional, que depende cada vez más de gente ajena a la universidad y que no necesariamente entiende cuál es su función histórica y social.

Tenemos un problema enorme que también se puede rastrear en las universidades estadounidenses: si uno lee el documento de Eisenhower, y si uno lee textos que se han producido después, hay un énfasis en la creación de carreras nuevas; pero si ustedes se percatan, muchas de estas carreras nuevas lo que hacen es formar a la gente en problemas muy focalizados, perdiendo la tradición humanística que, por ejemplo, todavía tenemos en la UNAM, en los bachilleratos, en donde los estudiantes, les guste o no, aunque decidan ser matemáticos, están expuestos a la historia, a la filosofía, a las lenguas, a la música. Ahora, decía el doctor Sarukhán, a propósito de la permanencia o no del bachillerato de la UNAM (criticado y, a veces, es mal comprendido), pondré un ejemplo concreto del enorme significado que éste tiene en un país como México, de que el bachillerato forme parte de las universidades públicas: los colegios de ciencias y humanidades, y los distintos planteles de la Escuela Nacional Preparatoria, organizan cada año multitud de cursos de actualización de los profesores que imparten materias en el bachillerato, y estos profesores, los que van a mi laboratorio, les puedo garantizar que, cuando regresan a sus salones de clase en el bachillerato, pueden enseñar lo que se acaba de descubrir la semana pasada en los campos en los que uno está involucrado. Eso es un privilegio que no se encuentra, por ejemplo, en las universidades que los tienen separados (a los planteles de prepa). Y todos saben que el high school, e incluso el junior high school, en Estados Unidos, no bien entendido puede conllevar una serie de deformaciones intelectuales terribles, y todos ustedes también saben que los bachilleratos privados no tienen esta posibilidad de interacción en donde los estudiantes y los profesores son parte de una institución global que los agrupa de una manera espléndida.

Esto nos afecta en los famosos rankings de las universidades. Se ha puesto muy de moda el ranking de Shanghái, que es un negocio despiadado, porque uno de los criterios para saber en qué nivel queda una universidad tiene que ver con el número de artículos u obras originales que se publican respecto del número de profesores, con lo cual la UNAM, por ejemplo, efectivamente queda en desventaja porque nuestros profesores de tiempo completo incluyen no sólo a los de las facultades, no sólo a los investigadores, sino también a los profesores del bachillerato que tienen tiempo completo y que, en general, tienen muy poca oportunidad para estar haciendo investigación.

El gran problema que yo veo en este momento es que nos estamos moviendo con una serie de propuestas y, en unos casos, con hechos concretos que están modificando la universidad, para los cuales la sociedad no tiene necesariamente una respuesta adecuada. Les pongo un ejemplo que yo encuentro patético: el caso de los acuerdos de Bolonia, en donde se reunieron los representantes de los países miembros de la Comunidad Europea para ver cómo se tenían que organizar ahora las licenciaturas y los doctorados, y, después de muchas disquisiciones, se llegó a la conclusión de que una licenciatura no podía pasar de tres años y medio y se decidió compactar los estudios, y que los doctorados no podían pasar de tres años. Tenemos estudiantes que han hecho doctorados eternos o licenciaturas eternas. Les puedo contar un caso concreto: yo. Yo me tardé para terminar la licenciatura creo como ocho o nueve años, una cosa así, y el doctorado lo terminé de milagro. A veces creo que, incluso, debo secundaria todavía. Pero el hecho concreto es que un estudiante europeo no puede acogerse a esta visión benevolente de lo que son los estudios de licenciatura o de posgrado, y el problema concreto es que, si los doctorados solamente van a durar tres años, eso implica que las becas de doctorado sólo pueden durar tres años; en Francia se da como una gracia excepcional seis meses más y, cuando se trata de un alumno especialmente distinguido que está trabajando en un problema muy elaborado, otros seis meses; pero los estudiantes quedan en una situación muy precaria en la que se les da una especie de apoyo como si fueran empleados que han perdido el salario y, por lo tanto, pueden recibir por parte del Estado un complemento salarial.

El otro problema que hay en Europa, y muy visiblemente en México, es que, como bien decía el doctor Sarukhán, nosotros tenemos instituciones que han sido críticas en el desarrollo económico, en el desarrollo tecnológico, en el desarrollo científico del país, tenemos universidades que están creciendo; México es un país básicamente joven. Claramente la tendencia demográfica es abatir la edad promedio de los mexicanos, pero si se dan ustedes cuenta, a veces pedimos más recursos para la universidad pero no pedimos más empleos para los egresados de la universidad; corremos el riesgo de que nos ocurra lo que sucede, por ejemplo, en Italia, un país de la Comunidad Europea que tiene más científicos fuera de su territorio haciendo posdoctorados, que pueden ser vistos como una especie de formación adicional e intelectual, pero también pueden ser vistos como un truco que esconde que la gente no tiene derechos laborales, no tiene derecho a tener un empleo permanente, etc., y la mayor parte de esos científicos jóvenes está fuera.

Una situación así se está acercando muy peligrosamente a España; en México no; en México tenemos el problema del centralismo que venturosamente se ha ido acabando, y todavía tenemos posibilidades de empleos para nuestros científicos, para nuestros académicos recién recibidos que pueden encontrar todavía empleos (voy a usar un término que me choca) en “provincia”, pero todos ustedes saben que, en buena medida, la frase que usa la marquesa Calderón de la Barca, de que fuera de México todo es Cuautitlán, lamentablemente se sigue aplicando; probablemente no en Guadalajara, probablemente no en Monterrey, pero las desventuras por las que tienen que pasar científicos jóvenes, que es el caso que conozco directamente, que se van a Chiapas, o que se van a Oaxaca, o que se van a Baja California, son verdaderamente aterrorizantes.

Hay otro problema (que en la UNAM y, claramente, que en El Colegio de México no se da) que es el de la falta de apoyo a las humanidades. Hoy, en un mundo que concreta sus intereses y sus prioridades en el desarrollo económico, las humanidades están sufriendo de una manera pavorosa. Yo les sugeriría a ustedes, si me lo permiten, que leyeran los ensayos que son lacrimosos, pero muy reales, que publican académicos británicos en The Times Literary Supplement o en la London Review of Books, a los que todos podemos tener acceso sin ninguna dificultad —están en la red—, en donde se analiza la manera en la que a partir de la señora Thatcher se han ido acabando las políticas de apoyo a las humanidades en las grandes universidades inglesas con consecuencias a veces insospechadas. Por ejemplo, había un grupo de estudios afganos, muy poderoso, en una gran universidad británica, especialistas en literatura, cultura, lenguas, sociología de Afganistán, que fue abatido, que fue cerrado por falta de recursos y apoyos institucionales. Pues bien, cuando se vino todo el conflicto militar en Afganistán, no había especialistas que comprendieran realmente lo que estaba ocurriendo.

¿Se dan ustedes cuenta de que cualquier exigencia que uno haga para defender y desarrollar la universidad tiene que representar —y en eso creo que en la UNAM podemos estar muy orgullosos de lo que se hace— un equilibrio entre las ciencias naturales, entre las ciencias exactas, las artes y las humanidades?

Yo quisiera terminar diciendo que estoy convencido de que una de las instituciones más nobles que ha creado Occidente es, precisamente, la universidad. Pero no se olviden, como dicen todos los grandes historiadores de la universidad como institución, que las mejores universidades del mundo nacieron en la Edad Media cuando había una interacción con otras culturas. En Bolonia, la presencia musulmana era muy visible; en París, los estudios norafricanos; san Agustín, que era de la competencia (no era jesuita), claramente llevaba toda la tradición de lo que ahora llamamos el Magreb; en el caso de Salamanca, huelga decir toda la tradición musulmana, y esta visión de la universidad como un sitio que conjuga, promueve, desarrolla interacciones culturales, interacciones entre las disciplinas, creo que es una institución que nosotros debemos defender a toda costa. Muchas gracias.

 

[*] Ponencia presentada en VI Encuentro El Humanismo y las Humanidades en la Tradición Educativa de la Compañía de Jesús. Segunda mesa: La universidad en México, realizada en el ITESO, Tlaquepaque, Jalisco, 24 de octubre de 2017.

 

[1].     Doctor Honoris causa por la Universidad de Atenas, Grecia, y por la Universidad Nacional de San Martín, Argentina. Profesor investigador de El Colegio de México; desde 2008, miembro de la Academia Mexicana de la Historia y SNI III. Integrante de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Junta de Gobierno de la UNAM, miembro del Colegio Nacional desde 2015.

[2].    Nota del editor. Pseudónimo del escritor bilbaíno Ricardo Gutiérrez Abascal.

[3].    Fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1989 a 1997. Doctorado Honoris causa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú, por la Universidad de Gales, en Inglaterra, por la Universidad de Nueva York, por parte del Colegio de Posgraduados, por la Universidad de Colima y por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Miembro de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Diversidad y del Colegio Nacional. Profesor e investigador emérito del Departamento de Ecología de la Biodiversidad de la UNAM, fundador del Instituto de Ecología. Coordinador nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad; miembro de la US National Academy of Sciences y de la Royal Society de Londres; además, miembro titular de la Academia Mexicana de las Ciencias. Premio Nacional de la Ciencia y de las Artes, en el área ciencias físico–matemáticas y naturales en 1990; premio Semina Motum por la trascendencia de sus estudios ecológicos y otras muchas más distinciones a lo largo de su carrera.

[4].   Profesor investigador de El Colegio Nacional y de la Universidad Autónoma de México. Doctorado Honoris causa por la Universidad de Milán, Italia, y por la Universidad de Valencia, España. Doctor en Ciencias por la Universidad Autónoma de México. Coordinador del Laboratorio de Origen de la Vida; director honorario del Centro Lynn Margulis de Biología Evolutiva de las Islas Galápagos en Ecuador. Recibió, junto con el doctor José Sarukhán Kermez, la primera medalla de investigación científica Alfonso L. Herrera. Formó parte del Comité Científico de la nasa para supervisar la creación del Astrobiology Institute. En 2013, durante la tercera Cumbre de la Evolución en las Islas Galápagos, se le otorgó el Charles Darwin’s Distinguish Scientist Award. Presidente de la Gordon Conference of The Origins of Life, y presidente, en dos ocasiones, de la International Society For The Study of The Origins of Life. Es autor de más de 150 trabajos de investigación publicados en revistas de prestigio internacional.

Capítulo décimo segundo: Objeciones a la crítica de la idea de la nada

Jorge Manzano Vargas, sj (†)

Recepción: 14 de diciembre de 2015
Aprobación: 8 de enero de 2016

 

Resumen. Jorge Manzano dedicó este capítulo de su tesis a analizar y sopesar las críticas dirigidas a Bergson a propósito de su crítica de la idea de la nada. Entre los autores revisados se encuentran Jacques Maritain, Gaston Bachelard, François d’Hautefeuille, Blais Romeyer y Emile Rideau. Por otra parte, Manzano también examinó las intervenciones de Jeanne Delhomme, Jean Guitton y Étienne Gilson en el Congreso Bergson de 1959 que conmemoraba el centenario del nacimiento de Bergson.
Palabras clave: críticas a Bergson, idea de la nada.

Abstract. Manzano Vargas, Jorge. Chapter twelve: Objections to the critique of the idea of nothingness. Jorge Manzano devoted this chapter of his thesis to analyzing and weighing the critiques aimed at Bergson regarding his critique of the idea of nothingness. Among the authors he reviewed are Jacques Maritain, Gaston Bachelard, François d’Hautefeuille, Blais Romeyer and Emile Rideau. Manzano also looked at the interventions of Jeanne Delhomme, Jean Guitton and Étienne Gilson at the 1959 Bergson Conference that commemorated the 100th anniversary of the Bergson’s birth.
Key words: critiques of Bergson, idea of nothingness.

 

En el capítulo anterior vimos cuál era el objetivo fundamental de la crítica bergsoniana a la idea de la Nada. Vimos también que no se trataba de negar los contingentes, ni de atribuirles un ser necesario. Con ello se desvanece toda una serie de objeciones, o mejor dicho malentendidos, exteriores a la misma crítica, que fueron expresados con vehemencia. El presente capítulo estudia las principales objeciones directas a los argumentos de Bergson.

 

Objeciones de Jacques Maritain

La idea de la nada tiene un contenido. Es el contenido de la idea del ser, pero afectado por el signo negativo, hay que tener en cuenta que lo propio de la idea negativa es este signo negativo, y no el contenido, que pertenece a la idea positiva. Bergson se ensaña con el contenido de la idea de la nada porque lo imagina negativo en sí mismo; algo así como si el número 3 tuviera un valor absoluto en sí mismo.[1]

 Hemos visto que Bergson niega precisamente que la negación tenga el poder de llegar a la idea de la nada; y para ello muestra cómo todo juicio negativo no es sino la mitad de un acto intelectual por el cual prevenimos a otro o a nosotros mismos de un error; la otra mitad, sobreentendida o aplazada, es afirmativa.

Bergson no tiene por qué hacer aquí un análisis psicológico; debió haber hecho un análisis lógico. Para mostrar, por ejemplo, que es absurda la cuadratura del círculo, se necesita un análisis lógico y no irse al mecanismo de su formación. Querer pasar de la psicología a la lógica es pretender deducir un dato evidente (lo que nos dice tal idea) a partir de datos oscuros (la génesis de la idea).[2]

 Desde luego, si Maritain considera ya de salida que la idea de la nada es un dato evidente, no tiene caso seguir discutiendo; de lo que se trata es de reflexionar sobre esa pretendida evidencia de la idea de la nada. Pero veamos lo que dice después.

En todo caso el análisis de Bergson es falso. La idea de la nada no se forma negando sucesivamente una cosa tras otra, a manera de resta progresiva. En realidad, nos basta la idea del ser para formar inmediatamente la idea del no ser. Por tanto, la idea de la nada de un ser supone únicamente la idea de este ser, pero no la de otro que deba sustituirlo. De modo que, en la argumentación bergsoniana de ese acto intelectual con dos mitades, sobra la segunda mitad; la primera se basta. Además, hay casos en los que el juicio reemplazante no se da; si yo afirmo: “este hombre no tiene hijos”, no necesariamente estoy pensando que tiene otra cosa que no son hijos.[3]

 El razonamiento de Maritain es muy lógico, partiendo del dato de que la idea de la nada es evidente ya desde que formamos la idea del ser; cualquier discusión se hace imposible. Pero hay un punto interesante, el ejemplo.“Fulano no tiene hijos; yo no estoy pensando que tenga otra cosa que no son hijos”. Éste fue el único momento en que Maritain realmente quiso atacar el argumento de Bergson directamente, y no sólo a “base de posiciones ya tomadas como indiscutibles”. Fue en realidad un momento, pero esto es de apreciarse enormemente en Maritain. Parece una brillante instancia que desbarataría la crítica bergsoniana. Por desgracia, la brillantez no es sino aparente y no hace sino confirmar la crítica que pretendía destruir. Bergson, al hablar de los juicios negativos, usó dos tipos, uno atributivo (esta mesa no es blanca), y otro existencial (A no existe). El ejemplo de Maritain podría colocarse en este segundo tipo. Y ahí cae por completo bajo la crítica de Bergson. En efecto, por el solo hecho de pensar “hijos de fulano”, les atribuyo una especie de existencia, en este caso una existencia meramente posible, esto es, la de una pura idea. Pero si alguien quisiera pasar de esta existencia ideal a una existencia actual y afirmar que existen esos hijos, entonces viene mi juicio negativo: “Fulano no tiene hijos”, por el cual le advierto que no, que se equivocaría, que ese posible queda excluido de la realidad actual como incompatible con ella. Y en esta realidad están incluidas todas las cosas, incluso las cosas que realmente tiene fulano. De modo que hay una realidad actual (fulano tal como es, con lo que tiene), incompatible con aquel juicio que alguien pudiera equivocadamente proferir. De hecho, lo que importa es prevenir el error, dar la advertencia, complacerme o lamentarme de ello y por eso prescindo de o difiero mi juicio negativo.

Insiste Maritain en que Bergson confunde el pensar un objeto existente con existencia ideal y el pensar que un objeto existe realmente.[4] Sin embargo, como vimos, Bergson las distingue bastante bien; tanto, que su juicio negativo es toda una advertencia que hace a otro para no confundirlas, para no pasar sin más de una a otra (ver su tercer argumento).[5] Por otro lado, se podría decir —injustamente también, pero conservando el procedimiento de Maritain—, que él mismo confunde la existencia ideal con la idea de la nada, lo posible con la nada.

Además, dice Maritain, el “entendimiento” del que habla Bergson es meramente pasivo, sin afección ni interés práctico: su función única es la de registrar eventos exteriores. Argumentando ad hominem, ¿cómo podría ser capaz ese entendimiento de registrar la segunda parte de la sustitución en un juicio negativo? Porque si el entendimiento no puede registrar una cosa inexistente, no podría registrar una cosa indeterminada, como es, según Bergson, la segunda mitad de la sustitución en el juicio negativo.[6]

La objeción de Maritain se desploma de salida, porque el “entendimiento” descrito por él no es el entendimiento descrito por Bergson. Precisamente en esta parte de su crítica, Bergson sostiene que la negación no es propia de un espíritu puro, de un espíritu que no tuviera ningún móvil: la negación tiene un carácter pedagógico y social;[7] y que, si la afirmación es un acto de la inteligencia pura, hay en la negación un elemento extra–intelectual.[8] Y cuando habla de la sustitución y afirma que en realidad pensamos una presencia, añade que todo aquello que expresamos negativamente con palabras tales como “vacío” o “nada”, no es tanto pensamiento sino afección, o mejor, “coloración afectiva del pensamiento”.[9] En un sitio paralelo, planteando la idea de desorden, postula Bergson que a veces buscamos un orden y, al no encontrarlo, hablamos de “desorden”, sin darnos cuenta de que en realidad nos hemos encontrado con otro orden; y que este caer en la cuenta nos lo impide “una bruma de estados afectivos”.[10]

De modo que ese entendimiento sí tiene afección e interés práctico. Por lo demás, la inteligencia en Bergson no tiene por función única la de registrar eventos exteriores: también elabora el lenguaje, las ideas, los raciocinios. Pero sea, supongamos que es así, como dice Maritain; tampoco en ese caso vale la razón que aduce, que ese entendimiento no podría registrar la segunda parte del juicio negativo. Porque esta segunda parte supone una presencia, la cual podrá ser registrada, podrá ser afirmada. Notemos que según Bergson dejamos esta segunda parte “indeterminada”. Lo cual no es lo mismo, como supone Maritain, que “inexistente”. Tan es existente, que es toda la realidad actual; o si se prefiere, aquella parte de la realidad actual que realizó la sustitución. Más aún: esta segunda parte no “es” indeterminada, sino que “la dejamos” indeterminada, en el sentido de que no expresamos el juicio afirmativo, porque en este momento no interesa, o porque lo ignoramos.

 

Objeciones de Gaston Bachelard[11]

Por lo pronto Bachelard no concede a Bergson el primado de lo lleno. Argumenta que no se puede vaciar sino lo que está lleno, sí, pero tampoco se puede llenar sino lo que está vacío. Vacío y lleno se aclaran mutuamente. Y si Bergson no acepta la intuición de lo vacío, Bachelard tampoco admite la intuición de lo lleno. Pues bien, la misma correlación existe entre el ser y la nada, si es que se quiere vivir la oscilación dialéctica entre realización y anonadamiento. Bachelard se refiere a oscilación dialéctica porque si demasiado pronto se considerara al ser y a la nada como cosas ya terminadas del todo, el mismo Bachelard sería alcanzado por la crítica bergsoniana. Por eso quiere que Bergson desarrolle al ser por etapas, exige de él la experiencia ontológica en todos sus pormenores.[12]

En cuanto a la oposición entre lo vacío y lo lleno, es verdad que en el orden meramente lógico se pueden considerar contrabalanceados. Pero Bergson no está en un terreno meramente lógico, sino que supone una experiencia previa. Querer llevar el asunto a un terreno meramente lógico sería dislocar la crítica de la idea de la nada. Con esta crítica Bergson no intenta “poner el ser”, sino mostrar que el Ser no es ajeno a la duración (y no el Ser en general, sino propiamente el Ser trascendente). Y si Bachelard quiere poner primero el vacío, la nada, Bergson le diría que eso es imposible, porque para poner la nada tiene que haber alguien que la ponga, y entonces ya no se daría esa posibilidad de una nada por poner porque ya habría alguien. Para llegar a la afirmación de la duración interior y de la duración divina, Bergson no procedió por vía deductiva, sino que usó el testimonio de la conciencia para el primer caso y el testimonio de los místicos para el segundo. El punto álgido que atacaría Bachelard se detecta en el caso del testimonio de la conciencia, en primer lugar, en el descubrimiento de la duración. Y ahí, Bergson, como dato inmediato de la conciencia se encuentra con una “cualidad” de los estados de conciencia; se encuentra con “algo”, no con “nada”. Ahora bien, si de este algo experimentado quisiéramos pasar a una “nada” pensada, habría (siguiendo la imagen en juego) que vaciar lo lleno, porque el dato original es lo lleno. Tan es así que Bachelard no propone comenzar por lo vacío para llenarlo, pues se da cuenta de que estaría suponiendo un vacío “cosificado” y que caería bajo los golpes de la crítica bergsoniana; y entonces se repliega a una posición que le parece más segura: de lo que se trataría sería de vivir la oscilación dialéctica entre realización y anonadamiento. Pero ¿cómo sabe Bachelard que hay esa “tal oscilación dialéctica”? ¿Es ésa su primera etapa? En realidad, esa oscilación dialéctica sería una etapa más avanzada, mucho más avanzada (posterior) a la “cualidad” inicial bergsoniana, que todavía no sabía si era oscilación o no.

Para Bergson, sólo los juicios afirmativos tienen un carácter determinado e inmediato. Al menos con igual derecho consideramos nosotros privilegiados los juicios negativos. Porque, en efecto, todos los juicios que comprometen la conciencia son negativos. Por ejemplo, alguien encuentra una dalia azul y afirma, con admiración, que esa flor es una dalia. Este juicio presupone un juicio anterior, negativo, que las dalias no pueden ser azules. Y cuando alguien afirma algo enérgicamente en una discusión, es que antes otro le había contradicho, había negado. Es más, en la soledad, cuando alguien afirma algo categóricamente, lo afirma contra un adversario imaginario que personifica la negación previa. Podríamos descubrir las mismas ondulaciones dialécticas, suavizadas quizá, en la insinuación, la persuasión y la discusión tranquila. En resumen, la afirmación no tiene el privilegio de la plenitud ni de la seguridad; hay que atender ante todo a los juicios negativos. Todo esto se comprueba en el proceso por el cual formamos un concepto, que encierra una historia de negaciones más que de afirmaciones: pensar un concepto es abstraer de ciertas experiencias y mandarlas a la nada; podrán subsistir esas experiencias, es verdad, pero ya no influyen en nuestro conocimiento.[13]

Es verdad que el juicio “esta dalia es azul”, afirmativo y admirativo, supone un juicio negativo previo: “Las dalias no son azules”. Pero este juicio negativo ¿es absolutamente privilegiado, absolutamente anterior? ¿Es un juicio que antecede cualquier afirmación sobre el color de las dalias? En realidad, supone más bien un juicio original, otros muchos, afirmativos, provenientes de la experiencia sensible, de un enorme conjunto de observaciones empíricas, y que afirman: “hay dalias blancas”, “hay dalias rojas”, etc. Lo mismo se diga en el caso de la discusión, sea violenta, sea tranquila. Afirmo categóricamente porque el adversario había negado. Pero ¿qué había negado ese adversario, real o imaginario? Evidentemente había negado una afirmación, real o posible.

Hay un cierto orden de los instantes decisivos, prosigue. Y a Bergson le admitiríamos que el desorden es un orden imprevisto, pero sólo en el espacio, no en el tiempo. Porque para poder pensar, y sentir, y vivir, es menester el orden de nuestras acciones. Un desorden puede hacer fallar el pensamiento, puede hacernos morir. Y entonces “el desorden es una realidad, un factor de nada”.[14]

Este punto no merece ninguna observación particular. Si Bachelard considera la muerte como equivalente de la nada, es claro que ha cambiado violentamente el estado de la cuestión.

Admitamos una dualidad temporal: en este momento o no sucede nada, o algo sucede. Veremos entonces que “el tiempo es continuo como posibilidad, como nada; pero discontinuo como ser”.[15] Esta dualidad temporal se refiere más bien a la función, y no al ser.[16] Se nos dirá que precisamente entonces se ve claro que la nada es simplemente la negación de algo que esperamos. Y respondemos: “en el orden de las funciones nada no es otra cosa”. Y así, cuando no respondemos nada a una carta desagradable, poco importa que pensemos algo.[17]

Bachelard propone una alternativa lógica: en este momento o no sucede nada o algo sucede. Pero para él se trata de una alternativa real, pues supone que alternativamente sucede algo y no sucede nada. Frente a la pregunta de si el “no suceder nada” implica que de veras todo pase a la nada para reaparecer otra vez, tiene cubierta la retirada: se está refiriendo, dice, más bien a las funciones que no al ser. Y efectivamente:

Nuestro argumento decisivo lo sacamos de la fisiología: toda función tiene que dejar de funcionar; toda función se ve limitada por ciertos umbrales de acción; toda función es discontinua, no permanente. Y es de notar que todas estas dialécticas de que hablamos son de orden temporal, no lógico.[18]

Con lo cual deja entender que, según Bergson, toda función sería permanente y que debería funcionar sin interrupción. Pero ésta no es la duración bergsoniana. Evidentemente, en los estados de conciencia tenemos, por ejemplo, este sentimiento de “alegría” y dentro de algunos minutos estaremos tristes. ¿Hubo cierta discontinuidad? Sí, diría Bergson; eso no lo niega. Es verdad que ese sentimiento de alegría no se pierde, entró a la bola de nieve y así está todo nuestro pasado con nosotros, pero eso no quiere decir que actualmente estemos alegres, como si ese sentimiento de alegría no pudiera jamás desaparecer de la conciencia vivencial. Estará como recuerdo, pertenecerá quizá sólo a la memoria pura, pero no se ha perdido, no se ha “aniquilado”; y en cierta manera influye, al menos indirectamente, en este sentimiento actual de tristeza que experimento; porque el yo que ahora está triste es un yo que fue modificado por aquella alegría y si no la hubiera tenido, se encontraría ahora en una situación diferente; también triste, pero no con la misma cualidad de tristeza; es verdad que aquella alegría quizá influya muy poco, tan poco o tan indirectamente que la variación que produzca podrá ser insignificante, pero nunca será nula.

En cuanto a las funciones fisiológicas que señala Bachelard, la continuidad bergsoniana no quiere decir que la respiración, por ejemplo, no tenga su ritmo; como si por el hecho de inspirar tuviéramos que inspirar siempre, y jamás espirar; ésta no es la continuidad bergsoniana, o como si alguna glándula interna, por el hecho de haber trabajado muy aprisa en un momento dado, ya no pudiera cambiar su velocidad. Eso sería una caricatura del bergsonismo. Ahora, en otro sentido sí, todo se conserva, pero de una manera semejante a lo que dijimos arriba de la duración interior. Si alguien estuvo respirando defectuosamente muchos años, al fin tendrá un organismo diferente al que tendría si hubiera respirado siempre bien; y si sólo respiró mal unos días, este efecto será archi–despreciable en el orden físico, pero no absolutamente nulo. Además, Bachelard toma unos ejemplos demasiado bastos del orden material. Esta glándula secreta unos momentos y luego descansa; por tanto, hay discontinuidad, dice Bachelard. Sí, pero la crítica bergsoniana de la idea de la nada atiende a la oposición no entre funcionamiento y no funcionamiento, sino entre el ser y la nada. Y si Bachelard insistiera en que para Bergson todo se reduce a movimiento, le decimos también que sí, pero que su ejemplo no vale, porque si una glándula deja de secretar, no es que deje de existir ni que deje en realidad de trabajar, porque la secreción no es todo su trabajo. ¿O todas y cada una de las células de esa glándula decretan una huelga simultánea, un momento de reposo? No es que Bachelard piense eso, sino que, al contrario, con mucho gusto nos invitará y descenderá con nosotros incluso al mundo subatómico para descubrirnos que si hay vibraciones es que hay “descansos” que separan una vibración de otra, porque él quiere llegar hasta lo último, y dice que “si damos duración a los verbos, lo que pasa es que nos rehusamos a describir los pormenores”.[19]

Y aplicaría también aquí lo que había dicho de las funciones, que aquí nada no es lo mismo que otra cosa; que en ese intervalo entre dos vibraciones no hay vibración, ni cosa alguna en lugar de vibración, sino un descanso. Aquí le diríamos a Bachelard: sea, que haya descanso. Pero, primero, eso no indica que la realidad primordial sea este descanso o interrupción, pues sería descanso o interrupción de “algo” en movimiento. Segundo, Bergson nunca negó que un movimiento pudiera anularse.[20] Lo que negó fue que el movimiento se explicara con base en anulaciones de movimiento. Como si aquí nos dijera de pronto Bachelard que ya no hay oscilaciones, sino que todo se reduce a descanso, a anulaciones de movimiento, que una oscilación no es sino la suma de muchos descansos. Tercero, le preguntamos cuál es la realidad más profunda de ese “descanso”, ¿se trata realmente de la misma nada? En ese caso, en el orden macro–cósmico de las funciones no hay ciertamente descanso absoluto; y si cesa un movimiento, quedan otros. Pero en el orden subatómico ¿esos descansos suponen que toda la realidad pasa en un instante rapidísimo a la nada, para volver de nuevo a hacerse real en el instante que sigue? Indudablemente Bachelard no se atrevería a afirmar esto en la línea decisiva del ser, que es el punto que nos ocupa. Y por eso no se apoya aquí, sino que pone la fuerza de su argumento en el caso de las funciones.

La argumentación positiva de Bachelard trata de probar que los diversos fenómenos temporales son ante todo discontinuos: el recuerdo, la previsión de nuestro futuro, el esfuerzo, las acciones diferidas. También intenta mostrar una acción rítmica, no continua, en la causalidad, no sólo intelectual, sino también física. En resumen,[21] el alma no es continua en su sentir, en su pensar, en su querer, en su ser. La nada está dentro de nosotros mismos. Y la experiencia positiva de la nada debe esclarecer nuestra experiencia de la sucesión: una sucesión heterogénea, en la que netamente se distinguen novedades, sorpresas, rupturas y vacíos. “Creer en la permanencia de las cosas equivale a siempre abrir los ojos en la misma fase de su ritmo”.[22]

 Se nota fácilmente este afán de romper la continuidad, porque Bachelard da una gran importancia a los momentos decisivos de la vida psicológica y envía hacia la nada los menos importantes de la historia del alma. Que haya momentos más importantes que otros, que en la sucesión anímica puedan señalarse momentos de mayor densidad psicológica, nadie se lo niega, pero esto no justifica la eliminación de la duración continua, al menos no la prueba. Bachelard decía que hablar de continuidad era alargar los verbos para no tener que describir los pormenores. Notemos, primero, que Bergson da muchos pormenores de la duración, por ejemplo, el mutuo influjo de los diversos elementos psicológicos; pero en concreto, los pormenores que quiere Bachelard no son otra cosa que la diferencia entre los momentos más importantes y los menos importantes. Y ya vimos que Bergson los hace resaltar, que desarrolla esos momentos decisivos, y lo hace con fuerte metáfora, pues éstos “son los golpes del timbal que estallan de vez en vez en la sinfonía”.[23]

Por lo demás, ¿no cae Bachelard en el error que quiere criticar?, ¿no desprecia él muchos pormenores, a ciencia y conciencia? Él quiere fundamentar una filosofía del reposo pero para ello exagera la discontinuidad haciendo del reposo una especie de nada. Entre dos actos sucesivos, hace converger todo hacia instantes privilegiados, hacia una especie de fotones con intervalos de nada. Y así, él habla de “riqueza y de densidad, más bien que de duración”.[24] Y admite la afirmación de que una acción instantánea supone una duración, pero arguye que esta duración es “catagénica”, “que no tiene nada que ver con el destino del acto inicial y que se pierde en ritmos inferiores, con consecuencias puramente fisiológicas o físicas”, pero que “en el plano psicológico en que nos colocamos, no juega ningún papel; se puede eliminar”.[25] De modo que lo que no interesa al punto de vista de Bachelard, aunque sea real, se puede eliminar… Aun suponiendo, y es mucho suponer, que esa duración catagénica no desempeñe ningún papel psicológico, ¿es lo mismo no jugar ningún papel psicológico a ser nada?

 

Objeciones de François d’Hautefeuille

Bergson nos hace llegar a creer que no hay juicios negativos, que la negación deja de existir. Por el contrario, le diríamos, incluso, que la negación se desenvuelve en un nivel altamente intelectual, pero ahí precisamente donde el espíritu ya no se somete a lo dado, sino que al contrario, “lo juzga, lo interpreta y lo sobrepasa”.[26]

Me parece que d’Hautefeuille hace decir a Bergson otra cosa que lo que dijo. Para Bergson sí hay juicios negativos, y sí hay negación. Y él profirió muchas veces juicios negativos y negó muchas cosas. La primera palabra de un filósofo es un no. Tanto, que podrá después variar en lo que afirma, pero casi apenas en lo que niega.[27] Entre otras cosas, Bergson negó que el Ser fuera extraño a la duración y negó que pudiéramos formar la idea de la nada.

Lo que niega Bergson es que todos estos juicios negativos, que todas estas negaciones, tengan el poder de llevarnos a la idea de la nada. Y también admite que la negación se desenvuelve en un nivel altamente intelectual, en que el espíritu juzga e interpreta lo dado (quizá no añadiría él “y sobrepasa lo dado”). Eso es lo que quiere decir cuando afirma que la negación tiene un carácter pedagógico y social; no dijo “científico”, pero pudo decirlo ciertamente; científico y educativo. Porque cuando yo prevengo a otro o a mí mismo, no se trata simplemente de decirle que esta mesa no es blanca, sino muchísimas cosas de más alto interés. Y observando bien la objeción de d’Hautefeuille, se ve que en el fondo da razón a Bergson. Porque si el espíritu niega para juzgar, interpretar y sobrepasar lo dado, todas estas operaciones quieren llegar a una afirmación, esto es, a esa segunda fase del acto intelectual, cuya primera fase había sido negar. A no ser que d’Hautefeuille haya pensado que el juzgar, interpretar y sobrepasar lo dado consiste simplemente en decir “no” a todos los datos, y que del “no” no se ha de salir.

Cuando Bergson nos invita a suponer abolido el lenguaje, disuelta la sociedad, atrofiada en el hombre toda iniciativa intelectual, nos dice que la inteligencia podría aún afirmar, pero que ya no tendría ninguna gana de negar. ¿Por qué? Porque lo existente puede ser registrado en una sensación, y así registrado pasar a la inteligencia, pero lo no existente no puede ser registrado.[28]

Y aquí d’Hautefeuille protesta y dice que esa inteligencia sin lenguaje ya no sería la verdadera inteligencia humana; que sería, si acaso, la de un animal; y que el hombre, sin la vida social ya no sería hombre.[29]

Sí, y todo esto lo concede Bergson; porque al hacer toda esa serie de reducciones no intenta afirmar que “lo que queda es todavía inteligencia humana”. Lo que se propone es hacernos ver que esa “inteligencia embrutecida”,[30] de ser posible y de la naturaleza que fuera podría, quizá, todavía afirmar, pero sólo en términos implícitos; esto es, que no pertenecen a la esencia de la afirmación ni los conceptos distintos, ni las palabras, ni el deseo de extender la verdad, ni el deseo de mejorarse a sí mismo, cosas todas que son necesarias para la negación, porque para que esa inteligencia así embrutecida pudiera negar, le sería necesario, primero, salir de su imbecilidad; le sería necesario, además, formular una decepción, una esperanza, querer dar una lección a los demás o a sí mismo, etc.;[31] en una palabra, que fuera una inteligencia humana. Para Bergson el espíritu no es nada más una facultad que registra sino también una facultad que crea.[32]

En la primera parte de la frase (una negación) d’Hautefeuille previene a Bergson de un error; en la segunda fase del acto intelectual, sin darse cuenta, quizá, d’Hautefeuille nos da ejemplos de la prueba de Bergson. Pero dice también: “¿Por qué tendríamos que contentarnos servilmente con la realidad objetiva? Precisamente para libramos de este hilo conductor de la experiencia poseemos el lenguaje […] y así concebimos los espacios no euclidianos, los entes de razón, los números imaginarios”.[33]

La primera parte, que el espíritu sea creador, lo acepta Bergson y, en concreto, que la inteligencia elabore ideas; pero de que la inteligencia sea capaz de elaborar ideas —una de sus operaciones naturales— no se sigue que pueda elaborar aun ideas absurdas y contradictorias. Respecto de la segunda parte, en línea bergsoniana se le responde a d’Hautefeuille: sí, la inteligencia es capaz de dejar el hilo conductor de la experiencia; aunque es verdad que así se arriesga mucho, pero aun así podría llegar a ideas útiles e, incluso, a un tipo de especulación sobre ciertas utilidades; por el contrario, que de ese poder que tiene, la inteligencia se arrogue el derecho de abandonar la realidad objetiva para tratar de especular sobre ella, máxime en el punto fundamental que nos ocupa, contra eso sí protestó Bergson.

Y d’Hautefeuille reacciona contra esta protesta, porque considera que eso es subestimar los poderes del espíritu.[34] Y cita un pasaje de Bergson, para explicar por qué, debido al empirismo de Bergson, nos hace creer que no hay negación: “Para quien siguiera pura y simplemente el hilo de la experiencia, no habría vacío, ni nada, aun relativa o parcial, ni negación posible”.[35]

 Sí, pero esa situación en la que no habría “nada, aun relativa o parcial, ni negación posible” no se refiere a la vida normal, sino a cuando estaba “abolido el lenguaje, disuelta la sociedad, etc.”.[36] Es inexplicable cómo d’Hautefeuille sacó de su contexto el pasaje que cita.

Además, la idea de la nada no es una pseudo–idea, sino un factor muy importante del pensamiento: contra Bergson, al menos después de Bergson, ahí la tenemos, concepto fundamental en las filosofías existencialistas. Y en ciencias tenemos la anti–materia; y en física los sistemas de coordenadas con sus valores positivos y negativos, por ejemplo, la escala de temperaturas.[37]

Ninguna de estas “nadas” criticó Bergson. Es sumamente interesante que d’Hautefeuille considere como “nada” una temperatura negativa, o un valor físico negativo. Será que entre el ser y la nada no vea otra diferencia, otro límite, otro balcón desde donde el ser se asoma para ver la nada, que la temperatura precisa en que el agua se congela a la presión normal. Así es muy fácil y evidente pensar la idea de la nada. Ya no puede extrañar que, para él, el ser y la verdad (finitos) sean “un don gratuito, una gracia arrancada por fuerza a una nada estúpida y huraña”.[38]

 

Objeciones de Blais Romeyer y Emile Rideau

Una contra–objeción que se ha presentado es que Bergson no vio el alcance profundo que la idea de la nada juega en la vida de los místicos. Los místicos, poseídos e iluminados por la presencia divina, no se plantearán las interrogaciones metafísicas de la misma manera que un filósofo, pero de hecho experimentan su relación al Amor divino como una relación de pertenencia amorosa. Mientras el filósofo piensa la contingencia, el místico la experimenta y la vive. Bergson no lo notó, y quizá por eso algunos de sus intérpretes atribuyeron un sentido anticreacionista a su crítica de la idea de la nada.[39]

Aun concediendo que los místicos no se inquieten por las dificultades filosóficas en torno al problema de Dios y que en su visión mística más elevada disfruten una plenitud positiva, habría todavía que preguntarse si, a lo largo del itinerario ascendente, el gozo luminoso de los místicos no conserva aún algunos vestigios de la noche oscura; si aun en la unión plena no experimentan la distancia infinita que los separa de Dios, del infinito, del que es la negación del ser finito de los místicos. Así, en san Juan de la Cruz vemos la importancia capital de la idea de la nada, que es no sólo preparación a la mística: hay que renunciar a sí mismo y también a la metafísica de la mística: el hombre y Dios son una negación mutua.[40] Entonces la idea de la nada no es contradictoria. Es más bien “el fundamento de toda vida religiosa”.[41]

Sí, pero ¿el renunciamiento de los místicos y de los santos, y del cristiano a secas, es una renuncia en línea del ser? Se habla de renuncia total, pero este “total” se refiere a cuanto pudiera haber de egoísmo o de un uso de las creaturas sin tener en cuenta a Dios; renuncian a ello los místicos porque, invitados por el Señor, quieren fundir su voluntad con la de él, querer lo que quiere él y hacer lo que quiere él; se trata de una renuncia–sustitución, no de una renuncia al ser, ni de una negación del ser.[42] No hay cosa más cara en Bergson que el haber notado esa renuncia–sustitución (o sublimación): el místico debe trabajar arduamente y pasar por penosas pruebas antes de llegar a esa identificación de su voluntad con la voluntad divina, que lo hará capaz de las más vastas empresas.[43] Éste será el resultado de esa renuncia, no una aniquilación ontológica, cuyo deseo sería una ingratitud.

 

La discusión en el Congreso Bergson de 1959

Jules Chaix–Ruy muestra que hay una nada en el horizonte bergsoniano.[44] La optimista sinfonía cósmica de Bergson no impide que el élan encuentre resistencias y tenga que detenerse. Y frente a la espontaneidad de la libertad aparece luego la materia como “desértica estepa”, como “inmenso glaciar”,[45] y con ella aparece la pasividad, la inercia. Con la metáfora del chorro de vapor que se pulveriza en gotas, vemos la corriente vital dispersarse, sumergirse en esta “casi–nada”[46] que Bergson quería excluir. Es el mismo proceso de la ola plotínica que, habiendo emanado del Uno, viene a dispersarse, a “perderse en lo múltiple, devorada por las profundidades submarinas ya no iluminadas por ninguna luz”.[47] Y así, el universo bergsoniano no puede menos que ver insinuarse la nada en el horizonte, “en el límite de la materialidad, donde da la impresión que la corriente vital, debilitada y más lenta, está ya por inmovilizarse”.[48]

La réplica de Marcel Conche[49] está muy relacionada con la anterior: habría que distinguir entre “nada” y “no–ser”. Parece que Chaix–Ruy no se refiere a la nada propiamente dicha, puesto que habla de una “casi nada”. Esta “casi–nada” vendría a equivaler no a la nada, sino al “no–ser”.

Y, de hecho, Chaix–Ruy aceptó este punto de vista de Conche.[50] En resumidas cuentas, no se objetó directamente la crítica bergsoniana, pues ésta no iba dirigida contra ese “no-ser” ni era ése el planteamiento.

Para Givord,[51] la idea de la nada no es una pseudo–idea, y Bergson no llega a probar lo contrario, “cuando decimos la palabra nada, sabemos muy bien lo que queremos decir. La nada es la ausencia de todo. Y puesto que no queda nada, no quedan tampoco elementos que pudieran contradecirse”.[52] Desde luego es imposible representarse una abolición total efectiva, y aquí Bergson tiene razón, pero “podemos expresar mentalmente la correspondiente ley operacional, y esto basta para captar el sentido de la idea de la nada”.[53] Por lo demás, “poco importa el proceso de formación de una idea, lo que importa es su contenido”.[54]

Notemos que Givord define la nada como “la ausencia de todo”. Después explicará cómo se forma esa idea: por la negación total de los datos.[55]

La realidad no puede aniquilarse espontáneamente en su totalidad, pues esto haría el ser igual a la nada; y esto sería contradictorio, sería ir contra el principio de identidad. Ahora bien, esta contradicción debe tener su fundamento. Y como aparte del ser no hay nada, tiene que haber algo en el ser, al menos algún ser, cuya esencia sea existir. Sólo que nosotros siempre tenemos delante seres cuya esencia no implica la existencia y por eso nos maravillamos de la existencia real —victoria sobre la nada—, y tratamos de fundamentarla en un ser absolutamente necesario. Bergson no vio el alcance profundo de este sentimiento de admiración, ni el alcance profundo de su propia crítica. No comprendió que la metafísica era esta misma crítica, pero llevada hasta el fondo.[56]

Como respuesta, es muy buena una parte de la réplica de Conche:[57] Para Givord, no tiene importancia el proceso de formación de la idea de la nada, puesto que tiene un claro significado: ausencia o abolición de todo. Esto es, supresión de una cosa, luego de otra, y así sucesivamente. Pero esto es definirla, como Bergson, por el proceso por el cual se forma. Ahora bien, sí, la idea de abolición es clara, pero parece que le es esencial el no poder efectuarse sino sobre una parte del Todo. ¿Y sobre el Todo mismo? Ése es el problema a resolver.

Sin embargo, no toda la réplica de Conche es aceptable. En efecto, añade:

Como la realidad en todo su conjunto no puede cesar de ser, Givord concluye que hay un ser cuya esencia es existir. Se concluiría, decimos a Givord, “que no pudiendo ser abolido el ser sino por el ser, necesariamente hay ser, pero no cierto ser”. Esto es, “ha habido siempre ser, y siempre habrá ser, pero ningún ser durará siempre”.[58] La conclusión de Givord no es bergsoniana, porque para Bergson la noción de contingencia supone la idea de la nada, “y es, como ella, relativa a la práctica humana; no corresponde al fondo de las cosas”.[59] Por lo demás, Bergson quiso eliminar el planteamiento del problema en los términos: ¿por qué hay Dios y no nada? “Para Bergson, metafísicamente Dios está muerto”.[60]

Conche quiso dar una respuesta bergsoniana, pero no la dio; de hecho, trastocó bastante las palabras de Bergson. Para éste, la idea de la nada podrá ser relativa a la práctica humana y no corresponder al fondo de las cosas,[61] pero no dijo lo mismo de la contingencia, como hace pensar Conche. Lo que pasa es que para este último como para Givord, la crítica de la idea de la nada va junta con la crítica de la contingencia. Pero ésa no fue la concepción de Bergson. Por otra parte, la crítica de la idea de la nada y la crítica de la contingencia tampoco están indisolublemente unidas entre sí. El considerar la idea de la nada como absurda no implica que Dios esté muerto metafísicamente, como si estuviera el problema de Dios indisolublemente unido al problema de la nada.

 

Jeanne Delhomme

Considero de interés los siguientes pasajes de Jeanne Delhomme. Aunque me excuso de incluirlos en este capítulo de objeciones, pues ella, aunque pudiera parecer, no hace ninguna réplica a la crítica bergsoniana de la idea de la nada, que acepta. La “nada después” o “nada adelante”, no es una “nada absoluta”, pues se supone la realidad actual, se supone la vida, y la memoria. Ni tampoco es una “nada parcial” en el sentido indicado por Bergson. Jeanne Delhomme habla también del “no–ser” tan importante en el bergsonismo: la materia es la resistencia que necesita la vida para poder avanzar, es el negativo del movimiento, el gesto creador que se deshace.[62] Así que ella distingue: la nada bajo–el-ser, la nada–dentro–del–ser, la nada–anterior–al–ser, que serían la nada criticada por Bergson; la nada–delante–del–ser, que es la ausencia de lo que será, y que sería la nada bergsoniana; y, por fin, el no–ser, que es otro ser, el negativo del ser.

De acuerdo con Jeanne Delhomme la nada que critica Bergson es “la nada anterior al ser”,[63] o sea, un espacio, un posible, la nada por la cual decimos que echamos algo de menos: “la nada no está ni bajo el ser, para fundarlo, ni dentro de él para separarlo de sí mismo”.[64] Pero en la filosofía de Bergson hay una “nada después del ser”,[65] aunque él no use tal expresión. Y es que el futuro queda abierto. En efecto: el ser es vida; la vida, exigencia de creación; la exigencia de creación, tiempo; el ser es tiempo. Pero como el tiempo significa que no todo está ya dado de una vez por todas, el ser está siempre por ser.[66] Mi futuro no es aún; mi futuro es hoy la ausencia de lo que será; claro que puedo hoy imaginarme ya que realizo mañana mis acciones cotidianas, las mismas de hoy: ya están ahí,[67] como esperándome; sí, sólo que entonces lo que estoy pensando es el espacio, no el tiempo: mis acciones ya están ahí; pero si pensamos el tiempo y no el espacio, entonces mi futuro está todavía por hacerse; no es algo ya hecho, no es algo que ya haya sido, pues en este caso sería “un pasado, no un futuro”, sería “una cosa, no un devenir”.[68] Entonces el tiempo es creador, pero a la vez, y precisamente por ser creador, es “su propia incertidumbre”.[69] El tiempo bergsoniano, a pesar de su acento triunfal, es “inquietud”, “riesgo” y “posibilidad de fracaso”.[70]

Esta perspectiva de Jean Delhomme no deja de ser bergsoniana, no obstante el sabor existencialista de muchas de sus expresiones —el “no–ser” ataca al ser, lo roe por dentro;[71] y entre conciencia y materia no sólo hay oposición, sino aun conflicto—.[72] En todo caso la expresión de “nada adelante” es poco bergsoniana; da la impresión de que la nada se quiere hipostasiar.

 

Jean Guitton

Para Jean Guitton se debe distinguir cuidadosamente entre la idea misma y el mecanismo que la origina. Porque, por ejemplo, se han propuesto muy diversas génesis del amor, y se ha concluido, no tan exactamente, la equivalencia del amor mismo con su génesis; pero se podría decir que en la génesis del amor se puede descubrir todo lo que se contiene en el amor, excepto el amor mismo.[73] Pero la ilusión es tenaz, porque “la inteligencia considera haber recreado una naturaleza cuando la ha reengendrado”.[74] Para unos tal génesis es empírica; para otros (Platón, Kant), la génesis es intemporal.[75] Según Guitton, Bergson es víctima de la ilusión genética cuando critica las nociones privativas de nada, desorden, azar y posible; aunque se debe tener en cuenta que utiliza mucho el método de la caricatura, y que, tal vez, bajo sus críticas se esconde una concepción más justa.[76]

Bergson repite a menudo que somos víctimas de alguna ilusión. Y ahora Guitton, con procedimiento bergsoniano, le quiere mostrar a Bergson que él también fue víctima de una ilusión. Guitton no es el único en señalar que Bergson confunde la idea de la nada con el proceso por el cual la formamos. Sea, Bergson hace esa confusión. Pero si el proceso es contradictorio consigo mismo cuando intenta llegar al límite, entonces no se da tal idea, diría Bergson. Para refutar a Bergson, habría que probarle: primero, que ese proceso no se destruye a sí mismo cuando intenta llegar al límite. O bien, segundo, que hay otro proceso y que éste es eficaz. Tercero, o más simplemente, demostrarle que es posible la idea de la nada, independientemente de todo proceso. La idea de la nada es indispensable para pensar el ser. Consideremos primero el ser de la naturaleza, el ser de la historia. No es un ser necesario, al menos a primera vista: “es éste”, pero podría ser “aquél” […] “está aquí”, pero podría estar “ahí” […] “es tal”, pero nada impediría que pudiera ser otro.[77]

 Sí, y esto lo concede también Bergson. Pero en todos esos casos se trata de una desaparición–sustitución; que por lo demás, basta, como dijimos, para no hacer necesario al contingente; el contingente se explica así, siendo sustituido por otro; pero no es necesario suponer que se produzca un vacío absoluto en la naturaleza para poder afirmar que se trata de un contingente. Guitton coincide aquí con Bergson, aunque parezca ir contra él. “El universo entero, yo mismo, mentalmente podríamos ser reducidos a la nada, sin que la razón se perturbara”. Y añade:

[…] quizás se trate de una ilusión, pero se puede proponer el problema; y para ello es menester la idea de la nada. Porque en realidad, “la nada no es sino una aplicación del posible, un paso al límite”.[78] Si se da el posible, no vemos por qué no se pueda ir de una disminución hasta la abolición. Sólo que no se debe imaginar la abolición como una operación física, del tipo de una máquina neumática. La anonadación del ser —si se acepta su posibilidad— no es una operación “por hacer”, sino que ya está hecha, dada la naturaleza del ser que estamos considerando. Y podríamos decir, en imagen, que este ser “se sostiene sobre una nada primordial, adonde podría recaer sin cesar, si no fuera porque surge de ella a cada instante”.[79]

 En línea bergsoniana, se establece ante todo una distinción: que “yo”, o este G, pueda mentalmente ser reducido a la nada, ya vimos que es aceptable, en el sentido de que de hecho verificamos siempre una sustitución, y no un vacío. En cuanto al universo entero, si se entiende aquí la totalidad actual de los contingentes, se le puede responder a Guitton: dices que es necesaria la idea de la nada para plantear tal problema; pues bien, como no la tienes, no puedes hacerlo. Y si Guitton arguyera que de facto ad posse,[80] se le respondería que no ha propuesto ningún problema, sino un pseudo–problema. Y que, además, no es correcto aquí que arguya que de facto ad posse, pues ¿qué es lo que pretende? Pretende “pensar” el contingente. Para afirmarlo como contingente (se trata aquí de la totalidad actual de lo contingente), se plantea el problema de su aniquilación; y puesto que lo plantea, y puesto que para plantearlo era necesaria la idea de la nada, dice que se da la idea de la nada. Pero ¿lo plantea?, ¿cómo lo plantea? No basta decir que nuestra razón no se perturbaría con el pensamiento de la aniquilación. Responde que, si pasamos de lo real a lo posible, verificamos una disminución; y que para llegar a la aniquilación bastaría continuar, llegar al límite, y pasar así de la disminución a la abolición. Y Guitton recae forzosamente en explicar la aniquilación mental a través de un proceso; mientras que poco antes había dicho que no había que confundir la idea de la nada con su proceso genético, ahora describe la nada como “un paso al límite”. No los confundo, diría Guitton y, quizá, argumentaría que: “una esencia no puede reducirse a la operación de un entendimiento finito; que las esencias no evolucionan, sino que son o no son, simplemente; y que de una a otra hay ‘un intervalo absoluto, franqueable sólo en el instante’”.[81]

Sólo que aquí no estamos manejando “esencias”, sino contingentes reales. Pero sea, no los confunde. Entonces, ¿por qué habla de un proceso que iría de una disminución hasta la aniquilación, siendo ésta el caso límite de aquélla, en lugar de decirnos en qué consiste la idea de la nada, independientemente de todo proceso genético? Podría defenderse todavía, diciendo que tal aniquilación, de ser posible, no es una operación “por hacer”, sino que “ya está hecha”, dada la naturaleza del ser que estamos considerando. ¿Qué quiere decir con eso? Teníamos aquí la totalidad de lo contingente, el ser de la naturaleza y de la historia. ¿Cómo es que ya pasó a la nada? ¿Cómo es que ya se realizó la operación? Decir eso sería querer eludir, vanamente, la contrarréplica bergsoniana: si la operación ya está hecha, ¿cómo planteó el problema?, ¿quién lo plantea, si ya todo está anonadado? Seguramente lo que pensaba Guitton era que el contingente es limitado, que es una privación; y entonces sí, la operación ya está realizada, y esta expresión no sería sino otro modo de decir que el ser de que hablamos es finito. En este sentido aceptaría todo Bergson. Y es que Bergson, admitiendo el ser limitado y contingente, lo que niega es la nada de éste, la representación mental de su abolición, si no hay, simultáneamente, una sustitución.

Guitton continúa argumentando que si queremos considerar el ser cuya anonadación es imposible, entonces la idea de la nada es “más imprescindible que nunca”,[82] porque gracias a ella podemos apreciar la distancia infinita entre el ser necesario, que existe por sí mismo, y el ser contingente, incapaz de fundar su existencia. Y es que en Dios hay una relación entre ser y existencia, inaccesible para nosotros. Entonces la idea de la nada es útil, al menos para purificar el concepto de Dios; no que Dios se conciba como ocupando una nada previa; en este sentido es purificadora la crítica de Bergson.[83]

Bergson replicaría que no, que no es indispensable la idea de la nada para expresar tal distancia infinita. La distancia se expresará en términos de infinito a finito; y más exactamente, de duración infinita a duración finita; y con sabor todavía más bergsoniano, de duración infinitamente más concentrada, a duración relativamente distendida. En cambio, cuando sostiene Guitton que “La privación, en realidad, no es una disminución, sino un carácter positivo del ser”,[84] eso sí estaría en línea bergsoniana; y por ahí se ve que lo pensado es en todo caso algo positivo, algo “lleno”. “La privación, en una palabra, no liquida al ser; simplemente dice que el ser no tiene la aseidad. Pero, aunque las cosas no tengan la aseidad, las cosas son, tienen ‘su plenitud, su suficiencia, […] su bondad’”.[85]

En conclusión, la idea de Guitton es, en el fondo, muy bergsoniana; hay un momento de aparente oposición —y nadie tiene por qué seguir siempre y a cada momento las diversas concepciones bergsonianas—, cuando afirma que la idea de la nada es necesaria y, por ende, posible, sea para pensar los contingentes, sea para pensar la distancia infinita entre el ser necesario y el contingente. Pero aun aquí, probablemente conserva también la crítica bergsoniana, pues parece que Guitton reduce esa “idea de la nada” a la “nada” del ser finito, esto es, a la misma finitud, pero no a una posible aniquilación mental de todo el universo.

 

Étienne Gilson

Étienne Gilson afirma: “Bergson nos había dicho que representarse la nada sería imaginarla o concebirla; y que, no habiendo ni imagen ni concepto de lo que no es, era claro que no podríamos representarnos la nada. Sólo que esto era tan evidente que no hacía falta demostrarlo”.[86]

 Gilson rehúye la alternativa bergsoniana, para proponer una nueva posibilidad, y utiliza el modo tan bergsoniano de rechazar una alternativa propuesta para resolver el problema con otra posibilidad nueva. Sostiene que sin la imagen y sin el concepto de la nada aun podríamos pensar la nada. Arguye que Bergson, “este gran crítico de las ilusiones de la imaginación y del concepto, es aquí víctima de los conceptos que exige nuestro conocimiento, y de la imaginería que los acompaña”.[87]

Pero, ¿a qué “nada” se refiere Gilson?, ¿a la nada absoluta, incluso de Dios?, ¿a la nada parcial (de un contingente)? ¿O a la nada parcial–total, esto es, a la nada de toda la realidad actual? Parece que se refiere a esta última porque para pensar la nada, tendríamos que hacerlo en un juicio de existencia negativo. De modo que el punto crucial es el juicio de existencia.[88] Nos preguntamos si es posible pensar la existencia en un juicio del tipo: x es. Porque aquí hay algo que no se deja conceptualizar y que, sin embargo, creemos comprender. En este caso el conocimiento se extendería más allá de lo que dan los meros conceptos.[89]

Gilson afirma que, según Bergson, no hay ni imagen ni idea de la nada. En realidad, lo que está pensando Bergson es que no se puede abstraer la existencia, porque para abstraer es necesario el concepto; y la existencia no puede ser conceptualizada. Bergson se deja llevar de la ilusión de que el conocimiento en un juicio es agotado por los conceptos que intervienen en ese juicio. Y tendría razón, “si no hubiera en lo real más que la esencia, y si el juicio no tuviera precisamente esa función, de decir aquello que, sobrepasando la esencia, no pueden expresar los solos conceptos”.[90]

Son claros los juicios negativos de existencia. Así, en el juicio x no existe, el objeto propio y directo del juicio es la no–existencia; la representación —imagen o concepto— se refiere únicamente a x. En otros términos, la negación de la existencia implica la representación del existente, pero no la de existencia. Si llevamos hasta el fondo, hasta el esse, el análisis metafísico de lo real, veremos que afirmación y negación son simétricas. La disyuntiva de Hamlet, ser o no ser, es exactamente simétrica. Bergson dice que no hay diferencia entre la idea del objeto A existente, y la idea simple del objeto A. A partir de este principio, su conclusión es ya inevitable. En efecto, siguiendo su pensamiento, para hablar de la nada de un objeto, hay que pensar este objeto; para pensar en este objeto, hace falta representárselo; para representárselo, es menester imaginarlo o concebirlo; pero, según el principio expuesto, concebir un objeto es concebirlo como existente; de ahí que el problema de la nada sea un pseudo–problema. Bergson parte del falso supuesto de que si pensamos la existencia tiene que haber un concepto de la existencia; y entonces, al ver que no hay ese concepto, cree que la existencia no es pensable; y entonces reduce nuestro conocimiento de la existencia de A, al concepto de A. Aquí es donde se apoya la prueba de que la nada no se puede pensar, conclusión evidente si ya la existencia misma no se podía pensar.

Agrega que todo se aclara “si se admite que el entendimiento […] ya de salida, aprehende en su objeto, sea el que sea, lo que hay en él de más íntimo y profundo: el actus essendi”.[91]

Entonces, el juicio x es no afirma el sujeto, sino que el sujeto existe. Y lo afirma sin usar propiamente un predicado, puesto que existir no es una esencia, esto es, carece de concepto. Así pues, “[…] el juicio de existencia es un acto que afirma un acto: un acto del pensamiento que afirma un acto de existir”.[92]

La crítica de Gilson es profunda, y a primera vista parece incontestable. Sin embargo, una observación atenta nos hará ver que la crítica de Bergson sale incólume de esta difícil prueba. Concedamos a Gilson, sin discutir, que el entendimiento, ya de salida, aprehenda en su objeto el actus essendi que es el punto que él considera capital. Digo sin discutir, porque para no pocos filósofos ese asunto sería harto discutible. Pero lo concedemos. Y concedemos también que “existir” carezca de concepto. Observemos por lo pronto que para Gilson el pensamiento “desborda” el conocimiento conceptual: podemos pensar incluso algo que no cae bajo el concepto. Precisamente este último punto es el que da su fuerza a la objeción de Gilson, porque es un punto muy bergsoniano. Otras objeciones pudieron pecar por el hecho de ser del todo exteriores al bergsonismo. Pero no es el caso de Gilson. Porque aquello de que el pensamiento desborde el conocimiento conceptual es un tema muy bergsoniano, ¿no se trataría entonces de una inconsecuencia de Bergson, al negar que podamos pensar la nada, simplemente porque no tenemos su concepto?

Hubo un detalle enorme que se le escapó a Gilson. Que la crítica de Bergson es un argumento ad hominem. Hablando en “intelectualista”, muestra que la idea de la nada, entendida como una abolición de todo, “es una idea destructiva de sí misma y se reduce a una simple palabra”.[93] No es que Bergson se haya hecho de pronto “intelectualista”. Lo que pasa es que va al terreno del adversario y desde ahí hace su crítica, porque ahí es donde importaba hacerla.[94]

Con todo, a pesar de esto, y por extraña que pueda parecer nuestra afirmación a los críticos de Bergson, y en especial a Gilson, Bergson no niega que podamos pensar la nada, o mejor, no niega que podamos dirigir nuestro pensamiento y nuestra reflexión hacia la nada, y lo hace él mismo. El concepto de la nada sí es absurdo, pero sí podemos pensar la nada; solamente que al pensar la nada nos encontramos con tanto contenido como en la idea del Todo[95] y, aún más, como puede verse en sus argumentos.

Vimos que Gilson acepta toda la argumentación de Bergson como algo demasiado evidente. De modo que, por este camino, no es refutada. Añadía Gilson que no obstante podemos pensar la nada. Sí, en el sentido indicado. Con esto parece que hemos respondido a Gilson. Pero todavía se imponen dos observaciones.

Primero, sostiene Gilson que la alternativa de Hamlet, to be or not to be es exactamente simétrica, y lo dice en oposición a Bergson, para quien afirmación y negación no son simétricas. Si la alternativa de Hamlet se redujera simplemente a “vivir o morir (no vivir)”, no sería un ejemplo apto para el punto que nos ocupa de una “nada” en el sentido fuerte de la palabra. Pero más bien —y eso parece pensar Gilson— hay que entenderla más profundamente en el sentido del ser. En este caso debe hacerse una importante distinción. Literaria y dramáticamente sí es una alternativa simétrica, dado el extraño poder que tienen ciertos estados afectivos de oscurecer con su niebla los contornos metafísicos. Pero si tratamos de disipar esta niebla —que por lo demás tiene un extraordinario valor humano—, y observamos que Hamlet es el que habla, indudablemente la balanza está cargada hacia un lado, hacia el lado del ser. El sujeto que profiere esa alternativa no es “nadie” o “ninguno” o “no ser”, sino un ser.

Joseph de Finance muestra que podemos pensar el existir únicamente a través de “existentes”.[96] En esto Gilson está de acuerdo. Se le podría entonces preguntar a Gilson: para pensar la nada, ¿se necesitaría partir de “no existentes”? Ésa sí sería simetría perfecta, pero indudablemente se habría llegado a un abuso de la abstracción.

Desde luego Gilson no pretende eso. Simplemente, para él, x existe tiene un sentido claramente diverso de x no existe. Y tiene razón. Y Bergson no niega eso. Sólo que Gilson está tomando esa diferencia en toda su “extensión temporal”, y eso es salirse del estado de la cuestión o, mejor dicho, amplía indebidamente el estado de la cuestión. En la perspectiva de la crítica bergsoniana intervienen lo actualmente existente y lo que existió, pero no lo todo. Si Bergson hubiera vivido en el año 1500, no habría tenido dificultad en decir “Napoleón no existe”. Y si al escribir la crítica de la idea de la nada en 1906 hubiera visto un muchacho, no habría tenido tampoco problema en decir: “Los hijos de este niño no existen”.

Muchas veces se creyó que Bergson no admitía que hubiera negaciones; y que daba la existencia a “todo”. Hemos visto que Bergson negaba a la mente el poder aniquilar la realidad para llegar a la idea de la nada, pero esto no quiere decir que según él todo tenga que existir; que los hijos de este niño tengan que existir ahora. Todo lo contrario. Para Bergson el tiempo es eficaz. Bergson no es Spinoza.

 

Una última instancia

Pero hubo una posibilidad que Bergson no vio. O que vio y no comunicó; y es que hace la crítica de la idea de la nada, pero de una nada como la concibe el adversario. Se metió al terreno del adversario para demostrarle que ahí, en ese terreno, la idea de la nada era como la de un círculo cuadrado. Pero, ¿y en el terreno del bergsonismo? ¿Sería posible que el adversario derrotado aceptara el reto, y pidiendo una revancha solicitase cambio de terreno, como en los torneos deportivos, y que ahí, en el terreno de Bergson, le demostrara que en el bergsonismo, pensando en bergsoniano, podría llegarse a la idea de la nada? Ésta hubiera sido una manera fecunda de estudiar el problema. La dificultad es que ni el adversario, el adversario real, a quien Bergson se dirigió, ni el adversario que se constituyó a sí mismo en adversario sin haber sido desafiado, ninguno de los dos tuvo ánimo para ir al campo enemigo. Ya el enemigo parecía sutil y ferozmente invencible en un terreno que le era ajeno. ¿Qué esperanzas podrían quedar si se metiera uno en un terreno sólo por él dominado? Y, sin embargo, esto era lo que habría que haber hecho.

En otras palabras, Bergson, que siempre se mueve en terreno propio, esta vez, muy alegremente y sin decir agua va, entró al terreno adversario, y con sus mismas armas dialécticas lo desbarató. Y los adversarios no se dieron cuenta, fue lo trágico. Y no podían darse cuenta; porque no tenían la experiencia de cambios de terreno, como el pez bergsoniano que sólo tenía experiencia de lo húmedo, y no de lo seco. Éste juzgaría como loco a otro pececillo que le hablara siempre de lo seco; y no entendería el lenguaje de lo seco, sino en función de lo húmedo, creyendo que su rival estaba en lo húmedo, cuando en realidad estaba en lo seco. Por eso, cuando el astuto rival se metió de veras a lo húmedo para dar el golpe mortal, el primer pececillo no se dio cuenta del cambio de terreno y no supo defenderse fascinado por esta nueva e invencible agilidad; porque él no había cambiado nunca de terreno y, además, siempre había creído que el rival estaba en lo húmedo.

Hemos citado, con todo, algunos objetores que no tuvieron ningún miedo y que trataron de llevar el desafío al terreno de Bergson, pero no llegaron hasta el fondo. Bergson supuso siempre en su crítica que deberían ser simultáneas la formación de la idea de la nada y la realización de esta idea (realización mental), una “anulación”. El proceso era gradual, pero el resultado final debería concluir en la simultaneidad señalada. Y cuando intentábamos poner un “no” a modo de coeficiente ante un paréntesis, quedaba fuera, al menos, quien dijera ese “no”; quedaba toda una sociedad delante de nosotros a la cual queríamos advertir, instruir, prevenir. Pero, podemos preguntarnos, ¿por qué proponer un proceso gradual? y, sobre todo, ¿por qué desligar al que anula de lo que anula y de quien es advertido? Con método bergsoniano habría que ver ese proceso no dividido en sus pasos, a modo de instantes puntuales, sino en la simplicidad misma de su movimiento. “Instalémonos” en el movimiento mismo, en el proceso anulatorio, identifiquémonos con él. Y que este “nos” sea también de sabor bergsoniano: yo, tú, él, todo el universo, todo el ser finito, la totalidad actual; y decimos actual, y diríamos por lo mismo relativa, para permanecer fieles al bergsonismo; porque pensar una especie de Todo absoluto, polo opuesto a la Nada absoluta, es también irrealizable, supuesto que ese Todo se va haciendo. No hay un Todo, el Todo se va haciendo (a menos que uno no quiera reconocer la eficacia del tiempo).

“Dotemos” a ese universo de vida y de memoria. Es un universo viviente. Un todo actual que se concentra en rica unidad, donde las diferentes partes no son sino vistas parciales de la inteligencia; y supongamos que este universo pensante piensa un momento en su duración, que es creación. Tiene la intuición de su duración, duración llena, en la que el pasado hace bola de nieve, en la que la acción crece al avanzar. Pero supongamos también que ahora, con esfuerzo doloroso, invierta la dirección de este movimiento, y “piense” o “imagine” un movimiento en sentido contrario al de la creación. Un movimiento que fuera devolviendo lo recibido. No se trata de descomponer ese movimiento en instantes parciales aniquilantes, sino de verlo en su simplicidad, en su movilidad misma. Ni se trata de Universo más movimiento aniquilante, sino de una sola y misma realidad, pues el universo pensante se instaló en el movimiento aniquilante, se identificó con él. Si para todo esto hiciera falta la ayuda de un genio maligno, sea, que venga este nuevo genio maligno, pero no dislocado sino unificado con esta realidad llena que tenemos, haciendo unidad con el universo pensante, que siendo uno se ha identificado con el movimiento aniquilante. Es más; no se trata simplemente de un “pensar” o de un “imaginar”, sino ante todo de un “querer” aniquilar, por veleidad de negar, porque sí, por el placer de desaparecer, no por darle ninguna lección a nadie, pues no hay nadie más; y no que hayamos aniquilado algo todavía, sino que simplemente todo lo hemos unificado. Todavía no estamos en la idea de la nada. Todavía tenemos este todo–actual, más el genio maligno, más el esfuerzo doloroso, más la veleidad de aniquilar, pero todo penetrándose y coloreándose mutuamente. El universo pensante piensa ahora en su querer aniquilante. ¿Qué sucedería si ese querer aniquilante fuera en verdad efectivo y el universo pensante se pudiera mentalmente aniquilar? En todo caso quedaría Dios; la nada absoluta es imposible en todos los terrenos. Quedaría Dios, pero sólo Él. Podríamos en cambio imaginar o concebir la nada parcial–total, no en el sentido de que quedara Dios más un vacío, entendiendo este vacío como una cierta cosa, fuera tapete, receptáculo o espacio donde se explayaba antes nuestro universo pensante. No; simplemente quedaría Dios. O sea, que ese querer aniquilante se habría des–hecho a sí mismo, invidentemente, y de darse esta condición ya no habría tampoco la idea de la nada, pues no habría quien pudiera tenerla. Pero antes de aniquilarse, el universo habría imaginado o pensado su propia nada, verdadero canto del cisne. Eso quiere decir, que no se daría, simultáneamente, la idea de la nada y el evento “Dios únicamente”. Si se da este evento: “Dios únicamente”, ya no hay idea de la nada. Ante ese evento hay muchas cosas, o mejor, una sola cosa, pero muy compleja y llena: está todo el universo pensante, pero se ha pensado la idea de la nada. (Dios podría pensar también esta nada, aunque no la nada absoluta, como si Dios mismo pudiera pensar su propia abolición; pero sí la nada parcial, en el sentido indicado.) A Dios no podemos comprenderlo perfectamente. Y en realidad, a la nada tampoco, así sea relativa o parcial; podremos quizá pensarla un instante, pero no podemos comprenderla del todo; quizá sólo Dios pudiera instruirnos sobre ella; quizá Dios ha instruido a los místicos sobre lo que hubiera podido significar esta nada de la totalidad de lo contingente; pero muy probablemente sólo los instruyó sobre su limitación positiva o sobre su posible ausencia de la realidad en general, suponiendo que no dejaría ninguna especie de vacío ni de hueco en esta realidad.

En caso de que fuera posible ese pensamiento de aniquilación, tendría en realidad un significado muy profundo; no lo tendría si se trata de un mero juego mental, de llegar a pensar la nada por un placer intelectual, porque sí; esa idea de la nada sería tal vez infecunda. Pero, ¿si se trata de un querer verdadero? No hablamos de querer eficaz, sino de un querer sincero, bien que por sincero que fuera no podría tener ninguna eficacia. Equivaldría a renegar de la libertad; equivaldría a renegar del futuro, de la promesa del germen, de la esperanza, del impaciente entusiasmo de la vida. También del presente, pues no se trata de renunciar a seguir adelante para quedarse donde uno está; se trata del movimiento inverso. Y se renegaría también del pasado; recordemos aquel viajero del que habla Bergson, que, corriendo el auto hacia adelante, no ve sino el punto preciso que acaba de dejar —ve siempre hacia atrás— y que no puede definir su posición actual sino en función de las posiciones que va dejando, pero nunca en función de sí misma. ¿Qué pasaría con ese viajero? También tendría la vista apartada del futuro; tampoco definiría su posición actual con respecto a ella misma, ni con respecto a las posiciones que va dejando. ¿En función de qué la expresaría? Porque el auto lleva ahora sentido inverso, de reversa. La expresaría en función de las posiciones que va des–recorriendo; miraría hacia el pasado, pero no para verlo, sino para irlo ignorando con fruición, al mismo tiempo que va sepultando esta fruición en el olvido. El pasado ya no crecería al avanzar, ni se englobaría el presente, ni se haría siempre nuevo, sino que iría abandonando el presente y se haría cada vez más viejo. La bola de nieve, como en la cámara invertida del cine, iría dejando lo que en el camino había recogido. Y toda la evolución, lejos de abrir un túnel, lejos de desperdigarse en gavillas divergentes, volvería a llenar el túnel abierto, volvería al haz original, pero ya no para ir contemplando su propia génesis, sino para ir renegando de ella. Y en el origen, aquella inmensa corriente vital que se había metido entre la materia, saldría de ella; y así purificada, esa supra–conciencia en que inteligencia e intuición estuvieran íntimamente compenetradas, devolvería al Creador su don, el talento infecundo, el capital repleto de intereses. Quizá le diría, al entregárselo, que sabía muy bien que era un Señor exigente que quería obtener más de lo que había sembrado y que prefería regresar por la amargura de la vida, la inclemencia del tiempo o las dificultades del camino; o por la incertidumbre del porvenir; quizá simplemente por veleidad, fatiga o aburrimiento. En realidad, no le devolvería nada, ni le diría nada, porque el Creador no recibe y porque el querer no había sido aminorado, sino anulado.

Sólo que la aniquilación real no es posible. Protestaría el científico si le decimos que un acto de la voluntad invirtiéndose sobre sí misma (con muy diversa finalidad del optimismo que quiere sumergirse en la corriente vital), pudiera hacer retroceder a la materia, pudiera hacer que el Principio de Carnot funcionara al revés; y que la entropía, lejos de ir aumentando, fuera disminuyendo. Pero, ante todo, esa posibilidad se toparía con el acto divino que positivamente crea. Sin embargo, puede ser una aniquilación querida, bien que se sepa que es ineficaz. Y aun cuando fuera así más amarga, ya no importaría. Habiéndolo descubierto, el camino se re–descorrería una y otra vez, obsesionante camino de amargura; porque se es capaz de grandes dosis de amargura, tan grandes, que ya no saben a amargura.

Probablemente esta actitud sería un máximo de “posición límite” aún no tocado. Las posiciones existencialistas fueron, en realidad, un optimismo; los diversos ateísmos, otro optimismo. El ateísmo no existencialista se presenta generalmente como un optimismo triunfalista: todo lo arreglan sin Dios, pero no están dispuestos a sufrir ninguna clase de abismos ni naufragios. Guardan la ciencia, y la inteligencia, y la libertad, y la materia, y muchas otras cosas. En cambio, los existencialistas se contentan, en principio, con la libertad que los define. Y su optimismo no es triunfalista, pero es un optimismo: ellos no devuelven el talento; ellos no van masoquistamente borrando con fruición el pasado; ellos están tendidos hacia el futuro; y ellos guardan el talento (la libertad); simplemente ignoran (en sentido inglés) el pasado, ignoran al que les dio el talento; saborean, es verdad, las amarguras vivenciales, pero guardan el talento recibido: somos libres, y vivimos nuestra libertad. Su ateísmo es un espejismo, no se dan cuenta de que en la libertad que viven está aquel Absoluto en que vivimus, movemur et sumus; tarde o temprano verán la enorme suma de intereses, insospechada, que este capital les reservaba. Para renegar del Absoluto no basta decirle: “Soy libre frente a ti”. Para renegar del Absoluto habría que renegar de la libertad.

Pero, ¿es esto posible?, ¿cómo renunciar a nuestra libertad sino con un querer verdadero y, por tanto, libre? Es verdad que faltan muchos abismos de amargura, de naufragios y de muertes por recorrer; es verdad que en el futuro renegaremos todavía más del Absoluto, pero tal parece ser la precaria condición humana: que toda renegación del Absoluto sea una afirmación del Absoluto, sea un vivir en él, moverse en él, ser en él; y que el renegar mismo no sea sino el profundo y no conocido deseo de encontrarlo; y que, de su parte, el Absoluto que así nos acecha, se preste a esas renegaciones porque sabe que ahí mismo será encontrado. Todo se realiza sin palabras, en aparente y mutua ignorancia, pero en el ambiente flota una sospecha, “una sospecha insinuada como la que hay entre dos corazones que se aman”. Entre dos corazones que se aman sin saberlo.

Probablemente Bergson no vio esa posibilidad de la que hablábamos, para imaginar y pensar la nada, con una evolución creadora que dejara de ser creadora para convertirse en retroceso anulante. Pero si la vio, no la aprovechó, ni quiso hacerlo, pues dentro del bergsonismo el problema del que se trataba era el de probar que una realidad trascendente no era necesariamente ajena a la duración y a la vida; que esa realidad de orden superior no necesita de ninguna nada, ni absoluta, ni parcial, para explicar su propia duración, ni su propia libertad, ni su acto creativo. Sabemos que el amor místico es un amor iluminado de gratitud, pero no sabemos si Bergson admitiría o no esta idea de la nada total, aunque parcial, pero a lo sumo la vería como una nada inane; quizá como “una nada estúpida y huraña”.

 

Bibliografía

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Bergson, Henri, Oeuvres complètes, Presses Universitaires de France, París, 1963, 2a. edición. En esta colección se encuentran los siguientes escritos:

——   “Introductions à La pensée et le mouvant”, pp. 1249–1482.

——   “Les deux sources de la morale et de la religion”, pp. 979–1247.

——   “L’évolution créatrice”, pp. 487–809.

——   “Le possible et le réel”, pp. 1331–1345.

——   “L’intuition philosophique”, pp. 1345–1365.

Bergson et nous, Communications, Actes du Xe congrès des sociétés de philosophie de langue française. París, 17–19 de mayo de 1959 [Bulletin de la Société Française de Philosophie, 53ème année, Numéro Spécial]. En esta obra se encuentran los siguientes trabajos:

Chaix–Ruy, Jules, “Bergson parvient–il à éliminer toute référence au néant?”

Conche, Marcel, “Sur la critique bergsonienne de l’idée du néant”.

Givord, Robert, “L’idée de néant est–elle une pseudo–idée?”

 

Otras fuentes:

Delhomme, Jeanne, Vie et conscience de la vie, Presses Universitaires de France, París, 1954.

D’Hautefeuille, François, “La critique par Henri Bergson de l’idée de néant” en Revue de Métaphysique et de morale, París, No. 2, abril–junio, 1959.

Gilson, Étienne, L’être et l’essence, Vrin, París, 1948.

Guitton, Jean, L’existence temporelle, Aubier, París, 1949.

Finance, Joseph de, Connaissance de l’être, Desclée, París–Brujas, 1966.

Maritain, Jacques, La philosophie bergsonienne,Tequi, París, 1948.

Rideau, Émile, Le Dieu de Bergson, Alcan, París, 1932.

Sartre, Jean Paul, L’être et le néant, Gallimard, París, 1943.

Wahl, Jean, “Essai sur le néant d’un probleme” en Deucalion. Cahiers de Philosophie 1, Éditions de la Revue Fontaine, París, 1946, pp. 41–72.

 

[1].     Jacques Maritain, La philosophie bergsonienne, Tequi, París, 1948, pp. 218–219.

[2].    Ibidem, pp. 44–45.

[3].    Idem.

[4].    Ibidem, p. 45.

[5].    Jorge Manzano, “Capítulo décimo primero: la crítica de la idea de la nada. Significado” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., No. 106, abril–junio, 2018, pp. 162–165.

[6].    Jacques Maritain, La philosophie bergsonienne, p. 46.

[7].    Henri Bergson, “L’évolution créatrice” en Henri Bergson, Oeuvres complètes, Presses Universitaires de France, París, 1963, pp. 738–739. En adelante, esta obra se cita como oc.

[8].    Henri Bergson, “L’évolution créatrice”, pp. 737–738.

[9].    “[…] coloration affective de la pensée”. Ibidem, pp. 732–733.

[10].    “[…] une brume d’états affectifs”. Ibidem, p. 692.

[11].    En su libro La dialectique de la durée, que es una propedéutica a la filosofía del reposo, Gaston Bachelard quiere pensar un bergsonismo discontinuo. A la continuidad bergsoniana tratará de mostrarle lagunas en la duración; de suerte que lo importante serán las interrupciones, los descansos; hay continuidad, pero no es originaria, sino que la elaboramos a través de procesos naturales como el de la consolidación temporal y el de superposición temporal. No podemos aquí seguir la minuciosa vía positiva de Bachelard. Nos limitaremos a considerar sus objeciones a la crítica de Bergson.

[12].    Gaston Bachelard, La dialectique de la durée, Presses Universitaires de France, París, 1950, pp. 9-11.

[13].    Ibidem, pp. 12–15.

[14].    “[…] le désordre est bien un fait; c’est un facteur de néant”. Ibidem, p. 20.

[15].    “Le temps est alors continu comme possibilité, comme néant. Il est discontinu comme être”. Ibidem, p. 25.

[16].    Idem.

[17].    “[…] dans l’ordre des fonctions, rien n’est pas une autre chose”. El subrayado es de Bachelard. Idem.

[18].    Ibidem, pp. 22–23.

[19].    Ibidem, p. 19.

[20].   Véase el punto “Continuidad y discontinuidad” en Jorge Manzano, “Capítulo VII. El movimiento sin móvil” en Xipe totek, Revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, ITESO, Tlaquepaque, Jal., núm. 102, abril–junio, 2017, pp. 118–121.

[21].    Gaston Bachelard, La dialectique de la durée, p. 29.

[22].   “Croire à la permanence des choses, c’est ouvrir les yeux toujours à la même phase de leur rythme”. Ibidem, p. 65.

[23].   “[…] ce sont les coups de timbale qui éclatent de loin en loin dans la symphonie”. Henri Bergson, “L’évolution créatrice”, p. 496; véase también Henri Bergson, “Essai sur les données immédiates de la conscience” en oc, pp. 110–111.

[24].   De “[…] richesse et de densité putôt que de durée”. Ibidem, p. 37.

[25].   “[…] c’est là une durée catagénique qui se désinteresse du destín de l’acte initial et qui se dépense sur des rythmes inférieurs, en des conséquences purement physiologiques ou physiques […] sur le plan psychologique où nous nous plaçons, elle ne joue aucun rôle; on peut 1’éliminer”. Ibidem, 38–39. El subrayado es de Jorge Manzano.

[26].   “[…] il le juge, l’interprete, le dépasse. François d’Hautefeuille, “La critique par Henri Bergson de l’idée de néant” en Revue de Métaphysique et de morale, París, No. 2, abril–junio, 1959, pp. 212–224, p. 217.

[27].   Henri Bergson, “L’intuition philosophique” en oc, pp. 1347–1348.

[28].   François d’Hautefeuille, “La critique par Henri Bergson de l’idée de néant”, p. 217.

[29].   Idem.

[30].   “[…] l’intelligence hébétée”. Henri Bergson, “L’évolution créatrice”, p. 741.

[31].    Ibidem, pp. 291–292.

[32].   François d’Hautefeuille, “La critique par Henri Bergson de l’idée de néant”, pp. 217-218.

[33].   Ibidem, p. 218.

[34].   Ibidem, pp. 217 y 219.

[35].   “[…] pour un esprit qui suivrait purement et simplement le fil de l’expérience, il n’y aurait pas de vide, pas de néant, même relatif ou partiel, pas de négation possible”. Henri Bergson, “L’évolution créatrice”, p. 743.

[36].   Ibidem, p. 741.

[37].   François d’Hautefeuille, “La critique par Henri Bergson de l’idée de néant”, pp. 222-223.

[38].   “[…] un don gratuit, une gráce arrachée de force à la hargne et à la stupidité du néant”. Ibidem, p. 224.

[39].   Blaise Romeyer, “Caractéristiques religieuses du spiritualisme de Bergson” en Archives de philosophie, Centre Sèvres–Facultés Jésuites de Paris, París, No. ix, 1932, pp. 619–653, p. 537. Ver también, Henri Bergson, “Les deux sources de la morale et de la religion” en oc, pp. 1188–1189.

[40].   Émile Rideau, Le Dieu de Bergson, Alcan, París, 1932, pp. 87–89.

[41].    “[…] le fondement de toute vie religieuse”. Ibidem, p. 89.

[42].   La ascética supone una negación, pero ésta supone una afirmación de tipo superior. Joseph de Finance, Connaissance de l’être, Descleé, París–Brujas, 1966, pp. 85–86.

[43].   Henri Bergson, “Les deux sources…”, pp. 244–246.

[44].   Jules Chaix–Ruy, “Bergson parvient–il à éliminer toute référence au néant?” en Bergson et nous, Communications, Actes du Xè congrès des sociétés de philosophie de langue française. París, 17–19 de mayo de 1959 [Bulletin de la Société Française de Philosophie, 53ème année, Numéro Spécial], pp. 59–62. En adelante las comunicaciones de otros participantes en este congreso se consignarán, después del autor y del título de la ponencia, simplemente como Bergson et nous…, especificando las páginas en las que se encuentra cada una de ellas.

[45].   “[…] comme des steppes désertiques […] comme l’immense banquise”. Ibidem, p. 60.

[46].   “[…] quasi–néant”. Ibidem, p. 61.

[47].   “[…] se perdre dans le multiple, comme un courant englouti dans les profondeurs sousmarines qu’aucune lumière n’éclaire plus”. Ibidem, p. 60.

[48].   “[…] à la limite d’une matérialité dans laquelle le courant, peu à peu amenuisé et ralenti, semble sur le point de s’immobiliser”. Idem.

[49].   Marcel Conche, “Sur la critique bergsonienne de l’idée du néant” en Bergson et nous…, pp. 146–147.

[50].   Ibidem, p. 148.

[51].    Robert Givord, “L’idée de néant est–elle une pseudo–idée?” en Bergson et nous…, pp. 119–122.

[52].   “[…] nous savons très bien ce que nous voulons dire, lorsque nous prononçons le mot de néant… Le néant, c’est l’absence de tout. Or, lorsqu’il n’y a rien, il ne peut y avoir d’éléments qui se contredisent”. Ibidem, p. 119.

[53].   “[…] nous pouvons poser mentalement la loi de l’opération correspondante, et cela suffit pour que le sens de l’idée de néant soit réellement visé”. Ibidem, p. 120.

[54].   “[…] peu importe la manière dont est formée l’idée ; ce qui compte, c’est son contenu”. Ibidem, p. 119.

[55].   Ibidem, p. 120.

[56].   Ibidem, pp. 121–122.

[57].   Marcel Conche, “Sur la critique bergsonienne…”, p. 152.

[58].   “[…] que l’être ne peut être aboli que par l’être, de sorte qu’il y a nécessairement de l’être, mais non un certain être […] il y a toujours eu et il y aura toujours de l’être, mais aucun être ne durera toujours”. Ibidem, p. 153. El subrayado es de Conche.

[59].   “[…] et, comme elle, est donc tout à fait relative à la pratique humaine; elle ne correspond pas au fond des choses”. Idem.

[60].   “[…] pour Bergson, Dieu est métaphysiquement mort”. Idem.

[61].    Henri Bergson, “L’évolution créatrice”, pp. 726 y 746. Ver también, Henri Bergson, “Introductions à La pensée et le mouvant” en oc, pp. 1305–1306, y Henri Bergson, “Le possible et le réel”, en oc, p. 1336.

[62].   Ibidem, pp. 179–180.

[63].   “[…] le néant avant l’être”. Jeanne Delhomme, Vie et conscience de la vie, Presses Universitaires de France, París, 1954, p. 178.

[64].   “[…] le néant n’est ni sous l’être pour le fonder, ni dans l’être pour le séparer de lui–méme”. Idem. En todo este apartado, si no se indica lo contrario, el subrayado es de Jean Delhomme.

[65].   “[…] néant en avant de l’être”. Idem.

[66].   Ibidem, p. 176.

[67].   “[…] déjà là”. Ibidem, p. 178.

[68].   “[…] un passé et pas un avenir […] une chose et pas un devenir”. Idem.

[69].   “[…] sa propre incertitude”. Idem.

[70].   “Inquiétude”, “risque”, “possibilité d’échec”. Ibidem, p. 179.

[71].    Ibidem, p. 179.

[72].   Ibidem, p. 180.

[73].   Jean Guitton, L’existence temporelle, Aubier, París, 1949, p. 24.

[74].   “[…] l’intelligence croit avoir recréé une nature, lorsqu’elle l’a réengendrée”. Ibidem, p. 25.

[75].   Idem.

[76].   Ibidem, pp. 26–27.

[77].   “[…] il est ceci […] il pourrait […] être cela”; “’il est ici, alors qu’on le verrait aussi bien là”; […] “il est tel, alors que rien n’empêche rait qu’il fût tel autre”. Ibidem, p. 30.

[78].   “Le néant n’est jamáis qu’une application du possible, un passage à la limite”. Idem.

[79].   “[…] il se soutient sur un néant primordial où il pourrait sans cesse retomber, s’il n’en surgissait à chaque instant”. Idem.

[80].   Nota del editor. La expresión significa “De hecho, se puede”.

[81].    “[…] un intervalle absolu, qui ne peut se franchir que dans l’instant”. Ibidem, p. 25.

[82].   “[…] plus que jamais nécessaire”. Ibidem, p. 30.

[83].   Ibidem, pp. 30–31.

[84].   “La privation, en réalité, n’est pas une disminution, mais un caractère positif de l’être”. Ibidem, p. 36.

[85].   “[…] sa plénitude, sa suffisance, […] sa bonté”. Idem.

[86].   Étienne Gilson, L’être et l’essence, Vrin, París, 1948, p. 255.

[87].   “[…] ce grand critique des illusions de l’imagination et du concept, est ici victime des concepts qu’exige notre connaissance et de l’imagerie qui les accompagne”. Idem.

[88].   Ibidem, pp. 258, 283–285.

[89].   Ibidem, pp. 248, 253. En los capítulos anteriores Gilson había llegado a la conclusión de que la existencia no se puede captar en un concepto, de que no hay concepto de existencia, pues los conceptos captan sólo las esencias. Y en este punto del libro se pregunta si, no obstante, podemos pensar la existencia.

[90].   “[…] s’il n’y avait dans le réel que de l’essence et si le jugement n’avait précisément pour fonction de dire ce qui, dépassant l’essence, ne saurait être dit par les seuls concepts”. Ibidem, p. 255.

[91].    “[…] si l’on admet que l’intellect […] apréhende du premier coup dans son objet, quel qu’il soit, ce qu’il y a en lui de plus intime et de plus profond: l’actus essendi. Ibidem, p. 283.

[92].   “Le jugement d’existence est done un acte qui affirme un acte: un acte de la pensée qui affirme un acte d’exister”. Ibidem, p. 285.

[93].   “[…] une idée destructive d’elle–même, se réduit à un simple mot”. Henri Bergson, “L’évolution créatrice”, p. 746.

[94].   Jean Wahl ya había señalado que la crítica bergsoniana de la idea de la nada —lo más definitivo que se haya escrito sobre el tema, junto con Hegel y Platón— tenía un carácter “demasiado intelectualista”, y que por eso no lo dejaba a uno absolutamente satisfecho. Jean Wahl, “Essai sur le néant d’un probleme” en Deucalion. Cahiers de Philosophie 1, Éditions de la Revue Fontaine, París, 1946, pp. 41–72, pp. 50 y 54.

[95].   “[…] on y trouve autant de matière que dans l’idée de Tout”. Henri Bergson, “L’évolution créatrice”, p. 747. Ver también lo que concierne a la operación del pensamiento en Henri Bergson, “Le possible…”, p. 1338.

[96].   “[…] nous ne pensons l’exister qu’á travers l’existant”. Joseph de Finance, Connaissance de l’être…, p. 47

Presentación

Con el análisis de Jorge Manzano sobre las objeciones que varios filósofos hacen a la crítica de Bergson sobre la idea de la nada, estamos casi por concluir la publicación del estudio que el fundador de esta revista hizo del pensamiento del filósofo francés. En el número siguiente se incluirán la recapitulación y las conclusiones finales de esta investigación. En cuanto al capítulo décimo segundo que ahora presentamos, el padre Manzano —con un análisis conciso y agudo— termina por desmenuzar y, prácticamente, desploma las objeciones que Jacques Maritain, Gaston Bachelard, François d’Hautefeuille, Blais Romeyer y Emile Rideau hicieron a Bergson. Manzano precisa conceptos, implicaciones y alcances de lo que Bergson afirmó sobre la crítica de la idea de la nada y, al mismo tiempo, desmonta las interpretaciones inexactas de lo que otros infirieron que él había sostenido. Como señala Manzano en desagravio de Bergson, si bien el concepto de la nada es absurdo, “sí podemos pensar la nada; solamente que al pensar la nada nos encontramos con tanto contenido como en la idea del Todo”, un Todo que “se va haciendo”.

En la sección que dedicamos a publicar las conferencias sobre la universidad dictadas en el VI Encuentro del Humanismo y las Humanidades, presentamos las intervenciones en una mesa de diálogo de tres académicos de gran categoría. Francisco Xavier Garciadiego presenta el  contexto y el proceso históricos que se dieron para la creación de uno de los organismos de investigación y estudios superiores más reconocidos en el mundo intelectual mexicano y también en el ámbito internacional: El Colegio de México, institución cuyo prestigio y respaldo no se origina por tener un gran número de alumnos o de académicos, pues “el tamaño de las instrucciones no determina su valor. El valor lo determina lo apropiado, lo atinado del proyecto”. Por su parte, el doctor José Sarukhán Kermez, otrora rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (1989 a 1997), nos introduce a la estructura y los organismos constituidos para el funcionamiento de una institución de grandes proporciones como la UNAM, cuya misión ha sido “la enseñanza de los alumnos, la investigación y la difusión de la cultura”. El doctor Sarukhán sostiene además que en México se ha comprendido poco que en la Universidad “se gesta el entendimiento del país. El entendimiento del entorno natural, social, económico, de la historia del país, de quiénes somos, de qué queremos ser, y esto es lo que le da a un país realmente el entendimiento de sí mismo y la capacidad de guiarse a sí mismo”. Si no se comprende este sentido profundo de la Universidad, “lo que seguiremos haciendo es producir servidores para las grandes compañías, pero no tendremos creadores para entender a nuestro país y dirigirlo”. Por su parte, el doctor Antonio Lazcano, científico reconocido y —como Garciadiego y Sarukhán— miembro del Colegio Nacional, expone los principales modelos de Universidad que se han ido gestando desde la Edad Media, resaltando aquél en el que quienes investigan también se dedican a la cátedra. Lazcano cuestiona el modelo universitario que concibe a esta institución como negocio y advierte que muchas carreras nuevas forman “a la gente en problemas muy focalizados, perdiendo la tradición humanística”. Por tanto, cualquier propuesta para defender y desarrollar la universidad tiene que representar, dice Lazcano, “un equilibrio entre las ciencias naturales, las ciencias exactas y las artes, y las humanidades”, sin olvidar que “las mejores universidades del mundo nacieron en la Edad Media cuando había una interacción con otras culturas”.

En nuestra sección de cine, Luis García Orso describe la experiencia de profundo desconcierto ante la violencia en nuestro país que el cineasta documentalista Everardo González plasma en La libertad del diablo (premio Ariel 2018). Ante la realidad inexplicable de la violencia y los terribles estragos que genera, surgen, inevitablemente, los cuestionamientos y, paradójicamente, la sutil esperanza: “¿Qué creó la división, la enemistad, la muerte? ¿Qué nos puede reconciliar? De pronto, un anhelo de vivir y recibir compasión, de volver a ser iguales y hermanos nos puede salvar. Sólo un anhelo muy íntimo, la gracia de reconocernos en el otro”.

Cerramos la edición de este número con el texto coordinado por David Velasco en el que ahora nos expone acciones poco conocidas de defensores de derechos humanos, pero que representan luchas que generan efectos y posibilidades para establecer encuentros y diálogos que refuercen el respeto de los derechos humanos en nuestro país.

Como siempre, gracias a nuestros lectores por su apoyo e interés en la revista Xipe totek.

Una profunda herida: el infierno de los trabajadores migrantes y sus familias

David Velasco Yáñez, sj [*] (coordinador)

Recepción: 20 de febrero de 2018
Aprobación: 8 de mayo de 2018

 

Resumen. Velasco Yáñez, David. Una profunda herida: el infierno de los trabajadores migrantes y sus familias. Este artículo forma parte del proyecto de investigación El Campo de los/as Defensores de Derechos Humanos en México. En esta ocasión, se analizan los documentos del 14° Periodo de Sesiones ante el Comité de Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familias (Committee on Migrant Workers) durante el cual México presentó su Segundo Informe y las ONG presentaron sus Informes Sombra. Se estudia también la lucha simbólica y las problemáticas entre los agentes que intervienen en las sesiones, y las recomendaciones al Estado mexicano.
Palabras clave. Derechos humanos, trabajadores migrantes, Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y de sus familiares.

Abstract. Velasco Yáñez, David. A Deep Wound: The Hell on Earth in which Migrant Workers and Their Families Live. This article forms part of the research project The Field of Human Rights Defenders in Mexico. This time, the author looks at the documents of the 14th Period of Sessions of the Committee for the Protection of the Rights of All Migrant Workers and Members of Their Families (Committee on Migrant Workers) during which Mexico presented its Second Report and the NGOS submitted their Shadow Reports. An analysis is also made of the symbolic struggle and issues among the agents involved in the sessions, as well as of the recommendation made to the Mexican State.
Key words. Human rights, migrant workers, International Convention on the Protection of the Rights of All Migrant Workers and Members of Their Families.

 

La definición ofrecida por las reglas del mercado
es una condena previa a la no–identidad, a la ilegalidad:
no importa cuál sea la edad de esas personas,
sus deseos, sus competencias. No importa la
legitimidad-obligatoriedad de las razones que les imponen
dejar sus raíces y buscar su futuro. Sus cuerpos son
considerados objetos a disposición de cualquier actor
y poder, legal o ilegal, que se disputan el control de
las puertas de entrada de la tierra, prometida, del
mundo–mercado libre. Para convertirse en ciudadanas
y ciudadanos de este mundo–mercado, esas personas
deben pasar por la condición que Eduardo Galeano ha
definido como “los nadies, los ningunos”,
que valen menos [que] las balas que los matan.

Tribunal Permanente de los Pueblos.[**]

Introducción

“El Comité pide al Estado parte que presente su tercer informe periódico a más tardar el día 1º de abril de 2016 y que incluya en éste información sobre el seguimiento dado a las presentes observaciones finales del Comité”.[1] Así de concreto es el examen realizado por el Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus familiares (el CMW) en su 14º periodo de sesiones realizado del 4 al 8 de abril de 2011. Pero, ¿cuáles fueron y cómo surgieron esas observaciones finales?

En este artículo estudiamos el Segundo Informe periódico de México respecto al cumplimiento de la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y de sus familiares (la CMW). Como parte del proyecto de investigación sobre el campo de los defensores de los derechos humanos (DDH) en México, hemos elaborado trabajos que describen cómo los órganos de los tratados de derechos humanos (DH), en particular del sistema de Naciones Unidas (ONU), examinan a sus Estados parte, México entre ellos. En esta ocasión abordamos lo revisado y recomendado por el CMW, que toca una profunda herida que es parte de la crisis en materia de DH que vivimos en México y es el infierno que viven hombres y mujeres migrantes, la mayoría en tránsito por el país y, ocasionalmente, radicados en las zonas fronterizas, particularmente del sur.

En este documento exponemos como antecedente dos informes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) sobre el secuestro de migrantes y el informe y recomendaciones que hace el Relator Especial, Jorge Bustamante. Desde finales del 2010 y hasta abril de 2011 varias ONG elaboran sus Informes Sombra (IS) dirigidos al CMW; estas organizaciones han trabajado y documentado por años la problemática migratoria y tienen mucho que decir sobre esta llaga de un país sufriente como México. Estas ONG, al estar informadas de todos los documentos que se han producido en torno a los exámenes periódicos del CMW, llevan una ventaja sobre el Estado mexicano. De hecho, uno de los cuestionamientos que hace el CMW al Estado es si han llamado a colaborar a las organizaciones de la sociedad civil (cuestión 9), sobre todo para la difusión de la CMW.

Hasta aquí, todo el proceso de examinar el cumplimiento del Estado mexicano por parte del CMW corre en paralelo al examen que realizaría la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) un año después, en julio de 2012; incluso, hay puntos de contacto en problemas comunes, como la desaparición forzada de migrantes, el trabajo doméstico de mujeres migrantes o el delito de trata y la violencia sexual. Por eso es importante destacar cómo un Comité se informa de las recomendaciones y observaciones que hacen otros Comités.

Las actas de las sesiones 156ª, 157ª y 158ª del CMW, con fecha de 4 y 5 de abril de 2011, dan cuenta de las intervenciones, tanto de los expertos como de la delegación mexicana y de representantes de ONG, con el agregado de la participación de representantes de la CNDH. Organizaremos la exposición de manera cronológica. Primeramente, lo más relevante de los informes de la CNDH; luego, una síntesis de las recomendaciones del Relator Especial; posteriormente, los is y las problemáticas más graves que padecen las personas migrantes, así como sus recomendaciones más destacadas; luego, revisamos el informe del Estado. Dejamos al final una síntesis de las observaciones y recomendaciones del CMW en estrecha relación con las recomendaciones formuladas por los is; un extracto de las actas de estas tres sesiones, que muestra la lucha simbólica por imponer la visión legítima de la situación de los migrantes a su paso por México, así como el trabajo de desenmascaramiento que hacen las ONG, tanto nacionales como internacionales y que muestra a un Estado partícipe del “negocio de la migración”, como uno de los expertos llegó a expresar.

Aludimos también a un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), presentado dos años después de las sesiones del CMW, sólo para indicar la persistencia de los organismos internacionales en sus observaciones y recomendaciones a México. Concluiremos nuestro análisis con la descripción de los principales problemas que acosan a este grupo humano, entre los que destaca el Estado mismo, responsable y sujeto al escrutinio del CMW que, precisamente, le pide cuentas del cumplimiento de sus recomendaciones y le fija un plazo para informar: el 1 de abril de 2016. Las conclusiones intentan establecer las causas estructurales por las que el Estado está casi imposibilitado para cumplirlas.

 

Los informes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos

En el Informe especial sobre los casos de secuestro en contra de migrantes en sus ediciones 2009 y 2011, así como en las intervenciones realizadas por la CNDH en la 157a y 158a sesiones del CMW, se pone en tela de juicio al sistema de justicia del Estado para prevenir, investigar, perseguir y castigar el secuestro de migrantes y para asegurar la protección de víctimas y la voluntad de reparación del daño. El documento enfatiza que la situación de vulnerabilidad de los migrantes es extrema, especialmente en secuestro, donde se viola su dignidad, su seguridad física, jurídica y personal, su derecho a la libertad, legalidad, integridad, y en algunos casos el derecho a la vida.

Por ello, la presencia cada vez mayor del fenómeno obliga a los Estados a abordarlo desde la política interior, desde las relaciones bilaterales y regionales e incluirlo en las agendas de seguridad humana.

Como lo indica el Informe especial de 2009, muchos de los secuestros fueron cometidos por integrantes de corporaciones estatales de seguridad pública, lo que implica una grave distorsión de la función pública, a lo que se suma la falta de sanciones administrativas y penales.

En este sentido, la CNDH pone sus esfuerzos en emitir recomendaciones dirigidas a entes estatales: a la Secretaría de Gobernación (Segob) le recomienda coordinar con las autoridades competentes acciones de comunicación interinstitucional e intersectorial, en las cuales se señalen los puntos de mayor riesgo de secuestro de migrantes y se informe a éstos respecto de los derechos de las víctimas o testigos del delito, independientemente de su calidad migratoria; mientras que a la Procuraduría General de la República (PGR) le sugiere tomar las medidas para capacitar al personal encargado de integrar averiguaciones previas en materia de delitos cometidos en perjuicio de migrantes, así como ofrecer atención médica y psicológica a la víctima o al testigo, integrar una base de datos sobre el delito de secuestro y establecer mecanismos de coordinación con las procuradurías generales de justicia de los estados para dar seguimiento a los casos de secuestro de migrantes. Estas recomendaciones se acercan a las que elaboró el Relator Especial, como veremos en el siguiente apartado.

 

Recomendaciones del Relator Especial

Entre la sesión del Comité de 2006 y la de 2011, el Relator Especial sobre los derechos de los migrantes de la ONU, Jorge Bustamante, visitó México del 9 al 15 de marzo de 2008 para monitorear la situación del país, visitando la Ciudad de México y dos de las ciudades fronterizas más problemáticas del país, Tijuana y Tapachula. Un año después publicó su informe que aborda la situación como una problemática que involucra no sólo a México, sino a los países centroamericanos y a Estados Unidos (EEUU). Señaló que el incremento de los riesgos que sufren los migrantes en tránsito se debe en gran medida al endurecimiento de la política migratoria de EEUU. Además, analizó los principales retos en materia migratoria que tiene México y elaboró recomendaciones encaminadas a combatir la impunidad y las redes de delincuencia organizada en las que hay funcionarios gubernamentales involucrados. Por otra parte, analiza la situación de la diáspora mexicana, de los trabajadores agrícolas de temporada, de las mujeres trabajadoras domésticas y de menores migrantes. Insta al Estado mexicano a realizar cambios sustanciales, particularmente en políticas públicas que promuevan la protección de los DH de los migrantes.

 

Las problemáticas relevantes que denuncian los “Informes Sombra” y sus recomendaciones

La sociedad civil por medio de las ONG que velan por los derechos de los migrantes a través de su paso por México, entregó al CMW siete informes que plasman la realidad a la que se enfrentan estas personas y lo que ha hecho o dejado de hacer el gobierno mexicano para transformar esta realidad. Consideramos importante destacar el escaso número de is proporcionados al CMW, en comparación con los 25 is enviados a la CEDAW. Seis de los siete informes concuerdan en que México violenta la CMW con la instauración de la discrecionalidad de interpretación y de aplicación de normas migratorias.

Seis informes destacan tres problemáticas que van de la mano y que es complicado separar. La primera, es el abuso por parte de las autoridades en los operativos y controles migratorios: hay testimonios del uso excesivo de la fuerza y del actuar discrecional de los oficiales mexicanos, tanto en los retenes como en los traslados y las estaciones migratorias. Esta manera de actuar da pie a la segunda problemática, que consiste en la implicación directa de servidores públicos y agentes policiacos federales, estatales y municipales en violaciones de derechos humanos (VDH) contra la persona migrante. Existen casos en los que las autoridades fueron las únicas ejecutantes de estos abusos, pero, además, como apuntan las Consideraciones del Scalabrini Migration Network y de la Fundación Red Casas del Migrante, hay pruebas de connivencia por parte de las autoridades migratorias y policiales en general con el crimen organizado, debido a la corrupción que facilita que estas bandas delictivas se infiltren en las estructuras de las instituciones migratorias y policiacas y propicien la impunidad.

En tres de los siete is revisados existe un apartado sobre el secuestro de migrantes, separando este delito del resto de los demás debido a su incremento descontrolado y su realización con el propósito principal de extorsionarlos y obtener un rescate, sea éste en dinero o en especie.[2] Otra de las problemáticas que destacan los is son las condiciones de las estaciones migratorias, cuyos espacios son muy limitados y carecen de servicios médicos de manera permanente. Asimismo, las personas no cuentan con asistencia legal que les permita recibir apoyo durante su estadía, además de que les es difícil el acceso a la información para acudir con autoridades consulares y a asesoramiento independiente.

Por otra parte, el Informe al CMW sobre diversas cuestiones relativas a los DH de las personas migrantes en tránsito por México, junto con tres is más, destacan que la falta de acceso a la justicia es una problemática sistemática de los trabajadores migrantes y sus familias debido al escaso conocimiento por parte de los operadores de justicia respecto a los DH de este colectivo.[3]

En dos is se hace mención de la peligrosa situación en la que se desenvuelven quienes velan por los DH de los migrantes. La Red de organismos civiles Todos los Derechos para Todos y Todas apunta que en México se criminaliza la defensa de migrantes, y que en los últimos años se han documentado acciones por parte de las autoridades encaminadas a la criminalización de la ayuda humanitaria y de la defensa de este grupo: la persecución del migrante, así como la judicialización de personas y colectivos que proporcionan ayuda a éste, son algunas de las acciones que terminan por generar políticas de represión.

A 12 años de la ratificación de la CMW se sigue atentando contra los DH de migrantes que transitan por el país. El Estado aplica mecanismos insuficientes para solucionar el conflicto y que no se traducen en resultados tangibles; por ello, las ONG presentan las siguientes recomendaciones. La más recurrente en los informes es investigar y sancionar eficazmente todo caso de secuestro u otros abusos cometidos contra migrantes en territorio nacional; con esto se evidencia que los esfuerzos que el Estado ha realizado para la atención integral de víctimas de abusos, entre ellos la trata con fines de explotación sexual, han sido insuficientes por la falta de comprensión de las responsabilidades y atribuciones que tienen los agentes migratorios al identificar y proteger a las víctimas. El informe del Comité de Derechos Humanos de Tabasco, Informe al CMW sobre diversas cuestiones relativas a los DH de las personas migrantes en tránsito por México enfatiza que la situación de violencia generalizada contra migrantes exige a México emprender acciones tendientes a cumplir con sus obligaciones internacionales, y evaluarlas de manera constante, de tal forma que los migrantes puedan gozar plenamente de sus DH.

Por su parte, el informe de Belén, Posada del Migrante et al., Secuestros a personas migrantes en tránsito por México, recomienda establecer los mecanismos apropiados de detección y canalización de víctimas del secuestro, en donde se salvaguarde su integridad física y psicológica. En este sentido, debido a que personas en situación de irregularidad no pueden acudir a las autoridades para denunciar el delito de secuestro u otros abusos graves por temor a ser deportadas o por temor fundado de que las autoridades estén coludidas con los grupos criminales, la ONG recomienda también que la Secretaría de Gobernación, en conjunto con la Secretaría de Seguridad Pública, el Instituto Nacional de Migración (Inami), la PGR y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, entre otras, coordinen un mecanismo que permita erradicar la práctica del secuestro, dando cabal cumplimiento a la Estrategia Anti–Secuestros presentada por el Estado desde una perspectiva de DH e incluyendo la participación de las ONG.

Para respetar los DH de los migrantes es indispensable que el aseguramiento sea reconocido como una forma de detención administrativa sujeta a límites constitucionales. Así lo señala el informe del Comité de Derechos Humanos de Tabasco: resulta indispensable que se consideren alternativas a la detención y, en dado caso, que ésta sea monitoreada por ONG y organismos públicos de DH.

El informe Submission to the un Committee on Migrant workers regarding Mexico’s Second Periodic Review de Global Workers Alliance señala que el gobierno mexicano debe ofrecer programas educativos o trabajar con ONG para proveer información sobre acceso a la justicia y sus derechos a los trabajadores migrantes mexicanos. Por último, se debe tener en cuenta la importancia de garantizar condiciones de seguridad no sólo para este grupo, sino también para los DDH de las personas migrantes y erradicar toda acción que criminalice la defensa y asesoría jurídica desempeñada por ONG.

Como veremos a continuación, esta visión de quienes han acumulado años de experiencia de trabajo con migrantes contrasta con la visión del Estado y su informe al comité de expertos.

 

Segundo Informe del Estado mexicano al CMW

El segundo informe periódico que presentó el Estado ante el CMW en enero de 2010 informa sobre las medidas que están dirigidas a cumplimentar de la CMW y que se adoptaron en el periodo comprendido entre 2006 y 2009.

El Estado brinda información general sobre el fenómeno de la migración en México, así como los datos, las características y su naturaleza. Destaca que en eeuu se han empleado medidas restrictivas para combatir la migración, lo cual ha traído como consecuencia la disminución de la migración indocumentada mexicana hacia eeuu y mayores riesgos para los migrantes y sus familias.

De igual manera describe todas las medidas que ha implementado para proteger los derechos de los migrantes y sus familias, entre las que destaca la creación de la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre sin violencia y la Ley para prevenir y sancionar la trata de personas, precisando que estas leyes contienen artículos que contemplan la protección de los derechos de los migrantes, especialmente de las mujeres, destacando respecto a la protección de éstas, las políticas públicas del Inmujeres, principalmente el Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (Proigualdad), el cual contiene objetivos específicos relativos a la protección de las trabajadoras migrantes que están encaminados a garantizar la igualdad jurídica y los DH de las mujeres, impulsar la armonización legislativa nacional en DH de las mujeres acorde con las convenciones y tratados internacionales ratificados por el Estado, y promover el mejoramiento de los ingresos de las mujeres en condiciones de marginalidad económica y social.

Además, señala que la legislación migratoria y las reservas en el ámbito de los instrumentos de DH se encuentra en un proceso de revisión. Por otra parte, informa sobre la adhesión a Convenios de la OIT que versan sobre los trabajadores migrantes (Convenios 97 y 143); asevera también que en México no se han realizado cambios legislativos que afecten de manera negativa la aplicación de la CMW. Por el contrario, hubo un cambio legislativo que elimina las penas de prisión a los extranjeros por internación ilegal, falsificación de documentos, ostentación de calidad migratoria distinta de la que posee, violación del plazo de internación legal y realización de actividades sin autorización; las cuales ahora son sólo faltas administrativas.

Respecto de los menores migrantes, se fortaleció el Programa interinstitucional de atención a menores fronterizos, que en 2008 se convirtió en la Estrategia de prevención y atención a niñas(os) y adolescentes migrantes y repatriados no acompañados, cuyo objetivo principal es la creación de la Red de módulos y albergues de tránsito públicos y privados donde se les otorgan servicios de alojamiento, alimentación, valoración médica, canalización a su lugar de origen, etc.; además, se resaltan los avances de esta Estrategia, que consisten en la instalación de nuevos módulos del DIF en Chihuahua, Tamaulipas y Chiapas; la capacitación del personal que opera estas políticas públicas; la publicación de diversas investigaciones y anuarios estadísticos, y la formación de 170 Oficiales de Protección a la Infancia (OPI).

En materia de refugio, se afirma que cualquier extranjero que se encuentre en territorio nacional tiene derecho a solicitar que le sea reconocida la condición de refugiado, solicitud que podrá realizar ante el Inami o ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). También reconoce a los refugiados como beneficiarios del Seguro Popular.

Respecto de la problemática de la trata de personas, el Estado mexicano, destaca la creación de 32 comités interinstitucionales que actúan coordinadamente en materia de combate al delito y atención a víctimas de trata de personas y las capacitaciones del Inami a su personal, a los integrantes de estos comités, así como a elementos de la Policía Federal, policías estatales y de las procuradurías de justicia locales sobre el tema y prevención de la violencia de género.

Asimismo, se afirma que en el artículo 24 de la Ley para prevenir y sancionar la trata de personas, publicada en 2007, “se incorporaron algunas directrices relativas a la protección de víctimas del crimen de trata de personas, como el fortalecimiento de los procesos de asesoría jurídica, el establecimiento de albergues, contar con personal capacitado y multicultural”, entre otras. Por su parte, el Inami creó diversos mecanismos de contacto como una línea telefónica, un correo electrónico, así como carteles, trípticos y postales, con el fin de recabar denuncias e informar a las víctimas de los mecanismos de atención y protección a los que pueden acudir. Destaca que gracias a todas estas medidas tomadas, “el Inami ha podido identificar a 77 posibles víctimas de trata, atender a 93 personas como posibles víctimas, e identificado a 12 extranjeros como posibles tratantes de personas”.[4]

También se resalta la creación de los Grupos Beta, los cuales actúan principalmente en la frontera con el fin de proteger y defender los DH de las personas migrantes, su integridad física y patrimonial y evitar su muerte.

Finalmente, en el informe se destaca el Programa Frontera Sur y, como parte del mismo, la Forma Migratoria de Trabajador Fronterizo (FMTF), la cual permite el ingreso documentado de trabajadores guatemaltecos y beliceños para laborar en distintos sectores en los estados de Chiapas, Campeche, Tabasco y Quintana Roo. Se subraya también la celebración de un Memorándum de Entendimiento entre México, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua para la repatriación digna y segura de nacionales centroamericanos migrantes.

Con todo ello, el Estado mexicano pretende poner en evidencia los esfuerzos que ha realizado para proteger los DH de los migrantes. Reconoce que el aumento de los flujos migratorios plantea nuevos retos que deben ser abordados teniendo en cuenta el principio de la responsabilidad compartida. Esto dio lugar a que el CMW formulara una “lista de cuestiones” al Estado mexicano, pues hay dudas respecto al cumplimiento de sus obligaciones.

 

La lista de cuestiones que formula el CMW al Estado mexicano y sus respuestas

A la luz del Segundo Informe del Estado, el CMW elaboró una lista de cuestiones en la que solicitó mayor información sobre algunas problemáticas y otros asuntos importantes que no aparecían en el Informe. Las preguntas más incómodas fueron respecto a las investigaciones y sentencias sobre delitos cometidos en contra de migrantes, particularmente casos de trata y de violación a los derechos laborales, así como los cuestionamientos sobre las medidas tomadas para proteger a los migrantes de secuestros por grupos del crimen organizado. Entre otras preguntas difíciles para el Estado se encuentra la referente a los indicadores de impacto que han tenido las capacitaciones a funcionarios y la de los avances en las investigaciones por el caso de los migrantes centroamericanos asesinados en San Fernando, Tamaulipas. El CMW plantea ese tipo de preguntas con el objetivo de que el Estado presente informes completos que aborden la problemática desde una visión integral y para que reconozca la gravedad de la situación, elementos necesarios para elaborar recomendaciones precisas que, de aplicarse, generarían un cambio sustancial en la situación de los migrantes en México.

 

Respuestas del Estado mexicano a la lista de cuestiones del CMW

Las respuestas del Estado a la lista de cuestiones son repetitivas y sólo se explayan aquellas que aluden a modificaciones legislativas, como la iniciativa de Ley de Migración, reformas a la Ley General de Población y la Ley de Refugio y Protección Complementaria.

Encontramos respuestas incompletas. Cuando se cuestiona sobre las medidas que el Estado tomó para capacitar al personal judicial en el contenido de la CMW, no da respuesta alguna (además de que no ofrece indicadores de cómo esas capacitaciones están funcionando) y deja sin resolver el cuestionamiento sobre las condiciones de los migrantes que han sido privados de libertad entre 2006 y 2010 y los principales delitos de los que se les acusa, ya que se limita a proporcionar estadísticas de los extranjeros que se encuentran privados de la libertad en México, sin señalar las razones ni su situación.

El Estado no proporciona información suficiente para que el CMW pueda realizar una evaluación completa sobre las medidas que ha instrumentado y así poder emitir recomendaciones; sólo se limita a resaltar las medidas legislativas y las capacitaciones sin mostrar los resultados concretos.

Luego de estas preguntas y respuestas, y con el conjunto de is, más algunas entrevistas privadas con representantes del Estado y de ONG, el CMW emite sus conclusiones.

 

Recomendaciones y observaciones finales del CMW a México

En las observaciones y recomendaciones finales que hace el CMW en 2006 y 2011, advertimos que las recomendaciones de 2006 no sólo no fueron cumplidas, sino que las problemáticas se han agravado, razón por la cual las recomendaciones fueron reiteradas en 2011. Entre las reiteraciones más importantes que hace el CMW al Estado mexicano están los malos tratos que sufren los migrantes por parte de funcionarios públicos y del crimen organizado, y añade la aguda preocupación por el aumento de secuestros, extorsiones, actos de tortura, tratos crueles, desapariciones y muerte de las que son víctimas, con el agravante de la complicidad de autoridades públicas con grupos delincuenciales así como de su impunidad.

Otra de las reiteraciones es la vulnerabilidad de los menores migrantes no acompañados. En 2006 recomienda que se fortalezcan los programas de repatriación segura, se otorgue capacitación específica a funcionarios fronterizos, se refuerce la cooperación con la sociedad civil y se garantice que la detención de niños se lleve conforme a la ley, utilizándose como última medida. En 2011 el CMW reconoce al Estado la Estrategia de prevención y atención a niños(as) y adolescentes migrantes y repatriados no acompañados, la creación de módulos y albergues de tránsito y la capacitación impartida a funcionarios y oficiales de protección de la infancia. Sin embargo, ello no es suficiente puesto que hay un alarmante incremento de menores migrantes no acompañados que han sido deportados y que han sufrido malos tratos y explotación tanto laboral como sexual.

En cuanto al tráfico ilícito de migrantes, en 2006 preocupa al CMW que la trata de personas no esté tipificada en la legislación y recomienda que se finalice la enmienda al Código Penal para tipificar este delito; le preocupa el alcance del fenómeno en México y el involucramiento de funcionarios públicos en ello, por lo que recomienda investigar estos delitos y dar fin a la impunidad, así como adoptar medidas para detectar los flujos ilegales de trabajadores migrantes. Este mismo tema es reiterado en 2011, añadiendo la falta de competencia de la Fiscalía Especial para Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas para dar seguimiento a las denuncias de trata de personas cuando son cometidos por el crimen organizado, que funcionarios públicos sigan involucrados en estos delitos, no contar con un registro sistemático de datos del delito, y la poca asistencia médica y psicológica que se presta en las estaciones migratorias a víctimas de este delito.

El CMW no sólo repite las observaciones y recomendaciones de 2006 en las de 2011, sino que añade unas nuevas relacionadas con los DDH. Expresa su preocupación por los hostigamientos, acosos, agresiones y amenazas de muerte hacia los DDH de los trabajadores migrantes y sus familias y hace hincapié en que la mayoría de estos delitos no han sido esclarecidos ni sancionados, por lo que recomienda al Estado realizar investigaciones y adoptar medidas para garantizar la seguridad de los DDH. Destaca el menoscabo de la situación de los trabajadores migrantes y sus familias en México, señalando la impunidad en que se vive y la insuficiencia de las capacitaciones. Otro agravante que hace notar el CMW es la complicidad de las autoridades con el crimen organizado y el abuso de autoridad que existe, puntualizando la falta de efectividad de las políticas públicas y su armonización legislativa; hay mucho camino por recorrer, pero ese camino se seguirá alargando en la medida en que siga existiendo un ambiente de impunidad y abuso de autoridad promovido por instituciones estatales débiles.

Para una apreciación más fina de estas observaciones y recomendaciones, es útil aproximarnos al análisis de las actas de estas tres sesiones de examen a México por parte del CMW.

 

Análisis de las actuaciones de los participantes en las sesiones 156ª, 157ª y 158ª del CMW

El análisis de las actas de las sesiones del CMW confirma la lucha por imponer la visión legítima, tanto de la situación de los trabajadores migrantes y sus familias como del cumplimiento de la CMW por parte del Estado mexicano.

 

El papel de las ONG

En el acta resumida de la 158ª sesión del CMW se percibe cómo éste acoge con satisfacción la contribución de las ong en el examen del Segundo informe periódico de México. Por una parte, el cmw reconoce al Estado sus medidas legislativas, las políticas públicas y las acciones de fortalecimiento institucional adoptadas, pero por otra parte también rescata las recomendaciones de ong referentes a la necesidad de garantizar que los trabajadores migrantes y sus familiares reciban un trato digno, y que sólo sean expulsados del país conforme a la ley.

El CMW observa con preocupación que las ONG no fueran partícipes del proceso de consulta del proyecto de ley migratoria, y reitera al Estado que es necesario que establezca un sistema nacional de información sobre migraciones con el fin de obtener una mejor caracterización de los flujos migratorios y un mejor diseño de políticas públicas. El CMW contrastó las aportaciones de las ONG y de la CNDH con el informe presentado por el gobierno mexicano.

 

El papel de la CNDH

La CNDH tuvo dos intervenciones significativas a lo largo de las sesiones. La primera fue el diálogo entre su representante, Fernando Batista Jiménez y los miembros del CMW, en el que Batista expuso las actividades que realiza la CNDH respecto del tema migratorio, señalando los abusos de los que son víctimas los migrantes y destacando que, ante el bajo número de denuncias realizadas en contraste con la cantidad de VDH cometidas, la CNDH recurre a buscar a las víctimas en vez de esperar a que las víctimas la busquen. Batista retoma los informes realizados por la CNDH sobre el secuestro de migrantes en México, que buscan mostrar la magnitud del fenómeno y evaluar las medidas adoptadas por el gobierno. La segunda consiste en la referencia directa que hacen Amnistía Internacional y la Red TDTT a su informe para dar mayor peso al argumento del secuestro de migrantes como una práctica “nueva” de dimensiones exponenciales.

 

El papel de la delegación del gobierno mexicano

Los delegados resaltan los esfuerzos realizados para proteger los DH de los trabajadores migrantes, enfocándose en la armonización de la legislación nacional con la CMW, así como las diversas capacitaciones brindadas a sus funcionarios, aunque no dan cuenta de los resultados obtenidos. El Estado reconoce la problemática del secuestro de migrantes y admite la participación de funcionarios en tales hechos, pero lo adjudica primordialmente a los grupos de delincuencia organizada.

Se destacan y repiten logros como las detenciones por la masacre de migrantes en San Fernando, Tamaulipas, los funcionarios del Inami que han recibido sanciones, o el número de bandas delictivas que han sido desmanteladas. El Estado omite responder algunas preguntas como el número de detenidos por cometer delitos de secuestro y trata de personas, el avance de las investigaciones del caso de San Fernando; se muestra como garante y protector, que reafirma y cumple con su compromiso internacional de defender y proteger los derechos humanos de los trabajadores migrantes.

Resaltamos también la interacción que se da entre la CNDH y el Estado mexicano, pues éste lo reconoce en su Segundo Informe como el mecanismo más eficaz en defensa de DH, sin embargo, en las actas existen incongruencias en lo que informan ambos; por ejemplo, el delegado mexicano, Negrín Muñoz, afirma que las 20 recomendaciones al Inami han sido aprobadas y aplicadas; posteriormente, la CNDH manifiesta que no se cumplimentan ni aplican todas las recomendaciones que se dirigen al Estado mexicano.

Es interesante cómo el discurso de la delegación mexicana no es homogéneo y hay comentarios contrapuestos; por un lado, la delegada Herrera Rivero señala que el gobierno mexicano está luchando contra la impunidad que existe; por otro lado, el señor Del Río Madrid afirma que “en México no hay impunidad”,[5] mostrando que al Estado mexicano le hace falta reconocer las problemáticas para poder crear leyes que permitan afrontarlas.

 

El papel de los miembros del CMW

En las actas de las sesiones se muestra que el CMW tiene una postura diplomática hacia México, reconociendo sus esfuerzos y avances. Sin embargo, al mismo tiempo muestra su preocupación ante la variada información con la que cuenta. El CMW señala el agravamiento de la problemática migratoria a raíz de las legislaciones de Canadá y Estados Unidos, condena el aumento en el número de VDH, se incorpora en el debate la problemática del crimen organizado y expresa preocupación por los funcionarios públicos involucrados en la comisión de delitos contra migrantes; también resalta que no se cuenta con datos precisos que dimensionen el problema, al ser la migración un fenómeno “clandestino” dentro del país. En esta sesión el CMW fue más contundente en su interacción con el Estado cuando, por ejemplo, la señora Cubías Medina afirma que la migración se ha convertido en un negocio y el “Sr. Sevim se pregunta si tiene sentido realmente hablar de los diferentes derechos de los trabajadores migrantes en el país, como su derecho a la atención de la salud, la educación y la seguridad social, cuando su derecho a la vida está amenazado”,[6] o cuando la “Sra. Cubías Medina tiene la impresión de que se da más publicidad a las actividades de la delincuencia organizada que a las iniciativas del Gobierno”.[7] Es importante señalar que, pese a que el habitus del experto del sistema universal tiende a ser diplomático, en este caso, fueron contundentes y pidieron respuestas específicas que ayuden a mejorar la situación.

A este esfuerzo del CMW se sumará, dos años después, la intervención de la CIDH.

 

Las recomendaciones del informe de la CIDH de 2013

Después de la sesión del CMW de 2011, la CIDH dedicó un informe especial a la problemática migratoria en México. El informe de 2013, titulado Derechos humanos de los migrantes y otras personas en contexto de la movilidad humana en México, aborda la problemática de una manera integral, analiza la situación de México como un país de origen, tránsito, destino y retorno de personas migrantes.

Asimismo, estudia la migración como un fenómeno complejo al documentar la situación de inseguridad de migrantes en tránsito, temporales, internos, refugiados, víctimas de trata, menores y desplazados internos. Aborda “otras situaciones que tienen incidencia sobre los derechos humanos de los migrantes que viven en México, tales como su derecho a no ser discriminados en el acceso a servicios públicos y sus derechos laborales”.[8] Es decir, analiza una situación compleja que involucra múltiples violaciones a los DH de migrantes y que, en comparación con los informes anteriores presentados por el sistema ONU, muestra unas problemáticas preocupantes y agravadas que requieren de voluntad política para realizar cambios estructurales que resuelvan esa situación.

Las recomendaciones que emite la CIDH se centran en acciones concretas que devengan en cambios sustanciales y, pese a que son amplias y generales, presentan un muy completo análisis y formulan fuertes denuncias sobre la situación de violencia, discriminación, malos tratos y VDH que sufren las personas migrantes en México. La CIDH elaboró el informe con base en información obtenida a través de organizaciones civiles, del Estado y la visita a México de la Relatoría sobre Trabajadores Migrantes y Miembros de sus Familias de la CIDH, realizada del 25 de julio al 2 de agosto de 2011.

 

Conclusiones generales. De cómo el Estado simula que protege los DH de las y los migrantes

En primer lugar, la situación de los DH de los migrantes se ha agravado, puesto que han aumentado problemáticas como la trata de personas, el secuestro y la desaparición de migrantes. En segundo lugar, el Estado ha resaltado en sus informes, de manera rebuscada y con exceso de información, diversas políticas públicas dirigidas a la migración, intentos de armonización legislativa con normas del derecho internacional de los DH, capacitación de funcionarios que tienen por objetivo sensibilizarlos sobre esas problemáticas; sin embargo, las acciones y políticas públicas han resultado insuficientes. Los IS y el informe de la CNDH muestran lo alejado de la realidad que está el Estado, lo deslegitiman y lo dejan entrever como un Estado simulador, mercantilista y evasor de sus responsabilidades plasmadas en la CMW, minimizando la crisis de DH. Falta el diálogo con ONG y con la ciudadanía en general.

Todo lo anterior ha generado que el CMW emita recomendaciones más profundas y directas, siendo su principal preocupación la aplicación efectiva de normas migratorias y verdaderos resultados de las medidas tomadas por el Estado, como el número de denuncias presentadas, de averiguaciones previas y, sobre todo, de sentencias emitidas por VDH de migrantes.

México experimenta problemas estructurales políticos y sociales que, en buena medida, son causados por la presión de EEUU y su Plan Frontera Sur. Este daño estructural lanza la pregunta de si las recomendaciones del CMW tendrán algún impacto en la realidad de los migrantes. Los migrantes son un grupo muy vulnerable y victimizado; han sido convertidos en mercancía por parte de grupos criminales en complicidad con el Estado: su secuestro y la violación estructural y sistémica de la que son víctimas han generado una fuente importante de riqueza. Para las ONG defensoras de migrantes y para las redes de apoyo es de suma importancia que se conozcan y se difundan las recomendaciones que el CMW emite; pero también que se apliquen de una manera responsable y apegada a la situación particular del país. Un aspecto básico es garantizar la protección de las y los DDH de los migrantes, puesto que ellos desempeñan un papel decisivo en la mejora de la situación.

 

Fuentes documentales

Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y de sus familiares.

Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, Acta resumida de la primera parte (pública) de la 156a sesión, s/l, 24 de mayo de 2011. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fC%2fsr.156&Lang=en

——   Acta resumida de la 157a sesión, Celebrada en el Palais Wilson, Ginebra, el lunes 4 de abril de 2011, a las 15.00 horas, 14 de julio de 2011. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fc%2fsr.157&Lang=en

——   Acta resumida de la 158a sesión, Celebrada en el Palais Wilson, Ginebra, el martes 5 de abril de 2011, a las 10.00 horas, 1º de junio de 2011. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fc%2fsr.158&Lang=en

——   Examen de los informes presentados por los Estados partes de conformidad con el artículo 73 de la Convención: Segundo informe periódico México, 14 de enero de 2010. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fc%2fmex%2f2&Lang=en

——   Información proporcionada por el Gobierno de México en relación con la aplicación de las observaciones finales del Comité de protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y de sus familiares, s/l, 19 de junio de 2008. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fc%2fmex%2fco%2f1%2fAdd.1&Lang=en

——   Informe inicial que los Estados Parte debían presentar en 2004, México, 18 de noviembre de 2005. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fC%2fmex%2f1&Lang=en

——   Observaciones finales del Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, México, 8 de diciembre de 2006. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fC%2fmex%2fco%2f1&Lang=en.

——   Lista de cuestiones correspondientes al informe inicial de México, presentado con arreglo de la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y de sus familiares, México, junio de 2006. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fC%2fmex%2fq%2f1&Lang=en

——   Lista de cuestiones que deben abordarse al examinar el segundo informe periódico de México (CMW/C/mex/2), s/l, 28 de diciembre de 2010. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fc%2fmex%2fQ%2f2&Lang=en

——   Observaciones finales del Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, s/l, 3 de mayo de 2011. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fC%2fmex%2fco%2f2&Lang=en

——   Respuestas escritas del Gobierno de México en relación con la lista de cuestiones (CMW/C/MEX/Q/2) recibida por el Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares en relación con el examen del segundo informe periódico de México (CMW/C/MEX/Q/2), s/l, 15 de marzo de 2011. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fc%2fmex%2fq%2f2%2fADD.1&Lang=en

——   Respuestas presentadas por escrito por el Gobierno de la República de México a la lista de cuestiones (CMW/C/MEX/Q/1) Recibidas por el Comité para la protección de los derechos de todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares con ocasión del examen del informe inicial de México (CMW/C/MEX/Q/1), s/l, 5 de octubre de 2006. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/_layouts/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=cmw%2fc%2fmex%2fq%2f1%2fAdd.1&Lang=en

 

Otras Fuentes

Amnistía Internacional, Víctimas Invisibles: migrantes en movimiento en México, Madrid, Editorial Amnistía Internacional, 2010. Versión electrónica consultada el 21/II/2016. https://amnistiainternacional.org/publicaciones/108-victimas-invisibles-migrantes-en-movimiento-en-mexico.html

Belén, Posada del Migrante, Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova et al., Secuestros a Personas Migrantes en Tránsito por México: Documento entregado al Comité para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares (CMW), el 4 de marzo de 2011, en el marco de la evaluación del segundo informe periódico del Estado mexicano, s/l, 2011. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/Treaties/cmw/Shared%20Documents/mex/int_cmw_ngo_mex_14_9619_E.pdf

Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Derechos humanos de los migrantes y otras personas en contexto de la movilidad humana en México, 2013. Consultado el 15/II/2016. http://www.oas.org/es/cidh/migrantes/docs/pdf/informe-migrantes-mexico-2013.pdf

Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Informe especial sobre secuestro de migrantes en México, 22 de febrero de 2011. Consultado el 16/II/2016. http://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/Informes/Especiales/2011_secmigrantes.pdf

——   Informe especial sobre los casos de secuestro en contra de migrantes, México 15 de junio de 2009. Consultado el 17/II/2016. www.cndh.org.mx/sites/all/doc/Informes/Especiales/2009_migra.pdf

Comité de Derechos Humanos de Tabasco ac, Litigio Estratégico
en Derechos Humanos et al., Informe al Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares sobre diversas cuestiones relativas a los derechos humanos de las personas migrantes en tránsito por México, s/l, 22 de febrero de 2011. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/Treaties/cmw/Shared%20Documents/mex/int_cmw_ngo_mex_14_9616_S.pdf

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Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para todas y todos”, Documento preparado por la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos: “Todos los Derechos para Todas y Todos”, para el Comité para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares (CMW) en el marco de su evaluación del segundo informe periódico del Estado mexicano, s/l, s/f. Consultado el 21/ii/2016. http://tbinternet.ohchr.org/Treaties/cmw/Shared%20Documents/mex/int_cmw_ngo_mex_14_9621_E.pdf

Scalabrini International Migration Network (SIMN), Center for Migration Studies of New York (CMS) et al., Consideraciones del Scalabrini International Migration Network (SIMN), del Center for Migration Studies of New York (CMS) y de la Fundación Red Casas del Migrante–México ante el Comité de Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares de las Naciones Unidas sobre el Informe presentado por el Gobierno de México Presentadas durante el 13° periodo de sesiones del Comité, Ginebra, 26 de Noviembre de 2010. Consultado el 21/II/2016. http://tbinternet.ohchr.org/Treaties/cmw/Shared%20Documents/mex/int_cmw_ngo_mex_14_9617_E.pdf

Secretaría de Relaciones Exteriores, Sustentación del Primer Informe Periódico de México ante el Comité de Protección de los derechos de todos los Trabajadores Migrantes y de sus familiares, Dirección General de Derechos Humanos y Democracia/Secretaría de Relaciones Exteriores, México, 2005. Versión electrónica consultada el 21/II/2016. http://sre.gob.mx/sre-docs/dh/docsdh/informes/4617txt.pdf

Tribunal Permanente de los Pueblos, Sesión Libre comercio, violencia, impunidad y derechos de los pueblos en México, Audiencia final temática sobre: Migración, desplazamiento forzado y refugio, 29 30 de septiembre–1 de octubre de 2014, s/l, s/f, Consultado el 22/II/2016. http://issuu.com/tppmexico/docs/dictamen_audiencia_migraci__n/3?e=8898242/11154215

 

[*] Profesor del ITESO. dvelasco@iteso.mx. Con la colaboración de Diana Laura Zárate Rosales, Clara María de Alba de la Peña, Fabiola del Carmen Ibarra Ramos y Daniela Zaizar Pérez, estudiantes de Relaciones Internacionales del ITESO; Denisse Montiel Flores, egresada de Relaciones Internacionales y actualmente estudiante de Derecho del ITESO, y Belinda Guadalupe Camarena Vázquez, abogada de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

[**] “Audiencia final temática sobre: Migración, desplazamiento forzado y refugio”, 2014.

 

[1].     Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, Observaciones finales del Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, 2011, p. 11.

[2].    Belén, Posada del Migrante, Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova et al., Secuestros a Personas Migrantes en Tránsito por México: Documento entregado al Comité para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares (CMW), el 4 de marzo de 2011, en el marco de la evaluación del segundo informe periódico del Estado mexicano, s/l, 2011.

[3].    Comité de Derechos Humanos de Tabasco ac, Litigio Estratégico en Derechos Humanos et al., Informe al Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares sobre diversas cuestiones relativas a los derechos humanos de las personas migrantes en tránsito por México, s/l, 22 de febrero de 2011.

[4].    Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, Respuestas escritas del Gobierno de México en relación con la lista de cuestiones (CMW/C/MEX/Q/2) recibida por el Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares en relación con el examen del segundo informe periódico de México (CMW/C/MEX/Q/2), s/l, 15 de marzo de 2011.

[5].    Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, Acta resumida de la 158a sesión, Celebrada en el Palais Wilson, Ginebra, el martes 5 de abril de 2011, a las 10.00 horas, 1º de junio de 2011.

[6].    Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, Acta resumida de la 157a sesión, Celebrada en el Palais Wilson, Ginebra, el lunes 4 de abril de 2011, a las 15.00 horas, 14 de julio de 2011.

[7].    Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, Acta resumida de la 158a sesión, Celebrada en el Palais Wilson, Ginebra, el martes 5 de abril de 2011, a las 10.00 horas, 1º de junio de 2011.

[8].    Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Derechos humanos de los migrantes y otras personas en contexto de la movilidad humana en México, 2013.